Los Sueños se Hacen Realidad... | By : El8Culpable Category: Spanish > Celebrity Views: 91 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Esta es una obra de ficción. NO sucedió fuera de la imaginación del autor. Su único personaje real es la famosa que aparece en este, a la cual no conozco personalmente. No he ganado ni un puto centavo con la escritura de esta historia. |
ADVERTENCIAS:
Este relato está ambientado en Estados Unidos, un país que nunca he visitado; espero que esto explique todas las imprecisiones acerca de cómo es la vida en esa nación que pueda contener la historia.
Ya sé que la protagonista del relato no es muy famosa que digamos, por lo que les recomiendo que, antes de leerlo, vean unos pocos de sus videos de YouTube donde hace twerking. En serio: no tienen desperdicio.
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Justin no podía dejar de sonreír a medida que el taxi en el que viajaba se acercaba por fin a su destino.
Él era un superfan de la estrella de las redes sociales, Lexy Panterra. (El muchacho era el primero en reconocer que había montones de otras mujeres que estaban mucho mejor tanto de cuerpo como de cara, pero: a) Lexy tenía un culito que parecía hecho a la medida para modelar tangas de hilo dental, y b) ¡ni siquiera la tal Shakira podía menearlo como Lexy!). Su obsesión era tal que casi cada hora revisaba que nueva noticia sobre ella podía encontrar en internet. Por eso, casi de inmediato se dio cuenta que la auténtica y única Diosa del Twerking iba a visitar su ciudad como parte de su más reciente gira de conciertos y, una vez que llegó a esta, que iba a haber un concurso en la radio donde iban a entrevistarla con un premio prometido salido de las fantasías del chico: ¡pasar veinticuatro horas junto a Lexy Panterra!
Justin llamó al programa de radio y respondió las tres preguntas sobre datos increíblemente oscuros acerca de Lexy (que era en lo que consistía el concurso) con absoluta facilidad y obtuvo el derecho para reclamar su premio. Cuando el programa fue a una pausa comercial, el chico dio su información personal y, a cambio, le dieron el nombre del hotel donde ella se hospedaba y la fecha y la hora en la que debía presentarse. Él ni siquiera necesitó escribir los datos porque quedaron grabados como con fuego en su memoria.
El adolescente no cabía en sí de la excitación; desde ese momento, fue como si estuviese envuelto todo el tiempo en una nube de electricidad pura.
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En la escuela molestaban mucho a Justin debido a su belleza exquisitamente femenina: su cuerpo delgadísimo de líneas elegantes, su inmaculada tez marfileña, su perfecto rostro de princesita de cuento de hadas, sus grandes ojos de color verde oscuro, su larga melena de cabellos casi blancos de tan rubios y muy lisos y sedosos… hasta sus manos eran la clase de manos que la mayoría de las chicas sueñan con tener; pequeñas, delicadas y de dedos largos y sensibles…
Debido a esto todo el mundo, incluyendo sus padres, pensaban que el adolescente era gay, convirtiendo su vida en un infierno. Pero dentro de la cabeza de Justin no había ni un solo pensamiento homosexual; para consolarse, el chico, de hecho, dedicaba muchas horas a la semana a ver innumerables videos de chicas sexys en las redes sociales haciendo twerking. Así fue como conoció a la mujer de sus sueños: Lexy Panterra… y, ahora, iba a encontrarse con ella en persona…
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Después de bajar del taxi, entró en el hotel; en la recepción dio sus datos y, a cambio, le dijeron cuál era la suite a donde debía ir. Durante todo este proceso, el chico fracasó en contener la sonrisa tonta que curvaba sus labios y el temblor de excitación que conmovía su cuerpo entero. Saber que iba a pasar veinticuatro horas junto a la mujer de sus sueños hizo que todas y cada una de las fantasías sexuales que alguna vez tuviese con ella se agolpasen en su imaginación al mismo tiempo. Claro: lo más probable es que sólo hiciesen cosas aburridas como pasear por la ciudad mientras un par de gigantescos guardaespaldas vigilaban que sus manos no intentasen nada inapropiado… pero, ¡maldición: un muchacho tiene derecho soñar!, ¿no?
Cuando se abrió la puerta del ascensor, salió y empezó a avanzar por el pasillo del piso, viendo los números en las puertas. Al llegar a la suite que buscaba, tocó y se puso a esperar que abrieran. Unos pocos momentos después, la puerta se abrió formando una estrecha rendija… por la que salió disparada una mano que lo agarró y lo metió de golpe en la suite, la puerta cerrándose sonoramente.
Al recuperarse Justin de la sorpresa, lo que vio lo dejó con los ojos grandes como platos y la boca muy abierta: frente a él estaba su máxima fantasía sexual, Lexy Panterra, vistiendo nada más que una microscópica tanga negra y sus labios, curvados en una enorme sonrisa de oreja a oreja, pintados con un labial de color rojo intenso.
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—¿No me vas a preguntar qué es lo que está sucediendo? —habló ella tras un largo rato con ambos en silencio, arqueando una ceja sin dejar de sonreír.
Él necesitó unos pocos instantes para darse cuenta que le habían hecho una pregunta. Cuando finalmente reaccionó, lo único que salió de su garganta fueron unos cuantos sonidos ahogados e indescifrables, el nerviosismo evidente en el rostro del muchacho.
La Panterra se dio cuenta que iba a ser ella la que tendría que tomar la iniciativa. Tras una breve carcajada, empezó a explicar con voz despreocupada:
—Cuando diste tus datos y dijiste que tenías catorce años, me dieron ganas de hacer realidad una fantasía sexual que he tenido desde hace muchos años…
—¿Qué?… —con voz casi inaudible; el mismo Justin nunca sabría de dónde sacó las agallas para interrumpir a la Diosa del Twerking.
Ella le dio a su sonrisa, a su mirada y a su voz un carácter malévolo antes de continuar con otro sarcástico arqueo de cejas:
—A menos que seas tonto, creo que puedes adivinar tú solo de que se trata… —y volviendo a la despreocupación anterior—; como estaba diciendo, decidí ver si podría cumplir una fantasía sexual que he tenido desde hace muchos años. Para eso, le pedí a uno de mis asistentes que esperara en la recepción y me llamara por celular para describirme como eras. Si me hubiese dicho que tú eras… —y exagerando el gesto de que se lo estaba pensando— uhmm… no sé… un gordito granujiento… nunca me habrías visto de esta manera —y, con un único ágil movimiento, se dio una sexy vuelta de trescientos sesenta grados, revelando que su tanga era de hilo dental.
La Panterra continuó, sus palabras poco a poco adoptando un tono fenomenalmente ardiente:
—Pero, claro, resultaste ser una criaturita absolutamente deliciosa, por lo que, esta noche, voy a poder hacer mis sueños realidad…
Y tomó a Justin de la mano derecha, quien seguía como paralizado del desconcierto, y lo guió hasta un enorme sofá cercano, donde lo hizo sentarse.
El chico seguía como ido cuando Lexy volvió a hablar:
—Pero, primero, tendremos que prepararte…
La Diosa del Twerking se dio media vuelta y se dobló por la cintura con las piernas muy rectas para poner música en un Smartphone que había dejado de antemano en una mesita en frente del sofá. A Justin parecía que sus ojos estaban a punto de salir disparados de sus órbitas.
El muchacho reconoció de inmediato la canción que empezó a sonar: era el más nuevo sencillo de Lexy.
En cuanto el sonido comenzó a llenar el aire de la suite, la Panterra, dándole la espalda, se lanzó a una de sus espectaculares rutinas… sólo que, si ya de por sí eran cosa de otro mundo cuando la Diosa del Twerking las hacía vistiendo microshorts o leggins ceñidísimos, ¡llevando nada más que hilo dental estaban más allá de toda descripción!
Cuando terminó, Lexy se dio media vuelta, los brazos en alto en un gesto triunfal, una sonrisa de oreja a oreja, jadeando y con una fina película de transpiración cubriendo su cuerpo.
—Y bien… —jadeó varias veces—. ¿Qué te pareció?
—Me pareció un espectáculo maravilloso… —respondió con voz tranquila.
El chico fue ganando confianza a la vez que admiraba el twerking de Lexy; su rostro y su cuerpo relajados por completo y una sonrisa tenue curvando sus labios.
—Mmm… parece que mi show tuvo el efecto deseado… —comentó con voz traviesa, sus ojos enfocados en el importante bulto que se había formado en los pantalones del muchacho.
La Panterra sólo necesitó dar un par de pasos para llegar junto a Justin. Como si fuese lo más natural del mundo y lo hubiese hecho cientos de veces antes, se arrodilló entre las piernas del adolescente y se puso a soltar su cinturón y abrirle el pantalón.
El dulce efebo apartó la mirada con timidez nada fingida, el rubor empezando a teñir sus mejillas, y separó su cuerpo un poquito del sofá para facilitarle la tarea a Lexy.
Tras bajarle los pantalones hasta las rodillas, la Diosa del Twerking empezó a tirar de los bóxeres hacia abajo muy lentamente, su mirada iluminándose porque finalmente iba a admirar el premio que había codiciado desde que Justin entró en su suite.
Sin previo aviso, una fuerte bofetada le cruzó la mejilla derecha a la Panterra, haciéndola caer de culo hacia atrás. Justin intentó ponerse de pie para ayudarla y pedirle disculpas, pero se enredó con sus pantalones a medio bajar y volvió a caer sentado en el sofá.
Cuando se recuperó de la sorpresa y buscó con la mirada lo que la había golpeado, fue el turno de Lexy de quedar boquiabierta y con los ojos grandes como platos: fue el larguísimo, grueso y venoso miembro de Justin, que había saltado como un resorte; una gota muy grande de líquido preseminal formándose en la punta.
—Oh, Dios mío… pero si pareces un caballo… —susurró casi inaudible, sin aliento.
Tras unos pocos minutos admirando el colosal falo con la boca y los ojos muy abiertos, la Panterra estalló en una carcajada de nerviosismo e incredulidad. Obligándose a recuperar la compostura, se dijo “¿Pero que me pasa? ¡Soy Lexy Panterra! ¡Puedo con cualquier polla sin importar cuán grande sea!”
Comentando en voz alta “¡Vaya! ¡Parece que estás muy bien dotado!” con despreocupación forzada, se puso de pie y ordenó al chico que la imitara. Cuando la obedeció, ella se puso a quitarle la ropa. Una vez completamente desnudo, la Panterra se dio media vuelta y procedió a quitarse su tanga de la misma forma en que lo haría una desnudista, dándole todo un show al adolescente. Al terminar, Lexy se subió en el sofá con movimientos ágiles y se puso en cuatro patas, su espalda arqueada como la de una gata en celo y su culo apuntando hacia el techo.
Él se quedó inmóvil un largo rato, simplemente viéndola; el desconcierto y la inseguridad se volvían a apoderar de su mente. Dándose cuenta que ella tendría que llevar la voz cantante, le explicó al jovencito lo que quería que hiciera. Eso aumentó los nervios del chico: ¡no podía creer que él iba a cumplir la máxima fantasía sexual de todos los fans de Lexy Panterra!
—Eso sí: ¡primero tendrás que lubricarme! —con voz alegre; tras una pausa, en la que él no hizo nada, ella le explicó lo que eso significaba.
Con movimientos torpes, lentos e inseguros, Justin se subió al sofá y se arrodilló detrás de la Reina del Sexo. El adolescente se inclinó hasta poner su rostro entre las nalgas de Lexy y se dedicó a lamer su ano y la raja entera de su culo, intentando dejarlos lo más empapados que pudiera; sus manos amasando lenta y dulcemente los glúteos de la famosa. Con una risita de niña traviesa, la mujer se puso a tensar y destensar las pompas, aplastando juguetona la dulce carita del efebo.
—Hmmmmmmmm… bien… Maldición, Justin: tú sí que sabes cómo comer culo, eso es seguro —susurró soñadora, los ojos cerrados y una enorme sonrisa en los labios.
Tras un largo rato haciéndole esto, ella le ordenó que se detuviera y él obedeció.
—Ahora es mi turno de lubricarte a ti —su voz traviesa y su mirada malévola.
Con un empujón, hizo a Justin sentarse en el sofá y se arrodilló entre las piernas del chico, antes de proceder a meterse y sacarse a toda velocidad el gigantesco falo por la boca. La mamada de Lexy era como tener su polla atrapada en una aspiradora industrial; la Diosa del Twerking se la metía hasta que su nariz quedaba aplastada contra el pubis del tierno efebo para después sacársela hasta que sólo la puntita de la verga quedaba entre sus labios antes de volver a la carga, todo el tiempo emitiendo sonidos exagerados, viscosos, obscenos y escandalosos que daban a entender que esto era lo más delicioso que alguna vez hubiese tragado; sus manos masajeando sensualmente el interior de los muslos del semental de catorce años. El chico tenía el rostro deformado, toda clase de ruidos entrecortados y ahogados salían de su garganta y movía las manos como enloquecidas, sin saber qué hacer con ellas, del indescriptible placer que inundaba su cuerpo. Cuando el miembro del adolescente quedó cubierto de una gruesa, reluciente y resbaladiza capa de saliva, así como de manchas de lápiz labial, la Panterra decidió que él ya estaba listo y volvió a la posición anterior.
Usando sus manos para separarse los glúteos, Lexy dijo con voz alegre:
—¡Estoy lista!
Él, arrodillado detrás de ella, se aferró a las caderas de la estrella de las redes sociales y puso su pene entre las nalgas, empujando la punta lentamente dentro del esfínter. El cuerpo de la Panterra se tensó a medida que el muchacho introducía más y más de su hombría dentro del cuerpo de la mujer, la cara de la famosa cada vez más deformada entre más se hundía, y en nada de tiempo había insertado la totalidad de esta por el culo de Lexy.
Una vez lograda esta hazaña, Justin empezó a mover sus caderas, sacando el pene hasta que sólo la puntita del glande quedaba dentro de la mujer de sus sueños antes de empujar con violencia, la totalidad de la estaca de carne envainada en las entrañas de la diosa del sexo; su pubis, al estrellarse contras los glúteos de la Panterra, llenaba el aire a su alrededor de una música celestial. El ano de su reina era increíblemente estrecho, ella usando los músculos del esfínter para ordeñarlo como una profesional de las artes carnales.
Tras varias embestidas, y pensando que no podía haber una sensación mejor en el mundo, la Diosa del Twerking se puso a mover sus caderas como si estuviese en medio de una de sus ardientes rutinas. ¡Esa sí que era una sensación insuperable!… hasta que la estrella de las redes sociales lo hizo aún mejor al ponerse a gritar a todo pulmón una y otra vez que era su puta anal y que estaba dispuesta a CUALQUIER COSA con tal de tener su gorda polla dentro de su culo y al clavar sus talones en la espalda de Justin para ayudarlo a aumentar la intensidad de sus embestidas.
El sofá debajo de ellos era cómodo y espacioso como una pequeña cama, casi como si hubiese sido escogido específicamente para estos menesteres.
El cuerpo de Lexy se tensó, su esfínter exprimiéndolo tan fuerte que era casi doloroso, antes que la diosa del sexo estallara en su orgasmo, un ensordecedor e interminable alarido de lujuria saliendo disparado de su garganta y sus néctares bajando por la cara interna de sus muslos.
Él continuó follándole el culo con aun más violencia. El chico le daba como una máquina, entrando y saliendo de ella sin ni una pizca de misericordia. El ano de la Panterra se sentía tan apretado e increíble que desafiaba toda descripción. Justin quería que esto durase para siempre, pero, al poco tiempo, se dio cuenta que estaba a punto de eyacular, de liberar una masiva cantidad de leche dentro del cuerpo de Lexy.
Y lo hizo. Su orgasmo fue tan intenso que no pudo continuar moviendo las caderas: se limitó a empujar la totalidad de su miembro en las entrañas de la estrella de las redes sociales disparando un chorro tras otro de su blanca, espesa e hirviente paja dentro de su cavidad anal emitiendo al mismo tiempo un bramido triunfal. Justin se quedó en esa posición por varios minutos, jadeando fuertemente y empapado en sudor, su orgasmo continuando durante todo ese tiempo hasta que cesó y comenzó a sacar su rabo del cuerpo de la mujer, sus gritos finalmente enmudecidos tras sentir el volcánico semen quemando su interior.
Una vez fuera de ella, se sentó a su lado y se derrumbó como una marioneta a la que le hubiesen cortado los hilos. Ambos jadearon por unos minutos, el cuerpo de ella también empapado en sudor, antes de calmarse por fin y pasar un largo rato en silencio.
Ya totalmente tranquilo, Justin dirigió una mirada agotada al culo de Lexy. De tanta polla que le había dado, estaba dilatado generosamente, gruesos chorros de paja saliéndole con lentitud. El chico no pudo evitar sentirse orgulloso por esto.
Estuvo un largo rato admirando su obra hasta que notó que la Panterra también lo estaba viendo a él, sus soñolientos ojos entrecerrados, sus labios curvados por una tranquila sonrisa de satisfacción.
—¿Te gustó, papi? —rompió ella el silencio con una voz cansada pero mimosa.
Tras una pausa, él respondió, forzándose a imprimirle un tono enérgico a su habla:
—Eso fue… eso fue… —una pausa larga, buscando la palabra correcta— ¡MARAVILLOSO! —agregó con un estallido de entusiasmo.
Los ojos de Lexy se dirigieron al monumental sable de placer del joven, el cual no había perdido ni una pizca de su portentosa erección. Su sonrisa se ensanchó.
—Mmmm… y eso que es sólo el comienzo… —declaró con voz baja y ardiente antes de abalanzarse, famélica, por la sólida carne.
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Lexy y Justin usaron sus veinticuatro horas juntos para tener sexo una y otra vez, sus sesiones carnales siendo interrumpidas sólo por breves siestas para recuperar energías y las veces que se levantaban para comer e ir al baño.
La Panterra quedó absolutamente impresionada por el vigor al parecer inagotable del chico, así como por su increíble capacidad para producir leche. Ella no le negó nada y él llenó la boca, la vagina y el ano y cubrió el rostro, la espalda y los glúteos de la mujer de incontables galones de semen.
Antes de separarse al término de las veinticuatro horas, intercambiaron sus informaciones de contacto.
Ella le regaló boletos para que fuera a todos sus conciertos en la ciudad y siguieron viéndose a escondidas en todo el tiempo que la Diosa del Twerking estuvo de visita.
Al poco tiempo que ella partiera para continuar con su gira, Lexy llamó a Justin para informarle que estaba embarazada y que el bebé era suyo.
FIN
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