Donde hubo fuego, cenizas quedan | By : Lily-de-Wakabayashi Category: Spanish > Anime Views: 156 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: I don´t own Tiger & Bunny, nor the characters from it. I don't make any money from the writing of this story. |
Donde hubo fuego, cenizas quedan.
Sternbild City.
Quizás estaba cometiendo un error, pero Barnaby Brooks Jr. decidió sugerirle a la joven que lo acompañaba que fuesen a su departamento. Si estaba haciendo mal, no estaba del todo seguro, pero ella era ahora su compañera y debía intentar establecer una relación cordial entre ambos. Aunque, bien, era cierto que Alyssa Lombardo no era una desconocida, pero habían pasado tanto tiempo sin verse que él no estaba muy seguro de cómo actuar en su presencia. Además, tampoco sabía qué hacer con esa peculiar sensación que experimentaba cada vez que ella le sonreía.
Era una auténtica casualidad (o quizás no tanto) que Apollon Media hubiese contratado a Alyssa Lombardo como sustituta de Kotetsu Kaburagi, dado que éste ya no podía continuar con su trabajo de héroe a tiempo completo debido a la disminución de su poder Next. Barnaby y Alyssa se habían conocido en la Academia de Héroes hacía varios años antes, pero si bien en ese entonces ellos eran muy unidos, cuando se graduaron él se ensimismó en sus planes de venganza y permitió que el contacto con Alyssa se perdiera. Y si bien creía que esto no le había afectado tanto, cuando Barnaby la volvió a ver se dio cuenta de que la había extrañado más de lo que había creído. Además, también experimentaba cierta vergüenza por haberla sacado de su vida sin muchas explicaciones, por no haber permitido que Alyssa lo ayudara.
“Eso se debió a que esa venganza era sólo mía”, pensó Barnaby, sin admitir abiertamente que también la alejó para no contaminarla con sus ideas negativas.
Sin embargo, ahora estaban ahí, reunidos otra vez, con unos años más de experiencia y madurez. Alyssa se había convertido en una joven muy hermosa, una heroína que, a pesar de no estar tan curtida en el trabajo de heroísmo como los veteranos de Hero TV, era muy inteligente y audaz, lo cual compensaba su falta de experiencia. Barnaby admiraba su valor y su mente ágil, además de que secretamente se sentía fascinado por su belleza. ¿Sería ésa la razón por la cual la estaba llevando a su departamento esa noche? Sin embargo, aunque él se sintiera atraído por ella, eso no significaba que Alyssa experimentara lo mismo.
– Así que tu apartamento se encuentra en uno de los edificios más lujosos de la ciudad, ¡qué sorpresa! –comentó ella con ironía, cuando Barnaby abrió la puerta.
Él no supo cómo contestarle, pues Alyssa solía hacerle bromas acerca de su estatus de persona acomodada y ese comentario en particular le trajo recuerdos a Barnaby sobre sus días en la Academia de Héroes.
Sea cual fuese el motivo que guiaba sus actos, él supo que había cruzado el punto sin retorno cuando cerró la puerta tras de sí. Alyssa miró alrededor, con curiosidad evidente, y después cruzó la estancia con paso lento, moviendo las caderas de forma provocativa, lo que hizo que Barnaby clavara su mirada en ellas durante unos segundos antes de desviar la mirada, sintiéndose avergonzado por haberlo hecho. El descaro de Alyssa, incipiente durante sus primeros años de juventud, había madurado hasta convertirse en parte de ella, un sello característico de su coquetería.
– ¿Quieres beber algo? –preguntó Barnaby, con cortesía.
– Me gustaría una copa de vino tinto, de uno de los buenos –respondió Alyssa, con una sonrisa–. Aunque quizás no debería de tomar alcohol. ¿Qué tal si nos llaman para una misión?
– Siempre existe esa posibilidad –asintió Barnaby, quien recordó que eso no detenía a Kotetsu ni a Antonio de beber en grandes cantidades. En más de una ocasión, ambos se presentaron a la misión en turno oliendo a alcohol–. Pero no creo que una copa nos afecte demasiado.
Sin esperar su respuesta, Barnaby se dirigió a la cocina y buscó el vino que sabía que tenía guardado para compartirlo con Mattia cuando tuviera oportunidad; se dijo, mientras servía las copas, que seguramente a su amigo no le importaría y quizás hasta podría comprar otra botella antes de que se reuniera con él. Cuando regresó a la sala, Barnaby encontró a Alyssa admirando sus plantas.
– Se ve que les tomaste afición –comentó ella–. Siempre te gustaron las flores.
– Algo así –asintió Barnaby, a la evasiva–. Me hacen compañía.
Él le ofreció una de las copas y ella le agradeció con una sonrisa, lo que hizo que Barnaby volviera a experimentar esa rara sensación de magnetismo. Por supuesto que sabía qué clase de sensación era, pero prefería irse con calma antes de dar por hecho cosas que no eran.
– Gracias por invitarme a tu hogar –señaló Alyssa–. Tenía curiosidad de conocerlo y ahora compruebo que no has cambiado nada.
– ¿Qué quieres decir con eso? –cuestionó Barnaby, desconcertado.
– Que tu decoración sigue siendo muy impersonal. –Los ojos azules de Alyssa brillaron con picardía–. Tienes muchas plantas, pero me parece que parte de su función es evitar que pienses demasiado en cómo decorar este sito para que se sienta como un hogar.
– ¿Qué? Por supuesto que no –replicó Barnaby y enrojeció–. Las tengo porque siempre me han gustado, bien lo dijiste.
– Sí, eso es verdad, pero también es cierto que las usas para ocupar un espacio que no sabes cómo llenar –insistió Alyssa–. Dime, Barnaby, ¿te sientes solo?
– No tanto… –comenzó a decir él, pero ella no lo dejó continuar.
– Porque yo podría hacer que te sintieras menos solo –prosiguió Alyssa, dejando la copa a un lado y acercándose a él.
– ¿Q-qué me tratas de decir? –trastabilló Barnaby. Interiormente, detestaba sentir que estaba comportándose como un crío.
– Te he extrañado mucho –murmuró Alyssa, al tiempo en el que le quitaba los lentes con ternura–. ¿Tú no me has extrañado a mí?
– Eh… –Barnaby miró los labios carnosos de Alyssa y titubeó–. He pensado en ti en ocasiones…
En cuanto lo hubo dicho, él se preguntó por qué le respondió eso, pero medio segundo después dejó de importarle porque sus labios se incrustaron en los de Alyssa. Barnaby cerró los ojos y acarició ese suave cabello de color aguamarina, cuyo aroma floral lo perturbó, o quizás lo que lo perturbaba era darse cuenta de que recordaba con toda claridad el sabor de los labios de la joven.
– ¿Quieres mostrarme tu habitación, mio caro (querido mío)? –preguntó ella, en un susurro–. ¿O prefieres que lo hagamos entre tus plantas?
Sin poder quitarse totalmente el bochorno, Barnaby sonrió y la condujo hasta su habitación; la luz se colaba desde el exterior a través de las cortinas abiertas, lo suficiente para que ambos pudieran continuar viéndose sin necesidad de encender las luces. Él quiso separarse de Alyssa para cerrarlas, pero ella se lo impidió con una expresión de coquetería.
– Déjalas así –pidió–. Nadie nos va a ver.
Con suavidad, Alyssa hizo que Barnaby se recostase en la cama, empujando su pecho con firmeza. Barnaby la dejó hacer, sin romper contacto visual, a pesar de que se sentía muy nervioso. Ella entonces se inclinó para besarlo con intensidad, aprovechando que los anteojos del joven ya no representaban un estorbo.
– Deberíamos cerrar esas cortinas –murmuró Barnaby, entre beso y beso.
– Sí, deberíamos –aceptó Alyssa, pero no hizo el intento de levantarse a hacerlo.
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvieron en una situación semejante? ¿Tres años, cuatro? Barnaby no lo recordaba, pero los labios de Alyssa sabían tan bien como la primera vez que los probó, labios carnosos, firmes y ligeramente salados, labios que estaban volviéndolo loco. Era como si nunca se hubiera ido, como si nunca se hubiesen separado, entre ambos persistía esa sensación de que siempre se habían pertenecido.
Alyssa se incorporó, montada a horcajadas sobre él, para desabotonarse lentamente la blusa. Como si estuviera hipnotizado, Barnaby vio con deleite cómo la prenda de tela se abría para dar paso a la piel blanca y firme que se encontraba debajo. Alyssa arrojó la blusa a un lado y continuó después con el sostén, que se quitó con un movimiento rápido. Sus dos senos, redondos y turgentes, rebotaron suavemente al ser víctimas de la gravedad, mostrando dos pezones rosados, suaves y tentadores. Barnaby estiró una mano para alcanzarlos, pero titubeó antes de llegar a ellos, no sabía si por pudor, por vergüenza o porque no quería actuar como un pervertido. Sin embargo, Alyssa tomó su mano y la llevó hacia su seno derecho, y él no necesitó de más para apretar el pezón entre su dedo índice y su pulgar, pasando la yema de los dedos por la punta rugosa. Alyssa soltó un gemido de satisfacción, mientras Barnaby sentía cómo el pezón se endurecía entre sus dedos. Acto seguido, Alyssa se movió hacia adelante e introdujo su otro pecho en la boca del joven; éste cerró los ojos y dejó que esa deliciosa forma llenara su boca y empezó a chuparla con avidez. Después de un rato de disfrutar con las caricias que su amante le daba, Alyssa se separó para abrir la hebilla del cinturón y desabrochar después el pantalón de Barnaby, al tiempo en el que él se quitaba la playera y le ayudaba a retirarse el resto de la ropa.
– ¿Estás segura de que esto es lo que quieres? –preguntó él en voz baja, aún inseguro.
– ¿Te parece que tengo ganas de arrepentirme? –replicó ella con voz seductora, mientras se desprendía de la última pieza de ropa–. ¡Por supuesto que esto es lo que quiero!
Cuando ambos estuvieron desnudos, se fundieron en un beso apasionado. Alyssa, ni tarda ni perezosa, bajó hasta la entrepierna de su amante para estimular su miembro endurecido y después, sin más dilación, se lo introdujo en la boca. Barnaby no alcanzaba a describir lo increíblemente placentero que resultaba sentir los labios de la joven en esa parte de su cuerpo, acariciándolo, lamiéndolo, succionándolo, recorriéndolo con la lengua desde la base hasta la punta y de regreso. Barnaby había alcanzado a olvidar lo que se sentía el ser amado por Alyssa, aunque ahora lo estaba recordando con mucho placer. Ella continuó con las caricias orales hasta que Barnaby sintió que iba a correrse y la empujó suavemente, pero Alyssa no se retiró y él se corrió en su boca.
– Lo siento –farfulló el joven, con voz entrecortada–. No esperaba acabar así.
– No te disculpes. –Alyssa sonrió y se limpió las comisuras–. Aunque ahora es mi turno.
Ella tenía intenciones de estimularlo otra vez para que él la penetrara, pero Barnaby tomó la iniciativa y se acercó a su monte de Venus, para bajar después a su suave órgano sexual y hundir la cara en él. Alyssa se estremeció cuando sintió la lengua de Barnaby recorriendo su intimidad, deteniéndose aquí y allá para saborearla; él encontró su clítoris y lo estimuló con la lengua, haciendo movimientos circulares con mucha suavidad, lo cual la hizo gemir de placer. Al mismo tiempo, Barnaby recorrió con sus manos el cuerpo desnudo de la mujer y se detuvo en sus pechos para volver a estimular los ya endurecidos pezones. Alyssa cerró los ojos y se entregó a las caricias de su amante, jadeando a viva voz; cuando el orgasmo la alcanzó, su espalda se arqueó y se aferró con fuerza a las sábanas.
– ¡Ahhh, eso ha estado muy bien! –exclamó Alyssa–. ¡Qué delicia!
Pero ninguno de los dos estaba satisfecho aun, ambos querían sentirse en su máxima expresión, fundir sus cuerpos desnudos en uno solo. El nerviosismo que había experimentado Barnaby en un inicio había desaparecido para dar paso a un calor intenso, un deseo que no había sentido en mucho tiempo, ansiaba fervientemente poseer a Alyssa y que ambos se estremecieran de placer. Él se recostó en la cama para que ella volviera a manipular su miembro hasta que se endureció de nuevo, tras lo cual abrió las piernas y se montó sobre Barnaby. Al principio, Alyssa se meneó con suavidad para darle oportunidad a él a que se acoplara a ella, tras lo cual aumentó la rapidez y la intensidad de sus movimientos. Barnaby le puso las manos en las caderas y la guio con más destreza de la que él mismo esperaba, el hombre echó la cabeza hacia atrás y permitió que Alyssa hiciera lo que quisiera con él, que lo montara febrilmente y sin piedad, meneando el cuerpo de un lado a otro y arañando su pecho en el proceso. Los senos de Alyssa rebotaban tan deliciosamente que Barnaby los tomó con ambas manos y los masajeó mientras ella continuaba con su embate, feliz como nunca de sentirlo dentro. No bajó la intensidad hasta que la invadió un placer tan extremo que la hizo clavar las uñas en el abdomen de su hombre. Este pequeño dolor excitó todavía más a Barnaby, quien sintió que su propio orgasmo estaba a punto de llegar.
– Voy a venirme –gimió él–. Debes retirarte.
– Córrete dentro –sugirió Alyssa–. Estoy lista para recibirte.
Barnaby ya no insistió, no quería hacerlo, y se dejó llevar por las oleadas de placer que lo atacaban sin piedad. Sus manos apretaron el trasero de Alyssa cuando sintió que se vaciaba dentro de ella y soltó un gruñido prolongado que fue convirtiéndose en un suspiro de satisfacción. Él se corrió con tanta intensidad que los oídos le zumbaron durante unos segundos y no pudo evitar preguntarse cómo era posible que ese acto le proporcionara tanto deleite. Alyssa se dejó caer a su lado y los dos jadearon con avidez para recuperar el aliento.
– Espero que nadie nos haya visto –musitó Barnaby después de un rato, al recordar que las cortinas seguían abiertas.
– No sé por qué te preocupa tanto –se rio Alyssa–. Estamos en un penthouse.
– Sky High tiene la costumbre de patrullar por las noches –replicó Barnaby y se incorporó de golpe–. Si se le ocurriera pasar por aquí y nos viera así…
– ¿Qué? Es algo natural, seguro que Keith también lo hace con alguien más. –Alyssa volvió a reír y usó su poder Next para correr las cortinas–. Tranquilo, no pasa nada, preocúpate mejor por nosotros dos.
Barnaby ya no replicó, o, mejor dicho, ya no pudo hacerlo porque Alyssa lo besó apasionadamente. El joven no se hizo de rogar y la acostó en la cama para quedar encima de ella, pues ahora él quería tener el control. Alyssa le rodeó el cuello con los brazos y acomodó sus caderas a las suyas para recibirlo mejor, y Barnaby la penetró cuando sintió que estaba listo otra vez. Ella estaba feliz de que él no necesitara de más para dejarse llevar, quería que Barnaby la hiciera suya cuantas veces lo deseara, que la amara y la poseyera hasta dejarla exhausta.
– Ni siquiera pregunté si tenías otro compromiso –murmuró él, durante una pausa–. Quizás tengas otros planes y yo estoy reteniéndote.
– Esta noche soy toda tuya –respondió ella–. Esta noche, el día de mañana y todas las veces que quieras.
Barnaby sonrió ante la agradable perspectiva que se extendía frente a él. La noche estaba comenzando y había tiempo de sobra para reencontrarse con Alyssa, reconocerse mutuamente y entablar con ella todas las relaciones que hicieran falta, ya fuesen íntimas o de algo más, pues donde hubo fuego, siempre quedan las cenizas.
Fin.
Notas:
– Barnaby Brooks Jr. y los personajes de Tiger & Bunny le pertenecen a Sunrise, Masafumi Nishida and Masakazu Katsura ©
– Alyssa Lombardo es un personaje creado por Elieth Schneider.
– El nombre de este fanfic es un refrán mexicano, que decidí usar para ir a tono con los títulos de los episodios del anime, los cuales también son refranes.
– Escribí este one-shot como parte de un intercambio especial que hice con mi querida Gatita, ella me pidió un fanfic erótico con su pareja Canon x OC de Tiger & Bunny y a cambio me hará un fanart especial de mi actual tormento, Endeavor. Fue todo un reto escribir algo con Barnaby, pero me emocionó mucho hacer algo para este anime y confío en haberme apegado adecuadamente a la personalidad del personaje. ¡Espero que sea de tu agrado, Gatita preciosa! Como siempre, me encantó usar a una de tus parejitas.
While AFF and its agents attempt to remove all illegal works from the site as quickly and thoroughly as possible, there is always the possibility that some submissions may be overlooked or dismissed in error. The AFF system includes a rigorous and complex abuse control system in order to prevent improper use of the AFF service, and we hope that its deployment indicates a good-faith effort to eliminate any illegal material on the site in a fair and unbiased manner. This abuse control system is run in accordance with the strict guidelines specified above.
All works displayed here, whether pictorial or literary, are the property of their owners and not Adult-FanFiction.org. Opinions stated in profiles of users may not reflect the opinions or views of Adult-FanFiction.org or any of its owners, agents, or related entities.
Website Domain ©2002-2017 by Apollo. PHP scripting, CSS style sheets, Database layout & Original artwork ©2005-2017 C. Kennington. Restructured Database & Forum skins ©2007-2017 J. Salva. Images, coding, and any other potentially liftable content may not be used without express written permission from their respective creator(s). Thank you for visiting!
Powered by Fiction Portal 2.0
Modifications © Manta2g, DemonGoddess
Site Owner - Apollo