Una audición muy privada | By : El8Culpable Category: Spanish > Celebrity Views: 401 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Esta es una obra de ficción. NO sucedió fuera de mi imaginación. Sus únicos personajes reales son las famosas que aparecen, a las cuales no conozco personalmente. No he ganado ni un puto centavo con la escritura de esta historia. |
ADVERTENCIA: Este relato está ambientado en Estados Unidos, un país que no he visitado (de hecho, nunca he salido de mi país natal). Espero que este hecho explique todas las imprecisiones acerca de cómo son las cosas en esa nación que pueda contener la historia.
LOS ÁNGELES, CALIFORNIA
Jared era el hijo de diecisiete años del dueño de una de las compañías de producción más importantes de todo Hollywood, por lo cual era asquerosamente rico. Su padre tenía el mismo nivel de riquezas que Bill Gates y era uno de los hombres más poderosos e influyentes de la industria.
El señor le había comprado al hijo un enorme y lujoso apartamento en una de las áreas más exclusivas de la ciudad, donde el chico pasaba sus días follándose a algunas de las celebridades más ardientes de la industria. Claro, ellas sólo venían a él con la esperanza de conseguir un papel en alguno de los proyectos del padre de Jared… ¡pero el muchacho no tenía ninguna queja al respecto!
Jared, desde que perdió su virginidad con Rosario Dawson cuando tenía sólo once años, había acumulado una experiencia sexual envidiable: si hubiese publicado la lista de actrices que había pasado por ese apartamento nadie le hubiese creído.
Y no se podía decir que abrirse de piernas para él no rindiese dividendos. ¿Saben cómo fue que la supermodelo Alessandra Ambrosio logró aparecer en una comedia junto a Mark Wahlberg y Will Ferrell y la cantante Camila Cabello interpretar a Cenicienta a pesar de no ser actrices y no tener experiencia en el cine? Pues, en el caso de la primera, al dejarse dar por su follable culito de brasilera y, en el de la segunda, al demostrar sus poderes de succión.
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La tarde en la que aconteció esta historia, el muchacho había preparado algo muy especial.
Para pasar el rato mientras llegaban sus visitas, veía una película sin realmente verla en la enorme pantalla plana del apartamento. De repente, sonó el timbre y escuchó a través del intercomunicador una voz femenina que hizo que una sonrisa de oreja a oreja se dibujara en su rostro al reconocerla.
Fue a abrir la puerta y, cuando lo hizo, lo que vio hizo que su sonrisa se ensanchara aún más: una también sonriente Eva Mendes vistiendo un ceñidísimo minivestido de un blanco reluciente con una minifalda cortísima y un escote generoso, labios pintados de color rojo intenso, grandes aretes de aro dorados colgando de los lóbulos de sus orejas y sus pies calzando unos vertiginosos zapatos blancos con tacón de aguja; su cabellera castaña atada en un moño muy apretado.
Jared no puede resistirse: con un solo movimiento rápido y experto mete a Eva en el apartamento tirando de una de sus manos y cierra la puerta, la arroja con violencia contra la pared al lado de esta, estampa su cuerpo contra el de ella como un animal famélico, para que la actriz sienta su erección a través de las capas de ropa, y le da un profundo, ardiente y desesperado beso de lengua mientras sus manos le levantan la minifalda a la latina y juegan con sus sólidos glúteos.
Cuando Jared cesa de besarla y manosearla, pasan unos breves instantes sólo abrazados y meciéndose muy lenta y tenuemente con los ojos cerrados. Eva, todavía sonriendo, rompería el silencio ronroneando un poco para luego decir con voz muy baja y sensual:
—Entonces… ¿pasamos a la acción de inmediato?…
El muchacho, incorporándose, respondería sonriente y con voz animada:
—Me gustaría… pero tenemos que esperar un poco más…
Eva, poniéndose seria, ya iba a preguntar qué era lo que había que esperar cuando, de nuevo, sonó el timbre y se escuchó otra voz femenina por el intercomunicador.
Sin darle tiempo a la sorprendida estrella latina para que hiciera ningún comentario, Jared abrió la puerta. Afuera estaba una sonriente Halle Berry; la actriz afroamericana había recreado uno de los looks que usó en la película Swordfish: el mismo cabello, el mismo vestido rojo, los mismos aretes de aro, etcétera.
Jared hizo con Halle lo mismo que había hecho con Eva: la mete en el apartamento y la arroja contra la pared, se estampa contra ella, le da un profundo beso de lengua mientras le manosea las nalgas, etcétera. La actriz latina, después de soltar una alegre carcajada, se acerca al par y, sin dejar de sonreír, estudia minuciosamente el show que Jared y Halle se han montado.
Finalmente, igual que antes con Eva, Jared y Halle se quedan simplemente abrazados y meciéndose con los ojos cerrados; la actriz latina aun sonriéndoles.
Pero, antes de que nadie tuviese la oportunidad de romper el silencio, por tercera vez, el timbre sonó y una voz femenina se escuchó en el intercomunicador.
Eva y Halle vieron, sorprendidas, como Jared abría la puerta para revelar a una sonriente Alexandra Breckenridge con el mismo disfraz de mucama francesa y el mismo corte de cabello que lució en American Horror Story. El muchacho la metió en el apartamento y la besó y manoseó como antes hizo con Eva y Halle. Las otras dos actrices dejaron escapar sendas carcajadas antes de ponerse cada una al lado de la pareja y estudiar muy de cerca el espectáculo que les ofrecían.
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Después que Jared y Alexandra se separan, el chico guía a las actrices hasta el sofá de la sala, donde ellas se sientan (Eva a la izquierda, Halle en el centro, Alexandra a la derecha) mientras él se sienta en el sillón situado frente a este.
Estuvieron largo rato sin pronunciar palabra, Jared sonriéndoles y observándolas tranquilamente, las actrices emitiendo risitas nerviosas mientras lanzaban miradas de, al mismo tiempo, duda, nerviosismo, interés y excitación hacia él y las unas a las otras.
Fue Alexandra, aun sonriendo, la primera en hablar:
—Y… ¿no va a venir nadie más?
Jared, ensanchando su sonrisa, respondió como con despreocupación:
—De hecho, no, ya estamos todos presentes.
Este sencillo comentario provocó una nueva tanda de risitas de parte de las tres bellezas. Cuando estas cesaron, se pusieron a charlar largamente de una insignificancia tras otra como si ellas fuesen conocidas suyas haciéndole una visita amistosa común y corriente y esta tarde no fuese a terminar con ellos follando hasta reventar.
Jared, desde hace un tiempo, tenía la fantasía sexual de tirarse a una pelirroja, una negra y una latina al mismo tiempo y, en su mundo, no necesitaba de mucho para hacer sus sueños realidad. Además, él siempre disfrutaba de agrandar la lista de famosas con las que había tenido sexo (nunca antes había metido en su cama a ninguna de estas tres en particular), con lo cual mataba dos pájaros con una sola piedra.
Después de mucho tiempo conversando, eventualmente se concentraron en el tema por el que ellas habían venido, pasando de las posibilidades para los actores en la industria en esos momentos al estado de sus carreras en particular. De repente, Halle, entre risas, exclamó:
—Es decir… ¡Vamos!… ¡Ya estoy harta de sólo aparecer en producciones que no estarían fuera de lugar en el canal Lifetime!… ¡Aun puedo actuar igual que en mi mejor época!…
Y, en cuanto terminó de decir eso, de improviso se puso en pie, se dio media vuelta para darle la espalda a Jared y procedió a recrear la escena de Swordfish en la que se agacha mientras juega al golf con Hugh Jackman. Esto hizo que Eva y Alexandra estallaran en carcajadas y la sonrisa del adolescente se ensanchara. Cuando terminó de reír, una sonriente Alexandra, que quería ser conocida por algo más que “la mucama francesa de American Horror Story”, agregó con voz alegre:
—¡Pues, en mi show, una vez me dieron un libreto muy parecido!
Y, poniéndose a la derecha de Halle, en un parpadeo recreó para el muchacho la escena en la que, lavando el piso puesta en cuatro patas, se le levanta la minifalda y enseña las bragas. Cuando hizo esto, una sonriente Eva Mendes, deseosa de volver a las luminarias, añadió:
—Pues yo nunca tuve un papel así… ¡pero creo que también puedo hacerlo!
Y, con movimientos lentos y sensuales, poniéndose de pie a la izquierda de Halle, también se dio media vuelta para darle la espalda al chico, se dobló por la cintura al mismo tiempo que ponía las piernas muy rectas y se tocó las puntas de sus zapatos de tacón con las yemas de sus dedos.
Tras unos pocos minutos en esas poses, las tres bellezas volvieron a sentarse en el sofá entre risas alegres. Pasó un largo rato más, en el que todos guardaron silencio, antes que Jared dijera, sin dejar de sonreír:
—Es cierto… todas ustedes son muy buenas actrices… pero la industria del cine ha cambiado mucho desde la última vez que sus nombres ocuparon la primera plana. Las cosas ahora son mucho más demandantes y hay que estar seguros que ustedes puedan vérselas con papeles mucho más exigentes.
Eva, presintiendo que ya iba a ser hora de entrar en acción, fue la que respondió, aun sonriente:
—¿Por ejemplo? ¿Con que clase de cosas tendríamos que lidiar hoy en día?
La sonrisa de Jared se volvió diabólica antes de ponerse de pie y bajarse los pantalones y su ropa interior hasta que quedaron hechos un montoncito alrededor de sus tobillos.
Las tres actrices quedaron boquiabiertas y con los ojos grandes como platos. Los rumores resultaron ser ciertos: a pesar de la belleza extremadamente femenina del chico (inmaculada tez de marfil, largo, liso y sedoso cabello que era casi blanco de tan rubio, grandes ojos verdes, delgado cuerpo de bailarina de ballet, rostro de hadita, etcétera), él tenía un miembro que, tanto en largo como en grosor, podía competir con los de los actores porno mejor dotados de todos los tiempos. Ellas, de repente, se encontraron deseando que otros rumores que habían escuchado fuesen realidad.
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Después de desnudarse por completo, Jared se acostó en el piso a medio camino entre el sofá y el sillón. Su enorme pene quedó apuntando hacia el cielo como un obelisco.
Las tres actrices, entre risas traviesas, se pusieron en cuatro patas, sus espaldas arqueadas y sus culos apuntando hacia arriba, y rodearon el erecto mástil del adolescente: Eva a la derecha de él, Alexandra entre las piernas del chico, Halle a la izquierda. Las bellezas se dedicaron en cuerpo y alma a darle una feroz mamada a tres bocas al sólido falo y a los pesados testículos, cubriéndolos de besos, chupadas y lamidas, así como de mordidas con las que intentaban hundirles los dientes lo más que podían, hasta que quedaron cubiertos de una espesa y reluciente capa de saliva al mismo tiempo que llenaban el aire del apartamento de exagerados ruidos obscenos y viscosos y le lanzaban al joven diabólicas miradas provocativas. De vez en cuando, una de las actrices acaparaba la polla para demostrarle a Jared cuan profunda era su garganta, su nariz quedando aplastada contra el pubis del adolescente. Además, Eva, cuando una de sus colegas hacía esto último, se ponía a darles instrucciones a sus amigas sobre lo que tenían que hacer o se volvía hacia Jared y le dedicaba un comentario halagador sobre su estaca de carne o uno desafiante sobre lo que se sentía hacérselo a tres mujeres al mismo tiempo. También, el lápiz labial rojo de la Mendes sería el que dejaría las marcas más visibles sobre los genitales del efebo.
Después de un largo rato en esta faena, Alexandra toma a Halle del brazo y se pone de pie llevándosela hacia el sofá, donde la acuesta boca arriba y, una vez se levanta la minifalda y se aparta las negras bragas, se sienta en la cara de la afroamericana, dándole la espalda al resto del cuerpo de su compañera, y la obliga a hacerle sexo oral, el aire del apartamento inundándose con los agudos gemidos y jadeos de la pelirroja, sus ojos cerrados con fuerza y su rostro deformado por la lujuria. Al mismo tiempo, Eva, a su vez, se levanta su minifalda y se aparta sus diminutas bragas (de encajes tan blancos como su vestido) y se empala en la sólida lanza de placer del joven de frente a él para que pueda ver como rebotan sus tetas mientras sube y baja por esta (también había desnudado sus senos). Esto hace que la latina ronronee y jadee en voz baja y con una sonrisa de oreja a oreja expresiones como “¡Oh, puta!”, “¡Mierda!”, “¡Sí, fóllame el coño!”, “¡Méteme tu puta polla!” y “¿Quieres follarme?”; de vez en cuando, la cubanoamericana se empuja sus pechos hacia arriba para chuparse sus propios pezones.
“Las latinas nunca decepcionan”, pensó el joven. Jared había estado con la mayoría de las latinas de Hollywood (antes de la Mendes, la última vez fue, dos semanas antes, una orgía con Roselyn Sánchez, Paz Vega, Natti Natasha, de quien pronto se vería su debut como actriz en la siguiente entrega de Rápidos y Furiosos, y otra Eva famosa: Eva Longoria) y todas habían demostrado ser unas fieras en la cama; la cubanita de esta tarde no sería la excepción.
Sin previo aviso, Jared se pone a subir y bajar sus caderas frenéticamente debajo de Eva, la latina ahora gritando una y otra vez, entre chillidos estridentes, “¡Sí: fóllame así! ¡Fóllame así!”; sus aretes de aro rebotando como locos. Sus alaridos sólo serían silenciados cuando Halle, que se había quitado de debajo de Alexandra, se paró a la izquierda de la pareja en el suelo, se dobló por la cintura y con sus manos atrajo el rostro de Eva para que compartieran un profundo y apasionado beso de lengua. Alexandra, sentada en el sofá, se sobaría los pechos, que también había desnudado, mientras disfrutaba de este show.
Cuando terminaron, el trío de actrices volvió a hacerle una maravillosa mamada a tres bocas para que Halle, una vez dejaron su miembro perfectamente lubricado, lo montara como antes hiciera Eva, la afroamericana llenando el aire con innumerables gemidos agudos, sus pechos (también expuestos) y sus aretes rebotando como locos. Mientras tanto, Eva Mendes se pone en cuatro patas (su espalda arqueada y su trasero apuntando hacia el cielo) para hacerle sexo oral a una Alexandra Breckenridge acostada boca arriba en el sofá; sus piernas abiertas lo más que puede, el rostro de la pelirroja cruzado por una sonrisa de oreja a oreja.
Al finalizar la negra su cabalgata, invita a sus amigas para hacerle al adolescente otra mamada a tres bocas. Alexandra se une a la ganadora del Oscar, pero no Eva, quien hunde su rostro entre las deliciosas nalguitas de la estrella de la TV para darle el beso negro al mismo tiempo que la nalguea sin misericordia.
Una vez que vuelven a dejar preparada la polla del semental de diecisiete años, Alexandra ocupa el puesto del que antes disfrutaran Eva y Halle; la manera en la que deforma su rostro y gime casi como si estuviese al borde del llanto revela que, de las tres, es la que tiene más problemas con el largo y el grosor del chico. Pero lo que parecía dolor se transforma en furia, en su cara y su voz, cuando de repente se pone a exigirle una y otra y otra vez que se la folle más duro y más profundo; órdenes que el joven Jared obedecería de inmediato y con entusiasmo. Al mismo tiempo, Eva cabalga el rostro de Halle como antes había hecho Alexandra, la latina constantemente dándole instrucciones a la negra sobre las cosas que quería que le hiciera.
Ahora que las tres habían tenido la oportunidad de montar cada una la estaca de placer de Jared, el chico salió de debajo de Alexandra y las preparó para hacer algo que siempre gustaba de practicar cada vez que se tiraba a tres mujeres al mismo tiempo: las hizo sentarse en el sofá (Halle a la derecha, Alexandra en el centro y Eva a la izquierda) y, una vez en posición, se pasó las piernas de la afroamericana por los hombros (ella usaría sus manos para aferrarse a los brazos del chico) y procedió a follársela frenéticamente, la boca de la ganadora del Oscar muy abierta, de vez en cuando gritos agudos y penetrantes saliendo de esta. La estrella de American Horror Story, no queriendo quedarse fuera de la diversión, frotó, desesperada, el clítoris de la negra usando los dedos de su mano derecha. Eva, mientras tanto, se arrodilló en el piso entre las piernas de Alexandra y se dedicó a comerse su coño con voracidad insaciable. Cuando la latina se aburrió del sabor a coño de pelirroja, fue por un poco de coño de negra y se posicionó en cuatro patas cruzando el regazo de la actriz de TV de tal forma que, a la vez que usaba su lengua con una Berry que seguía siendo follada brutalmente por el garañón de diecisiete años, la Breckenridge enterrara su cara entre sus nalgotas de cubana dándole el beso negro y cubriera sus glúteos de sonoras nalgadas.
Jared hizo una pausa, salió de la Berry y le ofreció su enorme falo a Eva, la cual, gustosa, volvió a demostrarle sus talentos orales, sus aretes de aro rebotando como locos. Halle y Alexandra aprovecharon este breve receso para darse apasionados besos de lengua, la ganadora del Oscar habiendo agarrado violentamente con ambas manos la cara de la estrella de TV para atraer su boca a la suya. Después de esto, los cuatro estarían un buen rato alternando entre estas dos últimas posiciones, hasta que Jared decidió que era hora de pasar al siguiente coño en la fila: el adolescente hace que las famosas vuelvan a sentarse en orden, se pasa las piernas de Alexandra por los hombros (la mucama francesa, a diferencia de la Berry, clavaría sus manos en la espalda del semental de diecisiete años) y se tira a la pelirroja con el mismo nivel de violencia que había demostrado a la negra.
Alexandra ríe un “¡OH, PUTA!” antes de deformar su rostro y repetir “¡OH, DIOS MÍO!” una y otra vez de una forma que deja claro que sigue siendo, de las tres, la que tiene más problemas para adaptarse al inmenso falo de Jared. Halle y Eva se suman a la diversión, cada una usando los dedos de ambas de sus manos para trabajar el clítoris de Alexandra al mismo tiempo que la provocan entre carcajadas (Halle: “¿Te gusta esto?”; a lo que Eva responde: “¡Claro que le gusta! ¡Sólo mírale la cara!”). Cuando Alexandra pierde su capacidad para hablar con coherencia y empieza a proferir gritos tanto de sufrimiento como de placer, Jared sale de ella y le ofrece su polla a Halle, quien, de inmediato, se pone a darle otra mamada fenomenal, sus aretes de aro rebotando como locos. Eva, por su parte, se abraza a Alexandra y la atrae hacia sí para compartir un ardiente beso de lengua al mismo tiempo que le mete el dedo por la vagina a la actriz de TV. Cuando ellos terminan con sus respectivas parejas, vuelven a la posición anterior durante varios minutos hasta que Jared decide que ya es hora de darle al coño latino.
El adolescente se pasa las piernas de la cubana por los hombros (quien, como la Breckenridge, se aferra a la espalda del joven) y se dedica a tirársela con la misma rabia que había demostrado a sus dos colegas, la Mendes animándolo una y otra vez a cepillársela más y más fuerte, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Mientras esto pasa, Alexandra usa su boca y sus manos para ordeñar las ubres de la latina y Halle, arrodillada en el piso a la derecha del muchacho, emplea los dedos de ambas manos para masturbarla al mismo tiempo que el chico se la folla. Eventualmente, la pelirroja y la negra dejan a su amiga en paz para darse la una a la otra, abrazadas muy fuerte, apasionados besos de lengua, la afroamericana encima de la blanca, los cuales interrumpen cuando Jared le ofrece su falo a Halle para que se lo mame (una oferta que la ganadora del Oscar acepta arrodillándose en el piso ante el chico, sus manos aferradas con fuerza a las firmes y redonditas nalguitas del efebo mientras le demuestra cuán profunda es su garganta, sus aretes de aro rebotando como locos; el adolescente engarfiaría sus dedos en los cortos cabellos de la reina del chocolate para sumarle violencia a todo el proceso). La estrella de American Horror Story, para que Eva no se aburra mientras los otros dos van a lo suyo, se pone a masturbarla frenéticamente con los dedos de su mano derecha.
Una vez que la negra ha dejado su polla perfectamente lubricada de nuevo, Jared vuelve a la misma faena en la que estaba con la cubana mientras Halle se arrodilla entre las piernas de Alexandra para comerse su coño y excitarlo con los dedos de ambas manos, haciendo producir a la pelirroja innumerables alaridos de lujuria mientras esta engarfia sus dedos en los cortos cabellos de la Berry. Cuando la negra termina con la mucama francesa más famosa de la TV, esta última se pone a usar los dedos de sus dos manos para excitar el clítoris de la latina mientras el chico continúa dándole con salvajismo al mismo tiempo que comparte fogosos besos de lengua con la Berry (la ganadora del Oscar se había vuelto a poner encima de ella, abrazada muy estrechamente a la Breckenridge), sonrisas de oreja a oreja en los rostros de ambas. Esto haría que la Mendes finalmente perdiera el control y soltara la misma clase de gritos que antes diera Alexandra.
Tras un largo rato así, Jared decide que quiere un poco de variedad, así que sale de Eva, se arrodilla entre sus piernas y se pone a comerse famélico su coño al mismo tiempo que sus manos cubren de caricias sus irresistibles muslos de latina; esta, a su vez, surcando con sus dedos la sedosa cabellera del muchacho. Alexandra, ante esto, se pone a masajearle las chichas a la cubana sin dejar de besarse con Halle. Pero estarían en esta posición sólo unos instantes, pues la pelirroja, al poco rato, se arrodilló a la derecha de Jared para compartir con el chico el sexo de la latina, ambos sumando sus dedos a la acción, y la afroamericana, que no quería quedarse fuera de la diversión, usaba sus manos para agarrar con violencia las sienes de la Mendes y atraer la boca de la cubanoamericana a la suya e intercambiar profundos besos de lengua; la diosa de bronce sobándole las mamellas a la reina del chocolate.
Cuando, después de mucho tiempo en esta posición, el chico se aburrió del sabor a coño de latina y follarse a las mujeres en el sofá, volvió a acostarse en el piso y atrajo a Alexandra para que cabalgara su masivo miembro, sus manos acariciando una y otra vez las largas piernas de la mucama francesa, e hizo sentarse a Halle Berry en su cara para, al mismo tiempo, disfrutar del sabor a coño de negra. Al poco rato que ambas actrices, cada una de frente a la otra, empezaran a llenar el apartamento con sus gemidos, Eva, no queriendo quedar excluida, gateó hasta donde la estrella de American Horror Story, su espalda arqueada y su culo apuntando hacia el cielo, y se puso a nalguearla hasta dejar sus glúteos de un agradable tono carmín para después darle el beso negro a una pelirroja que rebotaba a toda velocidad al empalarse con la estaca de placer de Jared. Después de esto, la cubana compartiría un beso apasionado con la ganadora del Oscar (había pasado su brazo izquierdo por la nuca de la afroamericana para atraerla a su boca) mientras le metía el dedo índice de su mano derecha por el culo a la actriz de TV (“¡Oh, sí! ¡Oh, sí! ¡Métemelo más hondo por el culo!”, gemiría la Breckenridge, tan desesperada como aprobadora; cuando la Mendes obedeció sus deseos, hizo que la estrella de TV emitiera auténticos alaridos de puta en celo). Después de hacer que Alexandra chupara el dedo que le había metido, Eva vuelve a darle el beso negro a la pelirroja; tras unos minutos así, hizo que el dedo índice de su mano derecha ayudara a su lengua a excitar el ano de la Breckenridge.
Poco tiempo después, Halle, de repente, se abraza muy fuerte a Alexandra, quitándola de la polla de Jared, y ambas actrices se empiezan a dar feroces besos de lengua. Eva aprovecha el que dejaran el miembro del chico libre para darle otra voraz felación, sus aretes de aro rebotando como locos, las manos de él aferradas al moño de su cabello para sumarle más violencia al proceso. Una vez que, de nuevo, la cubana deja el pene del muchacho perfectamente lubricado, la estrella de American Horror Story vuelve a empalarse en él salvajemente, pero, en esta ocasión, al mismo tiempo se come las chichas de la negra, lo que hace que esta última ría a carcajadas y engarfie sus dedos en sus cortos rizos rojos. Eva, por su parte, vuelve a darle el beso negro a la Breckenridge.
Tras esto, Halle y Alexandra volvieron a besarse mientras Eva se la mamaba al chico (la Mendes junto con Scarlett Johansson y Gal Gadot tenían que ser las tres mejores mamadoras que había conocido). Al terminar, estuvieron a punto de volver a la otra posición cuando Jared les habló y explicó que quería que cambiaran de lugares. Hizo a Eva empalarse en su miembro y a Alexandra sentarse en su cara, ambas mujeres dándose las espaldas entre sí; cuando la pelirroja y la latina se pusieron a llenar el apartamento con sus agudos chillidos y gemidos (las manos del joven aferradas con furia a los glúteos de la famosa ensartada en su falo), Halle, para no quedarse fuera de la diversión, gateó hasta donde Eva, su espalda muy arqueada y su culo apuntando hacia el cielo, y usó los dedos de su mano derecha para trabajar el clítoris de la cubana y su boca para devorar sus pechos al mismo tiempo que esta subía y bajaba por el mástil del muchacho. La Mendes, entre dientes apretados con fuerza, le daría a la negra innúmeras instrucciones sobre cómo debía usar sus dedos y su boca. Al final, la diosa de bronce, sus aretes de aro rebotando como locos, perdió el control y, usando sus manos, atrajo a Halle hacia su boca para compartir un feroz beso de lengua y abrazarse estrechamente.
Cuando este se interrumpió, Halle se puso de pie y caminó hasta donde estaba Alexandra contoneando sus caderas de forma increíblemente provocativa. Al llegar allí, se acostó boca arriba, muy abierta de piernas en el piso frente a la Breckenridge, y atrajo el rostro de esta con sus manos para obligarla a hacerle sexo oral, después de lo cual guiaría a la estrella de la TV a su boca para saborear su propio coño en los labios de esta. Al poco tiempo que estas dos trabaron sus lenguas, Eva se saca la masiva polla de Jared para darle otra rabiosa mamada, sus aretes de aro rebotando como locos.
Una vez que ha vuelto a dejar el falo perfectamente lubricado, Jared interrumpe a las actrices y les dice que también quiere probar algo más: hace a Halle acostarse boca arriba en el piso, se arrodilla entre las largas piernas de la afroamericana y se las pasa por los hombros, sus manos aferradas con furia a los pechos de la negra, y procede a follársela brutalmente al mismo tiempo que hace a Alexandra sentarse en el rostro de la ganadora del Oscar, dándole la espalda a él; las manos de la reina del chocolate estrujando sus pequeños pechos de blanca. Eva, para no quedar fuera de la diversión, se acostaría boca arriba en el piso frente a la Breckenridge, las piernas muy abiertas, y con sus manos atraería la cara de la pelirroja para obligarla a usar su boca y sus dedos en su coño.
Jared, al ver el indefenso ano de Alexandra expuesto para él (la minifalda de la estrella de la TV estaba levantada y sus braguitas apartadas), hunde su rostro entre las nalgas de la actriz de American Horror Story y le da un voraz beso negro al mismo tiempo que continúa dándole a Halle como si no hubiese un mañana. Tras un largo rato así, el chico saldría del cuerpo de la negra para hacerle sexo oral a la ganadora del Oscar (deseaba cambiar el sabor a culo por el sabor a coño). Cuando hizo eso, Eva interrumpió a Alexandra para besarse y abrazarse apasionadamente con la mucama francesa, pues quería saborear su propio sexo en sus labios.
Después de otro largo rato así, Jared les dice que desea probar la última cosa que les falta por hacer: el sexo anal. Hace a Halle ponerse en cuatro patas en el sofá, a Alexandra la hace montarse a Halle y a Eva la hace montarse a Alexandra. Antes de la atracción principal, le da el beso negro primero a la Mendes, luego a la Breckenridge y, finalmente, a la Berry para prepararlas para esta. Una vez en posición y listas, procede a hundir su masivo falo una y otra vez con salvajismo por el ano de la latina, primero, por el de la pelirroja, después, y por el de la negra, finalmente, sólo para desandar ese camino y volver a recorrerlo varias veces, haciendo a las actrices desgañitarse como reinas del porno, todo el tiempo Alexandra (como siempre, la más ruidosa de las tres; de hecho, después de Kelly Hu, es la segunda mujer más escandalosa que se ha tirado) comiéndose la oreja derecha de Halle. También las nalgueó y, entre su pubis estrellándose contra los glúteos de las mujeres y su mano castigándolos y los relinchos de yegua en celo de las damas, el apartamento se llenó de música celestial.
Una vez que terminó de dejar sus culos hechos trizas, Jared se puso de pie en medio de la habitación e hizo arrodillarse a las tres actrices ante su portentoso pene para propinarle de nuevo una rabiosa mamada a tres bocas. Por último, ya no pudo controlarse y, con un bramido triunfal, echó su cabeza hacia atrás, cerró sus ojos muy fuerte y se corrió con largos y gruesos chorros de su espeso, cálido y blanco semen que cubrieron los hermosos rostros de las mujeres (Eva Mendes, en particular, lucía muy bien con su famoso lunar tapado por lecha). Cuando él pudo recuperar el aliento, su cuerpo empapado en sudor, y abrir los ojos, las bellezas empezaron a darle el show de lamer su paja cada una de las caras de las otras, todo el tiempo haciendo ruidos viscosos, exagerados y obscenos que daban a entender que esto era lo más sabroso que alguna vez hubiesen tragado y lanzándose diabólicas miradas provocativas entre sí y al adolescente.
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Y este fue sólo el comienzo de la velada.
Jared hizo a las tres cocinarle la cena. Cuando se sentó, desnudo, a la mesa para comerla, las famosas se sentaron en el piso a su alrededor mientras lo hacía. Estuvo realmente deliciosa. Eva, de repente, le preguntó, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro:
—¿Está rica? —Halle y Alexandra soltaron risitas de niñas pequeñas y traviesas al oír esto.
—¡Claro que sí! —exclamó Jared, también sonriendo y llevándose otro bocado a la boca con el tenedor.
—¿Y no vas a compartir un poco con nosotras? —continuó la latina con un mohín coqueto muy sexy.
El adolescente tragó la comida, ensanchó su sonrisa, se agarró el pene, que volvía a estar completamente erecto, con su mano derecha y se lo ofreció a las actrices proclamando alegremente:
—¡Aquí está la cena de ustedes!
Las tres bellezas soltaron sendas carcajadas antes de arrodillarse y darle otra felación triple que terminó con sus bocas llenas con la nutritiva leche de Jared, que tragaron gustosas haciendo toda clase de obscenos y exagerados sonidos de disfrute. Cuando él terminó de comer, llevó a las mujeres a su cama donde tuvieron otra ardiente sesión de sexo grupal, tras la cual durmieron durante unas dos horas, las tres abrazadas a su delgado cuerpo.
Al despertar, ellas se compusieron la ropa y se prepararon para irse. Jared las acompañó, aun desnudo, hasta la puerta donde, una después de la otra, cada una le dio un beso en la mejilla y una última espectacular mamada (que terminarían con las bocas de ellas llenas con una generosa ración de la espesa leche del muchacho) a modo de despedida antes de irse.
Cuando Jared se quedó solo en su apartamento, suspiró y dejó que una tenue sonrisa se dibujara en su rostro antes de dirigirse a su cama otra vez. Una vez acostado, su mente empezó a divagar: muchas famosas venían a él esperando que eso beneficiara sus carreras… no obstante, de estas, varias terminaban regresando al descubrir lo buen amante que era: Megan Fox, Margot Robbie, Olivia Munn, Elizabeth Hurley, Ali Larter, Paz de la Huerta, Maggie Q… todas ahora lo visitaban con frecuencia… Nicollette Sheridan y Charlize Theron, en particular, parecían que querían vivir con la polla de él enterrada en sus culos (y la estrella sudafricana, además, con su cara cubierta con su paja)… Y al chico le parecía que las tres famosas, al final, le lanzaron miradas de deseo tan sincero como mal disimulado.
El adolescente, pensando en si iba a volver a ver a alguna de las tres o si iba a volver a verlas a las tres, poco a poco fue quedándose dormido.
FIN
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