Descendiendo a lo profundo | By : Lily-de-Wakabayashi Category: Spanish > Anime Views: 347 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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Descendiendo a lo profundo.
El audífono que Endeavor llevaba en la oreja derecha emitió un débil chirrido antes de que la voz de Burnin resonara a través de él.
– El criminal debe de estar en el nivel once, jefe –anunció ella con celeridad.
– Copiado –respondió Endeavor, con sequedad.
El hombre maldijo en su interior. El nivel once, hasta donde sabía, era de los más profundos, lo que significaba que tendría que descender aún más. En esa fortaleza a medio derruir, el aire escaseaba mientras más profundo se adentraba uno en ella, lo cual no era particularmente bueno para sus llamas: por más que él las produjera con su quirk, sin oxígeno le costaba mucho trabajo mantenerlas.
– ¿Hay alguien en los últimos niveles? –preguntó Endeavor, al tiempo en que buscaba una escalera medianamente conservada para comenzar a descender.
– Debe de estar el grupo de rescate de Les Bleus –le respondió Hawks a través del intercomunicador, antes de que Burnin lo hiciera–. Estaban atendiendo heridos en las zonas inferiores.
Endeavor inconscientemente hizo una mueca que habría sido difícil de descifrar para alguien que no lo conociera, una mezcla de frustración y resignación. A pesar de que el edificio era antiguo y estaba prácticamente abandonado, había sido ocupado por personas que perdieron sus hogares en las últimas batallas ocurridas en la ciudad, por lo que, cuando la estructura principal colapsó, mucha gente quedó atrapada y se tuvo que recurrir a Les Bleus, la organización de origen francés que prestaba ayuda de manera desinteresada en casos similares a éste. Todoroki estaba consciente de que era importante que se hiciera el rescate de las personas heridas, pero Les Bleus eran un grupo de salvamento conformado por personal que no estaba tan acostumbrado a la batalla y el criminal que se dio a la fuga tenía un quirk desconocido. Si dicho quirk resultaba ser un peligro, Endeavor se las vería difíciles para poder salvarlos a todos. Al final, se limitó a esbozar una sonrisa presuntuosa; después de todo, él era el Número Uno de Japón y no le costaría trabajo defender a la mitad de la población de ser necesario.
– Me aseguraré de que dejen despejada esa área –añadió Hawks–. Estoy ocupado ayudando con el traslado de algunos heridos de gravedad, pero me haré cargo de eso en cuanto pueda.
– Yo mismo lo haré –replicó Endeavor–. ¿Quién está a cargo del grupo de rescate de Les Bleus?
– Nuit –aclaró Hawks, el cual era el nombre de héroe del líder del escuadrón.
Hubo algo en el tono de voz de Hawks que dio a entender que la presencia de dicha persona en el lugar le complacía. Endeavor, por su parte, volvió a emitir un gruñido. Nuit era una de las dirigentes más jóvenes con las que contaba Les Bleus, era prácticamente una niña, así que él no entendía por qué le daban responsabilidades tan grandes. Por supuesto, Todoroki pasaba por alto el hecho de que el mismo Hawks era dos años más joven que Nuit, quizás por el hecho de que él era hombre y ella, una chica. En cualquier caso, Endeavor también experimentó cierto alivio al saber que Nuit era la líder del escuadrón, conocía bien su forma de trabajar y por tanto sabía que era una mujer responsable y eficaz.
– Nuit, ¿me copias? –preguntó Endeavor, tras localizar el canal a través del cual se comunicaban los equipos de rescate.
– Fuerte y claro, Endeavor –contestó una voz de mujer con un suave acento francés–. ¿Qué necesita?
– El criminal ha bajado al nivel once – informó Enji y reprimió un escalofrío; había algo en la manera en la que esa joven pronunciaba su nombre de héroe que siempre lo hacía sentir extraño–. Manténganse alejados de esa zona.
– Copiado –aceptó Nuit–. Nosotros estamos trabajando en el nivel diez y ya estamos por terminar, nos iremos en cuanto acabemos para dejarles el camino libre ya que en el once no hay reporte de heridos. Cambio y fuera.
Al menos ella no perdía el tiempo en quejarse o decir tonterías por el intercomunicador, como solía hacer Hawks de manera frecuente. Endeavor admitía que la chica era inteligente y se coordinaba muy bien con los equipos de avanzada japoneses a pesar de provenir de un escuadrón francés, además de que estaba muy consciente de la responsabilidad que tenía sobre los hombros. El hombre sacudió la cabeza un par de ocasiones para volver a concentrarse, no era habitual en él distraerse con nimiedades.
Tras darle varias vueltas a las zonas derrumbadas, Endeavor por fin encontró una escalera en aceptables condiciones que pudiera llevarlo a los niveles más bajos de la construcción; el edificio había pertenecido al gobierno japonés en esa era de la historia conocida como la Guerra Fría y poseía acabados que resultaban curiosamente obsoletos. El edificio era tan antiguo, según los conocimientos que tenía Endeavor sobre historia, que no le sorprendió que se hubiese derrumbado en cuanto recibió los impactos directos de un confrontamiento entre héroes y villanos. Quizás lo que resultaba sorprendente era que alguien hubiese conseguido descender tanto en un complejo tan notoriamente dañado, hasta que se dio cuenta de que la mayor parte de la estructura del edificio estaba soportada por bloques de hormigón, lo que explicaba el por qué había resistido más que la parte superior. Además, para su buena suerte había más oxígeno del que creía, así que mantener las llamas al máximo no iba a suponerle un problema.
– Endeavor, ¿necesitas apoyo? –La voz de Hawks, extrañamente distorsionada, retumbó por el intercomunicador.
– Puedo arreglármelas solo –afirmó el hombre–. Asegúrate de que no queden secuaces de este sujeto en la periferia.
– Copiado –dijo Hawks–. Si me apresuro, podré ayudar al escuadrón de rescate de Les Bleus.
Básicamente, lo que quería hacer era buscar a Nuit. Hawks tenía fama de mujeriego, por eso no era de sorprenderse que quisiera revolotear alrededor de la joven, a pesar de que era mayor que él. A Enji esto podría traerlo sin cuidado, de no ser porque Hawks siempre buscaba el peor momento para coquetear.
– No interrumpas su trabajo –lo amonestó Endeavor–. El edificio no es seguro en su parte superior y podría derrumbarse en cualquier momento.
– No lo haré, Número Uno –aseveró Hawks, antes de cortar comunicación.
Ese “Número Uno” con el cual Hawks se refería a él, le resultaba a Endeavor una completa burla.
Mientras tanto, la oscuridad iba haciéndose cada vez más densa, pero sus llamas la cortaban lo suficiente para que pudiera ver por dónde iba; curiosamente, a pesar de la poca luz seguía contando con una buena dosis de aire, de manera que debía de haber algún tipo de ventilación que todavía estuviera en funcionamiento. Endeavor comenzaba a dudar de que de verdad hubiese alguien que hubiera podido llegar tan abajo de manera voluntaria, a menos que se trajera algo grande entre manos. A su derecha apareció una placa de metal enorme con un número ocho pintado en ella, lo que significaba que le faltaban tres niveles todavía. Había cada vez más silencio, pero su instinto, curtido tras tantos años de ser héroe, le advertía que se encontraba en el camino correcto.
En el nivel diez, el equipo de rescate de Les Bleus daba cuenta de los últimos heridos. Como se ha mencionado ya, Les Bleus era una organización francesa de salvamento y rescate, sin fines de lucro y que viajaba por el mundo para ayudar en casos de desastre, habitualmente en respuesta a alguna solicitud enviada por el gobierno del país en turno. Ellos llevaban ya algún tiempo en Japón, laborando en conjunto con los héroes locales, por lo que estaban muy familiarizados con las formas de trabajar de la mayoría de ellos. Sus altos estándares eran tan valorados que hasta Endeavor tenía que admitir que eran buenos en lo que hacían, aunque le habría gustado que su personal tuviese más edad. Nuit, de veinticuatro años, era la líder del equipo que prestaba sus servicios ese día por ser la única cirujana presente; su quirk, consistente en ondas láser que salían de sus dedos, le permitía cauterizar con facilidad y rapidez prácticamente cualquier herida, por lo cual su presencia en situaciones como ésa era indispensable, en donde la sanación de una lesión en cuestión de segundos era esencial. Mientras dos de sus compañeros, Morpheo e Icor, cargaban en una camilla al último herido, Nuit se alejó unos pasos en busca de personas que todavía necesitaran ayuda.
– Creo que hemos terminado con todos –señaló Morpheo–. Lo corroboraré con Hawks, pero no parece haber alguien más por aquí.
– No lo llames, debe de seguir ocupado con los heridos de los niveles superiores –negó Nuit–. Daré una vuelta para ver si queda alguien, mientras ustedes acaban.
– Como digas, Nuit –aceptó Icor–. Tú eres la que está a cargo.
Nuit encendió su lámpara portátil y caminó unos pasos hacia una zona de pasillos que se interconectaban entre sí. Los heridos que encontraron en esa área les afirmaron que nadie vivía en esa zona por ser prácticamente un laberinto, pero Nuit no podía descartar que alguien no hubiera corrido hacia allí en cuanto los ataques comenzaron. Como no quería perderse, la joven decidió que sólo entraría a los primeros pasillos y, si no detectaba señales de vida, se daría la media vuelta y se marcharía.
“Debí pedirle a Spectrum que me acompañara”, pensó Nuit, haciendo referencia a otro de los integrantes de Les Bleus, cuyo poder consistía en manejar frecuencias en cualquier rango, lo cual le permitía detectar la presencia de seres vivientes sin necesidad de arriesgarse tanto. Sin embargo, Spectrum estaba en los pisos superiores, averiguando qué tan frágil era el edificio en realidad, por lo que no había podido acompañar al equipo de rescate de Nuit. Ella, tras echar un vistazo concienzudo y comprobar que, al parecer, no había más lesionados, estaba por darse la vuelta e irse cuando escuchó un lamento prolongado, que provenía de un pasillo ubicado a su izquierda.
– ¿Hola? –preguntó ella–. ¿Hay alguien ahí?
Volvió a escuchar el gemido por respuesta y Nuit se arriesgó a entrar en el corredor para buscar a la persona que se quejaba. A juzgar por lo lastimero de su voz, no cabía duda de que debía de estar herido.
– ¿Hola? No tenga miedo, no voy a hacerle daño –aseguró la joven–. Soy la doctora Azure Bourgeois, también conocida como Nuit, del grupo de rescate de Les Bleus y quiero ayudarlo.
En esta ocasión le respondió el silencio, aunque ella estaba segura de haber visto un movimiento a su izquierda. Quizás se trataba de alguien que estaba incapacitado para articular palabras o demasiado herido para molestarse en hacerlo. O podría estar asustado, también era posible, y los gemidos eran producto de su temor. Azure decidió retirarse el cubrebocas y las gafas que le cubrían el rostro para inspirarle confianza; para una persona lesionada y asustada, el no poder ver bien a sus rescatadores a la cara resultaba poco reconfortante. Avanzó un par de pasos antes de, ahora sí, detectar un bulto que tenía la forma de un hombre, el cual parecía estar hecho un ovillo en un rincón del pasillo. Sin embargo, en cuanto la vio, el hombre se puso en pie de un salto y entró en una habitación cuya entrada se había mantenido oculta hasta entonces.
– No tenga miedo, quiero ayudarlo –repitió Nuit–. ¿Puede hablar? ¿Necesita ayuda?
– Necesito ayuda, sí, y también puedo hablar –respondió el hombre, el cual parecía estar parado a pocos metros de ella.
– En ese caso, permítame apoyarlo –ofreció Azure–. ¿Cómo se llama?
– Me conocen como Prédateur –aclaró el sujeto, con una sonrisa maliciosa.
– ¿Prédateur? ¿Cómo “depredador” en francés? –preguntó Nuit, quien reconoció la palabra dicha en su idioma.
– Exactamente –asintió Prédateur.
Ella tuvo la sensación repentina de que algo andaba mal, pero antes de que pudiera analizarlo, el lugar se iluminó repentinamente con una luz vivísima, proveniente de un grupo de lámparas halógenas ubicadas en el techo. Azure se sorprendió, pues había creído que la electricidad del edificio había dejado de funcionar con el último ataque.
“O tal vez alguien consiguió hacerla funcionar de nuevo”, pensó Nuit, al tiempo en que parpadeaba para protegerse los ojos. Se había quitado las gafas que la protegían de la luz intensa y en ese momento lamentaba esa decisión, pues había quedado indefensa ante Prédateur, quien quiera que éste fuera. Aunque él no había dado señales de ser un peligro, ese nombre autoimpuesto resultaba inquietante. Sin embargo, el hombre no se movió, quizás a la espera de que los ojos de la mujer se adaptaran a la luz.
– Quizás tú puedas ayudarme –señaló Prédateur, con tranquilidad–. Tenía a otra persona en mente, pero tal vez pueda usarte en su lugar.
Azure al fin pudo adaptarse a la luz y vio que el hombre se dirigía a ella con una sonrisa maliciosa en el rostro. Inconscientemente se puso en alerta, aunque no había mucho que pudiera hacer en el caso de que él quisiera agredirla: había hecho un juramento que le impedía utilizar su quirk para ataque, así que estaba indefensa. Demasiado tarde se dio cuenta de que había sido muy imprudente al marcharse sola a buscar sobrevivientes.
Prédateur llegó al fin hasta Nuit y clavó sus ojos negros en ella; él pareció atravesarla con la mirada, interesado en lo que veía en el fondo de sus ojos de color uva. Su verdadera cualidad era poder descender hasta lo más profundo de la mente de las personas con sólo verla a los ojos y detectar así sus inhibiciones, qué era lo que esa persona deseaba con anhelo pero que no se atrevía a expresar en voz alta ni, mucho menos, llevar a cabo. Por supuesto, no era cualquier tipo de inhibición la que ese criminal desataba, sino una muy específica y vergonzosa. Por algo, se hacía llamar Depredador.
– ¡Qué interesante! –exclamó Prédateur–. Esperaba que Mt. Lady acudiera para que me ayudara con mis propósitos, pero tú me servirás mucho más para ayudarme a distraer a Endeavor.
– ¿Qué…? –intentó decir Azure, pero entonces él la besó.
Nuit se quedó petrificada mientras Prédateur le succionaba la boca, más que besársela. Ella intentó separarse de él a como diera lugar, pero sus miembros no le respondieron, se sentía incapaz de reaccionar, como si Prédateur lentamente le estuviese quitando la energía o la voluntad. Los dedos del criminal soltaron el largo cabello azul oscuro de Azure y en este momento ella tuvo la seguridad de que iba a violarla sin que pudiera hacer algo para impedirlo. Sin embargo, en ese momento Prédateur la soltó y la contempló con una expresión satisfecha.
– Ahora sólo tengo que esperar a que Endeavor aparezca –anunció–. Como pronto estarás bajo el efecto de mi poder, te diré en qué consiste: éste libera las más bajas pasiones de una persona. Cualquiera que sea tu deseo sexual más perverso, te impulsará a llevarlo a cabo. Sólo espero que Endeavor no sea tan obtuso como para resistirse a ti.
La joven lo contempló con el pánico reflejado en sus ojos y Prédateur confirmó que había encontrado a la persona indicada. Ya sólo quedaba esperar a que apareciera la segunda víctima.
Casi al mismo tiempo, Endeavor llegó al nivel once, pero comenzaba a darse cuenta de que ahí no había nadie. El lugar estaba tan sombrío y abandonado, cubierto por una gruesa capa de polvo, que supo que ninguna persona había estado en ese sitio en mucho tiempo, a menos que se tratara de alguien que pudiera volar para no dejar sus huellas en el sucio suelo. Sin embargo, los reportes indicaban que el criminal estaba en el nivel once, así que debería de andar por ahí, escondiéndose en alguna parte. Pudiera ser que, al ver las llamas del Flaming Hero, el sujeto hubiera decidido poner pies en polvorosa, nadie querría enfrentarse al Héroe Número Uno de Japón en esas condiciones.
– Endeavor, ¿me escuchas? –El intercomunicador chirrió repentinamente y Hawks habló con un notorio tono de urgencia en la voz–. ¡Hemos cometido un error, el delincuente no está en el nivel once, sino en el diez! ¡Justo en la zona en donde está trabajando el equipo de rescate de Les Bleus!
– Voy para allá –respondió Endeavor, grave–. ¿Sigue habiendo gente en esa zona?
– Me he comunicado con Morpheo y me ha dicho que Nuit no aparece –señaló Hawks–. Fue a buscar si había más personas heridas, pero no ha regresado y tememos que el criminal la haya capturado. Tú eres el que está más cerca en estos momentos, yo me pondré en camino en cuanto pueda.
– Llegaré en menos de un minuto –aseguró Endeavor, quien ya iba subiendo las escaleras a grandes saltos–. Pide que hagan un rastreo del edificio para encontrar el sitio en donde puedan estar.
– Ya estamos en eso –replicó Hawks–. Spectrum está encargándose de peinar la zona.
Así que, en resumidas cuentas, el criminal nunca estuvo en el nivel once, sino que todo el tiempo estuvo escondido en el diez. ¿Cómo se había cometido un error de esa magnitud? Por culpa de ese pequeño desliz, ahora Nuit estaba desaparecida.
“Voy a despedir al causante de esto”, gruñó Endeavor, más molesto de lo que quería reconocer.
Por fin, apareció ante sus ojos el letrero que avisaba que se encontraba en el piso número diez. Endeavor comenzó a recorrer los largos corredores y vio que, al fondo, había una luz intensa que provenía de alguna habitación abandonada. No necesitaba ser muy inteligente para saber que tenía que dirigirse hacia allá, sin perder tiempo. Endeavor apareció justo en el momento en el que un hombre vestido con una gabardina oscura amenazaba a Nuit. Ella parecía estar en estado de shock y Endeavor se acercó al criminal para tomarlo por el cuello del abrigo y amenazarlo con el puño que tenía libre.
– ¡Ah, Endeavor! –expresó Prédateur, muy complacido–. ¡Llegas justo a tiempo!
– Aquí se acabó lo que sea que hayas planeado –auguró Endeavor–. Nuit, vete de aquí, me haré cargo.
– Oh, pero si ella no se puede ir, estaba esperando por ti –rio Prédateur–. Los dos estábamos esperando por ti, pero ella es la más ansiosa. No puedes dejar que se vaya, no ahora que es víctima de mi quirk.
Todoroki le lanzó una mirada a Azure, quien se la devolvió con una angustia que era difícil de definir. De primera intención, Endeavor creyó que el criminal intentaba engañarlo para escapar, pero al ver los ojos de Nuit, él supo que Prédateur no estaba mintiendo: algo le estaba ocurriendo a la mujer, algo muy grave de acuerdo a su expresión.
– ¿Qué le has hecho? –espetó Endeavor, sujetando al criminal con fuerza–. ¿Qué es lo que le va a pasar?
– Nada que ella no quiera –replicó Prédateur–. Sólo he liberado sus deseos carnales más escondidos. Ése es mi poder, Endeavor, conseguir que las personas liberen sus apetitos sexuales, pronto vas a comprobarlo por ti mismo.
– Endeavor… –gimoteó Azure, con voz queda–. No me siento bien…
Al escuchar su queja, Endeavor soltó a Prédateur sin dudarlo y se dirigió hacia Nuit. Prédateur soltó una risa malévola, al tiempo en que Azure se dejaba caer, aunque Enji alcanzó a sostenerla en el último momento, para lo cual tuvo que apagar las llamas que rodeaban su cara y su pecho para no quemarla.
– Disfruta lo que se viene, Endeavor –soltó Prédateur, antes de irse corriendo por el pasillo–. Al menos morirás feliz.
Lo que Prédateur deseaba era volar el edificio con la gente que quedaba dentro para enviar un mensaje al gobierno de Japón. Sin embargo, consciente de que su poder no lo ayudaría a derrotar a Endeavor, había ideado una manera menos convencional de hacerlo a un lado. Éste se dio cuenta de las intenciones que tenía Prédateur de huir, por lo que pretendió ir tras él, pero Nuit se lo impidió.
– No me dejes sola –pidió Azure, con voz temblorosa–. Quédate conmigo, Enji.
Ella, que nunca lo había llamado por su nombre, lo descolocó más de lo que esperaba al hacerlo por primera vez, por lo que no pudo evitar que Prédateur desapareciera por el corredor que lo había llevado hasta ahí.
– Estarás bien, encontraremos la manera de contrarrestar el efecto de ese quirk –señaló Endeavor–. Hawks no tardará en venir hacia acá, ve a la salida y si lo encuentras, pide que te lleve con tu equipo.
– No, no me dejes –aprovechando que él había apagado sus llamas, ella le echó los brazos al cuello–. Quédate conmigo, quiero que me hagas tuya.
Endeavor estaba seguro de no haber escuchado bien. ¿Nuit le había pedido que la hiciera suya? Sí, seguramente se lo había imaginado, no había manera en la que ella hiciera una petición semejante en ese momento, pero apenas Enji iba a preguntarle qué había querido decir con eso cuando Azure lo besó con intensidad, introduciendo su ansiosa lengua en su boca. Endeavor admitió que, una vez más, ella lo había tomado con la guardia baja, así que no reaccionó a tiempo y dejó que Nuit lo besara unos segundos antes de intentar separarse de ella.
– ¿Qué estás haciendo? –preguntó Endeavor, cuando pudo alejarse.
– Algo que he querido hacer desde hace mucho –contestó Nuit, mirándolo con anhelo–. Quiero estar contigo, que me hagas tuya. J’ai envie de toi, Enji.
Él no entendió que lo que ella acababa de decirle en francés fue “te deseo”, aunque no era necesario que lo tradujera para captar el concepto principal de la frase. Había ciertas cosas que se entendían claramente a pesar de la diferencia de idioma.
– No estarás hablando en serio –farfulló Enji, cuyas llamas involuntariamente volvieron a encenderse, aunque las apagó casi al instante–. ¿Por qué has empezado con esa tontería ahora?
– No es ninguna tontería. –Azure bajó la mirada–. Hay dentro de mí un calor incontrolable que no puedo explicar, un deseo incontenible de sentirte dentro de mi cuerpo, que me acaricies y me hagas sentir placer.
¿Qué rayos le estaba pasando a esa chica? Endeavor no sabía qué hacer, le daba la impresión de que ella estaba bromeando pero, al mismo tiempo, en lo más profundo de su ser, su hombría se sintió peligrosamente halagada. Era cierto que Azure le causaba sensaciones extrañas que él siempre se esforzó por ocultar y que, gracias al beso que ella le había dado, amenazaban con aflorar a la superficie.
“¿Pero en qué estás pensando? ¡Eso ni siquiera está a consideración!”.
No, por supuesto que no lo estaba, no sólo porque él no era un hombre libre sino porque, además, era demasiado mayor como para considerar siquiera el estar con alguien como Nuit, quien tenía exactamente la misma edad que habría tenido su hijo mayor Toya de seguir con vida. Endeavor sabía que debía cortar esas ideas peligrosas que rondaban la cabeza de Azure, decirle con severidad que estaba soltando incoherencias y que debía salir inmediatamente de ahí para que él pudiera ir en busca de ese criminal que quién sabía qué deseaba hacer, pero pronto notó que su cerebro empezaba a embotarse también y que en su interior iba creciendo un calor muy diferente al que él estaba acostumbrado, un calor de origen carnal y que hacía mucho no experimentaba, si es que alguna vez lo hizo. Así, en lugar de actuar como el héroe que era, habló como el hombre normal con necesidades humanas que también era.
– Tengo edad suficiente para ser tu padre –señaló Enji, en voz baja–. Ni siquiera deberías de tener esos pensamientos sobre mí.
– Pero tú no me ves como a una hija –replicó Azure, en un susurro–. He visto cómo me miras, tratas de fingir para que no lo note pero sí me he dado cuenta de en qué concepto me tienes y sé que sientes lo mismo que yo.
– Estás equivocada –insistió él y desvió la mirada–. Sólo te veo como la heroína que eres.
– Yo sé que mientes porque temes que esto no sea verdad. –Nuit se acercó a él y le acarició la cicatriz que ocupaba el lado izquierdo de su rostro–. Pero sí que lo es, quiero estar contigo y que me hagas tuya. A mí la edad no me importa, Enji.
Sin esperar a que él respondiera, Azure lo volvió a besar, consiguiendo esta vez que Endeavor le correspondiera. La poca resistencia que él aun tenía se evaporó con ese gesto apasionado, al cual Nuit imprimió toda la pasión oculta que había tenido por ese hombre desde hacía mucho tiempo. Enji le puso las manos en las caderas y la atrajo hacia él, permitiendo al fin que Azure pegara su cuerpo al suyo. El calor que lo había estado invadiendo se concentró en su miembro, el cual tuvo una erección; hacía años que Endeavor no había estado con una mujer y se sorprendió de ver con cuánta facilidad esa parte dormida de su anatomía despertaba con el contacto de Azure. Sin embargo, no era esto lo que más le asombraba a Enji Todoroki sino el hecho de que Nuit supiera que él había intentado ignorar durante mucho tiempo la atracción que ella despertaba en él. Sí, no podía negarlo, Azure causaba en Endeavor sensaciones prohibidas, pero él siempre creyó que había logrado mantenerlo oculto de todos, hasta de sí mismo.
– Debemos detenernos ya –habló Enji, con voz ronca–. Vete y busca a Hawks.
– Sabes que no voy a hacer eso –negó Azure, mientras besaba la curva de su mandíbula y bajaba después a su cuello–. ¿Qué no entiendes que lo que me ha hecho Prédateur está consumiéndome por dentro? Lo único que puede detener el efecto de su poder es que me hagas tuya.
En ese momento, Azure usó su quirk para cortar hábilmente el traje de Endeavor y dejar su pecho al descubierto. Por tercera ocasión, él fue tomado con la guardia baja mientras Azure lamía sus pectorales, bajaba por su abdomen y se detenía en su miembro, el cual ella desnudó con agilidad para comenzar a estimularlo. Azure frotó con fuerza hasta que quedó conforme con la dureza del órgano. En ese momento, Endeavor no pudo seguir resistiéndose más y sucumbió a sus emociones. Adosado a la pared había un mostrador de mármol verde, a donde Enji llevó a Azure para recargarla contra él, tras lo cual tomó la tela del ropaje de la joven con sus manos para tirar de ella. El traje blanco de Nuit se desgarró en dos y dejó al descubierto sus senos blancos, firmes y suaves, coronados por dos pezones rosados que él contempló durante unos segundos como si se hubiese encontrado con un tesoro inesperado. Endeavor estimuló ambos pezones con los dedos y Nuit soltó un jadeo de placer, antes de que él se metiera uno a la boca para mordisquearlo con rudeza. A pesar de que Azure gimió de dolor, quedaba claro que había disfrutado de esa demostración de fuerza.
– No te detengas –exigió ella, al tiempo en que él continuaba lamiendo sus pezones con avidez.
A pesar de todo, Enji seguía tratando de resistirse, consciente de que cometería un error muy grave si no lograba frenar sus impulsos. Era difícil hacerlo, tomando en cuenta que Azure no dejaba de estimular enérgicamente su miembro ya erecto, pero debía pensar en algo rápido si quería evitar el desastre. Quizás si la masturbaba y conseguía que llegara a un orgasmo, ella se controlaría y entonces él podría escapar de esa difícil situación. Así pues, el hombre tiró nuevamente del traje de Nuit, el cual continuó desgarrándose hasta su entrepierna y dejó a la vista su ropa interior. Con un movimiento calculado, Endeavor la arrancó también y dejó expuesto lo que se encontraba debajo, una mata de fino vello color azul oscuro que coronaba ese monte de venus; él acarició el vello, sorprendido de su suavidad, para después separar los labios y frotar el clítoris que se encontraba debajo. Azure jadeó ansiosamente mientras Enji imprimía calor y fuerza a esa parte tan sensible de su anatomía; ella respondió estimulando con más fuerza su órgano erecto. Él introdujo después dos dedos en su cavidad, la cual ya estaba húmeda. Azure gritó mientras Endeavor metía y sacaba sus dedos índice y medio, al tiempo en que con el pulgar continuaba estimulando su clítoris y con la otra mano masajeaba sus pechos; de vez en cuando, él se dejaba llevar y le mordía el cuello para después arrancar un beso apasionado de sus labios. Lo cierto era que, para no querer dejarse llevar por la situación, el hombre estaba poniéndole mucho empeño al asunto. Por fin, tras estimularla intensamente durante varios minutos, Nuit se curvó hacia atrás y soltó un grito prolongado. Enji sintió que sus dedos se mojaban gracias a los fluidos que brotaban de ella y esto, de manera inexplicable, hizo que una oleada de deseo lo golpeara con violencia.
– Quiero sentirte dentro de mí –jadeó Azure, con los ojos entornados–. Esto no bastará, necesito sentirte de verdad y sé que para ti esto tampoco será suficiente.
Ella abruptamente se incorporó sobre la repisa y volvió a besarlo con intensidad, mordiendo sus labios al hacerlo. Algo se encendió en Endeavor con este atrevido movimiento y la empujó otra vez contra el mostrador, aceptando que su última barrera se había derrumbado ya. Él abrió las piernas de Azure, tomó su miembro y lo introdujo en ella con fuerza. Nuit soltó un grito de gozo y alzó las caderas para recibirlo. Enji empujó su cuerpo contra Azure, entrando y saliendo cada vez con mayor rapidez, tomándola por los muslos para tener un mejor control de sus movimientos. Azure lo envolvió con las piernas, aun calzadas con las botas de trabajo y permitió que él la hiciera suya de la forma ruda en la que él sabía y que a ella la hacía emitir auténticos gemidos de placer, los cuales se combinaban con los jadeos que Endeavor soltaba con cada embestida. Ambos habían perdido ya la conciencia y no eran más que dos seres bárbaros que ansiaban fusionarse de la manera más salvaje posible para saciar sus oscuros instintos. Azure alzaba la parte superior de su cuerpo para acercarse a él y besarlo, lo que Enji aceptaba hacer sin renuencia; ellos se acariciaban y mordían frenéticamente, con la ansiedad del que sabe que está probando una fruta prohibida y deliciosa, que además ha sido anhelada durante mucho tiempo. El hombre sentía que cada vez que entraba en ese cuerpo elástico y fragante se estaba acercando al delirio y dejó de importarle que estuviera haciendo algo incorrecto, había reconocido por fin que deseaba a Azure, que deseaba poseer a esa mujer sin importarle las consecuencias.
Después de varios minutos de combate carnal intenso, Nuit tensó el cuerpo y se sostuvo de donde pudo cuando un nuevo orgasmo la recorrió de pies a cabeza, que hizo que una nueva oleada de fluidos saliera de ella y goteara hasta el piso. Endeavor continuó penetrándola sin detenerse, sintiendo que ese calor carnal crecía y crecía hasta amenazar con devorarlo por completo. A pesar de que ya había perdido la cabeza, él todavía tuvo el suficiente raciocinio para estar consciente de que no debía bajo ningún concepto eyacular dentro de Azure, así que cuando sintió que su orgasmo estaba cerca, sacó su miembro para correrse sobre el vientre plano de la joven, justo por encima de su mata de vellos de color azul.
“¿Qué he hecho?”, alcanzó a pensar Enji, mientras Nuit jadeaba satisfecha. “He cometido otro error imperdonable…”.
Pero antes de que pudiera seguir atormentándose por eso, Endeavor se dio cuenta de que ese calor infernal no había desaparecido por completo. De hecho, notó que su miembro volvía a endurecerse, cosa que lo desconcertó. Ya no era un hombre joven y comenzaban a pesarle los años de malas decisiones que venía arrastrando tras de sí desde hacía un tiempo, así que no esperaba que su órgano sexual volviera a ponerse erecto tan pronto después de una sesión como la que acababa de tener, habitualmente tendría que dejar pasar varios minutos (muchos más de los que quería admitir) para conseguirlo.
“Debe de ser ese maldito quirk”, concluyó Endeavor, decidido a no dejarse llevar otra vez por el deseo. Pero el poder de Prédateur era superior a cualquier fuerza de voluntad, por muy férrea que ésta fuera y Enji no tuvo más opción que rendirse a algo que era más poderoso que él. Así pues, giró a Azure con un rápido movimiento para ponerla boca abajo sobre la repisa; él golpeó sus bien formadas nalgas en dos ocasiones, antes de volver a tocarla y comprobar que seguía estando lo suficientemente húmeda como para recibirlo de nuevo. Nuit primero soltó una exclamación de sorpresa cuando Endeavor le azotó el trasero, que se convirtió después en un franco alarido cuando él volvió a penetrarla y la empujó contra el mostrador. Azure, que también continuaba siendo víctima del quirk de Prédateur, estaba gozándolo como nunca, aun cuando Enji tuvo el atrevimiento de juguetear con su esfínter anal. Él pasó su pulgar sobre esa parte de su fisiología, moviéndolo en círculos para hacerlo reaccionar, tras lo cual introdujo el dedo. Azure no estaba segura de qué sentir al respecto, pero permitió que Endeavor hiciera lo que quisiera con su cuerpo mientras continuara poseyéndola; sin embargo, esto no la preparó para lo que vino después: una vez que él consideró que el esfínter estaba lo suficientemente dilatado, dejó de penetrar vaginalmente a Nuit para introducir su miembro en el orificio anal. Éste cedió con facilidad, permitiendo que Azure recibiera a Enji en la zona en la que menos lo esperaba, algo que la hizo soltar una exclamación.
– ¡Ahhh, me vas a partir en dos! –gritó Nuit cuando Endeavor arremetió sin contenerse.
A pesar de su queja, quedaba claro que la joven lo estaba disfrutando tanto como él, por lo que Enji continuó con las penetraciones y los golpes ocasionales en esos firmes y blancos glúteos. Era para sorprenderse, pero él descubrió que tenía ciertas inclinaciones que no había mostrado antes con otra mujer y que con Azure no tenía reparos en llevar a cabo. Nuit, por su parte, soltaba gemidos de gozo cuando Endeavor azotaba su trasero y la tomaba con fuerza por el cabello, mientras alzaba sus caderas para facilitar la unión. Así continuaron sin estar conscientes del tiempo, hasta que Enji sintió que el éxtasis estaba cerca. Como en esta ocasión no importaba si él se corría dentro, no se preocupó por salirse y eyaculó en ella en cuanto el orgasmo lo alcanzó, no sin que antes Azure tuviese su propio final placentero, que causó que otra lluvia de fluidos íntimos saliera de su cuerpo y empapara sus piernas. Ella se quedó recostada unos instantes sobre la repisa de mármol cuando él extrajo su miembro, para después dejarse caer al suelo al tiempo en que jadeaba para recuperar el aliento. A su vez, Endeavor se percató de que, por fin, ese maldito deseo incontrolable había desaparecido y, a juzgar por la actitud de Azure, también en ella había pasado el efecto; al parecer, lo que necesitaba hacer era eyacular dentro de su amante para que el poder de Prédateur se desvaneciera en ambos.
– Esto ha sido un error –musitó él, con los ojos cerrados, respirando tan agitadamente como lo hacía ella.
Sin embargo, en la parte más recóndita de su mente, una voz interna le dijo que, en realidad, llevaba mucho tiempo deseando que eso sucediera.
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Hawks por fin consiguió descender hasta los niveles más bajos del edificio sin que alguien lo interrumpiera. Había perdido contacto con Endeavor hacía veinte minutos y temía que hubiera presentado algún problema con el criminal, que ahora sabía que se hacía llamar Prédateur gracias a que había enviado un mensaje para avisar que estaba por hacer historia, ahora que había logrado quitar del camino al Héroe Número Uno de Japón. Si bien Prédateur no había especificado de qué manera iba a hacer historia, Spectrum descubrió que alguien había colocado varias bombas en los cimientos del edificio, por lo que los héroes profesionales que aun podían ser contactados se movilizaron para retirarlas antes de que estallaran. Sin embargo, Prédateur continuaba libre y Hawks tenía que encontrarlo, a él y a Endeavor, para evitar que continuara sembrando el terror.
Al llegar al nivel diez, Hawks vio que, a diferencia de los pisos anteriores, una parte de la zona estaba iluminada por lámparas halógenas, la que se encontraba más alejada de las escaleras. El Héroe Alado supo sin dudarlo que algo estaba ocurriendo en esa área y se dirigió hacia allá a toda velocidad. Al llegar a la habitación de donde brotaba la luz, vio a Endeavor apoyado contra una pared y a Nuit tirada en el suelo; ella tenía el traje roto y se cubría como podía, mientras Endeavor miraba hacia otro lado por cortesía.
“¿Qué les ha sucedido a estos dos?”, se preguntó Hawks, al darse cuenta de que la pareja lucía extraña. Además, ¿por qué Endeavor estaba ahí parado, sin hacer algo ni responder a sus llamados? ¿No se suponía que estaba “fuera de combate”, según las palabras de Prédateur? Al ver a Nuit con más detalle, Hawks llegó a la conclusión de que quizás ella fue la carnada que Prédateur utilizó para entretener a Endeavor, probablemente la joven estaba muy malherida y necesitaba ayuda urgente.
– ¡Endeavor! ¿Qué ha pasado? –preguntó Hawks; al acercarse a ellos, notó que el traje de Azure estaba completamente desgarrado, por lo que se quitó la gabardina para cubrirla con ella y de inmediato un pensamiento sombrío cruzó por su mente–. ¿Estás bien, Nuit? ¿Prédateur intentó abusar de ti o… lo hizo?
– Intentó hacerlo, pero Endeavor lo detuvo –explicó ella, tomando el abrigo para colocárselo y cubrir su desnudez–. Si no hubiera sido por él, quién sabe qué me habría hecho ese tipo.
– Oh, ya veo –comentó Hawks, a quien la explicación sólo satisfizo parcialmente; tras ayudar a Azure a ponerse en pie, se dirigió a Endeavor–: ¿Es por eso por lo que no respondiste a mis llamados? Pasé veinte minutos tratando de localizarte y temí que, efectivamente, Prédateur hubiese conseguido noquearte, recibimos un mensaje de él asegurando que te había dejado fuera de juego.
– Perdí comunicación al entrar aquí –replicó Endeavor, lo cual era cierto: casualmente, en esa zona la recepción era bastante mala–. No me di cuenta de eso por estar ocupado peleando.
– Bien, me da gusto que hayas llegado a tiempo para salvar a esta dama en peligro –señaló Hawks, con una de sus sonrisas burlonas–. Pero Prédateur sigue por aquí y planea volar el edificio con artefactos explosivos, fue una de las muchas cosas que se encargó de hacernos saber. Hemos conseguido desactivar los que ya tenía armados, pero podría tener varias bombas más escondidas que puede usar si ve que las primeras fallan.
– Me haré cargo –dijo Endeavor y señaló a Azure–. Tú llévala al piso superior.
– Como ordenes, Número Uno –aceptó Hawks–. Creemos que Prédateur se ha ido, ahora sí, al nivel once.
– Espero que esta vez sea verdad –gruñó Endeavor.
En ese momento, Hawks se percató de que el traje de batalla del Flaming Hero tenía más llamas de las habituales, en un patrón diferente al que habitualmente mostraba.
– ¿Cambiaste tu traje, Endeavor? –preguntó el Héroe Alado, con extrañeza.
– Tuve problemas al llegar aquí –replicó Enji escuetamente y sin mirarlo a la cara–. Nuit hizo el favor de coserme una parte, pero para el resto he tenido que improvisar.
Hawks volvió a sentir que algo raro estaba sucediendo ahí. Que tanto Endeavor como Azure tuvieran los trajes rotos daba mucho a qué pensar, pero no había razón para que ellos mintieran al respecto, ¿o sí? Además, en ese momento lo que más urgía era detener a Prédateur y llevar a Nuit al nivel superior, por lo que Hawks ya no le dio más vueltas al asunto y se dispuso a salir con la joven francesa.
– Bajaré de nuevo en cuanto me asegure de que ella estará bien –señaló Hawks–. Sobrevive mientras tanto.
Endeavor respondió con un gruñido, antes de marcharse al nivel once. Hawks, sin embargo, no tuvo la necesidad de regresar porque, en cuanto hubo llegado al exterior con Nuit y la dejó con sus compañeros, Spectrum le informó que, de acuerdo a lo que veía con el uso de su quirk, Endeavor ya había capturado a Prédateur, noticia que fue confirmada por el mismo Flamming Hero pocos minutos después. Al parecer, no había más bombas por desactivar, pero se acordó que Spectrum y Burnin descenderían para verificarlo, mientras los demás héroes se encargarían del villano capturado y del resto de lesionados. Nuit fue llevada a las instalaciones de Les Bleus sin tardanza para que pudiera ser evaluada por otro médico, a pesar de que ella aseguraba que se encontraba bien, algo que nadie creyó pues la joven mostraba unas sospechosas lesiones purpúreas en algunas partes de su cuerpo. Además, aunque ella afirmó que Prédateur no la había violado, había ciertos indicios que daban señales confusas, sobre todo porque Azure parecía estar perdida en sus pensamientos e Icor temió que esto fuese producto de algún trauma.
De esta manera concluyó el episodio que involucraba al criminal Prédateur, sin que hubiera víctimas mortales por lamentar y sin que alguien supiese realmente en qué consistía su quirk.
O casi nadie.
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Una semana después, Enji Todoroki continuaba repasando lo ocurrido con Azure Bourgeois. Por más que se esforzaba en olvidarlo, sus pensamientos seguían desviándose a lo que hicieron y se dijeron en esa ocasión y al placer tan inesperado que experimentó al hacerla suya. Endeavor no debería ni acordarse por asomo de eso, prácticamente había abusado de una joven que tenía edad para ser su hija, por no mencionar que le había sido infiel a su esposa, no importaba que la relación entre Rei y él, si es que alguna vez existió, ya estaba rota a un nivel que era imposible de reparar, legalmente ella seguía siendo su mujer y por tanto Enji había cometido adulterio. Sin embargo, la verdadera víctima ahí había sido Nuit, quien no tuvo oportunidad de escapar de los efectos del quirk de Prédateur, mientras que Endeavor, quien debió de haber cortado el problema de tajo, no fue capaz de contenerse y empeoró las cosas. Haciendo un balance de cuentas, él era el héroe, el que tenía la responsabilidad de evitar que todo acabara como acabó y fracasó estrepitosamente en ello. Nuit y Endeavor no habían hablado desde entonces, pero él estaba seguro de que ella no había dicho ni una sola palabra al respecto, pues de lo contrario la gente de Les Bleus ya le habría manifestado su inconformidad, por llamarlo de alguna manera.
“Aunque si alguien le hiciera eso a Fuyumi, no sería inconformidad lo que yo expresaría”, pensó Enji. “Directamente iría a hacerme cargo del responsable con mis propias manos”.
Sin embargo, ciertamente que la culpa tampoco había sido de Endeavor sino de Prédateur, pero a aquél no le parecía correcto justificar su debilidad con el pretexto de que estaba bajo el influjo del quirk de otra persona.
Otra semana más transcurrió sin que Endeavor tomara la decisión de acercarse a Azure para saber cómo se encontraba. No había riesgo de que ella quedara embarazada (o eso esperaba, aunque sí había una ligerísima posibilidad), pero cabía la opción de que hubiese quedado con secuelas psicológicas. Él no había recibido noticias por parte de Les Bleus y esa falta de comunicación comenzaba a ponerlo nervioso, a pesar de que realmente no había razón para que ellos lo contactaran sino había alguna misión de por medio. Durante ese tiempo, Endeavor mantuvo su mente ocupada con su trabajo de héroe, pero inevitablemente en algún momento volvía a acordarse de lo sucedido, sobre todo por las noches, cuando el nivel de actividad bajaba y tenía mucho tiempo para pensar a solas. Porque, después de todo, ¿cómo podía olvidarse de algo así? ¿Cómo olvidar ese voluptuoso y firme cuerpo juvenil?
Y entonces, un día cualquiera, cuando la mayoría de los empleados de la agencia de Endeavor que no tenían guardia estaban por retirarse, Burnin le avisó a Todoroki que Nuit estaba ahí y que pedía hablar con él. Por fortuna, lo hizo a través del intercomunicador de escritorio, de manera que Burnin no vio que las llamas que intempestivamente soltó su jefe a causa de sus palabras casi provocan un incendio.
– ¿Qué es lo que quiere? –preguntó Endeavor con tanta calma como pudo, tras un prolongado silencio.
– Tratar con usted un asunto muy secreto, jefe –respondió Burnin, con cierta acidez que denotaba su molestia por la vaguedad de los motivos que tenía la doctora Bourgeois para visitar la agencia.
– Hazla pasar –ordenó Enji, tras un breve titubeo.
– Como usted diga, jefe –replicó Burnin.
A pesar de todo, Endeavor mantuvo la calma y puso una expresión adusta cuando la puerta se abrió y por ella entraron Burnin y Azure. Ésta evitó mirarlo a los ojos y se comportó fría y distante mientras Burnin la anunciaba y él le sugería con la mano que tomara asiento. No pronunció una palabra hasta que Burnin se fue y todavía así Enji tuvo que invitarla a hacerlo.
– ¿A qué has venido? –preguntó él, que ya había decidido que lo mejor era andarse sin rodeos.
– Creo que lo sabes. –Azure parecía estar en la misma sintonía–. No hemos hablado desde eso...
– No –carraspeó Endeavor, incómodo–. No sé aun cómo abordar el asunto.
– Bueno, pues ya somos dos –replicó Azure, removiéndose en la silla–. Pero no es algo que podamos ignorar, no se va a convertir en el elefante blanco en la habitación.
Aunque él no había escuchado antes esa frase, entendió que se refería a que no podían hacer como si nada hubiera ocurrido, era demasiado grande como para ignorarlo. Sin saber qué esperaba Azure de él, Enji decidió que lo correcto sería ofrecer algo parecido a una disculpa.
– Yo debí haberle puesto freno a eso, cuando pude –señaló él–. Debí resistirme a tus insistencias, era obvio que no lo hacías por voluntad propia, fue mi error y lo admito.
– ¿Qué pasa contigo? Endeavor no se disculpa por nada y no es momento para que comience a hacerlo. –Azure enarcó una ceja y no le dio tiempo a continuar–. No vine aquí para que balbucees una disculpa sin sentido.
– ¿Ah, no? ¿Entonces a qué? –farfulló él, confundido. Se estaba volviendo una costumbre que ella lo tomara con la guardia baja.
– ¿Sabes qué me dijo Prédateur cuando activó su quirk en mí? –cuestionó Azure, sin prestarle atención a su turbación–. Que éste consiste en hacer que la persona afectada quiera hacer realidad su más oscuro deseo sexual, sin detenerse a pensar en las repercusiones morales. Yo quería que tuviéramos sexo, Prédateur no me obligó a ello, simplemente quitó mis inhibiciones.
Endeavor se atragantó y no supo qué replicar. Detestaba que ella lo dejara sin armas, pero tal vez esto se debía a que estaba subestimándola. Aunque siempre la vio como una mujer seria, era mucho más decidida de lo que había creído en un comienzo.
– No debió suceder y no volverá a repetirse –anunció él, enérgico–. No necesito aclarar por qué es un error a muchos niveles.
– Yo sé que está mal y que es un error –suspiró Azure, bajando la mirada–. Y no insistiría en hablar de ello si no me hubiera dado cuenta de que a ti no te desagradó lo ocurrido. Te lo dije en ese entonces: he visto cómo me miras. ¿Para qué seguir ocultándomelo? Sé bien qué es lo que sientes por mí, Endeavor.
– Será mejor que te vayas –exigió Enji, levantándose de su propio asiento. El asunto acabó dando un giro peligroso–. Este tema termina aquí.
Azure lo contempló con expresión pensativa, quizás tratando de averiguar si estaba hablando en serio. Endeavor trató de no ver fijamente esos ojos color uva por si acaso había algún rastro de duda en los suyos que ella pudiera detectar, pero la mirada de la joven era tan intensa que acabó por caer ante su magnetismo.
– ¿Realmente quieres que me vaya? –preguntó entonces Azure, con voz suave.
Se hizo el silencio durante casi un minuto, durante el cual Enji continuó viéndola fijamente, repasando en su mente la enorme lista de razones por las cuales estaría cometiendo una equivocación si le respondía que no. Él no era tan tonto como algunos creían y, ante todo, siempre había tratado de conservar el honor de su apellido hasta cierto punto, o al menos había mantenido ocultos sus errores para no manchar su reputación, así que definitivamente tener una amante que sólo era dos años mayor que su hija sería una pésima idea. Una cosa era dejarse llevar por un quirk, otra muy distinta hacerlo de manera voluntaria.
– No –se escuchó a sí mismo decir con voz ronca, tras lo cual añadió–: La puerta no tiene llave.
Con una sonrisa de triunfo, Azure se puso en pie y caminó lentamente hasta la puerta para correr el seguro, al tiempo en que Endeavor desconectaba el intercomunicador. Nadie tenía por qué enterarse de que, una vez más, estaba a punto de descender hasta lo más profundo de sus deseos más oscuros.
Fin.
Notas:
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