El triste inicio y final de Marie Loud | By : JBG_JBG Category: Spanish > Cartoons Views: 442 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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–Bienvenido al resto de tu vida, perdedora–
Maggie había parecido amable al inicio, al igual que todas.
–Recuerda que estoy rentando este lugar, si lo ensucias te haré pagar–
Marie asintió sumisa, apenas dejando escapar un quejido al ser empujada dentro del pequeño departamento y sobre la cama.
–Cuando tu hermana me dejó por ese perdedor con cara de idiota pensé que nunca me recuperaría, pero luego, apareciste. No estás mal como premio de consolación así que te quedarás conmigo hasta que me aburra–
Apenas tuvo tiempo de voltearse la tuvo encima. Maggie al inicio había parecido amable al escuchar toda la historia, como el dejarse llevar por los juegos de su ex novia le habían arrebatado toda posibilidad de volver a casa obligándola a vivir por su cuenta. Fue difícil desde el inicio el estar aislada de todo lo que conocía y tener a alguien que parecía preocuparse fue suficiente para alguien como Marie.
Tristemente, no tenía ni la menor idea de lo que pasaba por la mente de Maggie, y ahora que lo consideraba, supuso que debía estar bien loca para cansar incluso a Luan.
Lo peor de todo, se dio cuenta Marie, era que ninguna de esas señales la desanimaron, de hecho, el peligro que representaba Maggie solo la hacía más atractiva. Quizás era la codependencia que desarrolló gracias a Ronnie Ann, o tal vez, simplemente era una pervertida como todo mundo crecía.
Igual, no era importante. Su vieja vida ya no existía, ya no tenía un hogar al que volver, solo tenía a Maggie y a nadie más.
–Te pareces mucho a tu hermana–, siseó la emo sentándose sobre su víctima, –Lincoln Marie Loud, o mejor dicho, Marie. Desde ahora en adelante me perteneces, eres mi mascota, mi juguete, y no pienso compartirte con nadie–
Conforme Maggie la desvestía, recordó algunos episodios de su pasado, en específico la primera vez que rompió un tabú.
El triste inicio y final de Marie Loud.
–Vamos perdedor, lo prometiste, todo lo que yo quisiera si te dejaba hacérmelo por detrás–
Lincoln se mordió el labio inferior y asintió, era cierto que le había prometido a Ronnie lo que quisiera, lo que fuera con tal de cumplir con una de sus fantasías y ella, muy a la mala, accedió. Imaginó en ese entonces que sería algo más simple, como quizás una cena romántica o un trío con una chica, eso hubiese sido ideal, un trío con Ronnie y quizás Carlota, para mantenerlo en la familia.
Cuando supo que Ronnie sí quería el trío apenas pudo contenerse de alegría, tanto, que no cuestionó nada de lo que hicieron las semanas previas al gran evento. Durante todo ese tiempo, Ronnie lo trató como a un rey. Nada estaba fuera de la mesa, lo que Lincoln quería, Lincoln lo recibía. Mamadas a toda hora, en todo lugar, sin condón, con condón, cosplay y algunas otras cosas que se le ocurrían a Ronnie y que admitía le resultaban intrigantes. No se le pasó por la cabeza que Ronnie lo estuviese preparando para algo más, aunque ahora que lo examinaba todo ya sin sus hormonas actuando en su contra, se daba cuenta de lo ingenuo que había sido.
Al final, crecer con diez chicas no lo preparó para resistir la sutil y no tan sutil manipulación que ejercía el género femenino, más bien, lo dejó en un estado vulnerable de aceptación tácita del que lamentablemente, jamás sería libre.
–No estoy seguro, ¿en serio quieres hacer esto?–
Ronnie le sonrió con malicia, asintiendo mientras lo masturbaba lentamente. Eso también había sido parte del entrenamiento, según ella, para aumentar su aguante y su potencia.
En realidad, Ronnie había aprovechado ese tiempo para condicionar el cuerpo de Lincoln, ahora lo dominaba, justo en la palma de su mano.
Literalmente con la palma de su mano.
–Es lo que quiero, no te vas a echar atrás, ¿verdad?–
Lincoln se relamió los labios y tragó saliva. De haberle preguntado un par de semanas antes se hubiese negado rotundamente, pero ahora… Ahora tenía a Ronnie encima.
–Me lo prometiste Lincoln, me prometiste hacer lo que yo quisiera y esto es lo que quiero–
–Ok, solo una vez–, susurró Lincoln.
–Una vez–, contestó Ronnie Ann, –Lo que yo te pida durante una noche, y con eso, quedamos a mano–
Ronnie se acercó a él, tomó su rostro entre las manos y le dio un apasionado beso.
–Ahora–, susurró, –Tal y como lo practicamos–
Ronnie comenzó a mamar lentamente, dando lenguetazos mientras que aplicaba presión en la verga de Lincoln. Indignación y rabia se agolparon en su corazón, junto con algo más, algo diferente. La verdad, era que ver a su novia haciendo eso le excitaba demasiado. Quiso suponer que era una reacción natural, algo que le ocurriría a cualquiera, pero Ronnie, siendo Ronnie, tenía que llevarlo todo al extremo. Hacía una gran producción de todo el asunto, usando su lengua, succionando por completo hasta llenarse las mejillas para luego, dejar que esa enorme “cosa” la golpease en el rostro, toda cubierta de saliva y otros fluidos.
–¿Ves?, te dije que te gustaría–
Lincoln desvió la mirada, avergonzado y esperando a que Ronnie se aburriera. Ya no volvería a pedir favores, ningún otro hasta que establecieran ciertos límites.
–Vamos Loud, ahora te toca–
Habían acordado apenas minutos antes de empezar que Ronnie no lo forzaría a nada, que tan solo lo guiaría.
–Comencemos con algo simple–, murmuró su novia, –Un beso, sé lo mucho que te gustan Loud–
Con algo de temor, cerró los ojos y dejó que Ronnie lo guiase, sus labios se encontraron en un beso al inicio inseguro. Ronnie Ann pegó su cuerpo al de Lincoln, frotando sus senos contra el pecho de su novio, acariciando su espalda y su cuello, haciendo del beso más profundo y apasionado, más salvaje e intenso.
Se detuvieron en cuanto Lincoln perdió por completo el aliento, jadeando y algo mareado, Ronnie lo guió.
–Dale una probada, para mi–
Lincoln se relamió los labios, era la hora de la verdad.
–Vamos Linc, lo haremos juntos–
Con eso, lo sujetó del cuello, y mientras sus labios se acercaban, envolvieron la verga de Clyde. Lincoln se concentró en los labios de su novia, tratando de ignorar el trozo de carne interpuesto entre los dos. De no haber sido él, no lo hubiesen hecho, y eso solo porque le pusieron una capucha y le prohibieron hablar.
Lincoln lo había visto antes, siendo tan cercanos los accidentes sucedían, así que no estaba tan aterrado, pero a esa distancia, tocándolo, era algo que jamas imaginó que sucedería.
–¿Ves?, no es tan terrible–, murmuró Ronnie Ann apartándose, –Ahora sigue, quiero ver como se la chupas a este perdedor–
Lincoln frunció el ceño, sin apartar sus labios del glande de su amigo.
–No me digas que no te gusta–, bromeó su novia, –Si sabes que te tengo en mis manos y sigues excitado–
Con eso, Ronnie volvió a masturbarlo.
–Hazlo Linc, no sabes lo mucho que me calienta verte así–
Lincoln cerró los ojos y comenzó a lamer, su lengua rosa recorrió la punta del pene de Clyde, probando tanto el liquido preseminal así como la saliva de Ronnie Ann. Esa “cosa” palpitaba frente a su rostro, mareando a Lincoln con su aroma.
–Ahora más profundo amor, con más ganas–
¿Por qué había escogido a Clyde?, según Ronnie Ann, porque era un perdedor y si siquiera se atrevía a mencionar esa noche, ella misma lo pondría en coma. Eran aspectos prácticos para Casagrande que se tratase de alguien manipulable, voluble y que puede ser sometido.
Ronnie lo había elegido porque no lo respetaba, y como no lo respetaba, era ideal para cumplir esa fantasía.
¿Raro?, pues si, como muchas otras cosas. A algunos les gustaban los pies, a otros, los gases e incluso a ciertas personas le atraían los globos. Ella en cambio era mucho más conservadora. Quería que le frotasen los codos de cierta manera, besos detrás del cuello, uno que otro tirón de cabello si la situación lo ameritaba y a veces, que la tratasen como una princesa.
Y ver su novio chupar un pene, para empezar.
Es que Lincoln para ella era… era un chico muy guapo, en extremo guapo, y eso la enloquecía.
A veces fantaseaba verlo con otra chica, una de esas paliduchas desabridas que no sabían apreciar lo bueno, o una de sus hermanas, cosas que obviamente jamas le diría, pero últimamente, deseaba algo un tanto más extremo.
Quería ver a su hombre convertido en la mujer de otro hombre.
–Sigue así Linc, vas muy bien–
Otra mujer era riesgosa, se podían enamorar, y ella no permitiría eso, pero un hombre era seguro. Lincoln la amaba, ¿cómo no hacerlo?, esperó por ella por años lo que era el gesto más desesperante y romántico que pudiese imaginar. Así que no, no lo compartiría con una cualquiera roba hombres, no cuando tenía a su disposición algo mejor
Darle su virginidad anal no fue un problema, había practicado para hacerlo durante el cumpleaños de Lincoln, que él insistiese en recibir su obsequio antes era pura casualidad, casualidad que ella explotó a su favor.
–Mmmm… Linky, sigue amor, sigue así bebé–
Lincoln, que seguía con los ojos cerrados los cerró más fuerte, Ronnie lo sujetó del cabello sin aplicar mucha fuerza, lo hizo retroceder y lo besó fuertemente.
–¿Y bien?–, preguntó, –¿Podemos seguir?–
Lo vio tragar saliva antes de asentir, así que con un pequeño chillido de emoción lo abrazó.
–¡Te amo bebé!, ahora, dale a mamá lo que quiere y lo que le gusta–
Lincoln pensó en ponerla de perrito y hacer justamente eso, pero Ronnie había sido clara. Ese día se trataba de ella, Lincoln lo había prometido.
–También te amo Ronnie–, murmuró Lincoln tratando de no parecer sarcástico.
Ronnie sonrió de oreja a oreja, –Que dulce eres–, le dijo a su novio, –Por eso te amo, y como ya calentamos, es hora de ponernos serios. Clyde, puedes comenzar y recuerda, si lo lastimas, yo te lastimo–
Clyde asintió y siguió quieto, evitando ver a Lincoln.
¿Cómo se había metido en todo eso?, pues para resumir, Ronnie Ann era una excelente negociadora, Lincoln era su mejor amigo y él todavía no había desarrollado mucho carácter. Le bastó con decir a la chica lo que quería y que se alegrara porque era lo más cercano que jamás tendría a Lori para convencerlo y siendo honesto, hasta el momento se sentía satisfecho.
El que tuviese un calcetín en la boca para que no hablase ya ni siquiera le molestaba.
–Bueno, sigamos–
Lincoln volvió a relamerse los labios y… ¿era por eso que Ronnie lo hacía probar su bálsamo labial?, ¡y él que creía que la estaba ayudando a elegir un sabor!, ya vería en cuanto terminase de… terminase de…
–Bien, puedo hacer esto–, susurró, –Ya lo hice una vez, puedo de nuevo–
–Muchas palabras y muy poca acción–, le dijo Ronnie Ann al oído al ver que no se movía, –Supongo que tendré que ayudarte un tantito–
La morena se lamió un par de dedos, luego, los introdujo en la boca de Lincoln que procedió a lamerlos tal y como ella le había instruido.
–¿Ves que es sencillo?, es como si hubieses nacido para hacer esto–
–Imagina que es Lori–, pensó Clyde al tomar entre sus manos el rostro de su amigo.
Lori, pero con el cabello algo más claro, si… podía trabajar con eso.
Los labios se Lincoln se abrieron, dejando a su paso una estela se saliva que colgaba de los dedos de Ronnie Ann, con un último empujón, el peliblanco se apoyó en las rodillas de su amigo, y comenzó a succionar.
Clyde le seguía el paso, meneando las caderas de adelante hacía atrás, viendo con fascinación como Lincoln lamia la punta de su miembro e intentaba de a poco probar más. Ronnie por su parte le besaba el cuello y detrás de las orejas, susurrando cosas que nadie más podía oír.
La vio relamerse nuevamente los dedos, antes de que estos recorriesen la espalda de su amigo hasta desaparecer.
Lincoln se quejó apenas al sentirlos entrar, Ronnie le había hecho eso en unas cuantas ocasiones, según ella, aumentaba considerablemente el placer. Al inicio Lincoln lo había considerado algo sucio, pero su novia no tardó en convencerlo de que disfrutaba de ello y que no habría problema si eran cuidadosos.
Ronnie Ann era en extremo pulcra, así que Lincoln dejó de cuestionar lo que hacían y se dedicó a disfrutar.
–Dos dedos bebé, dos dedos y ahora va el tercero, mientras chupas el pene de tu amigo, su enorme pene negro–
Lincoln trató de bloquear sus palabras, chupando cada vez con más ganas. Clyde gemía de placer, imaginando a Lori en la misma posición que Lincoln.
Para aguantar más, apartó el rostro de Lincoln y su pene salió con un sonoro “pop”, luego, lo apoyó sobre la frente del peliblanco.
Lincoln muy a su pesar estaba excitado, tener a Ronnie masturbandolo mientras le hacía eso de los dedos resultó ser más de lo que podía aguantar, y dado que lo conocía, Ronnie también sabía cuando parar. La tortura era deliciosa, y amaba cada momento de esa parte.
El entrenamiento de su novia comenzaba a dar resultados.
–¿No vas a seguir?–, sugirió Ronnie, –Por mi amor, hazme feliz como yo te hago feliz–
No necesitó oír mucho más, con Ronnie Ann por un lado y el pene de Clyde frente a su rostro hizo lo que ella quería.
Su lengua comenzó a lamer las bolas de su amigo, luego, la extensión completa de su miembro. Ya no sentía tanta vergüenza, y la que le quedaba de hecho la disfrutaba.
Previamente, Ronnie había dejado un espejo en el cual pudiesen verse, y ahora que se veía a si mismo no podía creer en lo que se había transformado. Allí estaba de rodillas, con su hermosa novia penetrando su ano y su mejor amigo en frente, con su verga que era más grande que la suya apoyada justo sobre su rostro.
–Eres mi perra Loud–, gruñó Ronnie en su oído, –Mi perra, y harás todo lo que yo te diga–
Lincoln asintió, besando la verga de Clyde mientras que Ronnie introducía un tercer dedo.
–Mi obediente perra, eso es lo que eres–
Gimiendo de placer intentó mamar a fondo la verga de Clyde, sus mejillas infladas se tornaron rosa, mientras que la humedad y el calor se le iban a la cabeza, mareandolo. Ronnie por su parte seguía trabajando en dilatar a su novio. Un pequeño vibrador encendido descansaba en el interior de su vagina, uno igual al que estaba usando con Lincoln. La enloquecía verlo así, convertido en su puta personal.
–Mi perra–, pensó mientras sacudía las caderas y le daba una lamida al vibrador de Lincoln para introducirlo de nuevo, –Mmmm mi hermoso novio ahora es mi perra–
Clyde se volvió más dominante, ya no se contentaba con dejar a Lincoln seguir a su paso sino que lo empujaba a tragar más. El imaginar que se trataba de Lori le resultó demasiado bien, sus labios carnosos, su hermoso rostro, todo eso lo veía reflejado en Lincoln y lo impulsaba a ser más violento.
Tomo a Lincoln del cabello y folló su boca a gusto, el peliblanco ya ni se defendía, chupando obedientemente la verga de Clyde que cada vez tomaba más espacio en su boca. Su olor y sabor lo estaban enloqueciendo, eran completamente distintos a las sensaciones que le producía Ronnie Ann.
Siguió chupando, con saliva corriendo desde su boca, apenas tomándose un descanso para respirar. Ronnie seguía con su vibrador, que entraba y salía de Lincoln de forma rítmica.
–Ahora, puta–, gruñó Ronnie, –Vas a chupar esa verga negra hasta que acabe–
Clyde no aguantó más, tiró del cabello de Lincoln, y con un último gemido metió su verga lo más profundo que pudo en la boca de su amigo. Lincoln se quedó sin aire, sintiendo las pulsaciones del miembro aumentar para luego estallar por completo. Oleada tras oleada de semen salado y viscoso llenaron su boca y su garganta, Ronnie estuvo con él en todo momento, lamiendo su rostro y empujando lo que caía de regreso a la boca de su novio.
–Bebelo–, ordenó, –Y luego, pídele a Clyde que nos folle a ambas, marica–
Lincoln hizo lo mejor que pudo por tragar, pero no pudo con todo y Ronnie le ayudó.
Durante la mamada se había corrido, notó Ronnie, pensando satisfecha que su fantasía iba mejor de lo que jamas pudiese imaginar. La latina recogió algo del semen de Lincoln, lo probó y se lo escupió en la cara.
–Delicioso como siempre, pero esta noche jugamos a algo distinto así que no puedo por más que quiera–
Clyde hizo que Lincoln se levantase, con Ronnie Ann ahora ocupando su lugar. La vio a los ojos mientras que ella le sacaba la lengua para chupar el flácido miembro del moreno. Este recobró la vida en la boca de su novia, llenándola más de lo que Lincoln fuese capaz.
Ronnie le quitó el vibrador, le dio un par de lamidas a su trasero, y le ordenó a Clyde que siguiera.
Lincoln estaba mortificado, y lo peor de todo, era que le había gustado. Ronnie no le dio descanso, convirtiendo una experiencia que definitivamente no repetiría en algo que le costaría olvidar.
–Te va a encantar Linc, tanto como me gustó a mi–, explicaba Ronnie excitada, –Se va a sentir increíble–
La latina lo vio de frente, Lincoln descendió de a poco, con Clyde sujetándole de las muñecas conforme bajaba. Se arrodilló frente a los dos, lamiendo las bolas de Clyde mientras que su pene entraba en el ano de su novio, su ano virgen, o mejor dicho, su vagina. Lincoln por esa noche sería una puta, su puta, y la trataría como tal.
Vio el pene de su novio ponerse duro, había sido penetrado por completo y el muy marica lo estaba disfrutando.
–Cogete fuerte a este perdedor–, siseó Ronnie, –Maldita sea Clyde viola a mi novio con tu enorme verga negra–
Clyde en su mente castigaba a Lori, se la cogía así por rechazarlo tantas veces. Lincoln no era otra cosa que un reemplazo, algo en lo que verter su frustración. Lincoln trataba de ir lento para no sobrecargar su cuerpo, mas, Clyde no lo dejaba. Se levantó arrastrando consigo a Lincoln, lo puso de rodillas y se lo cogió duro, empujando la cabeza de su amigo contra el piso, justo en medio de las piernas de Ronnie Ann.
La mente de Lincoln se había desconectado de su cuerpo, el recordatorio de las semanas previas, con Ronnie animándolo a probar cosas cada vez más extremas, se volvía difuso. La presión en su interior al inicio fue inaguantable, luego, incómoda y finalmente, se volvió placentera, tal y como Ronnie Ann la había descrito.
Apenas fue consciente de las ordenes de su novia, sacando la lengua y lamiendo como ella le había enseñado. Ronnie podía ser particularmente demandante con lo que permitía y quería de Lincoln, según ella, debía entrenarlo bien.
El aroma de su novia lo enloquecía, cada pliegue de piel, con sus manos agarrando el cabello de Lincoln, empujando hasta dejarlo sin aliento y Clyde que no era otra cosa que un juguete para ella.
La presión insoportable estaba venciendo sus defensas, Clyde era considerablemente más grande que el vibrador, y se sentía muy, muy diferente. La idea de tener a su mejor amigo de hace años haciendo eso debiese asquearle, pero extrañamente, no lo hacía.
Ronníe sí que lo había entrenado bien.
La latina levantó ambas piernas y las entrelazó detrás del cuello de Lincoln, que sin mayor opción, acabó por rendirse a ella. Clyde por su parte había olvidado la condición de mantenerse callado y gritaba a todo pulmón el nombre de Lori, por suerte, Ronnie le había ajustado una mordaza para evitar incidentes de todo tipo. Eso no evitó que se propasase con Lincoln, nalgeando al pobre albino y tirando de su cabello junto con Ronnie.
Finalmente, alcanzo su límite, se apartó de Lincoln, se puso de rodillas frente a él y Ronnie y acabó sobre los dos.
–Limpia lo que ensuciaste puta–, siseó Ronnie en su oído.
Lincoln, jadeando, lamió el rostro de Ronnie Ann y luego, el piso. ¿Qué si era humillante?, pues claro que lo era, ni en el peor de sus sueños se imaginó a si mismo en esa posición, pero al final, sí le había gustado, más que nada porque Ronnie era feliz, y si ella era feliz, entonces todo estaba justificado.
–Así es bebé, dale a mamá lo que le gusta–, ronroneó su novia mientras le acariciaba el cabello, –Te amo Lincoln, no hay nadie mejor que tú–
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