La Primera Noche | By : Lily-de-Wakabayashi Category: Spanish > Anime Views: 2198 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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La Primera Noche.
Ambas chicas se encontraron casualmente en la calle en una tarde particularmente fría y nublada, de ésas que anuncian la próxima llegada del invierno. La humedad en el ambiente indicaba que pronto comenzaría a llover, y la gente que caminaba por las calles se apresuraba a encontrar refugio cuanto antes.
Marie Schneider, tras saludar efusivamente a su amiga, le informó que encontraría a Genzo en la cafetería De la Rue, sitio de donde ella venía y en donde había encontrado al portero. Incluso comentó que, si la joven doctora se daba prisa, tal vez aún lo alcanzaría ahí ya que parecía que él estaba a punto de retirarse. Lily agradeció a su amiga e hizo el intento de marcharse, pero Marie la frenó en seco con una declaración que la castaña no esperaba escuchar.
Lily sintió una punzada en el corazón al escuchar esta declaración. ¿Genzo Wakabayashi tenía novia? ¿Desde cuándo? Era curioso que, después de tanto tiempo de conocer al japonés, de convivir con él en los entrenamientos de su equipo de fútbol casi todos los días y de considerarse una de las pocas amigas que el portero tenía, Wakabayashi no le hubiese contado que tenía una novia. Lily trató de ignorar el horrible sentimiento de decepción que comenzaba a incubarse en su corazón y prefirió hacerle caso a la urgente necesidad de llegar al café De la Rue cuanto antes, para averiguar si Marie Schneider le había dicho la verdad. Dicho lugar se encontraba a menos de dos cuadras del punto en donde las chicas se habían encontrado, pero gruesos goterones de lluvia comenzaron a caer cuando Lily llevaba recorrida la mitad del camino; aun así, ella casi ni sentía el agua que mojaba su rostro, con la idea tan fija que tenía en encontrar a Genzo.
“¿Él tiene novia?¿Desde cuándo?”, pensó la chica, mientras el viento agitaba su larga cabellera castaña. “¡Nunca me lo dijo! No, no creo que sea cierto, tal vez Marie se equivocó y sólo se trate de una conocida…”.
Pero este pensamiento la tranquilizaba aún menos, porque Lily sabía bien que Genzo no era precisamente un hombre al que gustara tener muchas amigas mujeres, de manera que, con quien quiera que él estuviese, si de verdad era una chica, ésta tenía altas probabilidades de ser una persona especial en la vida de Wakabayashi.
El café De la Rue era uno de los más visitados y populares de la ciudad, gracias a las bebidas exquisitas que servían y a sus reposteros, quienes preparaban personalmente todas y cada una de las delicias que se vendían en ese lugar. Era rara la semana en la que Lily no acudía a ese café acompañada por Genzo o por alguno de sus amigos, era casi un sitio de reunión obligado para su círculo de amistades por lo que no era de sorprender que el portero se encontrara ahí; aun así, Lily sentía que era una traición que él estuviese con su novia en un lugar en donde ellos habían compartido tantos momentos juntos, como amigos… En el caso de que de verdad esa chica japonesa fuese novia de Wakabayashi, y de cualquier manera Lily no entendía a qué venía esa rabia concentrada que comenzaba a formársele en algún recóndito punto de su cerebro.
Pero al llegar al café, al entrar en él y esquivar a sus meseros y a las chicas vestidas a la última moda estrafalaria, al aspirar el aroma del café que le revolvió las entrañas, Lily supo de inmediato que Marie no había estado mintiendo y que sí, que Genzo sí estaba sentado en una mesa del fondo acompañado por una chica japonesa a la que Lily no había visto nunca en su vida, una chica de aspecto tranquilo, sonrisa dulce y mirada de ensueño, una chica de cabello negro como la noche, muy corto y liso, y con piel blanca como la nieve. Ella y Wakabayashi se reían alegremente de quién sabe qué cosa, y se veía que había mucha química y confianza entre ellos, porque ni él se mostraba incómodo ni ella se veía tímida.
En ese momento, cuando Lily estaba debatiendo consigo misma entre si debería ir a interrumpir a la pareja o salir corriendo, la japonesa volteó a verla (quizás por el hecho de que sintió que alguien la taladraba con la mirada) y cesó de reírse; Genzo, al darse cuenta, siguió la mirada de su compañera y la sonrisa se le congeló en el rostro al ver a Lily parada a poca distancia del sitio en donde se encontraban ellos.
¡Gen-san! ¡La chica lo llamó por su nombre de pila! Todo vestigio de razón que Lily hubiera podido tener en su cerebro desapareció con esta sencilla frase, expresada por esa chica que (sí, tenía que decirlo) despertaba en ella el deseo de querer gritarle a la cara. Cuando Genzo se puso en pie y se acercó a Lily, ésta no pudo reprimir el deseo de expresar su decepción.
Y se dio la media vuelta y salió apresuradamente del café, antes de que Genzo (o la chica) pudiera(n) decir algo más.
La lluvia se había dejado venir con toda su furia, empapando en cuestión de segundos a todo aquél que no estuviera bajo techo, y Lily no fue la excepción. Llovía tan intensamente que su visión quedó empañada igual que si hubiese estado llorando a mares, o quizás era que en realidad sí estaba llorando y que la lluvia era sólo un pretexto cualquiera. Ella no sabía qué iba a hacer en ese momento, su decepción y su tristeza eran tales que no pensaba con claridad ni coherencia, pero no tuvo mucho tiempo de razonar porque, cuando apenas llevaba recorridos algunos metros, Genzo la alcanzó y la detuvo tomándola por su hombro derecho.
Gracias al Cielo por la lluvia, que disfrazaba sus lágrimas. Lily no esperó respuesta y echó a andar otra vez.
Lily se detuvo en seco (en sentido figurado, obviamente, porque literalmente estaba más empapada que ropa en lavadora), y miró a Genzo con ojos como platos. ¿Sanae Ozhora? Por supuesto que sabía quién era ella, él se lo había contado miles de veces.
Pocas cosas sabía Lily sobre el padre de Genzo Wakabayashi, Akira, un ocupado empresario que se la pasaba viajando por el mundo, y la más importante de ellas era que éste y su hijo llevaban una relación distante, es decir, que si se veían una vez por año era mucho. Así mismo, Lily no tenía conocimiento de que el señor Wakabayashi hubiese visitado a su hijo alguna vez, ya que habitualmente era Genzo quien viajaba a Japón para ver a su familia.
Lily soltó una exclamación de sorpresa, al tiempo que sentía que los colores le subían al rostro. Genzo soltó una imprecación en su idioma y movió la cabeza de un lado a otro.
La joven castaña cerró los ojos y dejó que el agua de lluvia escurriera por su rostro, limpiándola de cualquier emoción negativa. De pronto, ella se sintió estúpida y mojada, y sólo deseaba poder tomar un taxi y marcharse a un lugar seco, el que fuera.
Sin esperar contestación por parte de ella, el portero le pasó un brazo por el hombro a la joven doctora y la llevó hasta donde se encontraba su automóvil, sin soltarla durante todo el trayecto. Lily estaba tan empapada que lamentaba mojar los recubrimientos de piel del lujoso BMW negro de Genzo, pero él prácticamente la empujó para que subiera al coche. Sin embargo, a medio trayecto hacia la zona en donde vivía Lily, la lluvia arreció aún más haciendo casi nula la visibilidad. El portero entonces manifestó que lo mejor sería que fuesen a su departamento (que se encontraba a pocas cuadras de distancia) a secarse y a esperar a que se calmara la tormenta, algo con lo que Lily estuvo de acuerdo.
Una vez en el departamento de Genzo, sin embargo, éste pudo constatar que el edificio y los inmuebles aledaños estaban sin luz eléctrica, y según los reportes de los vecinos, los encargados de este servicio no podían hacer mucho al respecto mientras continuara la lluvia, ya que había habido un problema con un transformador y el agua les impedía trabajar en ello.
La noche dejó caer repentinamente su manto, amparada por la cortina de lluvia que no cesó en ningún momento. Mientras Genzo encendía la chimenea y sacaba un colchón inflable para tenderlo frente a ella, Lily se refugió en el cuarto de baño para secarse y desprenderse de sus ropas mojadas. Un rato después, cuando el portero salió de su habitación, ya seco y cambiado, vio a la doctora sentada en el colchón vistiendo una de las camisetas viejas de Genzo, que dejaba al descubierto sus torneadas piernas. Wakabayashi no pudo evitar que sus ojos siguieran el contorno de esos muslos tersos y bronceados, ni que su mirada se desviara después a las curvas que se insinuaban tras la camiseta.
Genzo no pudo evitar notar que, al parecer, Lily estaba casi desnuda bajo la camiseta, a juzgar por el contorno de sus senos, que saltaron bajo la tela que los cubría cuando ella se levantó. Una vez más, él tuvo que desviar la mirada para evitar pensar cosas que estaban fuera de contexto.
Lily supo después, mucho después, que todo lo que ocurrió esa noche fue gracias a la copa de vino tinto que Genzo le sirvió con la cena para ayudarla a calentarse. La cantidad de líquido que la joven bebió no fue suficiente para emborracharla, por supuesto, pero sí la desinhibió lo necesario para que ella pudiera hacer cosas que llevaba mucho tiempo queriendo hacer pero que no se había atrevido a hacerlas, por timidez o por creer que él no lo aprobaría. Después de comer los alimentos que Genzo había preparado (y de beberse el vino), él y Lily se acomodaron frente al fuego, hablando de todo y a la vez de nada, en el tipo de pláticas que hay entre dos personas que tienen tanta química entre ellos que cualquier tema es bueno para tratar y en donde los silencios no resultan incómodos. En algún punto, sin embargo, el tema se desvió al padre de Genzo y su propuesta de matrimonio, pero el portero no deseaba hablar sobre ello.
Ella estaba muy cerca de él, sentada con sus piernas desnudas recogidas a un lado, apoyada sobre su brazo derecho, con su larga cabellera castaña, apenas húmeda, cayendo sobre su espalda y formando pequeñas ondulaciones en las puntas. Los ojos chocolate de Lily brillaban debido al fuego y al vino, con una luz diferente y especial que Genzo siempre veía en ellos cada vez que la chica fijaba su mirada en él.
Lily no se hizo hacia atrás cuando Genzo se acercó a ella y rozó su boca con sus labios tibios; todo lo contrario, la chica cerró los ojos y acopló su boca a la de él, dejando que su lengua explorara en su interior. El portero abrazó con fuerza a la doctora, atrayéndola hacia él y envolviéndola en el calor de su cuerpo, llenándose a su vez del aroma que exhaló esa suave piel femenina que se escondía bajo la camiseta. Cuando se separaron ambos estaban sin aliento, pero ninguno de los dos deseaba dejar ahí el asunto, de manera que en cuanto se sintieron recobrados volvieron a unir sus labios en un beso apasionado.
Un calor casi desconocido para Lily la invadió dentro de sus muslos, sintiendo que algo se exprimía muy dentro suyo, cuando Genzo comenzó a acariciarle las piernas primero, los mulos después y al final acabó metiendo la mano bajo la camiseta. Ahí fue cuando Wakabayashi pudo comprobar que, efectivamente, Lily estaba prácticamente desnuda, pues sólo llevaba puestas sus pantaletas. A cada centímetro de piel que el joven tocaba sentía que muy dentro de él se encendía una conocida llama, con una fuerza que casi lo arrojó al umbral de una pasión descontrolada. Sin embargo, Genzo sabía que, aunque él tenía sentimientos de atracción muy fuertes por Lily (y que ella también los tenía por él), no había habido entre ellos algo que le permitiera saber al joven qué tan lejos estaba dispuesta a llegar la muchacha en esa noche tan propicia para soltar al deseo, y fue hasta ese momento cuando él se dio cuenta de cuánto la quería. Genzo se hizo hacia atrás, al finalizar el último beso, y trató de encontrar una frase para explicar que una parte de su cuerpo le reclamaba ferozmente que debía seguir adelante, pero que su cerebro le exigía aclarar algunas cosas primero porque no deseaba perderla por un malentendido, pero entonces Lily hizo algo que ni ella misma esperaba: tomó la iniciativa.
Sin pensarlo mucho, en cuanto Genzo se separó, Lily volvió a acercarse a él para quitarle la camiseta que llevaba, dejando su tórax al descubierto. Las manos de la chica acariciaron los músculos del portero, y sus labios recorrieron su pecho y su abdomen con una avidez que a ella misma le sorprendió. Genzo no necesitó otra señal para entender que ambos deseaban lo mismo, ya que las caricias fervientes de Lily convirtieron la llama en un fuego intenso que ardía sin control.
Rápidamente, Genzo se apresuró a despojar a Lily de su camiseta y de su única prenda íntima, mientras las manos de ella hacían lo propio con la ropa que él aún traía puesta. Sus labios ávidos se unieron en besos apasionados, sus manos se ocuparon en caricias ardientes y sus cuerpos se humedecieron gracias a ese fuego encendido que crepitaba en la chimenea y dentro de sus propios cuerpos. Lily se recostó en el colchón, gimiendo de forma casi incontrolable, mientras la lengua de Genzo exploraba en zonas que habían sido vedadas a muchos otros hombres. Ella no pudo evitar soltar un grito agudo que cortó el aire como un cuchillo, cuando la explosión la invadió desde dentro y se extendió a cada rincón de su ser, y antes de que pudiera siquiera recobrarse de esa agotadora sensación, Genzo se recostó sobre ella y comenzó a amarla de verdad, fusionándose con el cuerpo femenino al entrar en él, dejando que los movimientos de sus caderas llevaran la pauta. Lily se transportó a un universo de sensaciones como nunca antes había conocido, y no pudo evitar susurrar el nombre de Genzo, entre mordidas de labios y jadeos de placer, para caer nuevamente a ese abismo que irónicamente la hizo tocar el cielo, al tiempo que el portero incrementaba la velocidad de sus movimientos para alcanzarla en ese paraíso del placer al que él mismo la había arrojado…
Cuando ella despertó, lo primero que sus ojos chocolate vieron fue su propia mano, la cual estaba cubierta por una mano masculina cuyos dedos fuertes acariciaban los delgados dedos de la chica. Durante unos instantes, Lily no entendió por qué un hombre sostenía su mano así al dormir, ni por qué ese mismo hombre soltaba su tibio aliento en su nuca, ni por qué la sujetaba con el otro brazo colocado alrededor de su cintura, hasta que cayó en la cuenta de que se encontraba desnuda, cubierta apenas por una manta que alguien había puesto sobre ella. Aturdida al recordar lo sucedido previamente, Lily se sentó de un golpe, tratando de cubrir su pecho desnudo con la cobija, al tiempo que miraba a su acompañante con una expresión de vergüenza infinita, en esos momentos en los que los efectos del alcohol habían abandonado su cerebro.
Pero en cuanto Lily hizo el intento de levantarse, él la tomó por un brazo y la atrajo hacia su cuerpo, envolviéndola con la manta y con sus propios brazos.
Ella podía sentir cómo la sangre teñía su rostro de escarlata, y cerró los ojos cuando Wakabayashi se acercó a besarla una vez más, haciéndola olvidar su vergüenza. Él la besó de una forma más intensa y menos pasional, de una manera que sólo puede provenir del amor y no del deseo. Lily le devolvió cada uno de sus besos, preguntándose cómo era que no se había dado cuenta antes de que la admiración que veía en los ojos de Genzo era en realidad algo muy cercano al amor.
Genzo volvió abrazar y a besar a Lily, para recostarla después sobre el colchón y hacerle el amor una vez más. La noche era larga y fría, y ambos jóvenes necesitaban del calor de sus cuerpos ardientes, llenos amor, locura y deseo.
Ésa fue la primera de muchas noches que Genzo y Lily pasarían juntos en ese departamento, la primera de muchas noches en las que ambos compartirían sus cuerpos y su amor mutuo. La primera noche de toda una vida que habrían de vivir juntos.
A pesar de todo.
Fin.
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