El Ruido | By : Ameban Category: Spanish > Anime Views: 872 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: I do not own the anime/manga that this fanfiction is written for, nor any of the characters from it. I do not make any money from the writing of this story. |
Esta historia viene gracias a una conversación tenida
con Rowena y Phizzy-chan acerca de la naturaleza pétrea del cuerpo de Zel y
las consecuencias que eso podría tener. La cosa degeneró hasta convertirse en
este fic y finalmente me propuse escribirlo. Debo agradecer a ellas dos que
me ayudaran a hacerlo, y especialmente a Phizzy-chan por revisar la versión
original en inglés.
Como siempre, “Slayers” no es propiedad mía sino del Sr.
Kanzaka, Araizumi, Tokyo TV SOFTX y la Kadokawa Shoten. Esto es solo para pasar
el rato.
= EL RUIDO
=
El campamento estaba en silencio, o al menos tanto como debería estarlo.
Como siempre, una vez más Lina y Amelia volvían a compartir su tienda de campaña
mientras que los chicos hacían lo propio en otra tienda. Firia estaba fuera,
en alguna parte, ocupada con ciertos deberes de sacerdotisa en los que los demás
no podían intervenir ni tenían nada que ver. Por otro lado Xelloss tampoco estaba
por allí ni tampoco se había dejado ver, lo que no resultaba especialmente raro.
Eso hacía… que el grupo estuviera más callado que de costumbre, ya que
ni Firia estaba gritando cosas tipo “Debemos ponernos en marcha AHORA” y Xelloss
tampoco estaba poniendo de los nervios a todos, especialmente a Firia, mientras
les manipulaba.
Realmente el ambiente estaba muy silencioso.
---Casi.
Amelia había compartido tienda y habitación con Lina en muchas ocasiones, así
que sabía muy bien que Lina no resultaba silenciosa ni tranquila cuando dormía.
La pelirroja tenía mucho genio y lo perdía incluso cuando dormía, así que muchas
veces Amelia terminaba comiéndose los pies de Lina o cualquier cosa parecida
porque era incapaz de estarse quieta. Para su disgusto, Amelia recordaba que
en una ocasión se vio obligada a tener que “atar” a Lina a la cama para que
se estuviera lo suficientemente quieta y poder ella dormir… Pero también recordaba
lo furiosa que se puso Lina con ella cuando se enteró.
A pesar de sus intentos, Amelia vio que no podía hacer nada para dormir con
el escándalo que armaba Lina. Y cuando Firia o Xelloss volviesen, la situación
sería todavía más cansina. Tenía que poder dormir “ahora”.
Mientras intentaba lograrlo, Amelia pensó que Zelgadiss, de alguna forma, era
afortunado. Puesto que era un ser artificial, una quimera, él no tenía que preocuparse
a menudo por cosas como “estoy hambriento” o “tengo sueño” ya que era bastante
resistente. Lo único que realmente le hartaba eran Xelloss, los mazoku en general,
las locas e irresponsables ideas de Lina y las disputas sobre la mesa de la
comida. Se podría decir que a Zelgadiss, en general, le disgustaba todo lo que
fueran peleas y discusiones, incluso aunque no tuvieran relación directa con
él.
Así que ahora mismo se encontraba montando guardia en el campamento, vigilando
cualquier movimiento sospechoso. Zelgadiss estaba muy acostumbrado a ese tipo
de tareas ya que al haber sido el berserker de Rezo, tenía un buen entrenamiento.
Eso les proveía de un buen vigilante.
… Fue entonces cuando comenzó el ruido.
Era rasposo, chirriante, bastante repetitivo… y molesto.
Amelia pudo oírlo perfectamente cuando se despertó de nuevo por culpa de Lina
y sus constantes ruidos y movimientos. Trató de volver a dormir, pero el constante
ruido no hacía las cosas más fáciles, sino que le taladraba los oídos insistentemente.
Al principio no reconoció ese sonido; resultaba raro y ciertamente no era de
ningún animal nocturno tales como ratones, búhos o zorros; y sí resultaba
ser algo peligroso, Zelgadiss se habría encargado del asunto o les habría advertido.
Y si eventualmente él no hubiese podido hacerse cargo, el resto le habría ayudado.
Así que definitivamente tenía que ser otra cosa.
Finalmente Amelia acabó por identificar ese chirrido. Era el mismo ruido que
Gourry o Zel hacían cuando afilaban sus respectivas espadas, muy similar al
chirrido que se produce cuando se restriega una piedra por la hoja de una espada
para afilarla. Amelia no se sorprendió de no haberlo reconocido antes, ella
no estaba familiarizada con las espadas ni las armas en general ya que las odiaba;
pero sí recordaba haberles visto afilar sus armas con una piedra, y en el caso
de Zelgadiss, incluso con su propia piel cuando no había a mano ninguna buena
piedra para tal uso.
-Zelgadiss debe estar afilando su espada…- murmuró sintiéndose más relajada.
Y de esa forma acabó por dormirse.
***
Cuando por fin amaneció y todos
salieron de sus tiendas de campaña, se encontraron con un extraño escenario.
A Lina no le gustaba particularmente tener que madrugar, así que cuando se levantó,
vio que los demás ya estaban todos en pie y mirando con atención a su alrededor.
El escenario era… divertido, y todos ellos lo observaban con asombro.
-¡Ey!- exclamó la hechicera pelirroja, -¿Pero qué ha pasado aquí? ¿Es que ya
ha vuelto Firia?- preguntó.
-No, ella aún no ha vuelto, Lina.-contestó Gaury con expresión confusa.
-Entonces, ¿por qué está todo carbonizado?- preguntó la hechicera,-¿Seguro que
no ha sido ella y sus modales de dragón furioso?-
Tal era la razón, todo estaba carbonizado, tomo menos el terreno que rodeaba
las tiendas de campaña y principalmente alrededor del tronco caído donde Zelgadiss
había estado montando guardia esa noche. La vegetación estaba quemada, no del
todo pero sí resultaba obvio que había ardido por un fuego mayor que la fogata
que prendieron la noche anterior. Y no solo eso, también estaba recubierta por
una fina capa de hielo.
-Zelgadiss… ¿Se puede saber qué ha pasado aquí esta noche?- preguntó Lina con
cierto tono imperativo, -¿Ha habido algún problema? Yo no oí nada.-
-Ha sido por mi culpa.- contestó el aludido sacudiendo las cenizas de sus ropas,
- Descuidé el fuego y todo comenzó a arder… No sabía cómo apagarlo, así que
tuve que usé el conjuro del “Freez Britz.”-
Amelia percibió que Zelgadiss parecía bastante afectado pero no pudo preguntar
nada porque Lina se le adelantó.
-¿Usaste el “Feez Britz” para apagar el fuego?- exclamó Lina, -¿No crees que
es un conjuro demasiado potente para algo así?-
-…No. Era la única forma que tenía de apagar las llamas.- bufó Zelgadiss,- ¿O
hubieses preferido que se quemaran las tiendas?- exclamó medio furioso, medio
avergonzado.
Ahora Amelia podía decir que Zelgadiss estaba afectado porque él no sabía cómo
hacer algo tan sencillo como apagar un fuego y solo pudo recurrir a un hechizo
potente. La cuestión es que Lina comenzó a reírse a carcajadas.
-¡Lina, no deberías hacer eso!- exclamó la sacerdotisa, - … ¡Apuesto a que tú
también has echado a arder un montón de bosques por lanzar Bolas de Fuego a
lo loco! ¡No puedes burlarte de Zelgadiss solo porque haya tenido un error!-
-Pues es verdad.- puntualizó Gaury, -Amelia tiene razón, Lina… Cada vez que
pasamos por algún sitio con mucha gente, al final siempre hay algo que se poner
a arder por tu culpa.-
-¡Pero bueno! ¡Estamos hablando de lo que ha pasado aquí!- se quejó Lina, -¡Dejad
de hablar sobre el uso que hago de mis hechizos!-
Amelia lo dejó pasar, sabiendo que las cosas se podían poner más feas si seguían
discutiendo sobre ese tema. Sin embargo Gaury sí que intervino.
-Bueno, vale, pero hay un par de cosas que me gustaría saber.-
-¿Huh?... ¿Y qué son?- preguntó Lina.
-Me gustaría saber qué es eso del Congelar cosas que decís.-
Lina le miró entre divertida y desesperada.
-Lo que pasa es que Zelgadiss ha usado un conjuro de agua muy potente, el “Freez
Britz”, que es como una bola de fuego pero en este caso de hielo.-
-Ah, ya veo.-
-¿Y cuál es la otra pregunta?- inquirió Lina.- Ya sé que me voy a arrepentir
de preguntar, pero bueno…-
-Ah, sí… ¿Y la bolsa de la comida? ¿Se ha quemado también?-
Lina parpadeó, dándose cuenta poco a poco de lo que ocurría.
-... Es que ahora la bolsa está negra.- explicó Gaury señalándola con un dedo
y realmente parecía estar carbonizada.
-¡¡AAAAAAARGH!!-
El grito de Lina se oyó por todo el bosque.
***
Más tarde el grupo siguió su camino
a través de la vereda del bosque, uno formado principalmente por pinos y quejigos.
Como anteriormente no había ni rastro de Firia ni de Xelloss, y tampoco de bandidos,
así que el viaje estaba resultando bastante tranquilo. Aunque, por supuesto,
Lina seguía molesta por lo ocurrido con la bolsa donde iban las provisiones,
así que no dejaba de lanzar comentarios hirientes hacia Zelgadiss y su incompetencia.
El aludido, en cambio, los ignoraba ya que estaba acostumbrado al temperamento
de Lina y no haría nada hasta que Lina hiciera algo que realmente le molestara.
Tanto Lina como Amelia sabían que si Zelgadiss realmente se enfurecía por algo,
el temperamento de ella no serviría de mucho.
Sin embargo Amelia sí que notó algo. De alguna forma Zelgadiss sí parecía estar
molesto por lo ocurrido esa noche, lo que resultaba algo raro viniendo de alguien
que no solía lamentar nada, y menos si no era demasiado importante. Tal vez
la razón es que Zelgadiss se había sentido un incompetente por no poder hacer
algo tan sencillo como apagar un fuego sin tener que recurrir a un hechizo poderos
de la categoría del “Freez Britz”. Si era eso, al final resultaría que Lina
estaba en lo cierto.
Pero, de alguna forma, Amelia pensaba que Zelgadiss había mentido; realmente
el fuego que había echado a arder el campamento la noche anterior debía ser
por un descuido suyo, pero tenía la impresión de que debía haber algo más. Amelia
sabía que Zelgadiss había estado afilando su espada, así que ¿cómo podía ignorar
un fuego peligroso estando sentado justo enfrente? De ninguna manera Zelgadiss
era tan despistado.
Definitivamente algo más debió haber ocurrido.
***
Ya habían pasado dos días
de aquello y ni Firia ni Xelloss habían hecho acto de presencia. Eso tampoco
era una noticia muy relajante porque el mazoku muy bien podía estar escondido
de sus ojos y estar jugando con ellos y sus actos. Bueno, podía ser eso o podía
ser que él (o mejor dicho, “ello”) estuviese donde quiera que Firia hubiese
ido, molestándola.
Al menos eso significaba que el grupo podía estar tranquilo por un rato, y al
final eso era lo que contaba.
Los habituales problemas se sucedieron una y otra vez durante esos días. Lina
no cesaba de pedir comida, (especialmente después de haber perdido la bolsa
con las provisiones), pedir freír a bandidos, coleccionar monedas y clasificarlas
de acuerdo a su valor, etc… Gaury siempre iba tras ella, cubriendo sus pasos
de forma casi instintiva y peleando por la comida con ella. Zelgadiss tratando
de ignorarlos y encontrar alguna pista sobre su cura, aunque poco podía hacer
cuando allí no había más que árboles. Y finalmente Amelia trataba de disfrutar
del viaje, poner paz entre ellos y vivirlo con felicidad.
Al verla, Zelgadiss no podía evitar sentir envidia de ella. Él sabía que la
sacerdotisa no era tan feliz como aparentaba, que también lamentaba muchas cosas
de su vida. Cosas como haber matado a su propio tío Randy (el príncipe Randione),
haber luchado contra su primo Alfredo, perdido a su hermana mayor y gobernar
uno de los países más poderosos del interior de la Antigua Barrera. A pesar
de todo eso, la forma en que ella pretendía vivir, siempre feliz y llena de
energía, hacía que Zelgadiss la envidiara. No que sintiera celos de ella, sino
solo envidia, que no es lo mismo.
Al verla saltar de alegría sobre el camino de tierra, se sintió invadido por
ella, tanto en el sentido físico como en el espiritual. Incluso si a primera
vista ella no era “su tipo”, sobre todo cuando todavía era humano, ella podía
despertar grandes emociones en él.
Por supuesto Amelia no era la única en sufrir por culpa de sus familiares. Zelgadiss
no sabía qué había ocurrido con sus padres, apenas los recordaba, y por lo que
sabía, habían muerto en un accidente. Fue Rezo quién se ocupó de él tras el
accidente y quién le había explicado lo ocurrido. Pero las manipulaciones de
Rezo, o mejor dicho, el control de Ojo de Rubí sobre su bisabuelo, habían hecho
que Zelgadiss se convirtiera en su berserker particular, y eso él lo odiaba.
Sin embargo él sabía que sí podía culpar a Ojo de Rubí por lo ocurrido y no
a Rezo… pero Amelia, en cambio, no podía hacerlo ya que los culpables eran totalmente
humanos. Ahí radicaba la diferencia.
Por esa razón la necesitaba, incluso si no lo admitía.
De repente Amelia dio un traspié y calló hacia atrás. Habría golpeado el suelo
pero Zelgadiss fue más rápido y la sujetó a tiempo. No era la primera vez que
él la sujetaba pero la caída había sido tan tonta que Amelia se sintió ridícula.
-…Gracias Zelgadiss.- exclamó ella medio avergonzada.
La quimera la miró gravemente.
-¿Se puede saber qué te pasa?- preguntó.- Solías ser bastante torpe pero esto
es demasiado incluso para ti… Y no había nada con qué tropezar.-
Amelia puso una fea mueca; normalmente eran Lina o Gaury quienes se quejaban
de su torpeza y no Zelgadiss. Además, él estaba en lo cierto, ella solía ser
bastante torpe pero ya había comenzado hacía tiempo a superarlo.
Sin esperar más respuestas, la ayudó a incorporarse.
-Es… es que hoy no me siento muy bien, me faltan las fuerzas.- musitó la sacerdotisa
de blanco.
Para entonces Lina, seguida de cerca por Gaury, ya les habían alcanzado.
-¿Estás bien, Amelia?-preguntó Lina pese a lo inútil de la pregunta. Ella sabía
bien que Amelia era muy fuerte pero también muy torpe, aunque no había nada
malo en preguntar.
Amelia clavó la mirada en los grandes ojos redondos de su amiga, tratando de
decirle algo con ese gesto, pero la pelirroja pareció incapaz de entender.
-Yo… hoy me siento muy débil, Lina.- contestó con un hilo de voz.
-¿Huh?- exclamó Lina.
-Creo que está tratando de decir que está con el periodo, Lina.- contestó Gaury
de repente.
Ambas mujeres dieron un respingo, ninguna se había esperado su intervención.
-… Por eso dices que estás débil, ¿a que sí?- añadió el espadachín rubio.
-Sí, Gaury, estás en lo cierto.- contestó Amelia en tono feo, -No podré usar
mi magia por un tiempo.- añadió.
-¡Pues qué bien!- exclamó Lina, - ¿Y por qué ahora? ¡Tenemos que estar listas
para la próxima vez que aparezca Vargaarv! ¡No podemos bajar la guardia!-
-Siempre es así, Lina.- replicó Amelia, -Primero te toca a ti y después a mi...
Y es mejor así porque siempre quedará una de nosotras capaz de usar sus hechizos.-
-Lo que sea.- exclamó Zelgadiss de repente.- Discutir sobre nuestra condición
física no nos permitirá ganar contra Vargaarv o quién sea.- volvió la vista
hacia Amelia, -Y tú, Amelia, deberías estarte quieta y evitar movimientos peligrosos.-
Amelia se sorprendió por su comentario, tanto o más que Lina. Ambas sabían que
Zelgadiss conocía bien las circunstancias de las hechiceras y sacerdotisa cuando
ellas estaban con el periodo, pero nunca había mostrado preocupación alguna
por ese tema. Sin embargo, sorprendentemente, ahora sí parecía estarlo por Amelia.
Lina sacudió la cabeza y volvió sobre sus pasos para hacerle una advertencia
a Gaury.
-Deberías tener más cuidado con lo que dices.-
Mientras, la sacerdotisa de oscuros cabellos miró a Zelgadiss confundida.
***
Esa noche encontraron una cabaña
de pastores abandonada y que además estaba situada junto a una fuente natural.
Tenía un cañón de chimenea donde hacer una lumbre y sobre la que colgar un caldero
de bronce, varios candiles y dos camastros cubiertos de paja podrida. No era
lo mejor pero sí que dormir al sereno.
El grupo de puso en marcha y comenzó a limpiar la sala de porquería, paja podrida
y telarañas, al menos lo suficiente como para hacerlo más habitable. Finalmente
un fuego ardió en el hogar de la chimenea y allí pudieron hacer un sencillo
guiso de vegetales y fiambres con los que poder cenar caliente. Eso era lo bueno
sobre las cabañas de pastores, siempre estaban provistas de lo básico para poder
sobrevivir ellos y sus ovejas y cabras.
Cuando terminó de cenar, Lina depositó su cuenco vacío sobre una rudimentaria
mesita de madera que se sostenía sobre 3 patas.
-Bueno, Zel… esta noche te toca a ti montar guardia.- anunció con una sonrisa.
-¿¡Cómo!?- exclamó, -¿Y por qué yo?-
- Creo que es obvio.- respondió Lina cándidamente.- Yo lo hice la noche
pasada y anteanoche le tocó a Gaury… así que ahora te toca a ti.-explicó.
Zelgadiss parpadeó. A pesar de su actitud infantil, en ocasiones Lina estaba
en lo cierto. Instintivamente se volvió hacia Amelia.
-Yo no.- contestó ella, -Como ya dije, estoy en el periodo, así que no puedo
usar mi magia y necesito descansar.-
-¡Mujeres!- gruñó Zelgadiss, -¡Siempre conseguís liarme!-
-Esa es nuestra desgracia, Zel- intervino Gaury, -Nosotros, los hombres, siempre
tenemos que obedecer los caprichos de las mujeres… especialmente cuando son
de mujeres como Lina.-
-¡Ey!- exclamó la aludida.
Amelia no pudo evitar sonreír; Gaury había llamado “mujer” a Lina, y no “niña”
como cuando al principio de su relación. Realmente la relación de ambos había
evolucionado mucho.
Mientras, Zelgadiss se había puesto en pie y había dejado su cuenco vacío sobre
la misma mesa que Lina.
-De acuerdo, lo haré- gruñó. –Pero lo haré por Amelia y no porque tú lo hayas
ordenado, Lina.- señaló mientras abrochaba su cinturón con la espada en torno
a sus caderas.
Y diciendo esto, giró sobre sus talones y salió por la puerta abrochándose la
capa.
-¡Grfm!- le oyeron gruñir, -Por una vez que puedo dormir sin que me molesten
el mazoku ni Firia…-
A pesar de sus palabras, Amelia sonrió. Sabía que lo hacía por ella.
***
¡GROMP!
Lina había arrojado un brazo sobre
la cara de Amelia. Como la cabaña solo tenía dos camastros, Lina y Amelia se
vieron obligadas a tener que compartir el mismo mientras que Gaury dormía solo
en el otro y Zelgadiss montaba guardia en el exterior. Si Amelia hubiese tenido
que elegir, hubiese preferido dormir junto a Gaury que era mucho más tranquilo,
pero el mercenario también era un caballero y no lo hubiese permitido… O tampoco
lo hubiese hecho por evitar disgustos con una furiosa Lina, molesta por ver
que Gaury le permitía semejantes confianzas a Amelia en lugar de a ella misma.
Como resultado las dos jóvenes habían acabado compartiendo lecho mientras que
Gaury dormía solo tranquilamente, y eso hacía que Amelia fuera incapaz de conciliar
el sueño. Su vientre no dejaba de dar retorcijones y encima Lina no paraba quieta
un momento sin dejar de murmurar cosas acerca de la comida o de nuevos conjuros.
Amelia sabía que la gente también decía que ella hablaba en voz alta en sueños,
pero estaba segura de no ser tan ruidosa como Lina.
El colmo fue cuando Lina estampó su brazo sobre la cara de Amelia.
-¡Estoy cansada de esto!- exclamó la sacerdotisa alzándose sobre los codos mientras
apartaba el brazo de Lina, quien no hizo queja alguna. Amelia la miró con disgusto,
sabiendo que nada de lo que hiciera serviría de algo.
Además, justo en ese momento volvió a sufrir un nuevo retorcijón.
-¡Oow!- se quejó.
Sintiéndose mal, se incorporó del camastro y salió de allí, echándose sobre
los hombros su capa de color blanco crema. La cabaña no tenía nada parecido
a un servicio o un baño y ella tenía que asearse un poco; la única forma que
tenía de hacerlo era en la fuente natural que había fuera, junto a la cabaña.
Le diría a Zelgadiss que estaba bien y que solo necesitaba un poco de aire fresco
y ya está. Luego, cuando volviese, ya estaría lista para otra ronda mano-a-
mano con Lina.
La ruinosa puerta de madera crujió al abrirla. Fuera, el campo estaba totalmente
a oscuras, salvo por la luz de la luna y las estrellas; el aire estaba fresco
y hacía un poco de frío, y podía sentir a los grillos y otros seres nocturnos
alrededor. Era normal que Zelgadiss no hubiese conjurado un hechizo de “Luz”
para iluminarse, su vista era lo bastante aguda como para no necesitarlo y cualquier
tipo de luz allí habría atraído la atención de alguien. En pocas palabras, no
era necesario.
Sin embargo Amelia valoró la posibilidad de usar el hechizo de “Luz” para alumbrar
el camino en el exterior ya que sus ojos humanos no tenían la misma visión aguda
que los de Zelgadiss, pero no podía hacerlo a causa de su condición física y
que su capacidad mágica no era tan potente como la de Lina.
Preguntándose qué hacer para llegar a la fuente, volvió a oír ese ruido.
El mismo ruido chirriante de hacía dos noches.
“¿Huh? ¿Estará Zelgadiss afilando de nuevo su espada?” se preguntó la
sacerdotisa, “Zelgadiss no la ha usado estos días, ¿por qué la habría de
afilar de nuevo? ¿Acaso está aburrido?” Aunque Amelia no sabía gran
cosa sobre ese tema, no pensaba que fuese necesario afilar tan a menudo una
espada; incluso Gaury, que era quién más debía saber sobre espadas, no lo hacía
tan a menudo.
La sacerdotisa movió la vista alrededor de la cabaña pero solo podía distinguir
el chirriante ruido; y para su preocupación, tampoco pudo ver a Zelgadiss.
El hechicero-quimera era fácilmente reconocible en medio de la noche. Sus ropas
casi blancas y sus brillantes cabellos malva-plateados lo hacían muy distinguible
en la oscuridad, siendo así un objetivo fácil. Por supuesto no podía evitar
el problema de su pelo, pero sí que ignoraba el de sus ropas. Amelia sabía que
a Zelgadiss le gustaban los colores claros, como a ella, pero tampoco parecía
preocuparse por los problemas que eso pudiera conllevar al tener sus ropas de
ese tono.
En cualquier caso, ¿dónde estaba Zelgadiss?
Ignorando los retorcijones de su vientre, Amelia miró alrededor tratando de
encontrar el origen de ese ruido. Podía oírlo pese a no ver a Zelgadiss, y parecía
provenir de algún punto tras la cabaña, justo en dirección contraria a su trayecto
ordinal. Una vez localizado, comenzó a caminar en esa dirección.
La sacerdotisa caminó a través de los arbustos y árboles bajos en dirección
al origen del molesto ruido. Para entonces su vista ya se había adaptado a la
oscuridad y podía distinguir las formas negras de los objetos sobre un fondo
azul oscuro, y ya no era todo negro sobre negro como al principio. De esa forma,
si había algo peligroso alrededor, lo descubriría.
Entonces, junto al sonido rasposo, pudo distinguir la voz de Zelgadiss pese
a sonar apagada. ¿Acaso estaba hablando con alguien? ¿Habría vuelto ya Firia
con ellos? … Lo que era seguro es que no se trataba de Xelloss porque en ese
caso Zelgadiss estaría gritando, maldiciendo y lanzando bolas de fuego al estilo
Invers en lugar de solo hablar.
Finalmente le encontró.
Zelgadiss estaba sentado sobre el tocón de un árbol, inclinado hacia delante,
con la capa cubriendo casi toda su figura, y sus cabellos plateados brillaban
a causa de la luz lunar. Sin embargo Amelia notó que se había desprendido de
sus dos cinturones, tanto el de la túnica como el que usaba para llevar la espada,
la cual reposaba en el suelo a su lado. Eso era algo extraño viniendo de alguien
que dormía con la espada al lado de la almohada, siempre listo para la acción.
Pero lo más sorprendente eran las chipas amarillas que surgían de… él, y que
salpicaban a su alrededor. Acompañando a ese chisporroteo, el chirriante sonido
se dejaba oír por todo el lugar, así que era obvio que el origen del sonido
y las chispas eran el mismo. Ambos resultaban muy similares a las que se producían
cuando tanto Zelgadiss como Gaury afilaban sus espadas… o cuando frotaban dos
rocas para producir fuego.
… Y dado que la espada estaba a su lado, no podía ser eso. Así que, ¿por qué
Zelgadiss rozaría dos rocas para producir fuego? No tenía sentido, lo podía
hacer perfectamente con un hechizo, así que posiblemente lo que estuviese haciendo
era afilar sus dagas, esas que llevaba escondidas entre sus ropas.
Pero eso no explicaba por qué estaba murmurando, y además, su voz sonaba como
un gruñido y un gemido.
Amelia tuvo la idea que tal vez estaba herido de alguna forma y era su piel
de piedra la que producía ese sonido. ¿Acaso estaba herido seriamente Y si era
así, ¿por qué frotar su herida? ¿Por qué no pedirle ayuda a Lina o a ella misma
para que le atendieran? Pero eso tampoco tenía sentido dado que Zelgadiss conocía
el “Recovery”… ¡ella misma se lo había enseñado! Así que tampoco podía ser que
estuviese herido. Por otro lado, sus gemidos y gruñidos no parecían de dolor…
sino de placer.
Amelia sintió que sus mejillas se ruborizaban cuando vio que Zelgadiss en realidad
gemía de placer.
Y eso sí que era raro.
Que recordaba, esa era la primera vez que le oía producir semejante sonido.
Incluso auque a él le gustaba la buena comida y relajarse en compañía del resto
del grupo, él nunca era tan ostentoso en demostrarlo.
Pero ahí estaba…
¿Por qué?
Justo cuando Amelia estaba empezando a averiguarlo, observó cómo él se echaba
hacia atrás dejando que ella pudiera distinguir su figura más claramente. Ahora
podía ver que tenía los ojos cerrados y su mano derecha a la altura de las caderas,
entre sus muslos… justo el mismo lugar de donde surgían las chispas. Entonces
Zelgadiss alzó la mano izquierda y se la mordió sin hacerse daño con sus afilados
colmillos.
Ahora podía ver que estaba gimiendo al mismo ritmo que surgía ese molesto chirrido
y su mano derecha se sacudía nerviosamente. No podía verlo claramente, estaba
demasiado oscuro, pero sí pudo distinguir el extremo de una roca que parecía
estar afilando con la palma de la mano, y no el filo de una daga. Pero no dejaba
de mover su mano arriba y abajo como si la estuviera afilando. ¿Qué estaba haciendo
entonces? ¿Pretendía poner la piedra en su espada? Pero en ese caso, ¿Por qué
mantenía cerrados sus ojos y no dejaba de gemir?
En ese momento entreabrió la boca y murmuró en ese mismo tono,
-Vamos... ven aquí… pequeña dama… Lame.-
Tras eso, su gemido se volvió más alto y el movimiento de su mano, a la par
que las chispas, más frenético.
-¿”Pequeña dama”?- musitó Amelia estupefacta, -¿Te refieres… a mí?-
Las mejillas de Amelia se ruborizaron furiosamente cuando se dio cuenta de lo
que estaba pasando, de lo que Zelgadiss hacía. Nunca lo había visto personalmente,
pero sí sabía lo que era después de oír a sus compañeras sacerdotisas del Templo
de Cephied en Seillon hablar sobre el tema.
Ese hombre, un hombre-quimera realmente, estaba haciendo lo que cualquier otro
hombre haría, se estaba masturbando… ¡y parecía pensar en ella! O al menos que
se estuviera refiriendo a alguna otra dama que conociera de algún sitio. Si
ese era el caso, Amelia vio que no le gustaba ninguna de las dos opciones; si
se refería a ella, era… asqueroso; pero si se refería a otra dama, se sentía
celosa.
Afortunadamente para ella, Zelgadiss estaba demasiado concentrado con su asunto
al tiempo que el ritmo de su mano se acrecentaba, a si mismo como las chispas
y sus gemidos; si había dicho algo más, Amelia no se había dado cuenta. La razón
era que su atención se había desviado hacia las chispas que producía; la verdad
es que varias de ellas estaban empezando a provocar fuego en la hierba seca
de su alrededor, y si no se detenía o hacía algo, pronto allí habría una hoguera.
Los ojos de Amelia se ampliaron cuando se dio cuenta de lo ocurrido. Al ser
la piel de Zelgadiss de piedra, la piel de roca de su mano y de su miembro producían
ese ruido y esas chispas al ser frotados uno con el otro furiosamente, y en
realidad eso era lo que había pasado hacía ya tres noches. En ese momento él
estaba haciendo lo mismo y perdió el control de la situación, justo como ahora
que ni siquiera se había dado cuenta de lo cerca que estaba Amelia. El fuego
de esa noche atrás se había producido de la misma forma.
Pensando en lo que había pasado, Amelia dio un paso atrás, suplicando pasar
desapercibida, hasta que finalmente acabó por volver sobre sus pasos. Estaba
tan asombrada que incluso su vientre había dejado de dolerle. Tal vez Zelgadiss
necesitara hacer eso de vez en cuando y desde luego que parecía serle placentero…
el problema era el ruido y el fuego que producían. ¡Vaya! Incluso podía ser
peligroso. Tal vez por eso no lo había visto antes pese a todo el tiempo que
habían viajado todos juntos… incluso en Gaury.
Un momento, ¡Gaury también!
Ahora entendía por qué hacía dos semanas Gaury había parecido con la marca de
un bofetón que Lina le había dado en la mejilla, una Lina que parecía estar
muy avergonzada y que según dijo no quería hablar del tema.
Bueno, al menos eso significaba que Zelgadiss era humano, realmente humano.
Y ahora sabía que muy probablemente pensara en ella.
Amelia guardaría su secreto.
Uno muy interesante después de todo.
*Notas de la Autora:
(1) En el Spin-off de Zelgadiss (“Zelgadiss bajo la Brumosa Luna”) se
menciona que él no sabía cómo apagar un fuego, así que tuvo que usar el “Freez
Britz”. Cogí la idea de ahí.
(2) En una entrevista a Kanzaka, dijo que los padres de Zelgadiss murieron asesinados
por Rezo aparentando un accidente, aunque él no parece saberlo.
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