La primera vez. | By : Aline Category: Spanish > Originals Views: 1397 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: This is a work of fiction. I do not know the celebrity I am writing about. I do not make any money from the writing of this story. |
Resumen: Un joven confundido intentando definir su
sexualidad se topa por accidente con un lugar en el que no debería haber
entrado.
Clasificación: NC-17
Notas del autor: Esta es una historia que se me ocurrió y es la primera que publico
en español en este sitio. Es original.
Advertencia: Esta historia contiene slash, sexo entre
dos hombres, además de temas como drogas
y alcohol. No hay violencia en sí pero
puede ser clasificada como abuso
sexual, incluso violación.
La primera vez.
Reynaldo caminaba por las oscuras calles
sin rumbo fijo, se sentía confundido y desesperado al mismo tiempo. Trataba de convencerse de que todo estaría bien,
que fueran cuales fueran sus preferencias su familia lo apoyaría, sus padres
siempre lo habían apoyado en todo, eran comprensivos y no se fijaban mucho en
prejuicios como la preferencia sexual. Por lo menos no cuando se trataba de los vecinos o de conocidos, la
familia no tenía ningún amigo cercano que fuera homosexual, y estaba seguro de
que nadie en la misma familia había declarado serlo hasta ahora.
Él nunca había visto a su madre
discriminar a nadie, pero tampoco había visto a ninguno de sus hermanos decirle
a uno de sus padres que no estaban seguros de su orientación sexual. Reynaldo se mordió los labios en un gesto nervioso. Él era el mayor, el
primogénito, el ejemplo para sus hermanos. ¿Qué diría
su padre cuando se enterara de que su hijo mayor no estaba seguro de si le
gustaban las mujeres? ¿Cómo lo vería su madre
entonces?
El chico se llevó las manos a la cabeza y
dio un suspiro de cansancio. Toda la semana había estado recordando las numerosas veces que sus
amigos le habían dicho lo increíbles que eran sus padres, lo grandiosa que era
su familia, cómo les gustaría que sus propios padres se parecieran un poco a los suyos, que eran comprensivos y de mente
abierta, que lo apoyaban en lo que fuera… cualquier cosa…
Todo eso no le había ayudado en lo más
mínimo a decidirse a ir con su padre, y confesarle que uno de los maestros de
su escuela le parecía atractivo, que tenía fantasías estúpidas sobre ir a un
bar y besar a un completo extraño. Lo confundía el no saber lo que
estaba sucediendo en su propia cabeza, no quería enfrentarse con su padre, ni
siquiera estaba seguro de que de verdad le gustaban los hombres. No quería
decepcionar a su padre.
Reynaldo alzó la vista y miró a su
alrededor. Ya era de noche, estaba cansado y harto de pensar, de
no saber qué hacer.
Había un bar al otro lado de la acera, el
nombre se le hizo conocido, lo había escuchado anteriormente, mientras
intentaba recordar dónde dos hombres tomados de la mano entraron al bar. Reynaldo frunció el ceño recordando su
charla con una amiga sobre famosos bares gay. Se dirigió
hacia el lugar, tenía curiosidad y quería despejar sus dudas. Antes de entrar verificó si llevaba consigo su identificación,
respiró profundamente y cruzó la puerta.
Miró a su alrededor, era un bar como cualquier
otro, no tenía nada de especial salvo el hecho de que él estaba demasiado
consciente de que las parejas a su alrededor eran del mismo sexo, por un
momento pensó cómo lo verían los demás, un muchacho de 18 años, de cabello
castaño claro que le llegaba un poco más abajo de los hombros, tez moreno
claro, vestido de jeans, camisa y una chamarra verde oscuro. Un chico confundido entrando a un lugar en el que
quizá no debería estar.
Se dirigió hacia la barra intentando
pasar desapercibido y pidió una cerveza. Tomó unos tragos
mientras observaba el lugar, la música era tranquila y las parejas y pequeños
grupos se acomodaban en las pequeñas mesas redondas, dispersas por todo el
local; al fondo se podían distinguir algunos gabinetes privados. La mayoría de los parroquianos eran hombres, pero Reynaldo pudo
distinguir unas cuantas parejas de mujeres, su vista se detuvo unos segundos en
dos hombres de unos 30 años que se besaban apasionadamente en un rincón. Rey se
ruborizó un poco y concentró su atención en su cerveza,
se sentía algo incómodo y fuera de lugar, pero no quería irse aún.
Pasaron unos minutos antes de que tuviera
la sensación de que estaba siendo observado, miró a su alrededor
disimuladamente y notó un grupo de tres recién llegados caminando hacia un
gabinete del fondo. Calculó que no tendrían más de 35 años y por sus ropas parecían
gente acomodada. Uno de ellos estaba volteando
hacia Rey, vestía un Armani
oscuro, tenía el cabello negro, y tez morena; sus ojos negros se toparon con
los ámbar de Reynaldo por un segundo y el hombre sonrió, el muchacho sintió
cómo su cara se encendía y apartó la vista, volviendo a lo que quedaba de su
bebida.
Después de unos minutos, Rey tomó otra
cerveza y después se levantó y se dirigió al baño. Se quedó un rato ahí, pensando en lo
que debía hacer. No se sentía tan incómodo como al principio y se preguntó si
podría conocer a alguien, aunque aún tenía miedo del resultado que pudiera
traer el hecho de que se acercara a otra persona en ese lugar, quizás no estaba
listo aún. Además había observado el movimiento del lugar, y se había dado cuenta de que traía un letrero del tamaño del mundo
anunciando: ‘Joven inexperto y confundido
buscando alguien que lo oriente por favor.’ La idea lo hizo sonreír y
pensar nuevamente en el hombre de ojos negros,
sintiendo el rubor subir por sus mejillas.
Se echó agua en la cara y dio la vuelta
para salir cuando alguien empujó violentamente la puerta para entrar. Era un hombre joven, no mucho más alto que
él, pero si de complexión gruesa, Reynaldo se hizo a un lado para dejarlo
pasar, pero el sujeto fijó sus ojos enrojecidos en él y su cara dibujó una
horrible mueca que pretendía ser una sonrisa.
Rey retrocedió cuando el hombre empezó a
avanzar hacia él, el paso del tipo era algo vacilante y el chico comprendió que
estaba borracho. La pared pronto detuvo la retirada de
Rey y éste se vio cara a cara con el hombre, el cual
lo tomó del brazo y lo obligó a acercarse un poco más. Rey hizo una mueca de
disgusto al percibir el aliento alcohólico y podrido de la persona frente a él
y trató de alejarse, pero dos fuertes manos en sus
brazos se lo impidieron, la voz ebria llegó a sus oídos.
– Hey, hey!
¿Qué hace un chico como tú tan solo en
este lugar?
– ¡Suélteme!
Reynaldo empujó al hombre con fuerza y consiguió alejarlo
unos pasos de sí, solo para encontrarse con una navaja suiza frente a sus ojos,
el hombre seguía sonriendo.
– Vamos, vamos… sé razonable muchacho,
viniste aquí a divertirte ¿cierto?
– ¡No quiero nada con usted!
– Ja, ja. Bueno, quizás podamos hacerte
cambiar de idea ¿no?
Rey escuchó la puerta volver a abrirse y
una voz de barítono llegó hasta ellos.
– Adrián. ¿Qué está pasando aquí?
Reynaldo volteó y descubrió al hombre
moreno que lo había estado observando anteriormente, estaba sonriendo y su cara
no registraba sorpresa alguna ante lo que sucedía. Su atacante hizo
una mueca de fastidio pero bajó el arma y se volteó para encarar al recién
llegado.
– ¡No te metas en esto Angelo! ¡El chico y yo estamos arreglando nuestros asuntos! ¡Lárgate!
Angelo se acercó unos pasos y arqueó las
cejas con incredulidad sin dejar de observar a ambos hombres.
– No creo que el muchacho tenga asuntos
que arreglar contigo. ¿Cierto
chico?
Reynaldo dudó solo unos segundos, pero al
final tomó la salida que le ofrecían y se alejó un paso del ebrio, acercándose
al moreno.
– Cierto señor.
– Además Adrián, estás borracho.
– ¡Carajo! ¡Ese es mi puto
problema!
– Muy cierto. Ven muchacho.
Angelo tomó a Rey del brazo y lo guió
hacia la puerta del sanitario, el chico se dejó llevar escuchando aún las
maldiciones que siguieron a su retirada.
El moreno guió a Reynaldo hasta su gabinete en el
fondo del bar y no lo soltó hasta que estuvieron sentados frente a los otros
dos hombres que habían llegado con él. Rey quedó entre la pared y su anfitrión;
pronto tenía un vaso de Vodka frente a él, le dio un
buen trago para calmar sus nervios y sintió una de las manos de Angelo sobre la
suya, el contacto lo hizo sentir escalofríos pero no se retiró, los ojos negros
se clavaron en los suyos y el hombre sonrió.
– Nunca te había visto por aquí muchacho.
¿Seguro que tienes edad para beber?
Rey frunció el ceño, no le gustaba verse
tan joven, aunque de hecho lo era.
– Tengo 18 – dijo, tratando de
justificarse. Uno de los otros hombres
soltó una risa seca.
– ¡Es un bebé Angelo! ¡Apenas en
edad!
– Si Angi. Como a ti te gustan. – Dijo el otro sonriendo y levantando su vaso de
coñac hacia sus compañeros.
Reynaldo se ruborizó y bajó la vista, la
mano de Angelo oprimió levemente la suya.
– Tranquilo chico, no los escuches, a
estos dos solo les gusta meterme en problemas.
La conversación continuó, Rey procuró
mantener la boca cerrada y compartir lo menos posible acerca de él y porqué se
encontraba ahí. Mintió diciendo que no
tenía nada mejor que hacer por la noche y que había decidido ir a pasar el rato
y tomar una cerveza, los demás parecieron conformes con eso y la conversación
se movió hacia otros asuntos.
Angelo era atractivo, tenía 29 años pero
sus facciones ya denotaban un hombre maduro, sus labios eran gruesos y su nariz
recta, de complexión media y cuerpo bien formado. Rey era de complexión más delgada, aunque sus músculos estaban bien
desarrollados por hacer ejercicio, Angelo era también más alto que él, calculó
que por lo menos le llegaría a la barbilla.
Por la conversación, Reynaldo se enteró
de que los tres hombres manejaban negocios internacionales y estaban al día con
la Bolsa. Conforme fue pasando el
tiempo Rey se fue tranquilizando y cuando se dio cuenta ya había tomado por lo
menos tres vasos de licor, él no tomaba frecuentemente otra cosa que no fuera
cerveza y empezaba a sentirse un poco mareado, su
compañero de la noche volvió a llenar su vaso y Rey solo tomó un sorbo del líquido. De
repente sintió que su vista se desenfocaba y parpadeó, intentando aclarar sus
ideas, una de las manos de Angelo se posó en su rodilla y el muchacho se tensó un poco, volteando a ver a su acompañante que lo miraba
atentamente.
– ¿Te sientes bien Reynaldo?
Rey tragó saliva y se pasó la lengua por
los labios, sin percibir claramente el brillo en los ojos de Angelo.
– S-si, claro
– Bien
Angelo sonrió y Rey sintió la mano
apretar un poco su rodilla y empezar a subir por su muslo, trató nuevamente de
aclarar su mente y se movió, un poco inquieto.
– Aunque, creo que debo irme.
La mano se apartó y Rey respiró aliviado,
Angelo le seguía sonriendo.
– Por supuesto. Es ya un poco tarde. Ven, te acompañaré.
Rey iba a rehusarse, pero en cuanto se
puso de pie sintió que el mundo se movía a su alrededor y tuvo que apoyarse en
la mesa para estabilizarse, el brazo de Angelo rodeó su cintura sosteniéndolo y
Rey se agarró instintivamente del apoyo que se le ofrecía sin pensar por un
instante en rechazarlo; la voz de Angelo sonó divertida a través del leve
zumbido en sus oídos.
– Ups. No muy
acostumbrado al alcohol ¿Verdad muchacho?
– N-no. No mucho.
– Ja, ja. Bien, no te preocupes. Te llevaré a dónde tú quieras. ¡Hasta luego señores!
Rey no distinguió muy bien las palabras
de despedida de los otros dos hombres, pero le pareció oír que uno de los dos
decía: “Ten calma con el niño” antes de que su cuerpo se pusiera en marcha,
apoyándose casi por completo en el de su acompañante, que aún tenía un brazo
rodeando su cintura.
Caminaron hasta el estacionamiento del
bar y el aire de la noche hizo que Rey se sintiera mejor, el calor del cuerpo
de Angelo junto a él le pareció reconfortante y dio un suspiro de satisfacción
al sentir la mano en su cintura apretar un poco más, llegaron hasta un auto
gris que Rey no distinguió muy bien y se apoyó en la carrocería para esperar
que la puerta se abriera, sus ideas todavía estaban algo revueltas, por lo que
se sorprendió sobremanera cuando Angelo lo volteó y lo presionó contra el auto
con su cuerpo. Rey no registró la mano en la parte de atrás
de su cabeza ni el rostro demasiado cerca de él, hasta
que sintió los labios del moreno sobre los suyos, presionando insistentemente. Rey instintivamente
lanzó una exclamación de sorpresa y en el proceso entreabrió la boca, lo que
Angelo aparentemente interpretó como una
invitación, puesto que presionó aún más su cuerpo contra el de Rey y su lengua
invadió la boca del muchacho, explorando todos los rincones de ella.
Rey no sabía que hacer, sus manos se
apoyaron en los brazos del hombre pero no hizo ningún movimiento para
apartarse, dejó que Angelo lo besara cuanto quisiera y eventualmente empezó a
responder, sintiendo el sabor de esa boca extraña y los brazos rodeando su cintura
y uno de sus hombros, la sensación era nueva pero bienvenida.
Cuando por fin Angelo se separó de él,
Rey inhaló aire con fuerza y algo de desesperación, dándose cuenta de que
necesitaba respirar, la mano de Angelo seguía entrelazada en su cabello, obligándolo
a ver directamente a los ojos negros de su acompañante que le sonreía.
– Eres un joven muy guapo Reynaldo.
Luego Angelo volvió a inclinarse sobre él
y lo besó una vez más. Rey empezó a sentir un
asomo de inquietud al percibir la naciente pero muy clara erección de Angelo
contra su cadera y trató de apartarse, solo para descubrir que no tenía mucho
espacio para moverse, la mano en su cabello lo obligó a voltear ligeramente
hacia un lado, dándole a su acompañante mejor acceso a su cuello. Rey dio un respingo al sentir los labios de Angelo chupando y sus
dientes rozando ligeramente su piel, notó que no tenía fuerza suficiente para
empujar el cuerpo que lo tenía atrapado contra el carro, así que intentó
ordenar sus pensamientos en palabras.
– Por favor… ¡Oh! … Tengo… que ir a casa.
Angelo dio un último chupete al cuello de
Rey, enviando escalofríos por la espalda del chico y se incorporó.
– Por supuesto. Sube.
La puerta del auto se abrió y Reynaldo se
dejó caer en el asiento del copiloto, agradecido por tener algo donde
sentarse. El ruido del motor
poniéndose en marcha lo volvió a la realidad y volteó para ver al hombre de
cabello negro mientras conducía el auto, levemente registró que era un
deportivo con asientos de piel. Rey recargó su cabeza en el
respaldo, tenía una sensación soporífera y sus párpados estaban amenazando con
cerrarse. En algún momento la
mano de Angelo tocó su muslo y empezó a moverse lánguidamente por él, Rey lo
dejó sin protestar, había algo en el contacto de Angelo que lo hacía sentir
bien de alguna forma… o quizá solo fuera que estaba demasiado somnoliento como para que le importara lo que su compañero hiciera.
“No
debí tomar con ellos” La idea
apareció en su cabeza súbitamente, al mismo tiempo que la mano de Angelo subía
por su pelvis y finalmente cubría su ingle, oprimiendo ligeramente en esa
parte. Rey aspiró aire abruptamente y puso una de sus manos sobre el brazo de
Angelo, intentando apartarlo. Fue ahí cuando se dio cuenta de que aunque
podía moverse, no tenía en realidad fuerza para obligar al brazo de su
acompañante a apartarse, lo único que podía hacer era
empujar levemente y esperar que la mano decidiera retirarse por sí misma.
Se mordió los labios y el temor se abrió
paso dentro de él cuando comprendió que estaba indefenso, si Angelo decidía
hacerle algo en ese momento no podría hacer nada para impedirlo. Sus ojos buscaron temerosamente los de su compañero, el cual sonrió
complacido y retiró su mano.
Rey respiró más tranquilo y no apartó la
vista de Angelo mientras éste manejaba, empezó a notar las bien formadas
piernas del hombre y la fuerza que parecía tener en los brazos, pasó la lengua
por los labios que sentía resecos y tragó saliva un par de veces; lo que fuera
que le hubieran dado, porque Reynaldo no era tonto y estaba seguro de que le
habían dado algo, lo estaba haciendo sentir su boca pastosa y tenía algo de
calor, no quería moverse pero se volteó y miró hacia la calle por un instante y
otra idea cruzó por su mente.
“¡Dios mío! ¿A dónde voy?”
Angelo le había dicho que lo llevaría a
su casa, pero Reynaldo no recordaba haber mencionado dónde estaba su casa. De hecho, ahora que lo pensaba, Angelo en realidad
nunca había especificado que de verdad lo llevaría a su casa. Reynaldo volvió a voltear hacia su acompañante y
trató de coordinar su lengua.
– ¿D-dónde…?
Angelo volvió a poner una mano sobre la
pierna del jovencito y sonrió.
– Tranquilo muchacho, estarás
bien. No va a pasarte nada.
Por alguna razón esas palabras no
tranquilizaron a Reynaldo, pero se mordió los labios y continuó examinando a
Angelo. Poco a poco sintió que sus fuerzas regresaban
ligeramente, ya no estaba tan somnoliento pero continuaba un
poco mareado, percibió que el auto se detenía y volteó para ver dónde estaban.
No conocía esa parte de la ciudad, pero
el edificio frente al que se habían detenido parecía un motel de paso. Rey estaba asustado. Después de
unos instantes el auto por fin se estacionó y su puerta se abrió, Angelo se
inclinó sobre él y puso una mano sobre su mejilla, obligándolo a voltear.
– ¿Quieres que nos detengamos aquí un
momento, eh?
Reynaldo tragó saliva y oprimió los
labios en nerviosismo, se preguntó qué haría su interlocutor si le respondiera
que no. Luego pensó que en
realidad no quería averiguarlo, Rey aún sentía la pesadez en su cuerpo y aunque
sabía que podría ponerse de pie y caminar, también sabía que no podría correr,
mucho menos pelear con un hombre mayor, más fuerte que
él y que además no sufría los efectos aletargantes de una droga. Reynaldo sabía que no tenía
forma de escapar, su acompañante lo había llevado ahí por una razón y lo había
drogado para que no pudiera decir que no.
El chico tenía miedo, dijera lo que
dijera ahora estaba seguro de que el hombre tomaría lo que quería de todas
formas, quizá si aceptaba sin protestar sería más fácil para él, y de cualquier
modo llevaba días queriendo experimentar el contacto con otro hombre, solo que
no se había imaginado que podría salir lastimado de la experiencia.
No totalmente convencido de lo que estaba
haciendo, asintió levemente con la cabeza y Angelo le sonrió.
– Bien, vamos entonces. No voy a lastimarte.
La habitación no era muy grande, había
espacio para una cama matrimonial y un tocador. Rey se quedó
un instante de pie a un lado de la puerta, no totalmente seguro de cómo había
llegado hasta ahí, escuchó a Angelo poner el seguro de la puerta, luego sintió
las manos sobre sus hombros, ayudándole a quitarse la chamarra y después
volteándolo para quedar frente a frente con los ojos negros. Angelo lo jaló
hacia sí, haciendo que sus cuerpos entraran en contacto, Reynaldo no puso resistencia alguna, sentía los fuertes brazos del moreno alrededor de
él y una de sus manos presionando ligeramente su nuca, dando suaves movimientos
circulares hasta que Rey se relajó y se apoyó más en su compañero. Pronto
sintió la respiración de Angelo en su oído y la boca tocando y mordisqueando su
cuello, Rey dio un gemido de sorpresa y su compañero
empezó a susurrar en su oído.
– Ssht… Relájate
Rey. No va a pasarte nada.
Empezaron a moverse hacia la cama y las
manos de Angelo liberaron su camisa del pantalón y empezaron a acariciar la
piel que había debajo, Rey sintió el contacto de los dedos acariciando su
espalda expertamente y reemplazando poco a poco su miedo por anticipación, la
boca de Angelo succionó un par de veces un cierto punto en su cuello que lo
hizo estremecer, inhaló aire bruscamente y cerró los ojos con placer mientras
la boca de su acompañante recorría su cuello y delineaba su mentón, hasta finalmente
llegar a sus labios, Reynaldo respondió al beso mientras las manos de Angelo,
firmes en su cintura, lo guiaban hasta topar con la cama.
Sin dejar de besar al muchacho, el hombre
moreno desabrochó los botones de la camisa de Rey y se la quitó, dejando
expuesto el torso del joven, luego lo sostuvo y maniobró con él hasta tenerlo
de espaldas en la cama debajo de él. Angelo se irguió entonces sobre sus manos y rodillas para admirar al chico. Reynaldo tenía los ojos entrecerrados y un
ligero temblor podía notarse en sus bien formados músculos, su piel clara y
lampiña, la boca entreabierta que respiraba entrecortadamente con su lengua que
salía apenas para humedecer los labios. Angelo sonrió, el muchacho era perfecto
y aún estaba nervioso, el moreno tomó
la joven cabeza con ambas manos, entrelazando sus dedos en el cabello castaño y
acercó su cara a la de su presa.
Reynaldo respiró profundo cuando sintió
la nariz del hombre tocando la suya, terminó de cerrar los ojos y abrió la boca
automáticamente, Angelo solo movió su nariz por la frente y las mejillas del
joven, apenas rozando su piel, luego empezó a besarlo tiernamente, moviendo a
su gusto la cabeza que tenía entre sus manos para llegar a todos los rincones
de ella, el cabello de Reynaldo se sentía como seda y Angelo empezó a mover sus
dedos, masajeando el cuero cabelludo del chico. Rey empezó a emitir leves murmullos de placer, con esfuerzo levantó sus
manos para sostener la cintura del pantalón del hombre sobre él y las dejó ahí. Angelo llegó a su oreja izquierda y
le dio un pequeño mordisco, Rey lanzó una exclamación
de sorpresa y dio un respingo, su captor lamió dulcemente el lóbulo de la oreja
ofendida y murmuró:
– Tranquilo. No voy a lastimarte.
Rey volvió a respirar profundamente y
trató de poner el latir de su corazón bajo control, no podía evitar que Angelo
le hiciera lo que quisiera, no tenía fuerzas para ello, pero por lo menos el
hombre estaba procurando darle también placer en el proceso. Rey soltó un gemido cuando sintió una
de las manos de Angelo abandonar su cabeza y pellizcar uno de sus pezones,
empezando a jugar con él; el dolor inicial pronto cambió a una sensación más
placentera y el muchacho dejó escapar un suspiro, la voz en su oído continuaba
susurrando.
– Relájate, todo va a esta bien Reynaldo.
Nadie
va a lastimarte.
Eventualmente el joven sintió las dos
manos de su compañero en su pecho y la boca empezó a trazar su camino por su
cuello, besando y chupando, hasta llegar a los pectorales. Las manos de Rey
perdieron el sostén que tenían y volvieron a caer en el colchón. Angelo rodeó con su boca una de las areolas y succionó. Rey gimió
de placer y su espalda se arqueó ligeramente para pedir más, Angelo continuó su
trabajo con agrado, una de sus manos bajó hasta la cintura del chico y desabrochó el cinturón y los pantalones. Reynaldo no protestó,
las nuevas sensaciones que Angelo estaba despertando en su cuerpo eran en
extremo placenteras y quería más, quería ahogarse en ellas
y olvidar su confusión, olvidar cómo y porqué se encontraba en ese lugar con un
completo extraño, quería olvidar todo y solo sentir. Angelo lamió su pezón
izquierdo y le sopló, para luego pasa a jugar con el otro, empujó los
pantalones junto con la ropa interior de Rey tan lejos como pudo y una de sus
manos empezó a acariciar y frotar la erección del chico, la respiración de Rey
se aceleró, levantó una de sus manos para aferrarse del cabello negro de su
amante y la otra estrujó las sábanas, mientras la mano de Angelo continuaba
trabajándolo, moviéndose arriba y abajo con la presión exacta.
La boca de Angelo abandonó el pecho de
Rey y bajó por su estómago, sostuvo el pene del muchacho con una mano, mientras
la otra empezaba a presionar las bien formadas nalgas. El
hombre metió en su boca la punta de la erección del chico y succionó. Rey dio un grito de placer,
sus caderas se movieron instintivamente, buscando más de esa sensación. Angelo
continuó y pronto había acomodado en su boca toda la longitud de Rey, empezó a
moverse y a succionar mientras sus manos mantenían la cadera del muchacho firme en su lugar. Reynaldo no soportó mucho tiempo, la
sensación de calor húmedo y el movimiento de los músculos orales de Angelo
fueron suficientes para que olvidara su propia existencia y se dejó ir con un grito de placer.
Angelo siguió succionando y tragó hasta
que estuvo seguro de que Rey había terminado, luego se incorporó sobre sus
brazos, moviéndose nuevamente hasta estar cara a cara con el chico y besó su
boca, invadiéndola con la lengua. Reynaldo suspiró con placer y sus manos se escurrieron por debajo de
la camisa de Angelo, tocando los fuertes músculos de
sus costados, el moreno terminó el beso y se levantó sobre Reynaldo sonriendo.
– ¿Te gustó chico?
– S-si. – Rey notó que el efecto de la droga probablemente
había pasado, pero ese detalle carecía de importancia
en ese momento, ya estaba ahí y no estaba en posición de cambiar las cosas
ahora. Angelo continuó.
– Por supuesto, y lo que sigue también va
a gustarte, ya verás.
Rey sintió nuevamente el miedo haciendo
un nudo en su estómago y trató de ignorarlo, Angelo lo besó una vez más, luego
se incorporó y cambió a Rey de posición, poniéndolo sobre su estómago. El chico
se tensó inmediatamente y respiró varias veces intentando serenarse, mientras
Angelo se deshacía de sus ropas.
Rey sintió el momento en que el hombre
apartó sus piernas para poder hincarse entre ellas, el chico flexionó su brazo
derecho y lo puso a la altura de su barbilla, demasiado nervioso como para
hablar, tragó saliva y se mordió su propia muñeca cuando sintió el cuerpo
desnudo de Angelo sobre él. El hombre percibió inmediatamente la tensión en el cuerpo del joven y
con manos expertas empezó a dar masaje a los hombros y a los tensos músculos de
la espalda de Rey, parte por parte, hasta que lo sintió relajarse nuevamente,
se inclinó sobre el cuello del muchacho y respiró el aroma de su cabello.
Rey estaba volviendo a perderse en
sensaciones placenteras, aunque el nerviosismo esta vez no lo abandonó por
completo, las manos de Angelo se sentían excelentes sobre su cuerpo y la
respiración en su nuca le estaba cosquilleando un poco, escuchó la voz del
hombre que le decía en un susurro:
– Relájate. Todo estará bien.
Las manos de Angelo recorrieron la
espalda de Rey por completo, presionando y relajando cada uno de los músculos,
pasaron por los muslos y volvieron a subir hasta detenerse en el bien definido
trasero del chico. Rey estaba empezando
a disfrutar del trato, cuando escuchó un frasco abriéndose y percibió los dedos de
Angelo, cubiertos de algo aceitoso, presionando su entrada. Volvió a tensarse
cuando la presión de un dedo para entrar en su ano se
hizo insistente, de inmediato la otra mano de Angelo estaba haciendo círculos
en su espalda baja y pudo escucharlo nuevamente en su oído.
– Relaja los músculos Rey. Mmm. ¿Es tu
primera vez cierto?
– Nnn. Si. –
Respondió Reynaldo, rogando porque no se rieran de él, gracias a Dios Angelo no
lo hizo.
– Esta bien, no tienes porque asustarte, solo tienes que
relajar los músculos.
Rey respiró profundamente y se concentró
en hacer lo que su compañero de decía, pronto sintió como el dedo de Angelo lo
penetraba poco a poco, sus músculos internos se contrajeron al principio,
intentando obstruir la invasión, pero Angelo no se detuvo, empezó a meter y
sacar su índice y moverlo dentro del muchacho; pronto percibió cómo el
jovencito se relajaba nuevamente y empezaba a emitir sonidos de placer,
entonces agregó otro dedo, forzando los músculos del estrecho canal a abrirse
un poco más, Rey empezó a responder a la estimulación recibida con leves
gemidos. Angelo agregó un tercer dedo y empezó a separarlos y moverlos dentro del cuerpo del chico, abriendo los
músculos del anillo de entrada y buscando…
– ¡Oh Dios!
Rey grito de sorpresa ante la súbita
sensación que lo había invadido por un instante, Angelo había tocado un punto
especial de su cuerpo que Reynaldo no conocía, el moreno sonrió y continuó su
trabajo unos momentos más procurando seguir estimulando ese lugar especial de
la anatomía de su presa, disfrutando de los gemidos ahogados del muchacho
mientras lo preparaba, luego retiró sus dedos y Rey dio un suspiro de
decepción. Angelo se inclinó sobre él para murmurar nuevamente en su oído.
– ¿Quieres más
chico?
– ¡Oh! Si… por favor…
Las manos de Angelo tomaron a Rey por la
cadera y lo levantaron para que se sostuviera sobre sus rodillas, el chico se
apoyó en sus codos para acomodarse mejor y sintió la erección de Angelo
poniéndose en posición y presionando firmemente contra su entrada, las manos
del hombre se afianzaron con fuerza de su cadera un segundo antes de que Angelo
empujara y lo invadiera.
Rey lanzó un grito, el dolor de la
penetración lo hizo estrujar las sábanas mientras sentía la dura verga de
Angelo avanzar dentro de él. Con tres
empujes más el hombre estuvo por completo en el
interior del muchacho, Reynaldo sollozó y dejó caer su cara sobre el colchón,
una de las manos de Angelo empezó a trazar círculos en su espalda baja para
tranquilizarlo y luego el moreno se inclinó sobre él para susurrarle.
– Relájate, todo estará bien. Pasará
pronto.
Rey hizo un esfuerzo por relajar sus
músculos, mientras se acostumbraba a la sensación de otro hombre invadiendo su
interior. Angelo lo esperó. Cuando el chico estuvo suficientemente tranquilo, el hombre empezó
a moverse, lento al principio, poco a poco el dolor cesó y Reynaldo empezó a
mover sus caderas inconscientemente, entonces el moreno fue aumentando el
ritmo, cambiando ligeramente el ángulo de sus penetraciones hasta que encontró
el adecuado y Rey dio un grito ahogado de placer. Una de las manos de Angelo se
hizo cargo de la erección del chico, trabajándola
a ritmo con sus caderas y aumentando la fuerza de sus empujes. En poco tiempo
Rey sintió el placer en su cuerpo aumentar y tuvo su segundo orgasmo con un último grito. Angelo continuó sus arremetidas unos
momentos más, hasta que él también orgasmó,
sosteniendo la cadera de Rey con fuerza mientras llenaba el cálido interior del chico con su semen.
Rey se colapsó en la cama en el momento
en que Angelo sacó su verga y retiró el apoyo de sus manos. El muchacho apenas
percibió el suspiro de satisfacción del hombre al acostarse junto a él y unos brazos rodeando su cintura. Mecánicamente se acomodó sobre su costado y amoldó su cuerpo contra
el que tenía detrás.
A los pocos minutos, Reynaldo se recuperó
lo suficiente para sentir un pedazo de tela limpiando su estómago y pecho,
después una sábana lo cubrió a él y su compañero, se acurrucó aún más entre los
brazos que lo sostenían, mientras sentía la respiración de Angelo en su oído y
la realidad iba abriéndose paso en su conciencia. Empezó a sollozar
sin tener muy claro porqué, Angelo acarició su oreja con los labios y murmuró:
– Tranquilo. No te preocupes, no has hecho nada malo. Todo
estará bien.
Reynaldo escuchó las palabras en la voz
profunda de su compañero y recordó palabras parecidas en la voz de uno de sus
hermanos y en una situación muy diferente; tenía 10 años y él y sus hermanos
estaban jugando pelota dentro de la casa, en algún momento alguno de ellos
había perdido el control y habían roto el sistema de sonido nuevo, recordó
haberse sentido angustiado y al borde de las lágrimas, porque era el mayor, sus
padres no estaban y lo habían dejado a cargo. Su hermano en ese momento había dicho
algo muy parecido a las palabras que Angelo murmuraba ahora en su oído,
intentando tranquilizarlo sin lograrlo.
“No
te preocupes Rey, no fue tu culpa. Todo estará bien…
papá entenderá…”
FIN.
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