Sobres rojos | By : LunaSolNocturno Category: Spanish > Anime Views: 831 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no es una obra mia ni saco provecho de escribir un fanfic sobre ello. |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no me pertenece, y no saco ningun tipo de beneficio escribiendo un fanfic de esta serie.
M/F / Oral / TF / WIP
Sobres rojos
Amor y deseo
Entro por la puerta sin dar ningún motivo para que los ocupantes del cuarto se despertasen, era cierta su suposición, dormían juntos.
Hacia unos meses que Aoshi se había mejorado de la fiebre que cogió en una de las noches de misión; como siempre que se ponía enfermo Misao era su particular ángel de la guarda, mantenía una vigilia de día y noche sobre él para que no le pasase nada, una de las mañanas había ido para ver que tal se encontraba y comentar con ellos sobre las invitaciones que él consideraba fuera de contexto para una “celebración intima”, la imagen que encontró fue hermosa y le hizo sonrojarse hasta parecer un chiquillo primerizo que un anciano curtidito. Misao y Aoshi estaban tumbados, aunque el onni estaba dentro del futón la envolvía con los brazos y dejaba que durmiese protegida por su gabardina, hasta que pensó que no era apropiado dejar que la Okashira pasase frío; la metió entre las mantas del futón y la apretó contra él. La joven solo se sujeto a su sudorosa yukata y apoyo la frente en el brazo masculino.
¡Pero no pensó que a partir de ese día pasasen TODAS las noches juntos!
Confiaba en ambos, sabia que ante todo los dos cumplían con el honor, mientras mantuviera la boca cerrada y fuesen tan discretos como ahora no tenia que ocurrir nada fuera de lo normal ¿Y por si ocurría que más daba? Hacia mas de un año que comenzaron su noviazgo, siempre se guardaban las apariencias por lo menos durante dos, apunto de cumplirlos no era extraño que por lo menos Misao se hubiese impacientado en un aspecto que los dos compartirían en breve. Si estaban empezando a preguntar que personas estarían indicadas para considerar una celebración intima no quedaba mucho para el compromiso oficial.
Bien mirado ya estaban decididos los lados del futón.
Cerró el shoji a su espalda y decidió no volver a preocuparse por si había manchas rojas en el colchón, eran responsables.
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Saco otro kimono y lo coloco en la percha nueva para decidir cual era el mejor para la reunión, ya había vaciado la mitad del armario que la correspondía de su ropa onmitzu, guardándola allí donde los demás lo hacían, en la habitación que había al lado del dojo; por lo que la proliferación de kimonos en el espacio sobrante había sido como las setas en los bosques, solo echaba de menos el plof que siempre imagino que les seguirían. La parte de Aoshi también estaba llena de ropa, prendas que jamás pensó que volvería a ver ahora las veía todos los días, e incluso se ayudaban con el obi de los kimonos. Así evitaban que él retorciese la prenda al ponérselo y que luego ella se pasase media hora colocando arrugas delante del espejo para no desentonar.
-Sigo pensando que como el negro ninguno ¿Verdad Aoshi-san?
-Tienes razón, pero creo que koishi tiene un buen motivo para usar otro y no ese.
-Podrías usar el turquesa.
-No, ese no ¿Por qué no este?
Desplegó uno blanco, bordadas de forma intermitente por la prenda había flores azuladas y rojizas de cinco pétalos, el obi era tan verde como las hojas del cerezo y estaba cubierto por un bordado dorado que evocaba las ondas del agua, le confería a su piel un candor muy favorecedor, lo malo era que acentuaba el moreno que ya empezaba a perder.
-Pelo suelto-inquirió la experta abdicando.
-Ni lo sueñes.
Aoshi levanto una ceja.
-Dame un motivo-inquirió Osamu.
-No me gusta.
-Un motivo-insistió.
-Se me enreda, luego tengo nudos, tardo mucho en dejarlo en condiciones...
-Admito que es como te queda mejor-no tendría que hacerlo, pero...- prueba a hacerte algún recogido-la furibunda mirada de la joven voló hasta la repisa de la ventana donde Aoshi leía tranquilamente-, quizá con dos de los palillos que te regale tengas mas que bastante.
-Creo que dejo caer que solo permitiría que los vieses tu-Osamu la señalo con todo el descaro mientras miraba a Aoshi.
-Dije que primero los estrenaría con él-recordó la joven.
-Tienes razón-la patada en el suelo centro la atención en lo importante ¿Qué se pondría?-pasar del despeluche de una chiquilla a la sutileza de una dama, y mas siendo Okashira, puede ser todo un shock.
-Ryunosuke Yagami hace años que no la ve, por no mencionar a los demás.
-Lo que no quiere decir que no la recuerde.
-Exacto. Se trata de que no solo vean a la futura Dama Shinomori, también a la Okashira. A una líder delicada pero fuerte.
Misao se dejo caer de rodillas, ladeo la cabeza y por fin se hecho hacia atrás tumbándose sobre el tatami, en estos casos lo mejor era esperar.
-¿Misao te pasa algo?
-Sí, vosotros dos.
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Saito salió mas que sorprendido de la reunión, no todos los días uno podía ver como la comadreja no solo daba una lección de modales a mas de una kunoichi sino que también lo hacia con mas de un ninja, por no mencionar el agradable cambio que había supuesto el noviazgo con Shinomori, la jovencita se había vuelto como esas plantas curativas, podía ser benevolente, o letal.
-Pareces contento-le dijo Okina en el corredor.
-No solo recibiréis un dinero del gobierno, también seréis parte de él, solo pienso en las formas en que aprovechare vuestra extensa red de miembros para terminar de afianzar el poder.
-Un nuevo arma para los poderosos, tendremos las espaldas cubiertas.
-¿Ese no es Yagami?
-Aja, lo que no entiendo es que hace allí.
-¿Allí?
-Ese corredor lleva a las habitaciones... y Misao y Aoshi ya se han ido para allá.
La Okashira bajo la cabeza hasta recostar la frente sobre el bordillo del alfeizar, los dedos del onni la relajaron el cuello, estar tanto tiempo conteniéndose y con la posición visualmente adecuada podía destrozar mas de un nervio, en Misao eso se traducía en contracturas.
-Quizá seria mejor que te soltases el kimono-murmuro en su oído.
-Resistiré-susurro girando el rostro para besarle-además, tenemos visita.
Una tabla suelta resonó, Misao sabía bien cual era, también el tipo de sonido que producía, alguien cuidadoso no la haría sonar a pesar de pisarla de lleno, alguien que no conocía ese pequeño, pero fundamental detalle, se delataba. Y ellos solo conocían a alguien tan descuidado.
Ryunosuke Yagami.
-Hola.
El otro hombre se quedo en el lugar, la Okashira estaba acompañada del antiguo, la cosa no seria tan sencilla.
-Okashira, perdonad mi atrevimiento pero tengo una pregunta que haceros, en privado-dijo mirando a Aoshi.
-Lo que tengáis que decirme también lo puede oír él.
-Es referente a las misiones que me encargo vuestro predecesor, me gustaría volver a Kyoto.
-¿Por algún motivo en especial?
-Sí. Se trata de Yuko Hamano, su padre ha permitido que nuestra relación siga adelante, por eso quiero estar aquí.
-Hamano... hace tres días fue nombrada ninja, tiene buena base.
-Por eso quería pedirla que me permitiese volver del exilio.
Aoshi miro fijamente a su antiguo enemigo, algo había cambiado en él, arrodillado en la reverencia mas profunda que había visto jamás en un hombre como él, temblando y deseando que la tierra se lo tragase.
Imposible.
Ryunosuke Yagami jamás haría eso, tramaba algo.
-Misao-susurro tratando de advertirla.
La joven únicamente levanto una mano acallándole.
-Levanta la vista-dijo a Ryunosuke-y mírale.
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Aoshi salió de la bañera, aun estaba confuso por los sucesos de esa tarde, cuando Yagami había ido a hablar con Misao había pensado que pretendía algo contra ella, luego la situación había cambiado para mostrarle a un hombre igualmente torturado a lo largo de los años ¿Un posible igual? Sí, pero por una vez se había visto a si mismo cuando le había escrito la primera carta a su kunoichi; un ser que a encontrado la luz al fin y busca una forma de ser aceptado entre los demás.
Que la encuentra al fin.
Sonrió de forma ausente al subir hacia la habitación que compartían, por extraño que sonase fue él el primero en proponerlo, no soportaba mas sin poder estar junto a ella, cinco veces la había tenido en sus brazos y el calor que ese acto provocaba en su cuerpo le hacia estar tranquilo, no eran celos, simplemente los últimos años desde que la había dejado en Aoiya se hacían notar; quería recuperar el tiempo perdido.
Un extraño escalofrío le recorrió la espalda al recorrer el pasillo.
Cuando llego a la puerta supo por que.
Ser luminoso
que caíste a la oscuridad,
has luchado contra ella
y has ganado.
Pero yo...
he sido secuestrada por ella.
Empiezo a no recordarte.
A olvidar el calor de tus caricias,
dejar de percibir tu olor en mi cercanía,
no escuchar tu voz en leves susurros,
a perder el sabor de tus labios en los míos,
ya casi no puedo verte anata.
La oscuridad es cada vez más asfixiante,
Me rodea colándose por mis poros.
Borra todo lo que me has mostrado sobre mi cuerpo,
la forma en que, en la profundidad de la noche
despierta a tus besos y palabras,
mis manos se vuelven frías sin estar tú cerca,
sin sentirte y sin poder ofrecerte
los mismos placeres que despiertas en mí.
¿Como la profundidad del alma puede ser como el más solitario de los bosques?
¿Como la soledad del alma puede ser como el más profundo de los bosques?
¡Sálvame!
Atrapado en una varilla del shoji estaba “eso” ¿Y ahora que hacia? ¿Cuál era la mejor forma de responder? Para él Misao había empezado a ser leíble, con solo fijarse en los tics podía saber su estado de animo, golpear con las yemas de los dedos lo que fuera indicaba nervios, tumbada de cualquier manera era cansancio, apoyada donde fuese y los ojos cerrados relajación...
Pero esto.
Las rodillas le fallaron un segundo y término buscando apoyo en la pared, en cambio la toalla le resbalo de entre los dedos al fijar de nuevo la vista en el papel.
¿Por qué esto?
Por que ella estaba lista, las noches en que con paciencia se habían dedicado a despertar sus cuerpos la habían arrebatado su miedo innato de virgen, ya sabia como era el cuerpo de un hombre, las respuestas que podía ofrecer, todas, las respuestas posibles. Aunque su cuerpo fuese físicamente virgen ya era experimentada en el trato con el masculino.
Solo era curiosidad ante lo que implicaba el dejarse llevar.
¿Pero de verdad él estaba listo al fin?
--
Osamu observo un pequeño cambio en los días siguientes a la reunión: Misao y Aoshi se había distanciado, un poco.
No era muy normal en los últimos meses: Misao revisaba todo el papeleo que se precisaba para mantener al Onniwabanshuu como una maquina perfectamente engrasada; contando siempre con las opiniones de Okina y el antiguo Okashira, concertando alguna que otra reunión de apenas dos horas para actuar de mediadora entre maestros y alumnos, vigilando evaluaciones y nombramientos, entrenando para despejarse y mantenerse, o mejorar, en sus aptitudes como ninja...
Aoshi llevaba las cuentas del Aoiya, la gestión con la policía, reuniones con otros clanes, vigilancia de mafias... de vez en cuando se escapaba al templo pero no más de unas pocas horas.
Ahora todo había cambiado sutilmente, la joven pasaba mas “tiempo libre” en el dojo mientras que el hombre lo gastaba en el templo.
-Osamu ¿Tu sabes si ha pasado algo entre ellos?-comento el anciano en una tarde “extrañamente” tranquila.
-Sé tanto como tu Okina, nada-cantada, los demás sospechaban.
-Entonces tendremos que averiguarlo.
-¿No crees anciano que es mejor dejarlos a ellos?
-Hiko-sama-murmuró sorprendida.
-He venido por que tengo que hablar con una persona, sobre un sobre de extraños colores.
Okina observo impresionado que las mejillas de Osamu se volvían tan rojas como la carta que el Catorceavo Maestro del Hitten Mitsurugui Ryu sostenía en una mano.
Tantea en la oscuridad,
huele el aire fresco,
oye los susurros,
degusta la pureza del aire,
deléitate con la visión que se te ofrece.
Jamás permitiré que la oscuridad te lleve, asume que no te abandonaré, no volveré a esgrimir ese tipo de “crueldad” contra ti. Ya me siento incapaz de ello. Sé el daño que produce.
Resiste koishi, no me siento preparado y eso te puede alejar.
Pero comprende.
Temo al descontrol, te mereces que no halla “salvajismo”, que la ternura y el cariño corran por tu piel.
¡Pero hace tanto que no intimo de esa forma!
Me siento como un chiquillo ante una mujer, nervioso y excitado, ansioso por llegar a la parte final y olvidando los placeres anteriores. Y tú no eres una mujer cualquiera, eres Misao, mi ángel particular.
Un ser que no debe ser maltratado.
La nueva agonía a la que me someto no es agradable contigo cerca, puedo forzarte, y después buscar el perdón en la muerte.
No pienso dejarlo, me esforzare en no hacerte daño.
Temeroso por lo que despiertas en mi.
Tu anata.
Dejo la hoja en el regazo, miedo, Aoshi tenia miedo; la vista la resbalo hasta el futón donde la figura dormida del espadachín reposaba, tumbado de lado, un brazo bajo el cuello y el otro sobre el hueco donde debería haber estado ella, nunca había visto semejante imagen de él; siempre era ella la que dormía de lado, incluso boca abajo, ocupando todo el espacio que podía para reírse al sentir que se movía para buscar una posición cómoda junto a ella; claro que eso lo hacia para terminar sobre él besándole y conociendo su cuerpo. Sin miedo. Lo que a ella le había sido arrebatado por el conocimiento él lo evitaba por conocerlo, por saber lo que se ocultaba tras la cortina de la entrega física mas intima de todas.
Cogió aire con lentitud, haciendo que bajase hasta su abdomen y saliese con suavidad de sus labios, tenia que arrebatarle ese pero, los peros no maduran solo lo hacen las peras, y si él había llegado hasta donde estaban era por su esfuerzo conjunto.
Ya era la hora de mostrar hasta que punto había cambiado.
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Como todas las noches deposito el crisamento en la misma piedra, una gota de sangre de la cual flotaba un perfume alegre no trágico; pero esa noche era distinta, lo notaba en su piel, en las cosas que habían cambiado en la cabaña: un futón doble, una lámpara de suelo, un plato de incienso con varillas… la presencia de él tras sus pasos.
Nunca había sido tan tentador el deslizar los dedos en una invitación.
Camino de vuelta a la cabaña, lentamente se deslizo por los senderos iluminados por la luna, percances al “accidentalmente” tropezar o dejar escapar un gritito de miedo por haber visto algo se sucedieron con los pasos que daba, al fin ante la entrada se giro parcialmente y le espero. No tardo mucho en aparecer por el oscuro sendero, caminando con decisión y con un crisamento blanco en la mano. Suavemente sonrió y se reunió con ella.
-Es arriesgado que andes sola por la noche.
-Depende de para quien-saco un kunai del escondrijo donde los llevaba-tengo mas de uno.
-Yo solo tengo dos.
Despejo la gabardina mostrando sus kodachis.
Sonrió al verle avanzar y rodearla con el brazo libre, suavemente se puso de puntillas y dejo que la rozase, tembloroso, con los labios. Ambos llevaban sus ropas onmitzu, la Okashira y el onni de mayor renombre en el Onniwabanshuu estaban, aun, de misión.
Pero esta era para ellos dos.
Con lentitud entraron en la remodelada cabaña, telas oscuras con sutiles bordados en blanco tapaban las desvencijadas paredes de madera mientras que algunas volutas de incienso flotaban en el aire transportándolos a donde ellos querían, a ese instante, a la primera noche en que se entregarían el uno al otro. La joven suspiro de forma queda y sus uñas se engancharon a las ropas masculinas, con un tirón separo el cuello del oscuro uniforme, después muy suavemente los finos labios se quedaron solos.
Aoshi resbalo la mirada por la nuca de Misao, sabia bien lo suave y calida que era, como la podía hacer flaquear si sus dientes se entretenían allí; mientras ella le lamía el cuello dejando algún que otro beso él enredo las manos en el lazo del obi y lo soltó, la joven termino de abrirle la parte superior hundiendo la frente en su hombro y respirando de forma suave. La envolvió con los brazos y la levanto hasta sostenerla con sus caderas, sus labios se encontraron de nuevo con necesidad mientras soltaba el lazito interior que sostenía el pequeño gi femenino totalmente cerrado; el guerrero se sentó en el borde de la tarima dejando que ella le quitase su propia parte superior hasta apretar sus pieles entre si, el calzado termino en el suelo y él también.
Le recorrió con la mirada, no era la primera vez que él estaba debajo y de una forma tan sugerente a sus ojos, recorrió la línea que marcaban los decorados músculos hasta el ombligo, recordó otra noche; él jadeaba agarrándola las caderas, gimiendo al compás que imprimía a las torpes pero curiosas caricias, sonrió al saber que esta era muy distinta.
Se quito los tabi tras ponerse ambos de pie, con un solo contoneo de caderas el resto de la ropa cayo al suelo despejando su cuerpo a la luz plateada de la noche. Aoshi hizo otro tanto antes de besarla de nuevo.
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Entrecerró los ojos al notar que las pequeñas manos bajaban por su espalda dibujando cicatrices ya olvidadas, reposo los labios en la clavícula de ella, evadiéndose por un momento todo lo que no fuera esos dedos finos recorriendo una zona ignorada por muchas otras manos femeninas. Sintió que hacia otro tanto con la suya, ese tipo de caricias tan lentas y suaves siempre la hacían estremecer por las cosquillas que provocaban en su piel, esa vez tampoco fue una excepción.
-Me haces cosquillas-sonrió contra sus labios.
-Lo sé, desde niña nunca has aguantado si se te tocaba aquí-movió la mano hasta el costado y ella dejo escapar varias risas nerviosas-algo que no ha cambiado con el tiempo.
Misao le acaricio el pómulo con un dedo, apartando varios pelos rebeldes que se empeñaban en que darse ahí, molestando ¿Cómo podía ser tan distinto a lo que muchas jóvenes decían en susurros vergonzosos? ¿Tan suave, y a la vez, tan intenso? Suspiro dejando que sus senos le rozasen el tórax con el movimiento, notaba que él estaba excitado, y que su propio cuerpo respondía complementándose; la respiración más profunda, los ojos pesados deseando solo cerrarse, la desesperación que nacía en el fondo de su cuerpo, todo por llegar a las caricias mas atrevidas pero intensas… la liquida urgencia que subía desde su sexo.
-¿Quema?
Asintió cerrando los ojos y mordiéndose los labios. Los dedos de él solo rozaron sus pétalos y movió las caderas buscando un contacto más directo.
-No te preocupes.
La lengua de él busco su oído rozando su pabellón auditivo con la punta, Misao se estremeció involuntariamente con un gemido, nunca antes la había hecho eso; era cierto que sus labios la habían recorrido completamente, que durante muchas noches sus bocas se expresaban de otra forma… pero esto era nuevo. Poco a poco fue bajando la lengua por la mandíbula, obligándola a echar la cabeza hacia atrás para ir completando el movimiento y llegar hasta la zona del esternón.
Por entonces Misao jadeaba perdida en la sensual telaraña, sus manos apenas lograban sostenerla a los hombros masculinos y su cuerpo amenazaba con colapsar allí mismo.
Los labios de él cercaron un pezón haciéndola dar un pronunciado respingo, Misao no pudo más y se dejo caer hacia atrás, arrastrándole con ella, Aoshi atino de casualidad a sostenerse en las manos, suspendido sobre ella.
-¿Estas bien?
La joven negó suavemente con la cabeza.
-¿Ocurre algo?
En esta ocasión asintió mirándole a los ojos.
-¿Qué es?
-¿Por qué todo es tan intenso como la otra vez? Siento… siento pinchazos en el vientre… y, aunque me has besado más veces en el cuello… tiemblo como antes…
El antiguo Okashira se sentó a sus pies suspirando, deseo, eso era lo que recorría su pálido cuerpo.
Y eso decía que aunque ambos lo deseaban con fuerza debían ir con tranquilidad, así evitarían hacerse daño sin pretenderlo.
Trato de convencerse al clavar una mirada hambrienta en el cuerpo que se le ofrecía, no podía hacerla eso; tenía que ser suave con ella, atento y complaciente ante todo.
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Con los ojos cerrados noto que las yemas de las mortíferas manos buscaban ese punto concreto de su frente, donde nacía el pelo, después bajaban rozando su piel hasta terminar de hacer la curva de su nariz respingona, tras eso buscaron sus suaves cejas para dibujarlas resbalando por los pómulos llegando así a sus labios. Se los lamió con la punta de la lengua, expectante.
Pero aunque habían llegado al acuerdo de no hacerse daño fue imposible.
Hacia mucho que los dos se contenían.
Demasiado en que conocían sus cuerpos.
En que habían dedicado a regalarse amorosas caricias.
Todo aquello que dos amantes entregados anhelan.
Y dan lentamente como la más exquisita ambrosia.
Amor.
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Los dos supieron que habían perdido desde el primer momento que habían tratado de planearlo hasta el ultimo detalle: atención, cariño, ofrecimiento… estaba bien pero, saber que esa noche los dos podían entregarse completamente… oh kami.
Okina les buscaría durante semanas.
Misao salto antes, Aoshi solo pudo cogerla frenando el impulso con los huesos en el futón, antes de eso sus lenguas ya batallaban por controlar la boca del otro hasta obligarle a rendirse a lo que pasase. Nunca se había sentido así antes, jamás en su vida, ni luchando ni amando; quizás fuese por que solo ella, Misao, verdaderamente hacia cantar su corazón.
Su corazón.
Esa conclusión hizo que el guerrero la sujetase por los glúteos con fuerza, amasando con un deje de rudeza, la Okashira perdió la concentración durante un segundo.
¡Sí, más que suficiente!
La mordisqueo la oreja sin percatarse de que ella empezaba a poner los brazos en tensión, se quedo extrañado cuando los dientes le chocaron entre si y perdía calor en el tórax, eso fue lo mejor. Las manos de afilados dedos se hundieron entre los muslos encontrando la goteante concha mientras la joven despejaba el cuello ante la luz de la luna; gimió al sentir que, como un niño hambriento, demandaba sus pequeños senos con voracidad, enredo los dedos en el pelo oscuro, tirando para poder dejar de gemir y así respirar. Falló, eso solo sirvió para animarle aun más.
Jadeando sin control apenas supo como había logrado alcanzarlo, apretó la sensible cabeza con suavidad, retirando el prepucio con la caricia y consiguiendo un respiro para sus necesitados pulmones; un ronco gemido de placer contenido surgió desde la garganta masculina estrellándose contra la piel de ella.
-Para.
-Ni lo sueñes.
-Misao.
-¿Qué?-susurro en su oreja.
-Por favor. Misao.
-O que me harás.
Una mirada de advertencia cruzo las pestañas del antiguo Okashira.
-Entonces hazlo-susurro mordiéndose un labio.
Sus labios se encontraron con fuerza, no habría sido nada fuera de lo normal sino hubiese sido por que en ese momento la kunoichi sintió que la tumbaba sobre el colchón y la sujetaba las manos, inmovilizándola, habría pensado que estaba en presencia de otra persona salvo Aoshi.
Separándose con fingida tranquilidad sus labios bajaron dejando un rastro brillante por el delicado cuello, mordiendo ligeramente los laterales, definiendo las clavículas con los dedos de la mano libre para después lamerlas; por fin se entretuvo entre sus senos, jugando su boca con los pezones y el ombligo, esperando a degustarla con lo mejor que podía, su boca.
Supo lo que la esperaba en el momento en que el pelo del guerrero desnudo sus agitados senos al aire de la noche, trato de cerrar las piernas a la sabia lengua pero la cabeza entre sus muslos se lo impidió, entonces hizo lo único que podía hacer en esa situación, cerrar los ojos y sentir.
Sentir como la lengua de él se hundía levemente en su vértice en una rápida pasada, haciendo que sus caderas le buscasen necesitando algo más, rodeaba el pequeño, pero no menos importante, capullo de carne y sus dientes lo exponían para disfrutar de la dúctil y esquiva exquisitez. Misao gimió ante la directa caricia y se arqueo.
Las manos de ambos se cogieron entre si, apretándose hasta que la joven no pudo mas y su garganta lo demostró.
Aun temblaba, jadeante, cuando Aoshi se puso a su altura.
--
Estaba serio, mucho para el momento que compartían.
Aun podía ver restos de la miel transparente que su cuerpo producía alrededor de los labios de él, un casi inexistente sonrojo le cruzaba las mejillas y sus ojos de apariencia implacable relucían salvajes.
Algo que jamás había ocurrido con ella.
Lentamente alargo una mano, subiendo, sin rozar, la piel del musculazo brazo, él no se movió pero en cambio hizo algo más inquietante, seguir su movimiento con la mirada. Parcialmente asustada encogió los dedos y después los llevo hasta la orgullosa barbilla, atreviéndose a remontar el inexpresivo rostro del mortífero guerrero. Aoshi dejo escapar el aire solamente en un suspiro, se inclino, y la beso.
Sus sexos se apretaron rivalizando en puro deseo contenido.
-Misao no… por favor…
La joven onni bajo las manos a la zona lumbar de él, se estaba conteniendo de forma precaria y una tentación como podía ser el seguir acariciando entre sus omoplatos solo podía acabar de una forma.
Levantándose sobre los antebrazos sus labios volvieron a encontrarse, sin mediar palabra, y sobre todo sin dejarle a él, le cerco las caderas con los muslos, desorientándole.
Tras tantos años un cuerpo femenino le recibía.
Misao dejo caer la cabeza hacia atrás rompiendo parte del embrujo, el antiguo Okashira simplemente apretó los dientes como tantas otras veces pero en esta ocasión empujo todo lo que pudo, un gemido inarticulado escapo de los labios de la joven. Intento separarse y las manos de ella se quedaron sobre sus caderas, junto a las cruzadas piernas femeninas.
Atrapado en el instante aguanto.
Todo empezó como un suave temblor en las caderas anteriormente vírgenes, un lento movimiento en busca de una posición cómoda por el peso. No sabía que algo tan inocente como eso podía tener unas consecuencias tan arrolladoras. Parcialmente aplacado él reacciono avivado, moviéndose primeramente de forma lenta y suave después, de manera mas confiada; Misao simplemente pudo jadear viendo que Aoshi estaba mas preocupado en contenerse todo lo que podía que en desbocarse por completo.
El primer gemido fue suficiente. Con un solo impulso llevo una de las finas piernas al hombro hundiéndose mas profundamente, Misao le clavo las uñas por ello y la beso de nuevo mientras ella se giraba parcialmente para evitar la sensación de estar tan expuesta como un kimono en una tienda, eso hizo que las sensaciones se intensificasen arrastrándoles.
La noche era larga y ellos jóvenes.
Además acaban de cruzar la línea del deseo: ahora estaba el amor.
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