El Amor Tal Vez | By : clumsykitty Category: Spanish > Anime Views: 526 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: I do not own the anime/manga that this fanfiction is written for, nor any of the characters from it. I do not make any money from the writing of this story. |
... Did I ask too much?
More than a lot.
You gave me nothing
Now it’s all I got
We’re one
But we’re not the same
Well we hurt each other
Then we do it again
You say
Love is a temple
Love the higher law
Love is a temple
Love the higher law
You ask me to enter
But then you make me crawl
And I can’t be holding on
To what you got
When all you got is hurt...
................... One, U2.
CAPITULO 7. SENDAS TORCIDAS.
Todo era tan familiarmente conocido. El murmullo de las olas, el sonido de los barcos, el canto de las gaviotas, el aroma del océano, la vista del puerto. Seto no pudo evitar sonreír ante la panorámica del muelle, cuando la limusina tomó la entrada al puerto. Abrió la ventanilla de la portezuela para dejar entrar más la brisa marina que alborotó sus cabellos castaños, mientras él recargaba su frente en el marco, recordando todos los episodios que vivió en ese escenario. La primera vez que fue a la bodega, sus encuentros íntimos con el rubio. Todos, todos eran recuerdos muy felices. La emoción que iba creciendo en su interior se contagiaba de la alegría de las calles donde celebraban San Valentín. Pronto vería a Joey. Su felicidad estaba a pocos metros de distancia.
Apenas la limusina se detuvo, bajo de ésta y se encaminó hacia aquella bodega que nunca creyó volver a visitar. Respiró profundamente para darse tiempo a controlar su excitación. Se acercó a las puertas, una de ellas estaba abierta ligeramente. Seto se detuvo indeciso si entrar o no. Por fin, una mano nerviosa empujó suavemente la puerta.
Como si el tiempo se hubiera detenido, todo estaba en el mismo lugar, en el mismo orden –o desorden-. El corazón del ojiazul latió de prisa al contemplar de nuevo a Wanda. Sus ojos buscaron a Joey y brillaron de alegría al encontrarlo. El rubio estaba en la cocina, aparentemente muy ocupado lavando platos, a juzgar por el sonido de éstos. Se encontraba de espaldas a Kaiba, con un pequeño radio a su lado, sonando apenas por encima del ruido de un chorro de agua del grifo. Con pausados y lentos pasos, el castaño se acercó lo suficiente para llamarlo.
-Joey…
El choque de platos dejó de escucharse, al tiempo que el rubio erguía su cabeza. Una de sus manos cerró el grifo y se dio vuelta. Sus ojos amielados se encontraron con los azules del otro.
-Seto…
Kaiba rodeó la barra de la cocina para detenerse frente a Joey quien mostraba una enorme sorpresa. De su gabardina sacó un objeto, tomando una de las manos de un todavía pasmado rubio para dárselo. Sus mejillas se ruborizaron.
-Sé que es algo tarde pero… -dijo con voz temblorosa- … pero feliz cumpleaños, Joey.
Éste bajó su vista a su mano, levantando la otra para contemplar su regalo. Era un collar dorado, grueso pero corto, para un perro pequeño. Una placa en forma de hueso tenía inscrita la palabra “Cachorro”. Los ojos del rubio se humedecieron y le dio vuelta a la placa. “Propiedad de Seto Kaiba” estaba del otro lado. Dos pequeñas lágrimas rodaron por sus mejillas. Era un regalo idéntico al que le había obsequiado al castaño el año pasado en su cumpleaños, cuando aún eran amantes furtivos y con el Faraón amenazando su cariño.
Seto se adelantó para tomar su rostro y limpiar sus lágrimas. Joey retrocedió, rechazando sus manos.
-No…
El ojiazul se quedó paralizado al oírle, la sonrisa en su rostro se desvaneció.
-¿Joey?
Silencio.
-Joey…
-No puede ser. No puedo aceptarlo, Seto –el rubio le tendió el collar, más lágrimas corrieron por su rostro- No puedo.
-Pero…
-Sé feliz con Atemu, Seto. Te lo mereces –le miró fijamente- Toma, no puedo aceptarlo.
-J-Joey… -Kaiba se sintió profundamente herido- … yo quiero…
-Pero yo no, Seto. Tómalo, por favor… y vete. Ya no vuelvas.
Una fina lágrima se deslizó por el rostro desconsolado de Seto, que se dio vuelta sin recoger el collar que el rubio le tendía. Con un nudo en la garganta caminó a zancadas hasta la puerta. Su mano temblaba demasiado al tomar la puerta. No se molestó en cerrarla.
-¡Vamos, Sniffle! ¡Aprisa!
Angie corría con todas sus fuerzas con su collie detrás de ella. Seto subía a la limusina, pálido y con lágrimas. El vehículo arrancó antes de que la chica lo alcanzara. No se detuvo y entró corriendo a la bodega.
-¡Joey! ¡JOEY!
Llegó donde el rubio, jadeando pesadamente, tratando de jalar aire para poder hablar. Joey se mantenía cabizbajo, sosteniendo en su costado el collar.
-¡Joey!... ¿Qué pasó?... ¡Joey!
Un débil sollozo fue toda su repuesta.
-¡Sniffle, muérdelo!
El can no perdió tiempo y clavó sus colmillos en la pantorrilla del rubio que se revolvió furioso.
-¡Basta, Sniffle! ¡Déjame en paz!
-¡Arf!
-¡¿Qué carajos pasó aquí, Joey?!
-Nada…
-¡Joey, mírame! –la joven lo zarandeó- ¿Qué pasó?
-Déjame solo, Angie…
-¡Contéstame!
-¡Warf! ¡Warf!
Joey levantó su rostro compungido.
-¡No pasó nada! ¡Déjame solo!
-¿Por qué lo dejaste ir?
-¡Urf!
-¡Déjame solo, Angie! –Joey trató de irse de la cocina pero la rubia se lo impidió.
-¡Joey!
-¡Déjame!... ¿No entiendes?
-¡Af!
-¡¿Entender qué?!
-¡Yo solo le hago daño! –exclamó con dolor- ¡Ya no!
-¡¿Qué infiernos estás diciendo?!
-¡Ya no!
-¡Warf!
-¡¿Por qué se fue?! ¡¿Qué hiciste Joey?!
-¡Tiene que ser feliz!
Angie se percató del collar, con el ceño fruncido se lo arrebató a su amigo. Después de observarlo, mientras Joey lloraba amargamente, volvió a mirarle con una ira inusitada.
Sniffle gimió asustado.
¡S M A C K!
El can respingó al oír y ver la sonora bofetada que Angie le propinó a Joey, el cual se llevó una mano a su herida mejilla con una expresión de desconcierto.
-¡Eres un maldito, imbécil, malnacido perro estúpido! ¡¿Qué has hecho?!
-¡No podemos estar juntos! ¡Es imposible!
-¡El vino a buscarte, Joey! –la rubia le mostró el collar- ¡Vino por ti! ¡Por ti! ¡Vino a entregarte su corazón y lo rechazaste de nuevo! ¡¿Cómo pudiste?!
-¡LO NUESTRO NO PUEDE SER!
¡S M A C K!
Sniffle aulló débilmente, pegándose a la barra. Angie abofeteó al rubio con mayor fuerza esta vez en la otra mejilla. Joey estaba aturdido.
-¡GOTT WEIB, JOSEPH WHEELER! –bramó Angie- ¡VAS A MOVER TU HORRIBLE TRASERO Y VAS A IR TRAS SETO, AHORA MISMO!
El rubio no tuvo tiempo de replicar, la chica lo tomó por la playera y lo arrastró con una increíble fuerza hasta la puerta, arrojándolo fuera. Joey estaba levantándose cuando las llaves de su jeep cayeron dolorosamente sobre su pecho. Tambaleándose, se puso de pie para mirar a su amiga. Sus atónitos ojos se abrieron aún más al contemplar las lágrimas en los ojos verdes de Angie.
-La vida sin amor no es vida, Joey –sollozó la chica- No dejes que les suceda eso. Corre, ve por él.
-Auf… -gimió Sniffle detrás de ella.
Tras un instante de silencio, Joey se giró para correr hacia el jeep, aún no muy convencido. Encendió el motor. Al inclinarse, sintió algo contra su pecho y bajó su vista. En el bolsillo de su playera estaba su carta del Dragón Negro de Ojos Rojos.
/El amor después del amor/
Seto había intentado darle un regalo como él, una promesa similar y tal vez aún mejor que en ese tiempo. Un amor que seguía vivo después de todo.
Regresando la carta a su bolsillo, tomó el volante poniendo en marcha el jeep; pisando a fondo el acelerador, corrió tras la limusina.
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La lámpara cayó al piso, quebrándose junto con los demás objetos que su cable arrastró al caer Seto de su escritorio. Sus lágrimas de decepción se tornaron de dolor cuando una punzada nació en su brazo izquierdo y fluyó veloz hacia su corazón. Su respiración se cortó. Un frío comenzó a invadir su cuerpo. No escuchó su propia caía en la alfombra.
Sus cartas de duelo volaron frente a sus ojos, cayendo como hojas marchitas de un árbol. La imagen de su Dragón Blanco de Ojos Azules fue lo último que vio.
-¡Te odio, Joey Wheeler! –gritó Mokuba, azotando el teléfono contra la pared del pasillo y tirando un jarrón de cristal al suelo.
-Señorito…
-¿Por qué nadie me lo dijo, Anette?
-El amo…
-¡Dime!
-Es que, señorito…
-¿Por qué, eh? ¡Mi hermano muriendo otra vez por ese maldito perro y nadie me dice! ¡Claro, no le digan a Mokuba que su frágil y delicado hermano tuvo una nueva recaída porque vio al idiota de Joey Wheeler en el Parque! ¡Se acabó, Anette! ¡Hoy! ¡Hoy mismo se acabó! ¡No hay más Joey en la vida de Seto! ¡De eso me encargo!
-Señorito… -la ama de llaves esperó a que el pelinegro le prestara atención- El amo Kaiba acaba de llegar.
-¿Qué? –el chico miró su reloj- ¿No se supone que debe estar en la Universidad?
-No lo sé, señorito. Se dirigió directo a su estudio. No se veía bien. Lucía muy alterado.
-¿Alterado?
-Algo malo le pasa, señorito.
-Iré a verlo.
-¿Quiere que llame de nuevo al señor Atemu?
-Sí, Anette, por favor. Y dónde ese perro haya tenido algo que ver, será su último día vivo.
Mokuba subió las escaleras hacia el estudio de su hermano mayor. Notó que estaba a oscuras a pesar de que ya había oscurecido.
-¿Seto? Soy yo, Mokuba… -el adolescente tocó la puerta- ¿Seto?
Entró con lentitud, asomando su cabeza tras la puerta.
-¿Seto… ? … ¡SEEEEETOOOOO!
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Joey trataba de no llorar de desesperación, la limusina se había adelantado demasiado y no la alcanzaba, a pesar de ir a toda velocidad. Sus ojos vieron con ansia la Mansión Kaiba, pero se llenaron de temor al ver al Faraón bajar de su auto en la entrada con un gesto de prisa y preocupación. Sonó su claxon para detenerlo, asomándose por la ventanilla.
-¡Atemu! ¿Dónde está Seto?
El Faraón dejó su auto y se paró al lado del jeep. Estaba iracundo.
-¿Qué demonios le hiciste esta vez, Joey?
Anette llegaba al portón con lágrimas abundantes en los ojos. Joey la vio y tragó saliva sumamente nervioso.
-¿Atemu?
La ama de llaves llamó al tricolor. El rubio bajó del jeep, pero el Faraón regresó de inmediato, abriendo la portezuela del vehículo.
-Vamos al hospital, Joey. Aprisa.
El rubio volvió al instante, comenzó a sollozar, imaginando lo peor.
-Por favor, Atemu. Dime que pasa.
-Seto tuvo un paro cardiaco y está muriéndose, ¡Eso es lo que pasa! ¡¿QUÉ HICISTE, JOEY?!
-… lo siento…
-¡Eso no basta! ¡¿Qué estabas pensando?!
-… no quería…
-¡RA! ¡DATE PRISA!
Llegaron al hospital. Una vez que el jeep se detuvo, Joey se volvió al Faraón.
-No quise hacerle daño, Atemu.
El tricolor no lo miraba, sus ojos veían hacia el frente.
-Sabías de antemano que no estaba bien, ¡Te lo dije!
-Por favor… sálvalo… haré lo que quieras… desapareceré para siempre si lo prefieres… pero sálvalo… sálvalo…
Atemu no respondió. La petición de Joey requería de algo más que un trozo de su energía vital, pero los ojos llorosos del rubio mostraban una sinceridad absoluta. Sin embargo, quería ayudar a Yugi, quien también estaba ahí, según le había informado Tristán.
/Hice una promesa a Ra… /
-No soy el genio de los deseos, Joey. Sólo tendrás una oportunidad para hablar de nuevo con Seto. No lo eches a perder. De ti depende su salvación.
/Y la de todos/
-Lo acepto, Atemu.
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Los monitores estaban quietos, suspendidos en el tiempo. El silencio era crudo. La débil luz de la sala, iluminaba apenas la figura del castaño, sentado firme en la camilla. Sus ojos azules clavados en Joey, el cual se encontraba de pie frente a él. No era más Seto Kaiba, pues ese cuerpo había muerto. Era Seth, la esencia del mismo. Su alma. Recostado en una silla al lado, Atemu dormía como en una especie de trance.
-Obedezco a mi señor y heme aquí, Joey. Habla.
-Perdóname, no quise hacerlo…
-Nunca has querido, es cierto, y sin embargo, lo has hecho. Como el blasfemo, juras en vano sobre promesas falsas de un cariño sin valía.
-¡No es cierto! Yo… yo… te amo… te amo…
-Y amándome me has matado…
-¡No! ¡No!
-Una razón valiosa era mi meta para vivir. Y te encontré a ti en los mares del tiempo. Pero no soy digno de ti.
-¡Te equivocas! Soy yo quien no te merece.
-Jamás me había sentido tan dedicado a un pensamiento como lo es mi amor por ti. Pero siempre he estado solo. Ignoras lo que un alma como la mía sufre con el paso de los años al no encontrar su hogar. No soy igual a los demás y nunca lo seré. Tal vez por ello no me deseas.
-… ya no digas eso, te lo suplico…
-Todo es parte de una misma cosa. Cada sentimiento florece en el campo de la Vida y da sus frutos a la Creación. El único que me hizo sentir que mi ser era especial fuiste tú, Joey. Me hiciste creer que no estaba solo y que mi misión que Ra me concedió tenía sentido a tu lado. Pero no soy suficiente para ti.
-¡No! Espera…
-Mira a mi Faraón, ha derramado tanta sangre por mí, sólo para salvarme. Ha elegido mi felicidad por sobre la suya, solo para darme una oportunidad. Ha hecho lo que tú rehúsas…
-¡Claro que no!... es que… se que he cometido errores, pero…
-¿Amarme fue un error?
-¡No!, por favor… no lo hagas más difícil…
-Difícil fue entregarte mi cuerpo y mi alma. Pero no te bastó. Me mentías cuando yo te pedí la verdad. Me rechazaste cuando puse mi corazón a tus pies. Ahora me doy cuenta de que nunca había existido un lazo verdadero entre nosotros.
-Te amo… jamás…
-Caminaría en las llamas del infierno si me lo pidieras. Me ahogaría en el pozo más venenoso si lo quisieras. Dejaría mi alma devorar por los demonios por ti. Joey, fui lo que nunca solo por tu amor, me convertí en lo imposible para estar siempre contigo. Dime que vale la pena.
-Quiero que vuelvas… a mí.
-El navío necesita un puerto donde acallar. ¿Dónde está tu amor que me llame a tus brazos?
-… no entiendo… ¿qué te puedo dar si no es mi amor?
-Cada vez que me has tocado con él, desgracia se cernió sobre mi vida. No puedo continuar. La flama de la vida en mi ser se extinguió con mis lágrimas. ¿Dónde está aquella chispa que la encienda de nuevo, Joey?
-… no sé… lo que pides… pero estoy dispuesto a…
-No habrá un mañana a no ser que existe un hoy. Necesito ahora ese llamado.
-Yo… -Joey sollozó angustiado- … no sé… te amo.
-Mi amor por ti es triste. No veo ya el camino de nuestra felicidad. En mi búsqueda de tu alma me he perdido. La oscuridad me rodea, Joey. La luz de tu amor me abandonó…
Esos ojos azules se nublaron, el cuerpo de Seto perdió vigor y cayó en la camilla. Todo regresó de nuevo a la normalidad. Los monitores reaccionaron y chillaron al mismo tiempo. Joey caía de rodillas al tiempo que enfermeras entraban asustadas. Mokuba las siguió. Ninguno de los monitores marcaba signo alguno de vida. Médicos con el equipo de resucitación llegó. El adolescente comenzó a llorar, una doctora se acercó a él.
-¡No, dígame que mi hermano no ha muerto!
Joey observaba todo como si fuera en cámara lenta. Otro equipo de médicos llegó. Una de las enfermeras trató de despertar al Faraón pero no lo hizo reaccionar y tocó su cuello. Llamó con urgencia a un médico. Lo depositaron en otra camilla, mientras lo revisaban. Descubrieron su pecho para una electrocarga. Todos se movían preocupados. Atemu carecía de signos vitales. Había dado lo último de su soplo vital para llamar a Seth de la muerte, usando todo su poder para detener el tiempo. El esfuerzo había sido demasiado.
Ahora ambos estaban muertos.
-¡NOOOOO!
-Mokuba, ven, vamos afuera, déjalos hacer su trabajo –la doctora Jung lo abrazó.
-¡NOOO! ¡SEEETOOO! ¡SEEEEEEETOOOOO!
El chico se revolvió tratando de alcanzar a su hermano, sus ojos se percataron del rubio y una rabia apareció en ellos.
-¡TU! ¡TODO ES TU CULPA! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO! ¿POR QUÉ NO TE MUERES TAMBIEN?
-Mokuba, tranquilízate.
-¡TE ODIO!
-¡Enfermeras, saquen a los dos de aquí!
La doctora junto con un par de enfermeras, arrastraron lejos de la sala a Mokuba y Joey, llamando a un par de enfermeros para llevarse al adolescente a un cuarto mientras que Joey salió hasta el pasillo principal, con sus lágrimas cayendo sin cesar.
-¿Joey?
Por reflejo se giró al oír su nombre. Ryou llegaba a él con Bakura detrás. Éste último parecía leer sus pensamientos.
-¡Oh, cielos! ¿Qué les sucedió? ¿Joey? ¿Estás bien?
-Son unas linduras, todos ustedes –intervino el Ladrón de Tumbas- Si que saben hacer todo cada vez más difícil. Ryou, que no nos molesten –le ordenó al joven albino, tomando del brazo a Joey y llevándolo a un cuarto de limpieza cerca de ellos.
-¿Bakura? –Ryou le vio con extrañeza.
Bakura se encerró con Joey en el cuarto. El rubio parecía volver en sí y miró a su alrededor lleno de cubetas, líquidos desinfectantes y de limpieza, escobas, jergas y trapeadores.
-¿Q-Qué hago aquí?
-Buena pregunta –contestó el Ladrón de Tumbas mesándose los cabellos.
-¿Bakura?
-¡Rayos! Se van a gastar mi nombre.
-¿Por qué estamos en este cuarto?
-Bueno, muchacho, eso estamos por averiguarlo.
Un muy aturdido Joey trató de abrir la puerta pero el otro lo jaló hasta el fondo, haciéndolo trastumbar sobre las escobas. Bakura se carcajeó de súbito, asustando al rubio.
-¿T-Te sientes bien, Bakura?
-Perdóname, Joey. Es la Providencia.
-¿Eh?
-Ahora entiendo. Bien.
El Ladrón de Tumbas extrajo de su chamarra un par de dagas antiguas, sentándose de golpe en el piso y clavando las de triple hoja cerca de sus costados en la loza, resquebrajándola.
-Sabía que debía traerlas. Ellos no se equivocan.
Joey caminó hacia él al ver la fuerza con que había enterrado las dagas. Bakura arrojó su chamarra lejos de él y se quitó su camiseta de un tirón, dejando su torso desnudo. Tomando una de los puñales sencillos, le habló al rubio.
-Dame tu carta.
-¿Eh?
-Tu carta –Bakura extendió una mano para alcanzar el bolsillo de la playera de Joey y sacar la carta del Dragón Negro- Esta carta. –indicó, poniéndola en el piso y clavándola con la daga- Ahora tus manos.
-¿Qué?
Rodando sus ojos, el albino tomó ambas manos de Joey y pasó la hoja de la otra cuchilla, para hacer una fina cortada, cuya sangre cayó frente a él y sobre la carta. El rubio respingó ante el dolor.
-¿Por qué hiciste eso?
-Seto está bien muerto. Su alma ya ha partido al Inframundo. No hay mucho tiempo. Una vez que veas el Río de la Muerte, crúzalo aprisa. Del otro lado verás unas dunas relucientes con algunos oasis a lo lejos que se pierden a la vista, en ese punto está el Infinito. Si el alma de Seth cae ahí, lo habrás perdido para siempre.
-Bakura, no entiendo… ¿qué estamos haciendo?
El Ladrón de Tumbas sonrió triunfal.
-Lo que los Dioses querían. Soy un ladrón que ha visto el reino divino, entonces sé como robar lo que es sagrado, por eso habremos de usurpar el secreto de la vida. Presta atención. Seto tiene un gravísimo problema, su Akh se destruyó por desamor, y eso mantenía su Ba y Ka juntos. Vas a tener que obrar lo imposible. Sé por experiencia propia, que en el Río de la Muerte, en lo profundo donde se abre el Limbo, está el único e inigualable Ankh de Ra, la Llave de la Vida, bajo la custodia de Anubis. Tendrás que tomarlo por unos momentos para unir de nuevo el Ba y Ka de Seto y crear un nuevo Akh; y eso sólo lo lograrás con tu propio corazón. El Ka de tu amante seguramente se manifestará en la forma del Dragón Blanco de Ojos Azules, no por nada Kisara decidió dar su vida por él. En fin, dentro de él, está ese corazón ennegrecido de dolor, tienes que purificarlo para traer de vuelta a Seth, al que verás caminando hacia el Infinito donde Osiris le espera para su juicio. Cuando el corazón del dragón esté limpio, toma el Ankh y con el fuego de tu propio corazón crea su nueva vida. Su Akh se restablecerá y lo traerás de nuevo a su Ba…
-Esto… Bakura…
-Mi energía es lo suficientemente fuerte para convertirme en el portal prohibido que te permitirá entrar en las tierras sagradas de los Dioses. Pero no puedo hacerlo durante mucho tiempo. Son las ligas mayores, Joey. Mi fuerza es como una hormiga frente al océano si me comparas con ellos. Si algo de ese mundo pasa de allá para acá que no sean tú y tu amante, toda la humanidad estará perdida. Cierto es que los Dioses nos dieron esta oportunidad porque son unos niños exploradores que les gusta jugar con los mortales pero no les parecerá que tú robes el Ankh de Ra para tu propósito egoísta. Tienes que hacerlo rápido antes de que Anubis aparezca con sus guardias y te mate de una manera dolorosa y perversa. Una advertencia, si fallas, Ra y su compañía van a exterminar a toda tu familia y amigos por tu osadía. Así que no hagas otra cosa sino lo que te he dicho…
-Pero Atemu también estará allí…
-No hay tiempo, no tienes ni tantita idea de lo cruel que es Anubis, ni tampoco de lo que le harán a Seth si fracasas. Ya he estado ahí y no es muy placentero. Voy a guiarte directo a tu amor pero no podré hacer más que esperar a que regresen antes de que cierre el portal. No se te ocurra soltar el Ankh aunque te queme o una furiosa diosa te va a devorar. Y otra cosa: no dudes, Joey. Ahí, lo que impera es el alma y corazón; ellos te van a desnudar en cierto sentido, si dudas, no podrás recatar a Seto, quedarás atrapado y morirás sin oportunidad de volver a renacer. Y lo peor es que los Dioses harán del futuro de la humanidad un infierno viviente. Soy capaz de ir por ti para volverte a matar si eso ocurre. No dudes. Recuerda que tu amor es lo único que le devolverá la vida a Seto. Ustedes dos ya son uno solo y ninguno puede vivir sin el otro. No dudes, Joey. ¿Entendiste?
-No.
-Bien. Buena suerte, cachorro.
-Espera…
El Ojo de Ra brilló en la frente de Bakura, asombrando a Joey. Al mismo tiempo, en su torso aparecieron extraños jeroglíficos tatuados que comenzaron a fulgurar intensamente.
-Sejmet y Neith, que buscan el cambio en la batalla, suplico una vez más su ayuda –recitó, apoyando cada mano en una de las dagas- Jepri, da tu gracia a estos mortales; Maat, ilumínanos con tu sabiduría. Neftis, déjanos cruzar hacia el Inframundo. Seth, extiende en mí tu fuerza; Nut, que tus estrellas nos guíen sanos y salvos.
Las dagas enterradas en el piso resplandecieron y un círculo rodeó al Ladrón de Tumbas. El rubio lo reconoció, pues era el mismo que aparecía en la carta del Mago Oscuro. Aquellos brillantes jeroglíficos parecieron desprenderse de la piel de Bakura y formar una especie de campo delimitado por el círculo hechizado. El albino desapareció entre la luz, dejando una abertura en el aire, como si se cortara la vista del cuarto.
Joey parpadeó confundido, asustado, miró sus manos sangrantes y su carta que había quedado dentro de aquél círculo mágico, palpitando sobre el signo de Osiris. La determinación llenó su expresión. Dando un inquieto paso hacia esa luz, cerró sus ojos, preparado para lo que tuviera que enfrentar.
/Allá voy… mi koneko /
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Yugi se levantó de pronto y una punzada en su brazo lo detuvo de erguirse por completo. Tenía un catéter adherido a su brazo.
-¡Oh, hijo! ¡Despertaste!
El chico observó a su alrededor. Estaba en el hospital con su abuelo a su lado, que no ocultó sus lágrimas de alegría.
-¿Abuelito?
-¡Yugi! ¡Yugi! –Solomon lo abrazó- ¡Has despertado!
-¿Qué pasó, abuelito?
-Te desmayaste, ¿no lo recuerdas? No despertabas por ningún motivo. Tristán me ayudó atraerte al hospital. Voy a hablarle, está en el pasillo preguntando por los demás…
-¿Los demás?
El anciano se reprimió mentalmente.
-¿Abuelito?
-Tenías que saberlo de todos modos. Kaiba y Atemu…
-¿Qué? –Yugi se asustó al ver la expresión de su abuelo.
-Han muerto.
-¡NO!
-Yugi, cálmate. Sabía que no debí de decirte esto.
-¿Cómo? ¿Por qué? –preguntó el joven con lágrimas.
-Trajeron a Kaiba de la mansión por un paro cardiaco y luego Atemu inexplicablemente falleció a su lado. Bakura y Ryou están con Joey y llamé a Marik para que acompañara al pobre Mokuba…
-¿Bakura? ¿Qué hace aquí?
-Pues no lo sé. Te digo que Tristán fue a verlos… ¿Yugi?... ¿Yugi?
El chico palideció.
Ladrón de Tumbas.
Portal.
Atemu.
Inframundo.
Su mente daba vueltas. Algo o alguien susurraba en su cabeza.
El Portal.
El Halcón.
El Portal.
El Halcón.
/ ¿Cómo? /
-¿Yugi, qué sucede?
El Mago Oscuro.
-¿Abuelito? ¿Tienes aquí mis cartas?
-Las traías en el traje… si claro… pero… ¡Yugi!
Solomon trató de regresar a la cama a su nieto pero fue imposible. Arrancándose la intravenosa, Yugi bajó de un salto de la camilla hacia su ropa doblada en una esquina de su habitación. Aprisa, tomó sus cartas buscando una en especial.
El Halcón.
El Mago Oscuro.
-Tengo que ir con Bakura…
-¿Yugi?
-Tengo que hacerlo –musitó antes de salir corriendo de ahí.
-¡YUGI!
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