Sobres rojos | By : LunaSolNocturno Category: Spanish > Anime Views: 831 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no es una obra mia ni saco provecho de escribir un fanfic sobre ello. |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no me pertenece, y no saco ningun tipo de beneficio escribiendo un fanfic de esta serie.
M/F / Oral / TF / WIP
Sobres rojos
Quinto sentido: Vista
Vio que negaba desde la puerta, bajo el rostro y miro de nuevo al cerezo, hacia dos días que ya no veía a Misao, que no sentía su reconfortante peso en el regazo, y eso le tenia preocupado. Puede que en el momento cumbre de esa noche se hubiese sobrepasado pero al oír su grito se detuvo, lo que había estado apunto de hacer no era bueno, no era lo que buscaban...
Quizá por eso ella había huido de él a los pocos segundos, negándose a verle durante esos días, observo que Osamu salía tras dejar la bandeja de la comida, hasta dos horas después no volvería, Misao le odiaría pero debía saber que pasaba.
Con pasos calmos se dirigió a la otra punta del pasillo, en completo silencio abrió el shoji siendo recibido por un ahogado gemido; ella estaba en el futón, dormía apretándose el vientre y en la atmósfera flotaba un leve olor metálico, a sangre.
Menstruación y por sus gestos que esta era dolorosa.
Suspiro, en el momento cumbre su ciclo se había completado y ella había tenido miedo de que si seguía se percatase, no le odiaba, solo era miedo. Con sigilo se sentó a su lado y la rozo la cálida frente, fiebre; que él tuviera constancia Misao nunca había sufrido las típicas molestias menstruales, para ella era un momento en que sus energías, su Chi, era débil, la hacia verse frágil pero llena de fuerza, su feminidad brillaba por la demostración de su cuerpo de que podía engendrar vida, el yin se regeneraba.
Saco el pañuelo de seda negra y se vendo los ojos, después la dio los besos necesarios para despertarla.
-¿Aoshi que...?
-Shhhh, tu energía esta estancada por eso te duele.
-¡No me digas!-apretó los dientes al moverse ¿Por qué si nunca la había dolido? Por que nunca había estado excitada en el momento crítico.
-Dejaras que esta indigna persona te alivie.
-La indigna persona fue la que me lo provoco-le bajo el pañuelo de un tirón, la suplica que se expresaba no la detuvo-¿Qué piensas hacer?
-Fui Okashira, me adiestraron en el uso del Chi.
-¿Y? Yo también comprendo su manejo, soy una mujer, en nosotras es instintivo.
-Pero tu nunca has notado dolores, eso te distrae-se calzó de nuevo el pañuelo y la recostó-además no debo ver a mi sensei.
-Pueden pillarnos.
-Mayor motivo para la venda, silencio ahora.
Misao inspiro alejando de si todo, como las clases que recibió para sentir sus propias energías, extendió el cuerpo todo lo que pudo buscando la quietud de los lagos en los días de primavera, noto que la soltaba la yukata y la desnudaba a los rayos del sol, que sus manos se detenían primero en la piel del pecho regulando el latir con leves presiones para después alejarse y deslizarse a unos centímetros de altura hasta el vientre, sintió la energía estancada, intentaba liberarse pero no podía por que algo la mantenía presa en ese lugar, algo profundo y que la atenazaba el corazón; no era el miedo a la represalia por el honor...
-Tienes miedo ¿De mí?
--
Tengo miedo a la intensidad de tus respuestas.
Comprende Aoshi, no es lo mismo ofrecer mi cuerpo para que se complete la lección a ofrecerme a tus impulsos, son “salvajes” y yo soy virgen.
Me aterra la posibilidad de que me hagas daño y te culpes alejándote de mí.
Misao.
--
No creo que eso ocurra.
Solo quiero volver a estar a tu lado, quizá pueda ayudarte y aliviarte o por lo menos acompañarte, soy un poco ignorante en esos temas.
Pero sé que te extraño a mi lado.
Cuando la pasión domina no queda nada mas. Eso es lo que sé.
Aoshi.
--
Para que halla pasión primero debe haber amor o por lo menos un destello de deseo.
¿Qué hubo para ti?
Firmado.
Sensei.
-Las dos cosas-susurro en el oído de Misao, la kunoichi se movió en sueños y la apretó un poco mas contra su tórax, los días de dolor habían pasado y ahora solo quedaba el agotamiento y un sueño reparador, la beso en la frente mientras ella sonreía contra su cuello.
-¿Por eso no pudiste contenerte?-murmuro adormilada.
-Hai.
-Ya queda menos hielo entonces-se acurruco deslizando los dedos en la manga del kimono masculino.
Aoshi la rozo la barbilla levantándola el rostro-ya no hay dolor.
Misao sonrió correspondiéndole.
--
-No tienes remedio.
-¿Qué pasa? Si me duele me tendré que aguantar.
-¿En brazos de Aoshi? Tu lo que querías eran mimos, confiésalo.
-En parte-susurro-pero él también quería saber que me pasaba.
-Solo que por primera vez conoces las molestias de la menstruación, no es tan grandioso.
-Vale, reconozco que me pase.
-Me preocupaste-la susurraron en el oído, las manos más letales de todo el Onniwabanshuu se enroscaron en su cintura-pero no querías que te viese débil ¿Verdad?
-A... Aoshi ¿No estabas en el templo?
-¿Tan pronto vienes Aoshi-san? Dijiste que no llegarías para la cena.
-Saito a pasado por el templo, me necesita para una vigilancia en los muelles.
-Ese hombre no sabe respetar el retiro de los guerreros-mascullo Osamu.
-Prometimos ayudarle-corto Misao-somos los mejores en el arte del ninjutsu, además estamos asociados con la policía ¿Te lo pidió específicamente?
-Sí, dice que posiblemente se trate de un cargamento ilegal, no sabe si se trata de droga occidental o armas. No sabe cuanto durara.
-Mientras no te pase nada no me opondré, pero un rasguño y tendrá que usar al cabeza de escoba.
-Hai Okashira.
Misao sonrió y siguió vigilando la cocción para la sopa de esa noche, el guerrero por el contrario subió directamente a su habitación para preparar todo lo necesario, no parecía haberse percatado de la fecha que había en el calendario.
-Osamu.
-Sí.
-¿Puedes excusarme un momento?
-No tardes, esto estará en diez minutos.
-Gracias.
Se perdió por los pasillos del Aoiya, tenia todo listo para esa noche, tanto la cabaña como las cosas, incluso Osamu y ella había encontrado la mejor manera de que no se percatasen de que las dos faltarían en sus habitaciones por un rato, y ahora esto; Saito y sus manías, tenia que pedirle el favor justo en esa fecha, era la primera vez que harían un año, no habría mas ocasiones por que después solo serian dos o tres.
-Misao ¿Te ocurre algo?
-No Jiya, no pasa nada.
-Pasa algo, puedo ser muchas cosas además de viejo verde pero también te crié, solo das paseos esquivando a la gente cuando algo malo ocurre-se sentó a su lado.
-Se trata de Aoshi.
-¿Habéis peleado?
-No, tendemos a escucharnos cuando no opinamos igual, nos ahorramos el mal trago.
-Pero...
-Creo que ha olvidado que día es hoy.
-¿Y que día es hoy?
-Hoy es cuando... por lo que me contó, hoy es el día en que decidió de motu propio decirme lo que sentía por mí-sonrió suavemente, era una mentira piadosa, era el día en que había recibido la primera carta-pensé que lo recordaría.
-Déjame que te cuente una pequeña historia-¿Cómo los jóvenes enamorados podían ser tan ingenuos?-hace tiempo conocí a un hombre que no sentía nada, ni dolor, ni penas, ni alegrías, este hombre conocía a una mujer, era hermosa y delicada, una belleza tan misteriosa que ni yo mismo fui capaz de atreverme a seducir, solo con recordar la caída de sus párpados me estremezco, que dulzura y recato, que forma de moverse... a lo que íbamos, ese hombre era el único que la importaba, tenia muchos pretendientes desde luego pero no quería oír nada de ellos-Misao ya se temía lo peor-ese hombre que no sentía nada la hizo el mejor regalo, la amo.
-¿Y eso que tiene que ver con nosotros?
-Aoshi no ha olvidado la fecha de hoy, pero aprende un poco de paciencia, el día no ha terminado aún.
-Esta anocheciendo.
-Pero no es media noche, vamos a cenar.
Desde la ventana de la habitación Aoshi sonrió suavemente, Misao seguía siendo Misao.
--
Esta noche descubriremos el ultimo sentido: vista.
Hace una semana que salisteis de misión, por lo tanto hará siete días que no me veis.
¿Recordareis aun como soy físicamente?
Nos veremos en la entrada del bosque de bambú a media noche.
Firmado.
Sensei.
La sombra se adentro por el bosque, la luz de la luna marco sus rasgos humanos, mucho más que la ultima vez que vino por aquí, ojos azules y pelo negro, músculos surcados de honrosas cicatrices, alto e imponente en el porte, aterrador si no estaba con ella... perseguía una imagen tan real como onírica; una figura esbelta había aparecido cerca de los primeros bambús y había huido de él, un ser del que solo podía imaginar el rostro a pesar de no verlo, un cuerpo delgado envuelto en largas ropas negras. Ella.
...el shoji se abrió en silencio dejando pasar al antiguo Okashira de los Onniwabanshuu, mientras tanto la joven simulaba estar dormida, seguro que venia para disculparse por su descuido.
Pues no se lo pondría fácil.
-Misao-susurro-¿Sabes que día es hoy?
Asintió sin darse la vuelta.
-Supongo que sabrás por que estoy aquí.
Cerró los ojos al notar que una de las manos la hacia tumbarse boca arriba, unos labios cubrieron los suyos suavemente...
Cerca del río pudo verla a lo lejos, no eran burdas prendas de ropa, sino las más finas piezas de seda negra... bordadas en oro y plata.
El brillante kimono lanzaba destellos plateados cuando la luz lunar incidía sobre el bordado de un fiero dragón, las largas mangas apenas rozaban el suelo en la quietud de sus movimientos, un ruido producido involuntariamente por su asombro hizo que el fuego que rodeaba su cintura en forma de obi brillase tan cálido como el oro.
Varios pasos hacia atrás y un giro le mostraron la más hermosa de las mariposas nocturnas.
La carrera empezaba de nuevo.
...Misao jadeo suavemente y paso los brazos por el cuello de Aoshi, él siguió besándola con ternura mientras la sentaba en su regazo como tantas otras veces. En el ultimo momento la kunoichi separo los labios y le rozo el cuello apoyando la cabeza en el hueco del hombro masculino ¿Por qué se había rendido tan fácilmente? Se quedo quieta mientras el guerrero la definía el cuello y su propio hombro, libre de la tela de la yukata, varias lagrimas cayeron al darse cuenta de que este no era otro momento mas, era especial, por la forma en que la cogía y la acariciaba, o la manera en que colocaba los mechones de pelo rebeldemente despeinado por el nerviosismo
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por acordarte.
-No fui al templo, busque esto.
Dejo la pequeña caja sobre el futón, la joven miro sorprendida como quitaba el lazo y desvelaba en el interior una peineta de nácar y varios alfileres para el pelo de todas las tonalidades que el jade poseía, desde el mas profundo hasta el mas sutil.
-Se que por ahora será difícil que te los vea puestos, pero si el momento esta cerca es bueno que los tengas.
-Yo no te he traído nada-murmuro avergonzada, tanto esperar a que él recordase la fecha y había olvidado algún obsequio.
-Estas tu-sonrió indulgente-es cuanto necesito...
Una débil luz en la lejanía le indicó vagamente lo que había mas adelante, la cabaña desde donde se podía mirar la ciudad, con sigilo se acerco viendo como la muchacha se escabullía en su interior dejando que su aroma característico marcara la senda que había seguido, apoyo los dedos en el marco y rompió una ramita para indicar que ya había llegado.
La luz que provenía de la lamparilla se apago al instante haciendo estallar los plateados rayos de la luna llena.
Misao solo levanto el rostro al oír los pasos adentrándose en el reducido espacio. Aoshi por el contrario se quedo quieto, nunca la había visto tan hermosa, era cierto que Misao lo era y que también vestida con un kimono se volvía irreconocible, pero él nunca la había visto así, salvando la excepción de la fiesta del templo en que ella solo se dejó ver de forma lejana, y jamás en unas condiciones tan reveladoras. La seda brillaba como el agua del río, profunda y mística, escondiendo sus secretos a los ojos ignorantes, los destellos de los bordados en plata del kimono y en oro del obi la envolvían en una maraña de luz semejante al aura de las diosas, la piel que no tapaba el kimono era tan pálida como la porcelana, los labios eran dos pétalos rojos mientras que las pestañas no permitían observar el ultimo detalle: sus ojos.
Parpadeo suavemente y con un gesto lleno de timidez real levanto la vista lentamente.
Sentado frente a ella creyó que se perdía a si mismo, los ojos de Misao siempre habían sido profundos pero eso era a la luz del sol, la lunar por el contrario los confería una insondavilidad tal que parecía mirar al mar; levanto la mano del regazo y cogió la suya masajeando con ternura los nudillos, él cerró los dedos en torno a los pálidos apretando suavemente.
-¿Qué ves?
-A ti.
-No, esto es una ilusión.
-Entonces...
Llevo la mano hacia el obi y asintió. Si le hubiese pedido que diera la vida por ella lo habría hecho, pero ¿Desnudarla mientras la veía?
--
Cogió aire al tiempo que sus dedos localizaban el borde del obi, la tela se deslizo al primer roce pero no se desvinculo del resto de la vestidura por el obi-jime, conteniendo el aliento soltó el cordón dorado y la pieza de tela cayó al regazo de la Okashira rebelando el date-jime y el nudo del koshi-himo, apenas duraron nada en los siguientes diez minutos. Misao volvió a bajar la vista al notar que solo quedaba el kimono y la única prenda interior que llevaba puesta, el juban.
El antiguo Okashira llevo las manos al cuello del kimono, sabia bien como quitarlos y volverlos a poner, el tiempo pasado como protector de Satsu-san y de las pocas pero agradables noches que habían compartido le sirvió de mucho, pero no era Satsu la que estaba delante de él, sino Misao.
Su pequeña kunoichi.
La única que le había hecho desear o amar de verdad.
Incluso plantearse seriamente si el pasar todo el día en el templo le haría salir de la oscuridad.
Se mordió el labio de impaciencia y separo el cuello, por tanto, el resto de la tela hacia los lados, el juban se desveló mostrando que era tan rojo como la sangre recién caída y la piel blanca como la nieve.
Misao llevo las manos al suelo y permitió pasiva que bajase el kimono hasta su regazo, agacho la cabeza avergonzada, mostrando que llevaba puesto en el extraño moño suelto que Osamu la había hecho, la peineta de nácar y el alfiler de jade más oscuro que le había regalado; con tranquilidad se levanto ante él, dejando que el resto de la tela cayese formando un circulo negro de destellos metálicos a su alrededor, luego estiro un brazo hacia arriba para quitar los dos complementos del pelo.
La sangre dejo paso a la noche.
El guerrero se puso de pie a su vez, la forma en que hasta el más mínimo detalle y caída habían, seguramente, sido preparados con un cuidado exquisito, solo servia para mostrar la simple belleza que un cuerpo desnudo podía llegar a poseer. La forma en que se desvelaba la suave turgencia de dos senos de picos rosados, la sensual curva de un vientre puro e inmaculado, la dulce que comenzaba en las caderas de una joven y se alargaba en piernas interminables, hasta que los ojos se encontraban con los menudos pies femeninos.
La despejo el cuello lentamente mientras buscaba una de las pequeñas manos, en el beso la llevo hasta el cinturón de su ropa onmitzu.
Lo soltó con lentitud dejándolo caer, suspiro ahondando el beso, llevando las manos a su cuello tuvo la ocasión perfecta para separar la parte superior, él relajo los brazos a ambos lados de su cuerpo y el gi cayo al suelo a la vez que los pantalones.
La cogió en brazos y se sentó en la parte donde la luz de la luna daba en el suelo, trago saliva y llevo los dedos hasta el rostro de la joven, desenterrándolo de su propio cuello la hizo levantar la mirada; aunque tenia miedo y la vergüenza la hacia bajar la vista aguanto el escrutinio.
-¿Por que te avergüenzas?
-Me miras.
-Eres muy hermosa, tu piel es limpia y en cambio la mía...
-Lleva las marcas del honor Onniwabanshuu, el orgullo de haber participado y sobrevivido.
-Pero no muestran la vergüenza de un guerrero, deje que los matasen, me traicione a mi, a ellos, a ti...
-Seguiste con vida para llegar donde estas ahora, entre mis brazos, seguro que donde quiera que estén nos miraran con orgullo.
-Si tu lo crees. Entonces será así.
Bajo las manos hasta la cintura de él y se apretó feliz.
Aoshi por el contrario se sintió liberado por ese movimiento, nadie le había dicho durante todo ese tiempo que se sentía orgulloso por que él siguiese con vida, ni que fuese tan importante ese sencillo hecho, con ella entre sus brazos supo, o intuyo, por que lo era. Ahora podían estar, no, estaban juntos, alguien a quien inconscientemente había echado de menos durante el tiempo en que no había compartido su vida diaria con él, no le había alejado levemente de las preocupaciones, ni le había dicho que necesitaba su ayuda para solucionar algún percance... aunque los papeles habían cambiado ligeramente.
Se acerco a su oído y susurro, Misao dio un leve respingo y se quedo quieta después se tumbo sobre el gi de Aoshi y cerro los ojos.
-Ábrelos por favor.
El rubor la cubrió al verle sobre ella, sus cuerpos no se tocaban pero era muy agradable sentirse tapada en cierta manera por el musculado cuerpo masculino, con tranquilidad la mirada de Aoshi la recorrió como una caricia; lentamente bajo por el exquisito cuello haciendo que se estirase, las clavículas se marcaban pero no de forma anormal, los suaves montículos a los cuales sus manos se adaptarían perfectamente... incluso los pezones despertaron sin haberlos tocado, tras una eternidad llego al diminuto recinto de rizos negros, por entonces las rodillas de Misao ya se frotaban expectantes por la extraña promesa y solo basto una simple mirada para que le dejasen cumplirla.
Con premeditada lentitud bajo hasta dejar un beso en la cara interna de las finas piernas, los muslos temblaron y un suspiro se escucho, no pudo aguantar más. La Okashira grito ante la avalancha de sensaciones, una mano descendió para evitar que continuase y la otra ascendió para silenciarse ella misma, probo a arquearse para evadirle pero fue algo previsto desde el principio, por lo que no la quedo mas remedio que permitirle continuar.
Sus dedos se clavaron en el cuero cabelludo en una ultima suplica por que fuese mas considerado, luego simplemente grito su nombre en agradecimiento.
--
Cinco sentidos, cinco estados.
El tacto simboliza los tanteos que se dan en la oscuridad.
El olfato lo cerca que podemos oler el aire fresco de la salida.
El oído los murmullos de la gente que nos espera afuera.
El gusto nos permite saborear la limpieza del aire.
La vista hace que nos deleitemos con la mas hermosa de las visiones.
Ahora puedo entender por que el amor hace que muchos encuentren una nueva razón para seguir con vida, yo añoraba esa sensación que experimente cuando erais una niña, me queríais por estar a vuestro lado y ayudaros, por que el único limite que os impuse fue ser feliz. Luego os la arrebate pero luchasteis por que volviese de nuevo.
Mi corazón es vuestro desde hace mucho tiempo, sé que lo cuidasteis bien y que lo seguiréis haciendo, por eso, y antes de que nuestro noviazgo se convierta en compromiso, me gustaría cuidar de vuestro corazón.
Ya sé lo que es el amor.
Solo espero saber demostrároslo adecuadamente.
Firmado.
Un ser que ha encontrado la salvación.
Misao beso la ardiente frente del guerrero, él la dirigió una mirada velada por la fiebre; Saito había respondido frente a la repentina enfermedad de Aoshi alegando que el ninja se había lanzado al agua para poder vigilar mejor, eso y que no se había cambiado de ropa antes del encuentro con Misao le había provocado la permanencia en cama durante unos días.
Nada que no curase los mimos de la Okashira y la complicidad de una kunoichi en concreto.
-Sabes que mi corazón siempre ha estado vigilado por ti.
-¿Cómo?
-Por que nunca habrías permitido que otro me alejase de tu lado, soy importante para ti aunque no lo supieras conscientemente.
-La soledad me habría impulsado ha hacerlo-razono para si mismo.
-Sí, y el cariño que siempre he tenido contigo.
-Me alegro entonces.
Misao sonrió y le cerró los ojos con ternura.
-Ahora descansa, ya cuidaras de mi corazón de manera consciente después.
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