Fuego de Noche, Nieve de Día | By : Lily-de-Wakabayashi Category: Spanish > Anime Views: 676 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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Capítulo 6.
Tanya miraba a Lily con fastidio; la chica no dejaba de golpear de patear un enorme saco de arena que había colgado en el techo y al cual le había pegado una foto de Genzo.
Lily siguió atacando el pobre saco con todas sus fuerzas; el localizador de Tanya sonó y la rubia se puso de pie.
La rusa salió del cuarto y se dirigió a la oficina principal del señor Wakabayashi; en el camino se topó con Arisa, la cual también fue convocada a la oficina del jefe. Una vez ahí, Tanya tocó con cuidado la puerta y las chicas entraron cuando la dieron la orden de hacerlo. Akira estaba sentado frente a su escritorio y levantó la vista al ver a Tanya.
Arisa frunció la boca; ya se lo sospechaba. Ella sabía muy bien que no podía negarse a una misión, de manera que aceptó la orden y salió de la oficina en compañía de Tanya. Una vez fuera, la argentina volteó a ver a la rusa.
La rusa siguió andando, pensando en el vestido que usaría esa noche; la verdad era que si se hubiese tratado de otra persona, Tanya le hubiese hecho el cambio a Arisa, pero su misión se trataba de Ken Wakashimazu y no la podía desaprovechar... A la rusa le había encantado conocer a ese hombre apuesto y que a todas luces se notaba que tenía buen cuerpo y que debía ser buen amante. La última vez que Tanya salió con Ken, él no había perdido tiempo y ya al poco rato le había metido mano en el escote. Había sido precipitado, quizás, pero eso a Tanya la había dejado con ganas de algo más...
Así pues, Tanya buscó entre su guardarropa algún vestido que le quedara bien. Encontró uno gris perla con escote hasta donde la espalda pierde su casto nombre y con un súper escote que la hacían verse muy delgada. La rusa se metió a bañar y comenzó a enjabonarse sensualmente cada parte de su cuerpo, pensando en el karateca. Se sentía algo excitada, y muy emocionada, si bien estaba prohibido acostarse con los clientes, Lily ya se había acostado con Genzo, Vicky con Kenji y quien sabe de las demás. Así pues, Tanya no se iba a quedar atrás...
La chica se maquilló y se peinó lo mejor que pudo. Arisa, por su parte, se negó a aceptar que sí se moría de ganas de ver a Hyuga; la chica se la pasó quejándose unos cuarenta minutos mientras Lily seguía golpeando el saco. La mexicana llegó a la conclusión de que todos los japoneses eran unos idiotas.
Arisa se dio cuenta de que no se podía seguir quejando y empezó a vestirse y a arreglarse. Para no querer acudir a la cita, la chica iba muy bien arreglada, cosa que Lily le señaló.
Ken se quedó con la boca abierta cuando vio bajar a Tanya; se veía simplemente espectacular. La rusa apenas y esbozó una sonrisa y se acercó al muchacho, extendiendo lánguidamente una mano, la cual Ken tomó y se la besó suavemente.
El karateca le ofreció su brazo a Tanya y la chica lo tomó, y ambos salieron de la mansión. Arisa los vio salir, desde lo alto de la escalera y gruñó; de verdad que esa desgraciada no le iba a cambiar el reto. Muy a su pesar, Arisa estaba emocionada, ya que habían pasado años desde la última vez que ella vio a Hyuga y se preguntó cuánto habría cambiado él. Bueno, pronto lo descubriría, no pasaron ni cinco minutos cuando Kojiro se apareció vestido muy formal, con un traje que marcaba todos los músculos del joven. Arisa, sin querer, se quedó con la boca abierta, aunque ella no fue la única; cuando Kojiro vio bajar a la chica, tuvo un estremecimiento que le llegó hasta los huesos. Arisa se veía divinamente preciosa y tremendamente sensual.
“Con las ganas que me dan”, suspiró Kojiro.
Hyuga optó por ya no decir nada y le ofreció su brazo a Arisa; la chica lo tomó y caminó con mucha dignidad, sin darse cuenta que Kojiro no despegaba la vista de su escote.
Lily, por su parte, después de refunfuñar por horas por Genzo y su actitud de macho, se dio una ducha y decidió buscar algo de comer. Frente a ella apareció entonces el perro de Wakabayashi, John, moviendo juguetonamente la cola.
Fue entonces cuando John se metió al cuarto de Lily y tomó una de sus tangas, echando a correr. La chica, escandalizada, juró darle alcance al perro para cocinarlo en tacos al pastor; el perro corrió por toda la mansión hasta meterse a una zona a la cual Lily nunca había ido. La chica siguió al atrevido can hasta llegar a una habitación lujosa, la cual tenía todas las luces encendidas; John se metió a otro cuarto adjunto, el cual Lily supuso que se trataba de un baño. La joven decidió ir tras su tanga atrapada en el hocico del perro, pero se quedó de una pieza al ver a Genzo bañándose con la cortina de baño abierta. El agua caliente caía sobre el cuerpo musculoso y desnudo del hombre, resbalando por su espalda ancha y llegando hasta su bien formado y apetecible trasero. Lily se quedó con la boca abierta al ver la delicia con la que Genzo disfrutaba el agua. El portero escuchó al perro, más no vio a Lily.
Lily vio como Genzo le quitaba la tanga a John del hocico y la miró, con cierta lascivia.
Genzo miró detenidamente la prenda y la sostuvo frente a él, metiendo ambas manos en los huecos correspondientes a las piernas.
Lily sintió que el rubor se le subía al rostro; enojada, salió de la habitación lo más rápido que pudo y sin hacer ningún ruido.
“Que se quede con la tanga”, pensó ella, enojada. “Será lo más cerca que va a estar de mí”.
Volviendo a la fiesta, la cual estaba muy animada, Ken presumía a Tanya con cuanto hombre se le pusiera enfrente, cosa que a la rusa le fascinaba. A ella le gustaba sentir la mirada de lujuria de los hombres y la admiración de Ken por tener una compañera tan bella. Lily siempre decía que eso era menospreciarse como mujer, pero Tanya no le hacía caso. Y menos ahora que la mexicana se había acostado con Genzo...
En fin...
Sea como fuere, la fiesta estaba atendida otra vez por los camareros rusos de la otra noche, cosa que puso a Tanya en alerta. Ella recordó que Lily había mencionado algo pero la rusa no le había prestado mucha atención, en el escándalo que se hizo por haber dormido con un hijo del jefe. Sin embargo, en esos momentos a Tanya le pareció sospechoso que se hubieran contratado exactamente a los mismos hombres para servir; y más que nada porque ellos hablaban ruso.
Los dos camareros que estaban cerca de Tanya decían cosas como “No vino esta noche”, “Nadie se encargó de invitarlo”, “No tiene relación con este equipo” o cosas similares. Tanya intentó escuchar el nombre de la persona de la quien hablaban, sin éxito. Los camareros miraron de forma sospechosa a Tanya, la cual fingió un acceso de tos para despistar.
La chica le dio la excusa a Ken de que tenía que ir al baño y se levantó, aunque en realidad también fue a seguir a los camareros, tal y como lo había hecho Lily, llegando hasta el jardín del hotel en donde se estaba llevando a cabo la fiesta. Sin embargo, en esa ocasión los hombres no fueron tan desconfiados y le cerraron el paso a la rubia en un corredor de rosas.
Los dos hombres se miraron entre sí, sorprendidos de que ella supiera hablar ruso, pero sin embargo no pasaron mucho tiempo sorprendidos ya que de inmediato intentaron atacar a la chica. Tanya, sin embargo, ya se lo esperaba y sin esperar más tiempo, esquivó los dos golpes de los camareros y les regresó el ataque. Ken, algo preocupado por la tardanza de la chica, salió a buscarla y entonces la encontró peleando contra dos de los camareros. Ni tardo ni perezoso, Ken se dispuso a ayudar a su dama y le propinó algunos buenos karatazos a los hombres; entre Ken y Tanya no les costó trabajo dominar a los agresores y dejarlos fuera de combate.
Varios camareros más empezaron a salir del hotel, muy probablemente buscando a los otros dos, y Ken tomó a Tanya por la mano y la llevó con él al jardín. Los dos se perdieron entre el perfume de mil rosales y Ken se dejó caer en un pequeño claro, después de correr un rato.
Tanya aceptó el reto. Claro, estaba prohibido acostarse con los clientes, pero a ella le venía valiendo un pepino. La rusa empezó a hacer striptease moviendo muy provocativamente las caderas y acariciando sutilmente el pecho del hombre y jugueteando con su corbata. Ken se maravilló con el baile de la rusa, y se dejó “consentir” por ella. Tanya arrojó a Ken al pasto y empezó a desabrocharle el pantalón para empezar a maniobrar con su “amiguito”. Ken se sintió momentáneamente transportado al paraíso, y más cuando Tanya llevó sus labios hasta esa zona tan sensible.
Ken supo que ella había mordido el anzuelo y no iba a dejarlo ir. El karateca acarició los senos de la rusa, quien únicamente esbozó una sonrisilla.
De pronto, ella se separó y se quitó la tanga, quedando completamente desnuda, para después arrojar a Ken nuevamente al suelo y juguetear con su miembro ya erecto. Ken se dejó caer y soltó una exclamación de gusto cuando Tanya se montó sobre él. La rusa empezó con su juego sexual, moviéndose lentamente, de un lado a otro, de arriba abajo, volviendo loco a Wakashimazu, el cual tomó a la chica por la cintura para hacer que ella se meneara más rápido. Tanya cabalgaba sobre él con mayor ímpetu, mientras que Ken masajeaba sus duros senos y los probaba de vez en cuando. Ambos estaban ya sudorosos, enfrascados en el juego en el que ambos habían caído y el cual estaban disfrutando a más no poder.
Al final, ella llegó al orgasmo primero que él, pero a Ken le llegó el éxtasis al sentir como la joven vibraba sobre él. Tanya se dejó caer exhausta sobre el pecho de él.
No muy lejos de ellos, los rusos seguían buscándolos pero a ambos eso les tenía muy sin cuidado.
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