Todo queda en familia | By : monojungla Category: Spanish > Cartoons Views: 2003 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: La serie Rugrats crecidos/All grown up no me pertenece ni estoy asociado a ella en ningún aspecto. Este fanfiction es ficticio y sin fines de lucro. |
HOLA LEMON DEMON.
Che, lamento mucho no haberte respondido antes, al parecer mi correo marca los comentarios de adultfanfiction como spam y los borra. Me alegro mucho que te haya gustado mi fanfic y más me alegro que haya alguien que lea y comente en esta sección tan olvidada de esta página.
Me he atrasado mucho a la hora de escribir este fic pero este es el final. No tiene lemon aquí pero creo que de igual forma es un final. Nuevamente, muchas gracias por comentar en mis fics. Cualquier crítica o sugerencia las acepto gustoso.
Gracias y disfruta el fic.
EPÍLOGO
La ciudad quedaba un tanto lejos, se la podía ver por la ventana de atrás del bus. Lil estaba ansiosa ante lo que estaba haciendo, el bus ya iba lejos y no parecía que su hermano vaya a dar vuelta atrás.
Se removió incómoda en su asiento. Casi era de noche y estaba en una zona totalmente desconocida. Dejó pasar un par de canciones más en su MP3 cuando su hermano le dio una señal.
Bajaron en una zona semi desierta, llegando casi a las granjas de la zona rural. Ya era de noche y las luces del iluminado público eran dispersas y alumbraban poco. Siguieron por la carretera por poco tiempo y luego Phil torció por un camino en la oscuridad aunque había luna llena y proyectaba una luz azulada en los descampados. Casas dispersas se encontraban de vez en cuando pero demasiado alejadas para que se pueda distinguir algo. Algunas tenían sus luces encendidas pero la mayoría parecían abandonadas. Muy pocos autos pasaban por el camino que daba a la carretera
- Phil… – dijo nerviosa.
- Llegamos
Era una casa como las otras. Tenía un “se vende” escrito en la pared junto a un número telefónico. El muro que rodeaba la casa era altísimo, solo podía verse parte del techo desde afuera.
- Dijiste que…
- Por aquí iba a ver una urbanización importante por eso compraron varias casas, pero la construcción se atrasó por algo de tiempo y la gente las puso a la venta y se fueron. Esta es una de las más recientes. La pusieron a la venta hace tres semanas pro todavía tiene todo, piscina, electricidad, un baño que todavía funciona y agua.
Lil quedó perpleja.
- ¿Y qué tiene que ver?
Phil se acercó y la abrazo por la cintura. Su hermana se revolvió y se zafó de su caricia.
- ¡¿Qué crees que haces?! – luego bajó la voz - ¡Nos puede ver!
Su hermano rió.
- ¡¿Quién?! Aquí no hay nadie.
No había nadie, el camino estaba desierto y todo estaba oscuro. Lil entendió lo que su gemelo proponía.
- ¡No es nuestra casa! ¡Nos vas a meter en un buen lío!
- Lo escuché de un chico de secundaria. Buscan casas como estas para hacer fiestas sin que nadie los moleste. Pude encontrar casas alejadas en los anuncios de los periódicos viejos. Esta ha estado deshabitada pero en buenas condiciones, como te dije, agua, luz.
La tomó de la mano pero ella la sacudió hasta que la soltó.
- ¡Es una locura!
- ¡¿Qué hay de malo?! Mamá y papá creen que estás en una pijamada con una de tus amigas y yo en una excursión al campo. No nos buscaran ni molestarán. Solos tú y yo.
- ¡Alguien puede venir y enterarse! ¡Los antiguos dueños!
- Están de viaje… Llamé y pregunté; se la dejaron a una inmobiliaria. Y la inmobiliaria sólo trabaja de lunes a viernes, el sábado y el domingo no trabajan.
Se acercó hasta tomarle nuevamente la mano pero esta vez Lil no quiso alejarse nuevamente.
- Dijiste que venían a hacer fiestas.
- No aquí. Hay mejores lugares y éste queda lejísimos… Además que le cambié los candados ayer y les puse unos míos. Nadie vendrá y si viene no podrá entrar.
Era un lugar alejado de todo. De sus padres, maestros, compañeros de escuela, vecinos y miradas.
- Lo pensaste en todo.
- Lo hice por ti. Esta será nuestra casa, tuya y mía… aunque sea por esta noche.
- Phil, nos van a descubrir.
- No quiero estar esperando más a que se vayan de la casa para poder estar juntos. No quiero estar contigo diez minutos y luego tener que disimular.
- Yo tampoco pero…esto…
- Quiero saber –estaba sonrojado- cómo se siente despertar en la mañana contigo a mi lado…
- Como si estuviéramos casados… Estás más loco de lo que yo pensaba.
Lil quedó muda de asombro cuando se hermano dio un paso hacia atrás, puso una rodilla en el suelo y le dijo.
- Lil ¿Quieres estar casada conmigo esta noche?
Las luces de un camión pasaron por la carretera iluminándolos brevemente pero a ella no le importó. Lil empezó a reír.
- ¡Tarado!... Eres un... Acepto.
Phil sacó una llave de su bolsillo y abrió unos candados que cerraban la puerta del muro.
- Volveré a poner los otros cuando nos vayamos.
Entraron en la oscuridad pero aún alumbrados por la tenue luz de la luna llena que les daba la bienvenida. La maleza estaba crecida y el techo tenía moho pero por lo demás la casa parecía estar en buenas condiciones. Adentro Phil cerró la puerta con sus candados.
- Dame la mochila.
Corrió hacia dentro. Una a una las luces se encendieron ante la alarma de Lil pero se tranquilizó al comprobar que el muro era tan alto que ocultaba las luces de los mirones del mundo exterior, con púas filosas para los intrusos, además que las ventanas de al frente estaban con cortinas (que en realidad eran pedazos de sábanas viejas e inservibles).
“Un lugar para ser libres” pensó Lil encantada. Phil volvía sonriendo. Se acercó a ella sin decir nada y antes de que pudiera reaccionar la alzó en sus brazos.
- ¡Phil! – exclamó riendo.
Con ella en sus brazos, entraron. La casa estaba desierta y vacía pero en medio de lo que debía ser la sala había un enorme colchón con sábanas nuevas, un televisor (colocado en el suelo), un dvd, una consola de videojuegos, algunos refrescos y unos cuantos discos regados por el suelo.
- ¡Hermano! – exclamó riendo- ¿Qué clase de luna de miel es esta?
- ¡No se me ocurrió nada más!
Ella, todavía en sus brazos, besó a su hermano en la mejilla.
- Es perfecto.
La depositó suavemente en el suelo. Ella misma cerró la puerta de un empujón mientras empezaban a besarse con su gemelo. En medio de la nada, ese lugar era totalmente suyo para dejar libre todos sus deseos.
Las luces del iluminado público ya estaban encendidas cuando todavía existía algo del sol para iluminar las calles, pero era poco y se extinguió rápidamente. La luna llena empezaba a asomarse por el cielo. Era una noche cálida y tranquila que prometía un buen fin de semana y una buena velada para los más salvajes.
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En el supermercado la familia Finster terminaba sus compras. Los adultos estaban por la caja registradora cuando una muchacha se acercó a Carlitos.
- ¡Eh Finster!
El chico se puso pálido, era una compañera de la escuela.
Entabló una conversación trivial y entrecortada, Carlitos apenas le prestó atención. Estaba más preocupado por dos bellos ojos que lo miraban fijamente a él y a su compañera. Dos ojos llenos de frialdad y dureza. Finalmente la conversación terminó cuando sus padres lo llamaron. Él dio una disculpa mediocre y huyó.
Llegaron al auto y su hermana se les unió. Estaba alegre y radiante como siempre.
- Mira, me compré esta revista – le dijo a su madre.
El auto empezó a moverse y su hermana y sus padres hablaban de trivialidades. A su lado, en el asiento trasero, su hermana se inclinaba adelante y hablaba con su padre. Nació en él una esperanza ansiosa y asustada, pero Kimi lo miró con una sonrisa bellísima y la aplastó brutalmente
- ¿Te gusta?
- ¿Eh?
- La chica con la que estabas hablando, ella es de nuestra escuela. Es linda, le querías hacer charla ¿verdad?
- ¿Qué? No, claro que no.
- ¡No me mientas!
Su madre se rió.
- Carlitos ya está en edad de fijarse en esas cosas, cariño.
- Y sí, es una chica muy linda –intervino su padre- Pero no tanto como la chica con la que salías hace poco, Rachel ¿no? ¿Qué pasó con ella?
- Sí, hermano ¿Qué pasó con ella?
Carlitos tragó saliva.
- Ella…
Su hermana lo estaba mirando, no tenía que girar el rostro para saber que lo estaba mirando con unos ojos fríos y acechantes. Se estremeció pero hizo lo mejor para ocultarlo.
- Ella es…
Sintió una mano reptar por su pierna acariciando su camino hacia su entrepierna. Empezó a sudar.
- Ella…
La mano de Kimi alcanzó la zona genital de Tommy y dio un firme apretón.
- ¿Sí, hijo?
- Ella…tenía cierta una reputación.
- Oh.
- ¿A qué se refiere?
- Nada –dijo su padre cortante – simplemente no le convenía.
Kimi insistió.
- Vamos ¿qué quiere decir eso de que tenía cierta reputación?
- Nada, mi amor… Pero tu padre tiene razón, no era lo mejor para Carlitos.
- Cariño ¿No nos estamos olvidando de nada? Recuerda que tengo que ir a cuidar de Angélica por este fin de semana ¿No te falta nada para llevarle a Dil y Tommy?
- No, creo que no… No, espera, debo ir a la farmacia y comprar unas píldoras.
La conversación al respecto terminó pero Carlitos sabía que para él las cosas empezaban.
La bofetada cruzó su rostro, rápida y furiosa.
- ¡¿Una reputación?! ¡¿Una reputación?! ¡¿Eso es todo?!
Carlitos no contestó. Sentado en la cama de su hermana sabía que era mejor no enojarla aún más.
- ¡¿Y encima coqueteas con esa ramera de Trixie?!
- No coqueteaba.
Otra bofetada cruzó su rostro tan punzante como la anterior.
- Eres...un…
Otra bofetada cruzó su rostro. Antes de que pudiera reaccionar su hermana ya estaba sobre él. Pudo ver cierta humedad en los ojos de ella. Eso lo alarmó pero igual quedó quieto. Kimi estaba besándolo en las partes donde antes había recibido bofetadas.
- ¿Por qué? – preguntaba, entre beso y beso - ¿Por qué me haces esto? Me prometiste que no ibas a hablar con ninguna chica.
- Lo siento. Es difícil no hablar con ninguna chica nunca.
- No es difícil, tonto, es imposible.
Kimi apoyó su mentón en el hombro de su hermano.
- Hay chicas por todas partes, en el colegio, en la calle, vendiendo algo en una tienda, comprándonos algo en el Java Lava. Claro que vas a tener que hablar con alguna chica alguna vez. No deberías prometer lo que no vas a poder hacer.
- Tú me hiciste prometerlo.
- Lo hice, sí… Pero ya no quiero que lo hagas, no quiero castigarte en vano, lo sabes ¿verdad?
- Sí.
- Hermano tonto, pero a veces me haces enojar...
El chico se removió incómodo debajo de ella.
- ¿Deseas tocarme? – el aliento de su susurro le hico cosquillas en la oreja.
- Sí – gimió el chico.
Kimi ronroneó complacida.
- Qué tanto.
- Más que a nada en el mundo.
Kimi se alejó un poco de él y lo miró a los ojos. Sonrió.
-¿A quién le perteneces, Carlitos?
- A ti.
Le dio un corto beso en los labios.
- No dejaré que ninguna chica te haga olvidar eso.
Se levantó y se dirigió a la puerta. Al abrirla se volteó para mirarle y decirle:
- Cuando papá y mamá se vayan… te tengo una sorpresa.
Luego salió cerrando la puerta tras de sí. Por los pasillos de su casa se encontró con su madre que le dedicó una cálida sonrisa.
- ¿Todo bien, cariño?
Ella le respondió con una sonrisa sincera.
- Mejor que nunca, mamá…
- Van a quedarse solos. Y si quieren divertirse háganlo, tú sabes que tu hermano debe aprender a ser más atrevido.
Kimi estaba encantada de complacerla.
- No te preocupes, cuidaré bien de mi hermano. Y tú trata de no perder de vista a Dil, es un poco inquieto… Trata de divertirte.
Kira metió la mano en su bolsillo y acarició con sus dedos la pequeña píldora roja con blanco.
- Lo haré. Lo que me preocupa es tu padre, Angélica quedó muy molesta pero él dice que puede controlarla. Habrá que confiar en él. Nos iremos de aquí a un rato ¿Dónde está tu hermano?
- En su cuarto.
En su cuarto estaba, temblando. Conocía las sorpresas de su hermana y eso lo asustaba. Contempló su entrepierna y distinguió el bulto de su erección hacerse notar en sus pantalones. Sí estaba asustado, pero también increíblemente excitado.
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- Llegó tía Kira.
El corazón de Tommy dio un vuelco. Ya volvió. Pudo verla por la ventana bajando del auto y llegando a la casa mientras el auto partía. Luego de aquella noche él había tratado de guardar distancia con ella pero ahora que estaría con ella incluso todo el fin de semana no había manera de evitarla. Estaba sumamente nervioso.
Al llegar sin embargo su tía no mostró ninguna reacción ante él. Su vestido simple y sencillo no era insinuante, su sonrisa era sencilla, su caminar era normal y tranquilo.
“Es la actriz perfecta” pensó él. Se propuso no caer en lo que sea que esté tramando.
Pero no fue fácil. Los mandó a limpiar el desastre que habían hecho en la sala que, para ser justos, era mucho. Pidió una pizza que no hizo que nadie se durmiera. Por si acaso lanzó el jugo por el desagüe.
Pasaban los minutos y su tía no mostraba ninguna señal de nada. Pero lejos de tranquilizarse eso solo lo inquietó más ¿Lo que habían hecho no significó nada? ¿No lo había disfrutado ella también? ¿Esa era otra forma de torturarlo?
No entendía qué era lo que quería pero no soportaba la idea de que tal vez, a lo mejor, ella no quería nada en lo absoluto. Los recuerdos de aquella pecaminosa noche volvían constantes y nítidos. El sabor de esos labios, la suavidad de su piel entre sus dedos, el recuerdo de sus pechos entre sus manos y su sonrisa.
Más que nada su sonrisa, ese gesto diabólicamente insinuante que ahora su tía reemplazaba por un gesto de tranquilidad e incluso algo de aburrimiento ¿Acaso no se daba cuenta que él estaba ahí? ¿Eso no le despertaba aunque sea el más mínimo sentimiento?
No lo soportaba. Dil quedó utilizando el internet bajando videos de ovnis y criptozoología. Sabía que estaría un tiempo ocupado así que aprovechó para encarar a la mujer que deseaba. La buscó por la casa tratando de no hacer ruido para sorprenderla.
No lo logró. Kira estaba sentada en una mesa de la cocina como si lo hubiera esperado ahí por mucho tiempo ya.
- Sí, Tommy.
- Qué pretendes.
La mujer puso un rostro de sorpresa.
- ¿A qué te refieres?
- No finjas. Hablo de lo que pasó entre tú y yo.
Se acercó a ella pero Kira no se movió.
- Dil…
-Tu hermano no lo entendería…Y no podía arriesgar a que nos descubriera. Tienes que entender.
- Eres una manipuladora…
- Me lástimas con tus palabras, Tommy.
Se inclinó hacia él y empezó a susurrarle al oído.
- De verdad lo disfruté contigo, Tommy… A menudo pienso en las caricias que me dabas y la manera en que me hiciste gemir y vibrar de placer…Quiero repetirlo, Tommy ¿Quieres repetirlo tú también?
- Yo… Ya no puedes engañarme. Lo que me hiciste estuvo mal… Podrías terminar en la cárcel.
Lo dijo mientras sus manos empezaban deseosas a tocar el cuerpo de la mujer por encima del vestido.
- Quieres tener el control... Está bien. En la cocina hay una jarra con leche para ser calentada. Si le echas el contenido de esta píldora en la taza de tu hermano el dormirá tranquilamente. Sólo entonces ven a buscarme. Estaré en la habitación de tus padres.
Tommy quedó estupefacto por la propuesta, mirando el pequeño comprimido blanco con rojo que la mujer había colocado en su mano.
- Yo…
- Esto se trata de lo que yo quiera hacer, Tommy, es sobre lo que tú quieres hacer ¿Quieres tener el control? Pues bien, toma tu decisión… Si lo haces entonces no hay vuelta atrás… Ya sabes dónde encontrarme.
Su sonrisa volvió para el tormento del muchacho. Él apretó la píldora mientras su tía salía de la habitación.
Dil le dio clic al siguiente resultado sobre un objeto volador no identificado visto cerca de Canadá. Apenas pudo sentir la presencia de su hermano atrás de ella. Sostenía una taza de leche humeante en su mano. Su rostro parecía ansioso.
- ¿Qué pasa?
- Ya es tarde – le dijo – es hora de dormir.
- No tengo sueño.
Tommy suspiró.
- Al menos bébete la leche.
Su hermano obedeció de mala gana.
- No me digas que de verdad quieres irte a dormir tan temprano.
Tommy miró por el pasillo oscuro. En la habitación del fondo una tenue luz lo esperaba.
- Yo… voy a ir a la cama en unos momentos – fue su respuesta mientras observaba a su hermano acabarse su tasa de leche.
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Angélica estaba inusualmente callada y seria. Además parecía molesta. Lo cuál era normal, según sus padres, porque lo que iba a ser un fin de semana sin supervisión adulta fue al final un fin de semana sin padres, sin viajes y con un familiar para mantenerla a raya. Según ellos, la medida era necesaria; Angélica era demasiado impulsiva como para confiarle un fin de semana sola.
Era obvio, ya se iban. Sus padres estaban ya a la salida metiendo un par de cosas al auto. Ella solo podía observarlos desde la enorme ventana que daba a la calle. Pero no estaba sola. Alguien se sitió justo a su lado para ver a la pareja partir. Angélica no tuvo que voltear para saber quién era.
- Ya se van.
Se iban. Cerraron el maletero y se subieron al auto. Quedaron justo frente a ellos. Su padre tras el volante y su madre en el asiento del copiloto.
- Se van todo el fin de semana. Volverán el martes.
Ella lo sabía perfectamente.
- Tengo entendido que no tienen escuela por el momento. Mi esposa estará ocupada con los chicos y escuché que Susie va a estar fuera también.
La pareja se puso el cinturón. Charlaban alegremente sobre algún tema en particular y sin importancia. Frente a ellos estaba su casa y detrás de la enorme ventana estaba Angélica mirándolos fijamente, bien junto a ella estaba su tío despidiéndose. Ambos no podían ver la mano del hombre acariciando la espalda de su hija de manera lenta y confiada.
Pero ella sí podía sentirla claramente.
- Así que estaremos solos hasta el lunes… Tú y yo.
El auto encendió e iluminó a ambos a través de la ventana. El cuarto estaba con las luces apagadas al igual que el resto de la casa, pero ambos no se fijaron en ese detalle. La mano descendía por la espalda de Angélica hasta alcanzar sus nalgas donde las caricias depravadas continuaron. Ella no se movió
- Solos tú y yo.
Los dedos de la mano empezaron a jalar la tela de la falda arremangando sus pliegues para luego introducirse lentamente debajo de ella, pero nadie los vio. El marco de la ventana estaba justo a la altura para tapar la escena, por fuera sólo era una chica y su tío despidiendo a los dueños de casa que se iban.
Sus dedos recorrieron su ropa interior tranquilamente. El corazón de Angélica parecía que se iba le iba a escapar del pecho y su respiración se volvió pesada y jadeante. El auto se puso en marcha caminando hacia atrás alejando a la pareja de la casa.
- Si vas a decirles algo…
La pesada mano del hombre apretó posesivamente.
- …El momento es ahora.
Angélica empezó a levantar la mano y separó los labios. Su pulso temblaba. El auto estaba a punto de llegar a la calle y la mano continuaba con sus magreos. Por su imaginación se agolpó lo que significaría los dos días que tendría adelante en esa casa si sus padres se iban y su tío Chas con ella. También recordó todo y cada uno de los momentos en que estuvo a merced del sujeto que se encontraba a su lado.
Su mano se apoyó débilmente en el vidrio, pero su boca no emitió ningún sonido.
Su madre la vio cuando el auto llegó a la calle, pero lo confundió con un gesto de despedida. Levantó la mano y la agitó para decir adiós también. El auto dio un giro y se alejó en la distancia.
La rubia no se movió de su lugar pero su tío sí. Ella no supo en qué momento su tío se situó detrás de ella y agarró con delicadeza la mano que había apoyado en el vidrio y empezó a jalarla. Ella no dijo nada pero tampoco quiso moverse. Su tío no se desesperó, más bien parecía divertido con la resistencia de Angélica. Sus manos recorrieron su torso y empezaron a jalarla arrastrándola hacia la oscuridad.
Angélica supo entonces que el fin de semana empezaba.
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A la medianoche la luna llena está tendida en el firmamento. Vigila a la ciudad desde lo alto, se cuela por las ventanas, se posa sobre los tejados. Desde ahí escucha y mira los actos de la gente. Ciertas personas de cierta familia, ese viernes en la noche, y amparados por paredes gruesas y largas distancias, daban rienda suelto a sus deseos y se entregaban a sus tentaciones más ocultas.
Sólo la luna sabía de sus secretos.
Pero ella no se lo diría a nadie.
FANFIC CONCLUIDO
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