Fuego de Noche, Nieve de Día | By : Lily-de-Wakabayashi Category: Spanish > Anime Views: 676 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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Capítulo 4.
Había sido curiosa la manera en como Akira Wakabayashi había contratado a Lily Del Valle. Akira y Genzo habían viajado a la Ciudad de México por cuestiones de trabajo y al pasar por un conocido barrio de mala muerte, los dos japoneses fueron abordados por una muchacha muy bella que iba cargada con algunas bolsas.
Pero Akira sí quiso quedarse a mirar la joyería, pretextando que quería regalársela a su esposa. La chica entretuvo al hombre, mientras Genzo esperaba impacientemente a su padre. Akira se había entusiasmado con algunas pulseras de plata cuando entonces la chica recogió todo con rapidez y con una presteza poco vista, le arrebató al señor Wakabayashi el Rólex que llevaba en la muñeca, echando a correr tan rápido como lo pudiera haber hecho Ana Guevara en alguna competencia.
Entre Genzo y Akira comenzaron a perseguir a la chica, pero ella les llevaba mucha ventaja, sobre todo porque se encontraba en su barrio y porque era mucho más rápida que ellos. Además, a Genzo le fallaba mucho la velocidad y a Akira la vista, de manera que la chica tenía todas las posibilidades de salirse con la suya.
Genzo entonces torció a su derecha y se metió por un callejón, esquivando indigentes y botes de basura. Vaya que ese barrio era de los más bajos... A lo lejos, Genzo vio una larga cabellera castaña saltar una barda y el portero supo que allá estaba su ladrona. Wakabayashi decidió confiarse y tomó la ruta que le pareció más corta; su corazonada acertó, ya que consiguió aparecer en una calle poco transitada por donde la muchacha ladrona apareció trotando. Genzo se escondió detrás de un basurero, a la espera de que ella se descuidara y mientras tanto aprovechó para observarla. La chica era alta, con buen cuerpo, cabello castaño oscuro largo hasta las caderas y unos ojos sorprendentes del color del chocolate derretido. La joven era hermosa, eso que ni qué, pero era ladrona, eso que ni qué.
El niño desapreció por el mismo lugar por donde había aparecido y entonces otr a persona se acercó a la chica, un hombre corpulento con barba incipiente.
El tipo se marchó y entonces la chica quedó sola, contemplando su trofeo. Genzo entonces salió de la nada y sujetó a la chica sosteniéndole los brazos con fuerza a la espalda.
El joven arrastró a la chica por una callejuela mugrienta y oscura; ella se retorcía y deseaba zafarse, y justo a media calle lo consiguió dándole una patada a Genzo en la entrepierna.
La chica se puso en guardia y Genzo aceptó el reto. Las artes marciales no eran su habilidad, lo suyo era el box pero aun así consiguió esquivar los golpes de la chica sin tratar de regresarlos. Después de todo, ella seguía siendo una mujer y Genzo jamás le pegaría a una. Sin embargo, él se dio cuenta de que ella no tenía estrategia y que se limitaba a dar golpes a diestra y siniestra, de manera que Genzo se preparó y le lanzó a la chica un izquierdazo en el estómago que la hicieron derrumbarse. Mientras ella trataba de recuperar el aire, Genzo la obligó a ponerse de pie y la sujetó con fuerza.
Genzo no tuvo más remedio que aceptar y soltó a la chica; ella se arregló el cabello y la ropa y miró a los dos hombres de forma retadora, con el cabello cayéndole sobre la cara.
Lily miraba a ambos hombres con cara de fastidio. Hubiera querido escaparse pero los dos hombres la tenían acorralada y no la hubiese tenido tan fácil... Akira al fin se dirigió a ella, con una sonrisa amable.
Akira dio una cifra enorme, pero Lily no se sintió impresionada. Se encogió de hombros y negó con la cabeza.
¿Pero qué estaba haciendo? ¡Se suponía que Genzo no quería a esa chica trabajando para su padre! Mejor cerraba la boca y dejaba que ella se largara cuanto antes; sin embargo, Akira no estaba dispuesta a dejar ir a Lily.
Lily miró fijamente a Akira y después a Genzo y entonces supo que no tendría alternativa... Y así fue como la chica pasó de ser ladrona a ser modelo y guardaespaldas. Íntimamente, Genzo detestaba a Lily por ser ladrona, y ella lo detestaba a él por ser un niño rico. En ningún momento los dos jóvenes podían llevarse bien, todo el tiempo discutían y se llevaban la contraria, aunque entre ambos estaba surgiendo una inexplicable atracción...
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Alexandra Wakabayashi había conocido a Taro Misaki en una exposición de pintura en Francia. A diferencia que otras chicas, ella conoció a Taro en su estado normal, no como súper agente-modelo, de manera que se pudo acercar a él de forma más casual; ambos se cayeron bien de inmediato y conversaron toda la noche de sus gustos comunes. Taro le pidió a Alex su número de teléfono, pero ella le confesó que estaría pocos días en la ciudad.
Así pues, Taro y Alex salían a tomar café o simplemente a pasear por las calles de París. Misaki quería conocer a Alex más a fondo, pero ella le ponía siempre una barrera. Sin embargo, a los pocos días hubo una gran fiesta en donde participaron muchos importantes influyentes franceses y Alex asistió acompañando a Pierre Le Blanc, en ese entonces capitán de la escuadra francesa de fútbol. Misaki se sorprendió mucho de ver a Alexandra en un lugar como ése y en compañía de alguien como Pierre. Y sobre todo, a Taro le impactó la manera en como iba vestida Alex, con un vestido elegantísimo y tremendamente sensual; él se quedó sin aliento.
Pierre le pasó a Misaki la tarjeta de la agencia que le habían recomendado y Taro se la guardó en el bolsillo; ya tendría la oportunidad de llamar, aunque por esa noche, él tendría que resignarse a que Alex era solo de Pierre...
Alex se sorprendió mucho el día en que su trabajo en París concluyó y recibió una llamada de su hermano. Al parecer, él había recibido una oferta de contrato para Alex, hecha por alguien que pidió no dar su nombre a la muchacha.
Alex no tuvo más remedio que aceptar, de manera que se presentó el día acordado a la hora acordada. Ella se sorprendió, ya que el lugar era la misma galería en donde ella había conocido a Taro Misaki, pero en esa ocasión el lugar estaba vacío...
Y eso fue todo. De ahí en más todo fue como un paseo por las nubes. Esa noche, Taro llevó a Alex a pasear por el río Sena y a cenar a uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Al final, él la llevó a ella al parque de la Torre Eiffel y los dos se dejaron caer sobre la hierba.
Los dos comenzaron a besarse, cada vez con más intensidad. Taro acarició la espalda de Alex por debajo de la ropa y después sus manos se dirigieron a sus suaves senos y comenzó a masajearlos. Alex besó suavemente la barbilla de Misaki y su cuello, y sus manos empezaron a desabrocharle la camisa...
Ellos volvieron a besarse. En la cálida oscuridad del parque, bajo la protección de un grupo de arbustos, Taro desnudó lentamente a Alex, sin dejar de acariciarle sus senos erectos, su vientre plano, sus caderas y sus muslos. Alex cerró los ojos y acarició el cabello de Misaki, perdiéndose en el delicioso placer que él le estaba proporcionando... Taro se recostó sobre ella y la besó con intensidad, al tiempo que empezaba a penetrarla, primero lentamente y con cuidado para no lastimarla; Alex empezó a jadear y a moverse al ritmo que él estaba imponiendo, al tiempo que besaba el mentón de Taro y acariciaba su pecho y su espalda. Misaki fue perdiendo poco a poco el control y empezó a penetrar con más fuerza y más rapidez, cosa que Alex estaba disfrutando cada vez más hasta que hubo un momento en que ella cayó en un abismo delicioso que la hizo perder la conciencia de sí misma... Misaki continuó penetrándola hasta que al fin alcanzó su propio éxtasis. Los dos se quedaron recostados sobre el pasto, contemplando las estrellas.
Alex no podía pensar en nada. Había tenido la experiencia más increíble de su vida y quería volver a repetirla una, dos, mil veces... Y al parecer, Taro tenía los mismos planes... Con cuidado, él se sentó e hizo a Alex sentarse sobre él, mientras besaba sus senos con fruición y empezaba nuevamente a penetrarla. Lo último que Alex alcanzó a pensar antes de sumirse en el laberinto del placer era que podría meterse en problemas serios si alguien los descubría, pero por ahora no importaba...
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