Todo queda en familia | By : monojungla Category: Spanish > Cartoons Views: 2003 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: La serie Rugrats crecidos/All grown up no me pertenece ni estoy asociado a ella en ningún aspecto. Este fanfiction es ficticio y sin fines de lucro. |
EL LADO OSCURO DE UNA ESTRELLA
Angélica Pickles es la reina de todo lo que es genial y de moda en el mundo. En el centro comercial ella domina sobre lo que es lindo, caro y deseable. Camina segura de sí misma y de vez en cuando se acomoda su rubio y sedoso cabello con un gesto de supermodelo. Lanza miradas asesinas a quienes osan mirarla más tiempo del debido.
Aquel día vestía un conjunto provocador, unos pantalón de mezclilla azul tan apretados que parecía pintados sobre su piel, un top color negro que dejaba ver su ombligo, zapatillas converse. Movía sus caderas sabiéndose hermosa y deseada.
Angélica ríe y llama la atención. Chicos y chicas por igual voltean para verla. Ella coquetea y rechaza a chicos con la misma facilidad. Siempre está en control de la situación y de las personas.
Todos en el colegio saben que ella está en un ascenso rápido y directo para sentarse en el trono de la chica más popular, la más linda y la más deseada.
Más tarde se reuniría con las chicas más populares del colegio para una tarde de relajación diversión. Sus mejores amigos, Susie y Harold, saben que ella detesta a ese grupo de chicas envidiosas y altaneras, pero es parte importante de su subida al éxito. El grupo llega, unas cuantas chicas que podrían valer por mil, cada una de ellas mejor pintada, más atrevida y más vanidosa que la anterior.
Se saludan haciendo escándalo y dándose cumplidos hipócritas. Susie y Harold también saludan por cortesía pero pronto dan cualquier excusa para retirarse dejando a su amiga en su terreno favorito para disfrutarlo.
Y Angélica lo disfruta, recorre con el grupo las tiendas de moda, compra a manos llenas, ríe y habla sin descanso. Las chicas van por el centro comercial llamando la atención con sus ropas caras y el contoneo de sus caderas. Deciden ir al cine, y van alegres haciendo gran alboroto.
Un celular suena.
Es un coqueto tono de mensaje. De su bolsillo Angélica saca su carísimo celular y se detiene un momento mientras aprieta los botones para leer la nota en la pantalla.
Entonces ocurrió. Angélica quedó estática con la mirada perdida mirando el celular, la bolsas de las compras choca contra el suelo dando un sonido amortiguado. Una de las chicas del grupo de las populares se dio cuenta de su ausencia y sin embargo para cuando volteó a ver dónde el motivo de su retraso, Angélica ya estaba con su actitud orgullosa de siempre con la bolsa en la mano y su sonrisa en el rostro.
- Lo siento, chicas. Emergencia familiar. Tengo que irme.
Un coro de lamentos y reclamo se escuchó. El grupo y Angélica, con despedidas y disculpas hipócritas se separaron. Nadie notó que estaba un poco más pálida que de costumbre.
Angélica se apresuró hacia el estacionamiento para tomar un taxi. Parecía ligeramente nerviosa, incluso asustada.
"No, no, no, está vez será diferente" se repetía en su mente una y otra vez mientras el auto avanzaba. Sacó un pequeñísimo estuche para maquillarse, se aplicó lápiz labial color rosa. Para cuando acabó de arreglarse ya habían llegado frente a la casa que le era tan familiar. Bajó del auto ante la mirada del taxista que no perdió de vista el contonear de sus caderas.
Al tocar el timbre se contorneo un poco en una pose de supermodelo para darle un mejor espectáculo al taxista.
Escuchó un silbido atrevido y el auto ponerse en marcha justo cuando la puerta se abría.
- Hola, Angélica. Te estaba esperando.
Su tío caminó hacia la sala y ella le siguió. El hombre se sentó frente al televisor en un sofá enorme.
Angélica tornó los ojos, no estaba para tonterías.
- Para qué me llamaste, Chas.
– Es tío Chas, Angélica.
Angélica bufó. Su tío Chas era un hombre al que ya consideraba viejo, con un peinado horrendo en su cabello pelirrojo, unas gafas que gritaban "soy un nerd" y un gusto asqueroso para la ropa. Además de eso ante todo el mundo siempre fue inseguro, apocado y mojigato. Su hijo Carlitos había salido desafortunadamente muy parecido a él.
Y sin embargo…
- ¡¿Para qué me llamaste?
- Hay una cerveza en la cocina ¿Podrías traérmela, por favor?
El corazón de Angélica empezó a acelerarse mientras iba a la cocina. Sobre el mesón encontró una cerveza fría y espumosa sobre una bandeja plateada. La chica se enfureció, tomó la botella con la mano y de vuelta en la sala colocó furiosamente la cerveza en la mesa.
- ¡No soy tu sirvienta!
El señor Finster tomó la cerveza y empezó a beberla.
- Siéntate.
La chica obedeció, cruzó los brazos y miró para otro lado.
- Dime Angélica, ese pantalón es sumamente ajustado ¿no te corta la circulación?
Angélica sintió unos dedos osados acariciar la tela del pantalón a la altura de sus piernas. De un manotazo, la chica apartó la mano del señor Finster.
- ¡Me voy!
Se levantó dispuesta a retirarse cuando sintió la pesada mano del hombre tomarla por la muñeca y de un jalón sentarla de nuevo.
- A tu familia nos preocupas, Angélica. - le dijo en voz ronca.- Tu forma de vestir y de comportarte. Les estás dando la impresión equivocada a los chicos.
- Quién dice que eso no es lo que quiero.
Angélica volvió a levantarse pero esta vez las manos de Chas la agarraron de la cintura y la sentaron violentamente sobre su el sofá. Las manos del señor Finster empezaron a recorrer las piernas de la chica.
- Muy ajustado - le susurró el hombre a su oído- de verdad te has vuelto una chica muy atrevida.
- ¡Suéltame!
- ¿Sabes para qué te llamé?
Angélica dejó de forcejear. Su respiración era agitada.
- Sí - murmuró.
- Entonces deja el teatro.
El señor Finster la soltó.
Ella se levantó rápidamente.
- ¡No esta vez!
- Hay una bolsa de botanas en la cocina, ve y tráelas.
- ¡¿Quién te crees que... ah!
Su tío apretó las muñecas de la chica interrumpiendo su queja.
- ¡Me lastimas!
- Ve por las botanas, Angélica y quizás te deje ir.
La chica gruñó pero asintió con la cabeza. Volteó para ir a la cocina cuando sintió una nalgada.
- No te tardes.
La chica caminó a la cocina nuevamente con el corazón más agitado, ahí encontró los bocadillos acomodados en un recipiente. Esta vez Angélica colocó el recipiente en la bandeja que era para la cerveza.
Cuando volvió se encontró con el señor Finster manejando tranquilamente su celular.
- ¡Qué haces!
Se abalanzó sobre su tío pero él apartó el teléfono a tiempo. Tomó a Angélica de la cintura y la sentó sobre su regazo.
- Quién es Rick el guapo, y por qué te escribió este mensaje.
- Es un chico de la escuela.
- "Eres hermosa y te deseo"... ¿Es tu novio?
- ¡No!... ¡Qué te importa!
Finster parecía molesto.
- Tumbaste las botanas, recógelas. Ahora.
Angélica se arrodilló sobre la alfombra y empezó a recoger una a una los bocadillos esparcidos. Su tío se sentó en el suelo a su lado. Trató de ignorarlo pero no pudo.
Las manos pesadas del señor Finster empezaron a recoger su sus piernas hasta llegar hasta sus glúteos donde acarició a la chica sobre la tela de su pantalón.
- No llevas ropa interior.
De un manotazo, las manos del hombre fueron alejadas.
- ¡No vuelvas a tocarme!
Una fuerte nalgada fue la única respuesta que obtuvo.
- Eres una chica muy atrevida, salir así en público, creo que es necesario darte un castigo.
- ¡No, espera!...sí...sí llevo ropa interior, es solo que...
No se atrevió a continuar.
- Levántate.
Angélica obedeció.
- Muéstrame.
- No...
- Muéstrame, Angélica. - respondió el hombre con gesto amenazante.
Con las manos temblorosas Angélica se desabrochó el pantalón y lo jaló para abajo mostrando la piel de la chica protegida apenas por una pequeña prenda.
- Una tanga.
El señor Finster la miró a los ojos.
- Póntelos.
La chica obedeció de inmediato.
- Vamos.
Angélica lo siguió por los pasillos hasta llegar a la recámara principal. Sentado en la cama matrimonial, el señor Finster se quedó mirándola.
- Ven.
- No –susurró ella.
- Ven Angélica.
- No. Llamaré a la policía. Le diré a…mi familia… haré que te encierren.
- ¿Me seguiste hasta aquí para decirme eso?
Angélica se quedó sin saber qué decir. Estaba temblando.
- ¡Ven!
- No…¡eres un viejo asqueroso!
De dos zancadas, Chas ya estaba frente a ella. Ella no había podido moverse, sus pies se habían quedado clavados en el suelo. Le agarró de los brazos y la arrastró a la cama.
Cayó sentada en la cama junto a él. Empezó a manosearla sin contemplación. Sus zapatillas converse fueron fácilmente despojadas. Su pantalón ya estaba desabrochado y entre jaloneos pudo quitarlos. Sólo quedó en su tanga y su top.
Con sus manos, el señor Finster le abrió las piernas y contempló la intimidad de la chica bajo su diminuta prenda.
- Estás húmeda, Angélica.
Angélica quiso decir algo pero solo pudo soltar un jadeo de sorpresa. El dedo del señor Finster estaba acariciando su intimidad por encima de la tela de su tanga.
- Eres una niña muy atrevida.
Sus manos recorrieron acariciando su cuerpo hasta llegar a sus pechos. Trató de quitarle el top pero Angélica empezó a forcejear.
- ¡Detente!
El señor Finster tomó las manos de Angélica y las juntó sobre su cabeza y mientras las sostenía con una mano, con la otra trataba de quitarle el top pero se le hacía imposible.
Finalmente, para sorpresa de Angélica, le soltó las manos para luego tomar el borde del top negro y despedazarlo de un jalón.
Su sobrina quedó casi desnuda. Él la contempló tratando de cubrirse con las manos, su tanga negra con encajes, su pequeño corpiño, negro también no la cubrían apropiadamente.
- ¡Eres un viejo asqueroso y horrendo! ¡No entiendo cómo una mujer como tía Kira se pudo fijar en ti!
El hombre pareció molestarse y se abalanzó sobre ella en la cama. Angélica trató de zafarse pero fue un intento inútil, el señor Finster volvió a inmovilizar sus muñecas y luego empezó a acariciar sus senos. Acercó la boca y lamió torpemente los pezones de la chica, luego movió su rostro y miró a su sobrina seriamente para luego plantarle un beso violento, pero Angélica apretó los labios al sentir esa lengua babosa tratando de entrar en ella.
- Acuéstate boca abajo.
Ella lo miró con un gesto aterrado.
- Lo harás si sabes lo que te conviene.
Angélica con algo de reticencia lo hizo. Cerró los ojos y apretó las sabanas con sus manos y luego sintió el peso de aquel hombre acercársele.
Se acomodó detrás de ella. Sus manos recorrieron su espalda. Apartó su rubio cabello y se acercó. Angélica podía sentir su respiración en su cuello y su entrepierna rozándole los glúteos ansiosamente. Su cuerpo se revolvió al sentir aquella lengua húmeda pasar por su cuello y lamer la parte de atrás de su oreja.
Tío Chas se alejó de ella y de un jalón la puso boca arriba. Sus labios empezaron a ocuparse de los pechos de Angélica de una manera ansiosa. Recorrieron cada centímetro de ellos para finalmente atacar uno de ellos succionando su pezón por encima de la tela con ahínco. Procedió a hacer lo mismo con el siguiente usando su mano para masajear el faltante.
Se acostó junto a Angélica, aprisionando uno de sus brazos con su cuerpo. Una de sus manos recorrió el vientre de su sobrina hasta llegar al borde de su tanga. Sus dedos empezaron a recorrer la fina tela de la prenda para luego entrar por debajo del elástico. Angélica, con la mano que todavía podía mover trató de alejar aquel intruso pero fue inútil
Y sin embargo no iba a ceder tan fácilmente.
Miró a su tío a los ojos y reunió todo el orgullo que le quedaba.
- Eres... el hombre... más asqueroso que existe...
El hombre la miró seriamente. Sus dedos empezaron a masajear la intimidad de Angélica. Con su mano libre tomó a su sobrina por los cabellos y presionó su cabeza contra la cama.
- Y a ti eso te encanta, princesa.
- ¡¿Q...qué?
Le dio un beso salvaje pero su lengua volvió a chocar contra las barreras de los dientes de Angélica. Sin embargo, Chas introdujo violentamente sus dedos en el sexo de la chica haciendo que esta diera una exclamación ahogada por la sorpresa y los labios de aquel hombre. La lengua de aquel hombre invadió la boca indefensa de Angélica, cuya lengua era acosada sin piedad ni descanso.
El señor Finster se alejó un poco pero sus dedos seguían penetrando a Angélica. Se acercó a la oreja de la chica y empezó a pasar su lengua por dentro de ella. En vano Angélica trató de alejarlo empujándolo o jalar la mano intrusa debajo de su tanga.
- A ti te gusta esto.
- ¡No! ¡Claro que no!
- Lo disfrutas, por eso viniste aquí.
- ¡No!
Los dedos dejaron a moverse dentro de Angélica.
- Eres una chica muy inteligente y orgullosa. Si quisieras detenerme ya lo hubieras hecho, le hubieras contado a todos lo que te hago, hubieras venido acompañada o simplemente no hubieras venido. Pero te llamé y viniste de inmediato, aún sabiendo lo que te quería hacer.
Angélica no respondió. El señor Finster miró los dedos que habían estado dentro de ella y con ellos rozó labios de la chica.
- ¡Estás húmeda y ansiosa Angélica! ¡Tú lo disfrutas más que yo!
Se movió dejándola libre. Movió todo su cuerpo alejándose de ella pero Angélica no se atrevió a intentar huir. El hombre siguió su recorrido, quedando su cara a la altura de su sexo. Tomó el elástico del borde de la tanga y la jaló a un lado. Angélica salió de su estupor al momento de darse cuenta de sus intenciones pero fue demasiado tarde. Chas Finster separó los labios de Angélica y hundió su cara en la intimidad de la chica.
- ¡No!
El cuerpo de Angélica se sacudió al sentir su lengua y sus labios invadiéndolo. Un par de lágrimas salieron de sus ojos.
Su mente no lo concebía, aquel hombre asqueroso la había traído a su casa, la había humillado y se había aprovechado de ella y ahora usaba su cuerpo. Con ambas manos trató de empujar la cabeza de su tío lejos de su vagina pero sus fuerzas flaqueaban. Estaba indefensa y a merced de ese repugnante sujeto.
"¡No! ¡No!" pensaba ella "¡No puedo soportarlo! ¡Es demasiado!"
Su voluntad se derrumbó y sus labios se abrieron.
- ¡Aaaaaahhh!
El gemido de placer fue escuchado en todo el cuarto. Como un experto, el señor Finster recorrió los lugares adecuados para excitar a su sobrina. Sus dedos lo ayudaban penetrándola rítmicamente. Finalmente cuando los espasmos de su sobrina se hicieron intensos atacó sin piedad el botón de placer de la rubia.
- ¡No! ¡Ah! ¡Ya no! ¡Ya! ¡Ah!
No podía evitarlo. Sus gemidos y exclamaciones salían de su boca en contra del poco sentido común que le quedaba. Elevó sus caderas buscando la boca del hombre que la complació apresando su clítoris con su boca y acelerar sus dedos penetrantes.
- ¡Nnnng! ¡Ah! ¡Aaah!
Apretó las sábanas debajo de ella y se dejó llevar. Los dedos penetrantes se hacían cada vez más rápidos mientras los labios de su tío acosaban sin descanso el botón de placer. Cerró los ojos sólo concentrándose en los labios y dedos de aquel hombre hasta que finalmente sintió toda la fuerza de placer estremeciendo todo su cuerpo. Intentó contenerse una última vez pero no pudo.
-¡Aaaaaaaaaaah!
Arqueó la espalda y soltó su exclamación de placer. Tío Chas lamió ansiosamente la humedad de su sobrina tratando de alargar sus espasmos el mayor tiempo posible.
Angélica quedó tendida en la cama jadeando. El señor Finster se arrastró apoyado en sus manos hasta quedar encima de ella.
- ¿Y bien, princesa? ¿Lo disfrutaste?
No respondió, simplemente se quedó respirando profundamente con una mirada perdida y sin fuerzas.
La abrazó levantándola un poco sin que Angélica entendiera sus intenciones hasta que sintió el broche de su corpiño soltarse. Cumplido su cometido Angélica volvió a quedar tendida sobre la cama. Las manos del señor Finster recorrieron el torso desnudo de su sobrina, suaves y acariciantes, sin que ella muestre ninguna reacción. Se entretuvo acariciando sus pechos suavemente, deslizándose suavemente sobre ellos.
Finalmente sus manos se detuvieron a la altura de su cintura.
Sus dedos se regocijaron acariciando el elástico de la tanga de Angélica, único atavío que la cubría. Tío Chas enrolló tomó el borde de la tanga entre sus dedos y lo empezó a jalar hacia atrás. La prenda apenas se movió pero el señor Finster insistió jalándola con poca fuerza sin que se moviera más de lo ya se había movido. Pero en el tercer intento la tanga negra recorrió todo su camino.
En el rostro del hombre se dibujó una sonrisa: las caderas de Angélica se habían levantado para facilitar su desnudez.
- Esa es mi chica - murmuró.
Tomó la prenda en sus manos como si fuera un trofeo. Angélica atestiguó como aquel hombre llevaba su prenda íntima
Volteó para ver a Angélica y se movió para besarla, pero esta vez los labios de la chica se abrieron y su lengua se movió ansiosa en espera de aquel intruso. El beso fue largo e intenso y las manos del señor Finster recorrían la piel de su sobrina de forma ansiosa.
Al finalizar el beso un pequeño hilo de saliva aún unía la boca de ambos. Chas se limpió y se paró a un lado de la cama. Miró a Angélica con los ojos encendidos.
- Desabróchame el pantalón. - dijo ante la mirada sorprendida de su sobrina.
Su rostro no daba lugar a réplicas. Angélica se acercó y se sentó al borde de la cama, desabrochó el botón del pantalón fácilmente, con sus dedos tomó la bragueta pero se detuvo.
- Hazlo - le ordenó una voz ronca.
Con un poco de esfuerzo el cierra cedió. Jaló el pantalón y las trusas hacia abajo y delante de ella estaba el miembro erecto del señor Finster en toda su extensión.
- Te ves adorable cuando te sonrojas.
Pronto la camisa se unió al pantalón en el suelo. Completamente desnudo el hombre se sentó en la cama junto a su sobrina, la besó nuevamente guiándola para que se levante. De pie frente a él, la contempló.
- Levanta los brazos.
Ella entendió y lo hizo. Empujó el pecho para adelante para que pueda verla mejor.
- Date la vuelta.
Al hacerlo arqueó la espalda y levantó las nalgas.
- A la cama.
Angélica se echó nuevamente. Chas se puso encima de ella. Separó sus piernas y colocó su pene en la entrada del sexo de Angélica.
- Ese chico del colegio del que hablamos ¿Es tu novio?
- No... De verdad, no lo es.
- Y ese mensaje que te dio...
- Recibo mensajes como ese todo el tiempo.
Empujó un poco su pene haciendo que los labios de Angélica se separaran.
- ¿Quién es tu hombre?
Empezó a bombear lentamente haciendo que su erección entrara en Angélica poco a poco. La chica trató de mover las caderas para profundizar la penetración pero su tío Chas la inmovilizó.
- ¡¿Quién es tu hombre, Angélica?
Ella lo miró a los ojos.
- ¡Tú! ¡Tú eres mi hombre!
De una embestida colocó su pene en la húmeda intimidad de Angélica.
Los ojos abiertos de la chica, su boca abierta en una exclamación silenciosa eran evidencia de su sorpresa. El señor Finster empezó a bombear enérgicamente. Angélica se aferró a las sabanas y empezó a mover sus caderas a al ritmo de las embestidas. Sus gemidos inundaron la habitación.
El hombre arremetía contra su sobrina . Una de sus manos empezó a masajear uno de sus pechos.
Ella rodeó la espalda de Chas con sus piernas en un intento de jalarlo más profundamente dentro de ella. Él seguía su frenético movimiento haciéndose más rápido con cada embestida. Angélica gemía desesperada mientras sus brazos se extendían para acariciar el pecho de ese hombre, sus caderas se movían por sí solas tratando de igualar el movimiento de las penetraciones.
- ¡Ah! ¡Ah!
El placer iba aumentando a medida que tío Chas incrementaba el ritmo, más rápido pero al mismo tiempo más y más profundo.
Angélica arqueó la espalda y soltó una exclamación larga y profunda mientras Chas seguía moviendo sus caderas para darle más placer a su sobrina. Finalmente el orgasmo de la chica se disipaba en su cuerpo y el hombre se detuvo.
Con los ojos vidriosos Angélica pudo observar como el miembro de su tío salía de su cuerpo, y pudo ver (y sentir) que todavía estaba listo para la acción.
- No me parece justo, Angélica. Tú eres la única que obtiene placer aquí pero yo no.
La acarició por todo su cuerpo en especial en sus pechos. Su boca se acercó a su ombligo para besarlo y lamerlo dejando una estela de saliva a su paso por todo el torso de la chica. Pasó por su ombligo por sus costillas hasta llegar a sus pechos que luego de contemplar pervertidamente, se dedicó a jugar con ellos con su lengua y empezar a succionarlos dándose turnos para cada uno de ellos.
Angélica acarició la nuca del hombre y la empujó contra su pecho para sentir sus labios más de cerca. Luego de unos minutos el hombre se detuvo.
- Boca abajo princesa.
Angélica obedeció automáticamente.
Chas acarició la espalda.
- De rodillas.
Se puso en esa posición con su tío todavía a sus espaldas. Él la empujo suavemente hacia adelanta hasta que tuvo que apoyarse con las manos en su cama.
- Levanta esa colita Angélica. - dijo él con su voz quebrándose por la excitación.
Su sobrina entonces entendió. Con las manos todavía apoyadas en la cama elevó sus caderas y separó las piernas.
- Por favor...no así.
- ¿Eh?
Chas se acomodó atrás de ella y la tomó de las caderas. Acomodó su miembro justo en la intimidad de la intimidad de su sobrina.
- ¿Lista, preciosa?
Angélica sólo mordió su labio inferior.
De un solo tirón el pene del hombre invadió toda la intimidad de la chica. Ella arqueó su espalda y lanzó una exclamación presa del repentino y doloroso placer. Esta vez Chas empezó con embestidas rápidas y furiosas. Angélica tuvo que apoyar bien sus manos para no desplomarse pero incluso sentía que sus brazos perdían fuerza.
Las embestidas de su tío iban aumentando y el placer también. No estaba siendo amable, cada embestida era violenta y profunda.
Finalmente sus brazos cedieron. La cara de Angélica dio contra el colchón pero sus caderas seguían levantadas y su tío empezó a arremeter contra ella con más fuerza. Sus gemidos se perdían contra el colchón pero tuvo la suficiente fortaleza para apoyarse con una mano y levantar un poco la cabeza. Entre el crujir del catre y el bombeo de los cuerpos se pudo distinguir un murmullo:
- Sigue... sigue...
- Más fuerte -gruñó Chas- ¡No te escucho!
- ¡Más! ¡Sigue! ¡Más fuerte! ¡Más!
Su tío obedeció con todas sus fuerzas, sus caderas arremetían contra ella lo más rápida y profundamente posible.
Los gemidos de la chica se convirtieron en gritos incoherentes que le pedían seguir. El placer seguía en aumento con cada embestida y ella dio rienda suelta a su cuerpo moviendo sus caderas para acompasar los movimientos del hombre.
Lo sentía en aumento con cada embestida, estaba al borde de volverse loca y justo cuando sintió que estaba por terminar Chas hundió un pulgar en el ano de su sobrina. Angélica lanzó una exclamación de placer larga y desesperada. Una especie de lamento largo expresando el orgasmo que explotaba nuevamente en su interior.
Y lo sintió, la erección de su tío lanzar un chorro de su semilla dentro de ella.
Eso desencadenó todo el placer de Angélica quien lanzó una exclamación ronca mientras el orgasmo hacia que su cuerpo tuviera espasmos incontrolables. Chas siguió bombeando con la fuerza que le quedaba hasta quedarse quieto.
Ambos cuerpos se desprendieron. Angélica se movió un poco hasta desplomarse sobre la suavidad del colchón. Su tío se acercó y le dio un beso que ella respondió sin miramientos.
Abrazada por el sudoroso hombre cerró los ojos, luego de unos minutos se durmió.
Cuando bajó hasta la sala las botanas ya estaban recogidas y todo en orden como si nadie hubiera venido de visita. Angélica sabía que pronto las sábanas del dormitorio también serían cambiadas y que debía devolver la camiseta de Kimi lo antes posible.
Tío Chas miraba el partido en la televisión sentado cómodamente en el sofá
- Me rompiste el top que mejor me quedaba.
- Lo siento, princesa. Te lo compensaré...
Ella se sentó junto a él sin saber que más hacer con su celular llamó un taxi. Él no la miró hasta que los bocinazos del taxi sonaron.
Justo cuando estaba por abrir la puerta sintió las manos de su tío recorrer sus piernas.
- Lo de la tanga fue realmente excitante. Quiero que te compres algo bonito y sexy para mí. Te tengo una sorpresa muy grata la próxima vez que nos veamos.
Sintió que la mano de aquel hombre se deslizaba dentro del bolsillo trasero de su pantalón.
Pero al mirar la calle por la puerta entreabierta, Angélica sintió indignación nuevamente.
- ¡No va a haber una próxima vez!
La risa apagada de Chas fue la única respuesta.
- ¿Qué?
- ¡Esta vez te aprovechaste de mí! ¡Pero más te vale que no me vuelvas a poner un dedo encima si sabes lo que te conviene!
Él la miró intensamente. La bocina del taxi sonó nuevamente. Cuando Angélica estaba por abrir la puerta, pero la mano del hombre la detuvo y de un jalón la volteó para plantarle un corto e intenso beso que ella no tuvo tiempo de impedir.
- Cuídate, princesa.
Angélica salió furiosa, murmurando groserías. En el taxi pensaba en todo lo que haría la próxima vez que su asqueroso tío la llamara.
"Traeré a la policía, lo meterán preso de por vida, la próxima …¡la próxima vez será diferente!"
Metió la mano dentro del bolsillo trasero de su pantalón y sintió algo que no debería estar ahí: una tarjeta de crédito plateada.
"Quiero que te compres algo bonito y sexy para mí" recordó Angélica. Se enfureció y agarró la tarjeta lista para partirla en pedazos, pero la rabia fue breve. Por ahora sólo se preocuparía por aumentar su estatus social en el colegio y esa tarjeta le facilitaría muchas cosas, pero en ese momento sólo quería volver a su casa a cambiarse de ropa, la remera de Kimi no la favorecía.
En el centro comercial, Angélica es la soberana indiscutible de todo lo que es caro, bonito y a la moda. No hay chica más segura de sí misma. Puede dominar a cualquiera de una mirada y no hay chico suficientemente digno de estar a su lado.
- No sabes la envidia que te tengo, Angélica - dice Susie -, todo un fin de semana con tus padres afuera.
- Honestamente, yo creo que ya era hora, me merecía hacer la fiesta más salvaje de todo el colegio por mi cuenta.
- ¿Y vas a usar toda esas cosas que te compraste en esa fiesta?... De veras, nena, creo que esta vez exageraste, algunas cosas son demasiado...atrevidas.
- Me quedan bien, eso es lo que cuenta.
- Ummm... Angélica -interrumpió Kimi- No sé cómo decirte esto... Pero no va a haber fiesta, escuché a tus padres prohibírtelo
- Kimi ¡No seas infantil! ¡Lo haré precisamente porque ellos no estarán ahí para impedirlo! No creo que puedan del otro lado del país y ellos nunca me ponen niñera.
- Y es por eso que...te pondrán un chaperón. Lo escuché mientras hablaban cuando fueron a visitarnos a mi casa.
- ¡¿Qué? ¡No, no, no, no! ¡Claro que no! ¡Este iba a ser mi fin de semana! ¡Los llamaré ahora mismo!
- Jejejejeje, vamos, cálmate. –dijo Susie- Y de todas formas Kimi ¿Quién va a ser el chaperón de Angélica?
- Mi papá -concluyó Kimi mientras le daba un sorbo a su refresco.
El celular de Angélica chocó contra el suelo. Su cara se encontraba lívida y con la mirada perdida en su sorpresa.
- Ya, Angélica. No es para tanto.
Angélica parpadeó y miró a Susie quien la miraba algo extrañada.
- ¡¿No es para tanto? ¡Ya había planeado la mejor fiesta del año! ¡Ya tenía la lista de todos los chicos populares que iba invitar! ¡Ahora las pasaré aburrida como cualquier otro fin de semana! ¡Y su vuelo sale pasado mañana! ¡¿Cuándo me lo iban a decir mis padres?
- Jejejeje. Bueno, a mal tiempo, buena cara.
Angélica suspiró. Recogió el teléfono. Las chicas siguieron en sus compras.
- Voy a comprarme algo sexy.
- ¿Otra vez?... Chica, te has comprado prácticamente todo el centro comercial.
Angélica es la soberana de todo lo que existe que valga la pena nombrar en un centro comercial. Camina segura de sí misma, dueña de la situación y del universo. Pero guarda un oscuro secreto que hace que su corazón palpite con fuerza. Un lado oscuro que oculta de todas las personas y que ella misma se convence de olvidar siempre que puede. Pero está ahí, acechando dentro de su mente.
"No, la próxima vez será diferente" se dice a sí misma.
El celular suena.
FIN DEL CAPÍTULO 4
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