Deseos prohibidos entrelazados (Secret Lovers) | By : ace_Hyuga Category: Spanish > Anime Views: 508 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 1 |
Disclaimer: Naruto and his characters do not belong to me, they are the property of Masashi Kishimoto. Only the story is my authorship, and I have no benefit by publishing this story. |
Notas:
Cambie el nombre del amigo de Naruto, que antes se llamaba Murata, por Indra. Quería a alguien que estuviera mas relacionado con los Otsutsukis. Que fuera reservado pero tampoco tan introvertido. Indra me pareció una buena opción. Su personalidad es parecida como la de Sasuke.
Quise cambie el titulo del fanfic aqui, a uno que mejor describe el fanfic: "Relatos de una relación profana", pero adult-fanfiction no me deja. Bueno, en AO3 si estan todos esos cambios.
Disfruten la lectura.
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Naruto se encontraba en el colegio, sentado en su respectivo pupitre con las manos en su quijada. Era jueves, y estaba en su última clase del día. Todos estaban poniendo atención a lo que le decía el maestro, pero él no. Más bien, estaba distraído en sus pensamientos, mirando a la ventana cerca de su pupitre. Se había vuelto una rutina durante estos últimos meses, donde no ponía atención a casi ninguna clase. Y si no fuera porque Indra le prestaba sus apuntes, y se aplicaba en los examenes a última hora, ya hubiera reprobado hace tiempo.
Ahora mismo, el maestro de ciencias estaba explicando un tema, sobre los inventos de la revolución industrial. Toda estaban atenta, porque sabían que dicho profesor mandaba a hacer trabajos grupales de lo que explica en clase, no de lo que presentaba en sus diapositivas. Así que era primordial anotar o grabar todo lo que dice, pero a Naruto no le importaba. Su mente estaba en otro lado.
Y últimamente, albergaba una sensación extraña que recorría todo su cuerpo: una mezcla de temor, ansiedad, preocupación y euforia. Nunca se había sentido así, ni siquiera cuando se quedaba solo en la casa, y a veces no podía dormir bien porque pensaba que algo en la oscuridad iba a salir. Eso le ocurría cuando veía películas de terror. O cuando una niña se aprovechó de sus sentimientos, aceptándole sus citas, solo para darle envidia al chico que le gustaba. O incluso cuando su padrino estuvo enfermo, y él preocupado tuvo que cuidarlo, mientras este se recuperaba.
Esta vez es diferente.
Y es que había algo que rondaba en sus pensamientos. O, mejor dicho, alguien.
Una mujer voluptuosa bajada del mismo cielo que lo había llevado al paraíso en unas horas. Porque no se podía describir de otra forma, lo que paso con dicha mujer un viernes en la noche. Un día que, hasta la fecha, no olvida.
¿Y cómo olvidar algo así? Imposible. Ni el más sano de todos los hombres, ni el chico más maduro de la escuela, olvidaría un encuentro así.
La señora Hinata lo había encandilado con su cuerpo: sus besos, sus movimientos, su mirada, sus grandes pechos que tuvo el privilegio de tocar, su redondo y perfecto culo que tuvo el honor de apretarlo y sentirlo entre sus piernas y su vagina cálida que tuvo la suerte de sentirla apretada en su miembro.
Era un pequeño pervertido, lo reconocía. Si ya de por si le gustaba la mujer, ahora diría que está encandilado hasta la punta de los pies.
Ahora entendía más que nunca porque algunos adultos se volvían adictos y desesperados por el sexo, cuando antes consideraba que estaban locos y se les tenía que echar agua fría para bajar la calentura, así como lo hizo unas veces con su padrino.
Que, por cierto, ahora lo entendía perfectamente a él, y del porque era un pervertido que espiaba a las chicas, y escribía novelas eróticas.
Ahora masturbarse, ver videos porno, incluso haber acompañado una vez a su padrino a ir a espiar a las chicas a las aguas termales, no se comparaba con lo que es estar con una verdadera mujer.
Y ya se imaginarán que con la señora Hinata tuvo su primera vez. Una primera vez que nunca va a olvidar.
Jiraiya había planeado que pierda su virginidad en uno de los burdeles exclusivos que tanto frecuentaba, cuando cumpliera 15 años. Eso anteriormente lo tenía expectante, ya que luego de saber que algunos adultos frecuentaban estos lugares para tener sexo por placer, y que con ese mismo método hacían a los bebes, quería experimentarlo en carne propia.
Pero ahora, ya no quiere saber nada de eso.
No cuando ninguna mujer de cualquier burdel, las actrices porno, o las chicas de su clase que tenían cuerpos esbeltos, se pueden comparar con la diosa que estuvo con él hace algunos meses.
Y últimamente suspiraba por ella. La soñaba todas las noches. Y se masturbaba en su nombre.
Estaba más que claro que quería repetir la experiencia. Solo con ella, ni con nadie más.
El problema es que no sabía cómo acercarse a aquella mujer.
Al día siguiente, luego de haber conocido los placeres de la carne, Hinata le había dicho que es mejor que mantengan las distancias por un tiempo, tanto de ella como de su casa para no tener problemas. Le había dicho que estaba inmensamente agradecida por haberla ayudado a aliviarse, pero lo que pasó entre ellos solo es cosa de una sola vez. Y que no debía volverse a repetir.
Con el dolor del alma, le había hecho caso, creyendo en sus palabras que también sería lo mejor. Sin embargo, las ganas de estar con ella habían incrementado con el paso del tiempo, pero aun así no la desobedeció. Por suerte, en estos meses, no había tenido trabajos grupales con Indra. Y si querían jugar videojuegos, lo invitaba a su casa.
Pero a pesar de todo, de haberse alejado de su casa, y evitar encontrarse con ella, incluso cuando esta venía a veces a recoger a Indra en el colegio, pero él nomas la saludaba, ya no podía suprimir esos sentimientos que tenía por la misma. Cada día se estaba volviendo frustrante. Parecía como una droga, que quería volver a probar.
Simplemente, quería tener sexo con la MILF Hinata, sino sentía que perdería la cabeza.
Sabia los riesgos que correría si se involucrara más con ella. Podría destruir su matrimonio, aunque el mismo ya estaba en declive en sí. Podía quedar mal con su padrino y otras personas que lo conocía. Podía destrozar la vida de Hinata, y lo más importante, podía perder su amistad con Indra.
Pero ya no podía aguantar las ganas. Deseaba que se repitiera solo una vez más. No iba a pasar nada malo si lo hacían de nuevo otra vez.
Por ello, la semana anterior, buscó la manera de acercársele cuidadosamente. Porque no podía ir nomás y decirle que por favor tengan sexo de nuevo, que desde esa noche no la olvida y que ya no aguantaba más. Tenía la sensación de que ella se negaría, lo abofetearía, huiría, y que más cosas podría decirle.
Tampoco podía usar la excusa de los estudios y los videojuegos, porque la cosa era estar a solas con Hinata, y no con Indra fingiendo estar estudiando o jugando. Las paredes tenían oídos, y eso era arriesgarse demasiado.
Así que, por el momento, no encontraba ninguna manera factible de acercarse a ella.
Inmediatamente sus pensamientos fueron cortados, cuando sintió un dolor en la cabeza. Se sobó el chichón resultante del golpe, mirando fulminantemente a la persona que lo ha golpeado.
Y no era nada más, ni nada menos, que su amigo, que llevaba un libro en sus manos.
―Oye, ¿porque me golpeas?
―Es que parece que estas en el espacio. Creo que ya te saliste del Sistema Solar. ¡Despierta! ¿Escuchaste lo que dijo el profesor? Tenemos hasta las 10 de la noche para entregar la tarea. ―Naruto soltó silenciosamente una maldición.
―Si, sí. Ya hago toda la maldita tarea. ―Indra solo levantó una ceja. Últimamente Naruto maldecía y no se encontraba de buen humor. Le molestaba que lo interrumpieran en sus pensamientos, que, por cierto, no sabía exactamente qué es lo que pensaba. Aunque siempre le respondía que eran cosas de su trabajo.
Debe ser eso. Trabajar y estudiar a temprana edad es muy duro.
―No quiero que hagas toda la tarea. Solo la parte que te corresponde.
―Si, sí. Lo haré, no te preocupes. ―Indra asintió, y siguió poniendo atención a la clase. Era un trabaja grupal de investigación, así que se dedicó anotar todo lo que decía el profesor.
Sonó el timbre, y los estudiantes comenzaron a empacar sus mochilas para irse a sus respectivas casas. Naruto y Indra salieron juntos caminando toda la calle principal hasta la pileta que había al final, ya que de ahí sus caminos se separaban. Charlaron poco sobre las actividades que tenían que hacer en la escuela.
Al llegar a su destino, vieron lo mal cuidada que estaba la pileta, con musgo y suciedad.
―Deberían arreglar esa pileta. Ni yo tengo mi cuarto así, encerio.
―Bueno, no está tan feo como los baños de mi casa. ―Naruto alzó una oreja, poniéndole atención.
―¿Cómo así?
―Pues, últimamente el vapor de agua de las duchas daño las paredes y el techo de los baños, y ahora están sucios. Mi tía intento quitarlos, sin éxito. Ella dijo que tocaba repintar el techo y las paredes. Y no ha podido llamar a alguien que haga eso.
―Pero hay muchos que pintan baños y esas cosas.
―Pero mi tío no confía en extraños. No deja que algún desconocido entre a arreglar cosas de la casa. Dice que más van a dañar que reparar. ―Naruto solo alzó la ceja. Ni que fuera la casa más lujosa. Si que era amueblada, bonita y algo cara, a juzgar por los muebles y decoraciones, pero tampoco para exagerar.
Cayó en cuenta de la favorable situación que hay ante sus ojos. Talvez ésta sea su oportunidad.
―Si quieres yo puedo ir a pintar los baños de tu casa. Yo sé de eso. ―Lo dijo, cruzando los brazos detrás de su cabeza, como quien no quiere la cosa.
―¿Tú sabes pintar?
―Pues, sí. He tenido que trabajar en muchas cosas, y pintar es una de ellas.
―Uhmm. ¿Y porque no me habías dicho más pronto? ―Naruto solo tragó saliva. No es que le había dicho una mentira, pero tampoco era experto en eso. Uno que otro trabajo de pintura había hecho, y eran trabajos pequeños.
Pero si quería ver a la señora Hinata, tenía que arriesgarse.
―B-bueno es que no me preguntaste. Además, me hace falta dinero, y me vendría bien otro trabajo.
―Y, ¿por eso estabas distraído y mal humorado?
―Si, eso mismo. ―Lo dijo con una sonrisa algo fingida que por suerte Indra no notó para su alivio.
― Uhmm… Déjame ver si le dijo a mi tío. Si yo personalmente te recomiendo, creo no habrá problema. Ya te aviso de todos modos.
―Si, gracias. Me sería de gran ayuda. ―Indra solo asintió, entendiéndolo. Naruto se tenía que ganar la vida de muchas formas.
Claro que no sospechaba que su amigo tenía otros planes con dicho trabajo. Ya tenía la excusa perfecta para acercarse a Hinata. Una excusa que no sea de estudio o videojuegos.
Era un trabajo, de todas formas. Así ella no podía refutarle. Técnicamente no la desobedecía porque iba a ir a su casa a trabajar, y no porque quería hablar con ella.
Estaría atento al teléfono de su casa. Y ni bien le diga que sí, estaría a primera hora en casa de su amigo. Y aprovecharía el momento adecuado para hablar a solas con Hinata y convencerla de volver a tener sexo.
Porque la necesitaba. Y creía en el fondo de su corazón, que ella también lo necesitaba.
Quería volverla a ayudar de nuevo en el aspecto sexual. Demostrarle que, siendo un chico de 14 años, si puede satisfacerla. Y si tenía que estudiar para ello, lo haría.
Quiere ser su amante a como dé lugar.
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Hinata estaba poniendo la ropa sucia a la lavadora, separando la ropa que se descoloraba en otro cesto, mientras las prendas delicadas como calcetines, algunos pantalones, y su ropa interior, las metía en fundas especiales para que no se estiren en el lavado. Luego le echó un poco de detergente líquido y suavizante, para posteriormente cerrar la tapa de la lavadora y accionarla.
Se estiró y suspiró con alivio. Una cosa más hecha, de todas las tareas que tiene que realizar en la casa. Lo bueno es que ya van a pintar los baños que están manchados de la humedad. Su esposo le había dicho que ya había contratado a alguien para que arregle eso el sábado.
Y justamente hoy es sábado, así que estaba a la espera de ese profesional para indiciarle cuales eran los baños que tenía que arreglar.
Subió las escaleras con algo de prisa, ya que tenía que trapear los baños para que estén presentables. Tenía que estar limpios y a la altura del apellido Ōtsutsuki, ya que era obvio que su esposo solo contrataba personal capacitado que tenían relaciones con la empresa Ōtsutsuki. No dejaba en manos de nadie más.
Y eso cuando ella no podía arreglar el problema, porque siempre le decía que lo arregle ella primero. Y si ya mismo no podía, ahí iba a llamar a alguien más.
En todos los años que llevan de su matrimonio, rara vez contrataba gente para que arreglen cosas de la casa. Lo que más arreglaban eran los jardines cuando la maleza crecía demasiado, y una que otra cosa desde el exterior como ventanas y puertas. Era la segunda vez que contrataban a alguien para arreglar cosas del interior, porque la primera fue para arreglar el router de su casa ya que se les había ido el internet.
Tampoco le había dicho quien específicamente era el profesional contratado, como las anteriores veces. Pero estaba segura que era otro desconocido. Toneri se aseguraba de que cada vez sean diferentes personas.
Al terminar de arreglar el baño de su habitación, fue a la de la habitación de invitados. No iba a limpiar el baño de Indra porque sabía que no era necesario. Ese niño en cuanto a higiene se refiere es muy pulcro, además de que no le gusta que entren mucho a su habitacion.
Ahorita mismo, estaba encerrado en su habitación, jugando videojuegos. Se escuchaba el sonido desde afuera. No se había ido a visitar a sus padres como siempre lo hacía, ya que decía que tenía bastante tarea que hacer para la próxima semana. Además, tenía practica de fútbol esta tarde, ya que el entrenador les había dicho que tienen que recuperar el tiempo perdido por el feriado de la semana pasada.
Lo bueno es que lo ve más centrado en los estudios y en el deporte. Ya no es tan arisco como antes y es más amable. Claro que sigue siendo reservado, pero entendía que quería su espacio personal y lo respetaba. Además, estaba cruzando la adolescencia y era normal esas actitudes en ellos, además de las responsabilidades que tenían que manejar y sabía que el estudio se volvería más pesado conforme pasaba el tiempo. Pero todos han pasado por ello y es algo que tienen que aprender a manejarlo.
Limpió la habitación de invitados y su respectivo baño, quedando muy pulcros. Solo le faltaba limpiar la ropa del armario y ya estaba. Esa ropa casi nadie la usa, y por eso mismo se llenaba de polvo, pero por sea caso la ponían ahí para cuando llegue un invitado a hospedarse en la casa, como su padre, su hermana, uno que otro familiar de Toneri. Tampoco es que los visiten a menudo.
Mientras ponía la última ropa en uno de los cajones, se dio cuenta de la tabla falsa que había debajo del cajón a los pies del armario. Se estremeció al pensar sobre ello, porque sabía perfectamente que había ahí.
Sin querer, desvió su vista a la cama de invitados, y recuerdos de una aventura prohibida volvieron a su mente. Se sonrojó ante tales pensamientos, pero se recriminó por ello. No debía pensar en eso. Estaba mal.
Pero era inevitable no recordar aquello cada vez que limpiaba esa habitación.
Luego de la noche que había pasado con Naruto, lo había pensado con cabeza fría y se dijo que era mejor tomar la primera opción. Tenían que olvidar lo que pasó, y que cada uno siga su camino. Había sido una aventura de una sola noche y nada más. Eso es la vida real, y tenían que mantener distancia hasta que todo vuelva a la normalidad.
Claro está, que le agradeció, por haberla ayudado a aliviarse. Por extinguir ese fuego y necesidad que existía en sus piernas durante mucho tiempo, pero nada más.
Rechazó la idea de ser amantes, porque ¡por dios, estaba mal! Era un menor de edad. Tenían tanta diferencia de edad que perfectamente podrían ser madre e hijo, y eso estaba muy mal.
Fue muy placentero, sí. Muy satisfactorio y delicioso. Había tenido los mejores orgasmos que no había tenido por mucho tiempo, eso era verdad, no le había mentido. Habían manchado las sabanas con sus abundantes fluidos y el olor a sexo la excitaba demasiado. Ser llenada por su esencia fue de lo mejor, de verdad que sí. Y le recalcó que la ayudó muchísimo a aliviar esa picazón que la había molestado por mucho tiempo.
Pero esto no debía llegar a más.
Se recriminaba diariamente por como actuó de esa manera dicho día y se dejó llevar, como una adolescente necesitada que prácticamente se tiró hacia él para que la folle sin cesar y satisficiera sus necesidades.
¿Acaso estaba loca? Culpaba al alcohol, las hormonas, la necesidad, la desesperación por su rutina, entre otras cosas.
Por eso no podía involucrarse con él. Le daba miedo los sentimientos y placeres sexuales que salieron a relucir con el rubio. Ni siquiera con su esposo había sentido algo así. Eso es muy peligroso.
Y también, es que Naruto era un chico joven. Solo tenía 14 años. No debía involucrarse en temas de adultos por muy maduro y responsable que sea. Todavia tenía mucho por vivir. No quería enfrascarlo en una relación de adultos donde la que sale ganando es ella y el que sale perdiendo es él.
Si seria mayor de edad, talvez….
No, tenían que olvidar lo que pasó. Era la mejor solución. Ella es la esposa amorosa de Toneri, y Naruto, el amigo de su sobrino.
Tenía que controlar sus hormonas. Como la adulta hecha y derecha que era.
Lo bueno es que ya han pasado algunos meses y Naruto no había hecho señal de aparecer. Se alegró de que él le hiciera caso, y no haya llegado a persuadirla. Tenía el presentimiento de que era de esas personas que insistían mucho para conseguir lo que quieren. Y con la determinación que se veía a kilómetros en su personalidad, era obvio que era de naturaleza persistente.
Pero todavia tenía miedo de encontrarlo en la calle, y que iniciara una conversación que sería por demás incómoda para ambos.
A pesar de ser pequeño en edad y tamaño, sentía que la intimidaba como si fuera un adulto. Y por más ridículo que suene, tenía la sensación de huir si se llegara a presentar esa situación.
Y no sabía cómo actuar al frente de él. Pero sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarlo y debía comportarse como la adulta que es, y hacer como si nada hubiera pasado.
Alejo esos pensamientos y se concentró en su tarea. Solo le faltaba terminar el baño social, y ya está. Y luego a esperar a que venga el pintor y arregle los baños.
El timbre sonó, y antes de ir a contestar, Indra salió de su habitación y bajo rápidamente a la entrada de la casa. Talvez no sea el pintor, sino un amigo de Indra.
Pero ojalá que no sea Naruto.
―¡Tía Hinata, el pintor ya está aquí! ―al escuchar eso, bajo aliviada, y con una perfecta sonrisa recibió al profesional mostrando sus modales.
―Bienveni…―Solo para que su sonrisa decayera al ver a la persona que estaba al lado de su sobrino.
Que alguien le diga que era una broma, por el amor de Dios. ¿Acaso lo invocó con el pensamiento? ¿Por qué tenía que ser él?
―Buenos días, Señora Ōtsutsuki. ―Hinata rápidamente se recompuso y dio un saludo algo brusco. El corazón le latía a mil por hora, y si no hacia un esfuerzo para controlar su nerviosismo, era obvio que notarían que algo pasaba con ella.
―Buenos días, Naruto-kun. Ha pasado mucho tiempo. ―se permitió respirar y recomponerse completamente para no tartamudear. Un dejo que tenía cuando estaba nerviosa. Ahora sí, actuar como la adulta que es. No pasaría nada porque no podía pasar nada.
Vio una ligera decepción en el rostro del pequeño rubio, pero rápidamente vio que la hizo a un lado y sonrió ampliamente.
―Si. He estaba muy ocupado. Tareas, fútbol, todo eso. Ahora vengo a trabajar.
―No entiendo. ―Se hizo la desentendida, porque sabía perfectamente que Naruto trabajaba en lo que podía para mantenerse. Pero Indra no sabía que ella sabía eso. No sabe que Naruto vino una tarde a la casa, cuando ella estaba sola, y menos lo que había sucedido después.
―Déjame explicarte tía. Naruto trabaja en muchas cosas a parte de estudiar, y me dijo que él sabía pintar. Necesitaba el trabajo, así que le rogué a mi tío Toneri que le dé una oportunidad, y aceptó. ―Hinata se sorprendió, no porque Naruto trabaje, claro está, sino porque Toneri haya aceptado. Se dio cuenta que Indra lo tiene más fácil para persuadir a Toneri que ella. Si ella hubiera sugerido a alguien, él se lo hubiera pensado dos veces.
―Ósea, ¿trabajas Naruto-kun? ―Vio a Naruto asentir, pero sabía que también estaba actuando. ―Entiendo. Entonces gracias por ayudarnos a arreglar los baños. ―Cerró los ojos, sintiendo una pequeña molestia, porque Naruto no le había hecho caso, a fin de cuentas.
Aunque, Indra dijo que necesitaba el trabajo, así que técnicamente no incumplió nada. Le había dicho que mantengan la distancia lo mejor posible a menos que por motivos de fuerza mayor necesite llegar a la casa. Así que, no estaba aquí por su voluntad, no del todo por supuesto ¿cierto?
Esperaba que así sea, y que haya tomado el trabajo porque si necesita del dinero y no para tener una excusa para acercarse a ella.
―Ese es mi trabajo. Entonces dígame ¿Qué tengo que pintar? ―Hinata vio en su mirada que se lo estaba tomando enserio.
―Son los baños. Gran parte de las paredes y el techo están manchados. No se quita con nada. Supongo que es el vapor del agua de las duchas que manchó así los baños.
―Si. Eso mismo es, en la mayoría de casos. De todos modos, lo revisaré y lo arreglaré. Tampoco le cobraré mucho.
―No Naruto, cobra lo que corresponde. Es tu trabajo. ―había hablado Indra, cruzando los brazos.
―Está bien, amigo.
―¿Y, cuanto te demorarás? No es por decirte que lo hagas rápido, pero tenemos practica de fútbol en la tarde.
―Pues, tengo que revisar como están los baños, pero si es más de un baño el que tengo que pintar, pues, necesitaría otro día para pintarlo.
―Entonces, Indra, por favor guía a Naruto-kun y muéstrale primero los baños de las habitaciones. Luego el que estaba cerca de la sala. ―Todavia le faltaba limpiar ese baño, así que mientras ellos revisaban los otros baños, ella ya terminaría.
Además, mejor que Indra sea el que lo guie, ya que no se sentía del todo cómoda estar con Naruto a solas. Y aunque no tratara de hacer nada, ya que su sobrino estaba aqui, sentía que le miraría el cuerpo y eso la ponían nerviosa.
Naruto al revisar todos los baños les dijo que demoraría una mañana en cada baño, ya que la tarde estaba ocupado con el fútbol y otros trabajos. En total demoraría cuatro sábados en pintar todos los baños, comenzando desde hoy.
Hinata tragó saliva, porque no siempre iba a estar acompañada, y lo más seguro era que los otros sábados esté sola.
Afortunadamente no tuvo que tratar con él este día, porque Naruto ni bien terminó el trabajo, se retiró inmediatamente de su casa.
Los siguientes sábados fueron tranquilos, porque, aunque estaba sola en casa, Naruto no hizo ningún movimiento sospechoso ni sacó a relucir el tema que era incómodo para ella. Si le había mirado el cuerpo con malicia, y cuando le pillaba, solo lanzaba sonrisas inocentes y agradecidas. Pero no había hecho nada más.
Sus miradas atrevidas las pudo manejar, haciendo parecer que no le afectan. Y con el ambiente alegre que traía el Uzumaki, inconscientemente hizo que Hinata se fuera relajando. Incluso le preparó un refrigerio después de que hiciera su trabajo de pintor.
Pero de todas maneras Hinata estaba expectante de las acciones del rubio. Solo esperaba que Naruto terminara su trabajo lo más pronto y se fuera de su vida.
Aunque en el fondo, muy en el fondo, donde albergan sus deseos más oscuros y atrevidos, anhelaba profundamente otra aventura con él, por muy mal que este moralmente y lo niegue todas las veces.
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Naruto suspiró de placer, cuando echo la última gota de semen. Se dejo caer en la cama, respirando con dificultad. Tenía solo diez minutos para limpiarse y arreglarse.
Cuando ya había regulado su respiración, se quitó el objeto que tenía apretado su pene, para luego ver que su entrepierna estaba mojada con su esencia. Sonrió con melancolía al saber que su polla estaba media dura, pero no satisfecha. Aunque por el momento, eso bastaba.
Usaba el masturbador automático que su padrino tenía guardado, y que lo había dejado de usar. No le prohibía usarlo, porque entendía sus necesidades actuales, y las hormonas alborotadas de un adolescente.
Aun así, no es lo mismo un objeto mecánico, que un coño real, caliente y húmedo. No se puede comparar con las paredes internas de cierta vagina que le apretó la polla con necesidad, y suplica por más. Un cervix que pide ser estirado, y los fluidos vaginales que mojan tu miembro y tus bolas, chorreando como si fuera un manantial. El sonido de sus bolas cochando con sus labios vaginales, y los gemidos de placer de cierta mujer.
En pocas palabras, ningún masturbador de la mejor calidad, se puede comparar con el coño de Hinata.
Y es que, para él, el interior de Hinata es único. Es como si fuera hecho para él. Todavia tenia recuerdos de su textura, de su fuerza, de su humedad. Y ha sido el único que ha aliviado por completo su necesidad.
Antes de conocer a Hinata, se aliviaba masturbándose pocas veces a la semana. Con eso, era suficiente, a pesar de que su polla seguía algo dura. Ahora, tiene que masturbarse cada día para siquiera poder sentir una fracción de placer, que sintió al tener sexo con Hinata. Pero en vez de aliviarlo, se vuelve frustrante.
Porque, en vez de querer ese masturbador automático apretando su polla, quiere tener el culo grande y redondo de la señora Hinata, entre sus piernas, cabalgando con ímpetu su polla.
Pero tenia que conformarse por eso, por ahora.
Al trabajar en la casa de su amigo, y solo ver a Hinata y ese maravilloso cuerpo, sin importar como se vista, ponían a Naruto a mil. Ni bien llegaba a la casa terminando su trabajo, se masturbaba con fuerza pensando en la MILF peliazul. Y al pasar el tiempo sin ningún avance con ella, empeoró las cosas.
Se limpió rápidamente, y se fue a dar una ducha, ya que tenia que ir a la casa de su amigo a terminar el trabajo. Cuatro semanas han pasado y este era su ultimo día. Así que tenía que hacer algo. Si no hacia nada, ya no tendría otra oportunidad.
Pero si no ha podido acercarse a Hinata las semanas anteriores, con otras intenciones ¿Por qué hoy sería diferente? Es que buscar la manera adecuada, que todo se de tan natural, como paso esa primera noche, es realmente difícil.
Si hacía un mal movimiento, lo echaría todo a perder. Pero no se daría por vencido.
Si al finalizar el trabajo, no habría logrado nada, se lo diría directamente.
Salió de su casa con sus herramientas, directamente a casa de Hinata. Sabía que estaba sola, ya que Indra se había ido donde sus padres, y el señor Toneri no estaba, como siempre. Esta vez se demoraría mas en hacer su trabajo. Y trataría de charlar con ella de forma amena.
Al tocar la puerta, Hinata le dejo pasar. Le sonrió amablemente y le dijo que el baño ya está desocupado para que lo pinte. Él se lo agradeció, y espero que Hinata se de la vuelta, para ver ese balanceo de caderas que tanto amaba.
Vio que Hinata se puso un poco tensa, pero lo disimulo. Sabia que Hinata no era ajena a sus miradas. Y por eso mismo lo hacía, para dejarle una indirecta de lo que deseaba.
Lamentablemente no había tenido mucho avance con ello. Y solo le había podido sacar unos sonrojos y tartamudez.
Volvió a actuar como el chico adolescente que era, y se enfocó en su trabajo. Durante periodos, se daba vuelta a la cocina, para ver que hacía, y vio que la misma está relajada. Trato de charlar un poco con ella, con cosas del trabajo. Y funciono a medias, ya que le respondía de buena manera, pero tampoco lo regresaba a mirar. Era un buen avance.
Luego de lijar las paredes y el techo, quitando las manchas y la pintura en mal estado. Decidió descansar. Solo tenia que preparar la pintura y comenzar a pintar. Pero también pensaba en como acercarse más a Hinata.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la misma persona, diciendo que venga a la cocina. Sorprendido, fue rápidamente al lugar, a ver que sucedía. Y le sorprendió ver un almuerzo preparado para él.
―Señora Hinata. ¿Es para mí?
―Si. Ya es medio día. Y debes comer antes de seguir trabajando― vio una sonrisa sincera de ella, cosa que le gusto. Rápidamente se fue a sentar a la mesa, y agradeció por la comida.
Luego de comer, le dio gracias nuevamente. Y se levantó de la mesa. Tenía la intención de lavar sus platos, pero creyó que a lo mejor iba a asustar a Hinata, así que declino esa opción. Que le haya preparado un almuerzo delicioso, era un gran avance.
―Naruto-kun―detuvo sus pasos al escuchar su voz. ―Lo siento. No me he portado bien contigo. Discúlpame. ―el no dijo nada. La dejo continuar. ―Si quieres comer más, u otra cosa, solo dímelo.
―Escucho un suspiro y arrepentimiento en su voz, cosa que lo hizo sentir un poco mal. El que tenía que disculparse era el, en todo caso. Y no quería hacer sentir mal a Hinata.
―No se preocupe señora Hinata. Esta todo bien. Su comida estuvo deliciosa, y me dejo lleno―la regreso a mirar con una sonrisa sincera. Y no dijo nada más. Sacar a relucir dicho tema incomodo para ella, no era la mejor opción en ese momento. ―Terminare de pintar el baño. Lo dejare como nuevo. Lo juro. ―Hinata soltó una sonrisa sincera por el entusiasmo que soltó, cosa que lo hizo sonreír más.
―Está bien. Gracias. ―El solo hizo una reverencia, y se fue. La sonrisa de Hinata lo hizo sentir mejor.
Ya siendo las 3 de la tarde, termino de pintar el baño. Cerró los botes de pintura y guardó todo en su mochila, listo para decirle a Hinata que el trabajo estaba terminado, para su pesar.
Creo que no pudo avanzar con Hinata como hubiera querido. Pero que le haya dado esa risa sincera, alegre y hermosa, que solo le dio ese día, le bastaba por ahora.
Mientras bajaba las escaleras pensó en decirle si necesitaba otro trabajo, y que estaba dispuesto a ayudarle en cualquier cosa. Si tenía la esperanza de que ella aceptara, talvez tendría otra oportunidad.
O podría charlar con ella en la cocina un poco, para así alargar su encuentro.
Como quería que llueva justo ahora, pero lamentablemente el cielo estaba despejado. Había amado la lluvia desde esa noche, ya que fue el artífice para que se quedara en su casa, y el resto fue historia.
Al llegar a la cocina, se quedó estático por la imagen que presenciaba.
Hinata estaba subida en una silla, colocando ingredientes en la parte de arriba de una estantería. Su perfecto culo se marcaba bajo los pantalones cortos marrón que llevaba puesta. Se deleitó con la vista. Eso era una bendición y a la vez un problema.
Porque Hinata era preciosa y condenadamente sexy, que le costa no mirarla y quedarse embobado. Su miembro siempre se endurecía, y ya sabia que tenia que volver a casa, para volver a calmarlo. Apretó los dientes por la molestia en sus pantalones. Y espera que Hinata no se diera cuenta.
Se regreso al baño silenciosamente, para tranquilarse. Cuando ya estaba calmado, regresó a la cocina, anunciando su presencia.
―Señora Hinata, el baño está listo. He terminado mi trabajo. ―la nombrada pegó un chillido y salto del susto.
―N-Naruto-kun. Lo siento no te vi. ―Hinata lo dijo un poco nerviosa, mientras él se mostraba aparentemente tranquilo. ―Está bien, entonces termino esto y te pago lo acordado. ―Naruto simplemente asintió. ―Si no es mucha molestia, ¿Podrías pasarme esas botellas del mesón? Es que no alcanzo. ―obedeció y le entregó las botellas, teniendo un contacto ínfimo en sus manos que los hizo temblar a ambos.
Mientras esperaba a que ella terminara, sus pensamientos vagaron en las diferentes maneras de encontrase con ella. Ahora no iba a lograr nada, pero no se iba a rendir, claro que no. Aunque las esperanzas eran escasas.
Salió de sus pensamientos al escuchar un pequeño grito de parte de la mujer. En cámara lenta, vio como el cuerpo de Hinata de espaldas caía al suelo en su dirección, sin que nadie lo pudiera evitar. No sabe cómo, pero su cuerpo actuó más pronto que su mente, y ya estaba listo para atraparla antes de que se estampara y se llevara un buen golpe. Por la inercia de la caída, perdió el equilibrio y se cayó de espaldas al suelo, recibiendo un fuerte golpe. Retuvo el gemido de dolor ya que sintió el culo de Hinata entre su entrepierna. No sabía cómo reaccionar, pero al mismo tiempo se concentró en la maravillosa sensación de sentir aquel magnifico trasero en el lugar donde más anhelaba.
Antes de que su mente pudiera pensar, sus manos habían actuado, agarrado la cintura de la mayor, para apretarla y empujar hacia abajo, haciendo que su trasero se restriegue con su notable erección
―N-Naruto-kun…―Hinata estaba muy nerviosa y aterrada. Claramente sentía la notable erección del menor en su trasero. Lo peor, fue que había agarrado su cintura, para profundar el contacto, cosa que le hizo soltar a ella un gemido involuntario. Su corazón le latía violentamente en el pecho, y su cuerpo se estaba volviendo más caliente, sobre todo en su entrepierna. Y sentía que sus bragas estaban mojadas.
―Señora Hinata…la extraño. ―Naruto había hablado en voz alta sus pensamientos, haciendo que ella se sonrojara mucho más. Y pegó un grito al notar como descaradamente comenzó a mover sus caderas, para frotar su erección contra sus glúteos.
―¡Naruto-kun! ―se soltó de su agarré y se levantó, apoyándose contra la estantería de atrás. ―!Es suficiente!. ―le dio una mirada mezclada de enfado y excitación al mismo tiempo.
―No. Ya no aguanto más. ― exclamó furioso, mirándola ahora directamente a los ojos. Talvez sea una mala idea decirle lo que piensa, y mandaría todos sus avances con ella al drenaje, pero tenía que arriesgarse, justo ahora. ―Llevó todo el mes intentando acercarme a usted, encontrando la manera adecuada. Y es que la desea tanto. No he podido olvidar esa fecha desde hace tres meses. La necesito, y quiero ayudarla a satisfacerla sexualmente. ¡Déjeme ayudarla!
―¡No!. ¡Esto no está bien! ¡No debemos! ¡Soy una mujer casada! ¡Soy la tía de tu amigo!
―¡No me importa! Se está volviendo doloroso cada vez. Ya no resisto. Y no quiero hacerlo con nadie más. ―Hinata se fue alejando de Naruto mientras se acercaba, hasta que vio que atrás suyo había una pared y ya no podía escapar. ― Su esposo no cumple, así que déjeme tomar ese papel. El sexo es muy beneficioso para la salud, lo leí por internet. Ya no se deprima más. Yo no diré nada. ― Hinata negó con la cabeza. No se dejaría convencer. No era correcto, no podían…
―Yo con mi esposo estoy bien. Estoy satisfecha ―soltó débilmente, notando claramente la mentira. Toneri como las otras veces casi ni llegaba a la casa y ya no habían hecho el amor desde hace mucho tiempo. A lo mucho, solo se hacían sexo oral. No hubo penetración vaginal, ni anal, desde que tuvo su aventura con Naruto. Desde entonces, ella se satisfacía sola.
―Eso es mentira. Lo sé muy bien. Su mirada la delata. ―Naruto se acercó hasta estar frente a ella. ―Además de la mancha en sus pantalones. ―Hinata lo miro anonadada, y comprobó lo que dijo Naruto, al ver que, entre sus propias piernas, se asomaba una mancha ligera pero notable. Rápidamente lo cubrió con su mano.
―¡No!. Soy mayor que tú, e-eres aun un niño.
―¿Mi edad es el problema? ¿Después de lo que hicimos?
―!Eres menor de edad! ¡Tienes 14 años! ¡Ese día fue un error! ― gritó Hinata. Naruto se puso triste por lo que dijo al final, pero solo bufó de frustración, poniendo sus manos a lado de su cuerpo, acorralándola.
―Por favor, Hinata, solo una vez más. ―Que la haya tuteado y llamada por su nombre, solo la hizo temblar. Cerró los ojos, y buscó en su interior esa fuerza que le faltaba para lanzarlo hacia atrás y huir de él. Esto esta mal. La oferta parecía tan tentadora, pero estaba muy mal.
Naruto tenía intenciones de besarla. Pero verla en ese estado, tan asustada como un gatito, muy diferente a la fiera que se mostró cuando tuvieron sexo, lo hizo recapacitar. Quería persuadirla, pero tampoco quería lastimarla.
Hinata vio que Naruto aflojó el agarre de sus manos contra la pared, y aprovechó ese momento para tirarlo fuertemente hacia atrás y así poder escapar. Se puso una distancia muy considerable para que no se acercara de nuevo.
―!No! ¡Está mal! ―Naruto se puso triste. ―Es lo mejor para los dos, créeme. Debes irte ahora Naruto-kun―la mirada que le dio la lastimaba demasiado, pero no podían hacerlo.
―Y yo creí que sí …Pero por lo menos solo pido una cosa. ―Rápidamente dejo su mochila en el suelo. Y se paró bien erguido, mostrando el bulto en sus pantalones.
―¿Q-qué cosa? ―dijo temerosa, ya intuyendo lo que quería el rubio.
―Deme al menos una mamada. ―Aunque lo venia venir, Hinata se sorprendió de todas formas. ―Ayúdeme a aliviarme. Solo eso le pido.
―¡N-no!. A-Alíviate solo.
―No es lo mismo. Enserio tengo mi polla dura desde hace mucho tiempo. Solo eso señora Hinata. No le pido más. ―Hinata negó con la cabeza.
―Eso es mentira.
―Si no me quiere creer. ―se bajo los pantalones, junto con sus boxers, haciendo que su polla salte dura y erecta, apuntando hacia Hinata. La misma pegó un sonoro grito. Y no por lo descarado que fue Naruto, sino porque veía que su polla era más grande que la última vez. ―Ha crecido más y es difícil manejarlo. ―Antes que la mujer reaccionara, Naruto se acerco a ella para que la notara más. ―Por favor.
Hinata no quería admitirlo, pero solo con ver dicha masculinidad, le había mojado mas sus bragas, y su cuerpo se había calentado más. No podía apartar la mirada de dicho objeto de carne. Dios, era tan difícil resistirse. Hasta el olor que desprendía la punta de esa polla la excitaba.
Sin aguantar más, acarició el miembro del Uzumaki, comprobando la dureza del mismo, y dando veracidad a lo que decía el rubio. Además, noto que no solo se había vuelto más grande, sino más grueso. Le hizo agua la boca, porque lo quería probar. Y el gemido que soltó el chico por un ligero apretón que le hizo a la cabeza, la puso mas mojada.
Se recriminó por ponerse cachonda con un chico rubio menor hiperactivo, que solo le mostró su polla, rogándole por su necesidad. Suspiró de deseo.
―Solo esta vez. Y no le digas a nadie ¿De acuerdo?
―De acuerdo. ―Naruto suspiró al verla arrodillarse y meter su polla en su boca.
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