El triste inicio y final de Marie Loud | By : JBG_JBG Category: Spanish > Cartoons Views: 443 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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En un punto de su vida, se enamoró de una preciosa chica, que aunque a simple vista no parecía serlo, resultaba en realidad muy especial.
Quizás por simple cobardía nunca llegó a tener mucho con ella, o simplemente, se trataba de una cuestión de gustos, mas, eso poco importaba, para Maggie toda la experiencia resultó en que se volvió algo más madura y mucho menos insegura a la hora de expresar sus sentimientos.
En fin, Luan Loud había sido buena para ella.
–Loud, ¿eres tú?–
–¿Maggie?–
Más tarde esa noche, Maggie descansaba en su habitación viendo una película, una bastante buena por cierto.
–No te detengas–, advirtió a su nueva “novia”.
Marie permaneció en el piso, recostada sobre su espalda, lamiendo de forma pausada los dedos de los pies de Maggie.
–Sabes Loud, tu hermana jamás quiso hacer esto. Creía que era indigno–
–Pero para ti esto no es nada, ¿no es así Loud? –
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–Ronnie, ¿qué sucede amor?, has estado en silencio desde que empezamos–
–¡Te lo explicaré en un minuto cariño!–
Pasaron semanas desde la última vez que Lincoln hizo algo así con Ronnie Ann, semanas en las que el peliblanco tomó venganza con creces por todas las humillaciones sufridas en espera del premio absoluto, el apetitoso, dulce y enorme culo de la prima de Ronnie, Carlota, quien ya había respondido que estaría disponible para hacer todo cuando Lincoln quisiera sin que Ronnie pudiese oponerse. En otras palabras, no solo se había ganado su trío, sino que también una previa consistente de veinticuatro horas ininterrumpidas de Carlota.
El que hubiese aceptado, sin tener nada a cambio para negociar, el volver a vestirse como chica y para peor, como una sirvienta gótica como la de los mangas que amaba leer mientras Ronnie se la chupaba, era prueba patente de que nunca, jamás, debía de volver a tomar decisiones en la pasión del momento.
–¿En serio crees que a esta chica le gusten estas cosas?–
–Le encantan–, respondió Ronnie Ann, –Cuando le propuse hacer esto ella fue la de la idea de vestirte así, pensó que sería menos intimidante el verte como una chica con algo extra–
–Yo no soy intimidante amor–, se defendió Lincoln, –Esa eres tú, y no tenías para qué vendar mis ojos–
Sintió el pellizco en el brazo y su risa malévola resonando en la habitación, y muy a su pesar, lo disfrutó.
–Pues tienes razón, Marie–, le dijo Ronnie usando el nombre de fantasía que había elegido para él, –Yo soy más intimidante de lo que tú jamás serás, pero eso es parte del juego, hacerte vulnerable antes de devorarte–
–¿Tienes que llamarme así?–, protestó Lincoln ofuscado, –Mira Ronnie, una cosa es que me vista de chica cuando se te de la gana, otra, es que me trates como a una–
–Ush silencio Marie, ya vamos a empezar y no necesitamos tus quejas, ¿no es así Brita?–
–Awww pero si a mi me gusta como se queja–
La reconoció por la pura voz y casi se desmayó del impacto, allí estaba ella, la diosa de la red de Royal Woods, la sensación que de manera astuta evadía la censura de todos los sitios en los que tenía presencia y la misma a la que Lincoln religiosamente transfería veinte dólares al mes cada mes, incluyendo a veces un extra para que la chica escribiese su nombre y el de Ronnie Ann en uno de sus senos rodeado por un corazón, esa había sido su postal de San Valentín que a su novia le encantó.
La incomparable, la única, la sensual… Brita.
La mujer había sido toda una revelación para Lincoln, una jugadora amateur que también subía tutoriales varios, siempre vistiendo las prendas que sus leales fans le obsequiaban las cuales eran muy, muy reveladoras. Era increíble que sin desnudarse por completo, fuese tan popular, y quizás justamente de eso se trataba. Lo que Brita vendía era más que su sensual cuerpo, era todo el paquete, la personalidad, la voz, su modo de vida, todo. En definitiva la mujer era un sueño hecho realidad y una de las pocas personas que lo hacía babear más que Ronnie Ann.
–Vaya, ¿estás feliz de oírme Marie?, apuesto a que ya no aguantas las ganas por quitarte esa cosa y poder verme–, le dijo la mujer jugando con la venda.
–Es un placer señorita Brita–, respondió Lincoln de manera nerviosa, –Todavía no puedo creer que mi novia la haya convencido de hacer esto, ¡es un sueño hecho realidad!–
Sintió los dedos de Brita recorrerle el rostro, sus uñas afiladas pasando por debajo de su cuello hasta encontrarse con el collar de encaje negro.
Luego, se unieron las manos de Ronnie Ann, que hacían lo mismo que Brita pero sobre las piernas de Lincoln, forzando al chico a abrirlas.
–Deberíamos ir a la cama, allí es más cómodo–, sugirió Brita ayudando a Lincoln a ponerse de pie.
Ronnie se le unió al otro lado de Lincoln.
–Tienes razón, está es la primera vez que haces algo así, ¿verdad?, pues en ese caso, hagamos que sea especial–
Entre las dos, recostaron a Lincoln sobre el colchón, y antes de que pudiese protestar esposaron sus muñecas al respaldar de la cama, haciendo lo mismo con sus tobillos. Indefenso, le quitaron al fin la venda de los ojos.
–Sorpresa Marie, o debería decir, Lincoln–
Estaba vestida al igual que Ronnie Ann, con apenas una camiseta blanca muy ceñida y unas apretadísimas bragas que lo marcaban todo, y si algo más se habían puesto Lincoln no lo sabría porque una, y solo una idea, resonaba en su cabeza.
Brita… Brita no era realmente pelirroja, eso fue lo que más lo sorprendió.
–Vaya, de verdad que le dio una buena impresión señora Loud. Jamás lo había visto así–
El cerebro de Lincoln dejó de funcionar mientras que el mundo a su alrededor perdía nitidez, pero antes de que la inconsciencia pudiese reclamarlo, Ronnie lo hizo entrar en razón con un fuerte pellizco.
–Disculpe a Marie señora Loud, a veces tiende a comportarse como una tonta–
El dolor punzante logró que Lincoln se retorciera, ahogando un gemido, se sacudió por completo, antes de que el peso completo de Brita lo detuviese.
–No seas tan cruel Ronnie, mi pobre Marie no puede evitarlo–
Rita ignoró a su hijo, o mejor dicho, hija, prefiriendo recargar su enorme trasero sobre el pecho de Marie.
–Mamá, puedo explicarlo–, protestó Lincoln antes de que el aroma de la ropa interior de Rita llegase a su nariz.
–No digas más Marie, Ronnie me lo dijo todo–
Dando pequeños sentones, le fue robando el aliento al chico, asfixiándolo y viendo complacida como sus bragas se humedecían sin que su pobre verga pudiese endurecerse.
La idea de hacerlo vulnerable había sido fantástica, no solo al ponerle un traje de sirvienta que Lucy solía usar durante su face de gothic lolita, sino también, al añadir el detalle extra que haría que su hijo jamás olvidase lo que le sucedería.
–Me dijo que eres un chico muy pervertido que adora vestirse con las prendas de sus hermanas mientras que su novia lo domina–, siseó Rita frotándose cada vez más cerca de la nariz de su hijo, –Me dijo que ha intentado de todo para que te comportes como un jovencito de bien, pero tú insistes en hacer estas cosas–
Ronnie Ann se sentó sobre el regazo de su novio, frente a Rita, y las dos comenzaron a besarse. Lincoln cerró los ojos, tratando de bloquear la imagen del culo de su madre, pero las dos lo hacían imposible, sencillamente no podía pensar en otra cosa.
–Me dijo que chupaste la verga de tu mejor amigo, y que te gustó–, murmuró luego mordiendo delicadamente los labios de Ronnie Ann, –Y me dijo además que la viste coger con todos tus amigos–
Lincoln negó con la cabeza, pensando que de ninguna manera lo que pasaba podía ser real, era su madre, ¡su madre!, ¿¡cómo demonios sabía su madre lo que él hacía con Ronnie Ann!?.
–Mira como lo niega rita–, susurró Ronnie conforme le quitaba el sujetador a Rita.
Rita se frotó sobre el pecho de Lincoln una y otra vez, haciendo a un lado sus bragas para que Ronnie pudiese tocarla. Sentía tanto placer gracias a la latina que casi se había olvidado de su hijo hasta que lo sintió moverse. El muy pobre estaba rozándose con Ronnie Ann.
–Que patético–, dijo Rita riendo, –¿En serio eres mi hijo?, una chica linda se sienta sobre ti y no puedes controlarte, ¡perdedor!–
–No puedo–, admitió Lincoln, –Por favor mamá, lo siento, perdoname–
Rita ignoró las suplicas de Lincoln, dedicándose por completo a besar a la latina, lamiendo su cuello y mordiendo y chupando sus pezones por sobre la tela blanca cada vez más trasparente gracias a la saliva. Ronnie cerró los ojos y mordiéndose el labio inferior, empujó sus senos contra el rostro de la mujer madura, sin dejar jamás de frotarse con la entrepierna de su novio.
Al tomar un respiró, Rita cogió de los hombros a Ronnie Ann y la invitó a devolver el favor, dejando que la novia de su hijo chupase y masajease las enormes tetas, murmurando para si misma lo mucho que las amaba con una expresión boba en el rostro.
–Sabes, cuando Ronnie Ann me descubrió pensé que estaría en problemas. Desde que perdí mi empleo nos ha costado mantener la casa solo con lo que gana tu padre, así que descubrí esto de los juegos y pensé, “¿qué demonios?, yo también puedo, no se ve difícil”–
Gimiendo nuevamente, Rita se quitó la camiseta, y acunando a Ronnie entre sus brazos le ordenó que se pusiera a mamar.
–Y la verdad es que era difícil Lincoln, pero afortunadamente la gente no quiere verme jugar y perder, solo quieren verme jugar–, admitió contenta, para luego, regresar su atención a Lincoln.
–Oh, ¿te cuesta tanto prestarme atención?–, siseó molesta al darse cuenta de que el chico negaba con la cabeza como si tratase de ajelarse.
Fue entonces que metió la mano en las bragas de Lincoln y presionó sus huevos. El dolor forzó a su hijo a abrir los ojos y pedir desesperadamente que se detuviera.
–¡No mamá por favor!, ¡todo menos eso!–
–¿Crees que esto es malo?–, preguntó Rita de forma sarcástica, –Imagina mi sorpresa cuando descubrí los cargos, que esos veinte mensuales que recibía también los pagaba yo, que algunas prendas que me llegaban venían de alguien viviendo en esta casa–
Lincoln quería llorar por la vergüenza, ¿cómo pudo haber sido tan estúpido?, Brita y su mamá eran iguales, solo que una era pelirroja, y se veía mucho más joven y relajada.
¿De verdad le ponía tan poca atención a su familia como para dejar que eso pasase desapercibido?–
–Estaba muy molesta Marie, tu madre pensó en que debíamos darte una lección y bueno, aquí estamos–, concluyó Rita dejando ir los testículos de Lincoln, –Tus inútiles amigos me costaron una pequeña fortuna, y como no vas a pagar, decidí cobrar de otra manera–
Luego, dirigiéndose a Ronnie, tiró fuertemente de su cabello y le plantó un profundo beso, invadiendo la boca de la latina y mordiendo su lengua conforme empujaba un dedo en la húmeda vagina de Ronnie.
–Y eso te incluye a ti jovencita, ¿quién te crees que eres robando las cosas de mis hijas?–
–Perdóneme señora Loud, es que no pude contenerme–, contestó Ronnie Ann sumisa.
–No es suficiente con pedir perdón–, le respondió Rita, –¿Quieres usar las cosas de mis niñas?, pues de hoy en adelante eres una de ellas, así que me llamarás mamá, ¿entendido?–
Ronnie empujó su sexo contra la palma de Rita, frotándose desesperadamente, empapando sus bragas sin sentir vergüenza alguna.
–Si mamá–
Rita sonrió complacida, la verdad, era que desde hacía algún tiempo le había echado el ojo a Ronnie Ann, siendo la estupidez de Lincoln la excusa perfecta para aprovecharse de los dos.
No se trataba de que estuviese aburrida de Lynn ni nada por el estilo, solo que, conforme más se metía en el mundo del streaming, más cosas diferentes quería probar, y esos dos le habían dado la posibilidad de hacer algo tan prohibido, tan siniestro, que sabía que jamás se recuperaría de ello.
–Dime Ronnie Ann, ¿cuál de tus mamás es más sexy?–
Ronnie negó con la cabeza haciendo un puchero, hasta que Rita le dio un par de bofetadas e introdujo dos dedos más en su vagina.
–¡Responde la pregunta pequeña puta!–
–Tu lo eres mamá Loud–, contestó Ronnie gimiendo, –Eres la más sexy de las dos–
Rita siguió dedeando a la chica, pensando en todas las otras cosas que le haría.
Al final, estaba convencida de que Ronnie terminaría dependiendo de ella, y a Lincoln lo tendrían que seguir entrenando para su nuevo rol.
–Así me gusta, aunque tu madre no se queda atrás, tendremos que hablar de eso en cuanto llegue a buscarte–
Sin que Ronnie lo supiese, la rubia ya tenía planes para Maria Casagrande. Sabía que su trabajo no era sencillo, que le ocupaba muchas horas y se sentía insatisfecha, sabía también que desde que tuvieron que enviar a Ronnie Ann de regreso a Royal Woods por los problemas que tuvo el dinero le escaseaba.
Rita sabía que sería cuestión de presionar, Maria era linda, muy, muy linda, solo que sus tontas inhibiciones le impedían utilizar todo su potencial, relegando su hermosura a un pabellón de hospital.
El solo imaginarla compartiendo el lugar de Ronnie Ann la enloquecía.
–¿Te gustaría eso puta?, ¿que tu madre sea mi perra al igual que tú?–, le dijo a la chica mientras que ella chupaba con fuerza los pechos de Rita.
Ronnie Ann, por su parte, no pudo evitar imaginar a su propia madre recibiendo la disciplina de la señora Loud, o mejor dicho, mamá Loud. La latina había pensando incontables veces en lo sexy que sería ver a su progenitora compartiendo lecho con Lincoln, pero esa fantasía era por lejos superada con la aparición de Rita. No sabía de qué modo lo había logrado, pero esa rubia madura que se hacía pasar por una adolescente la tenía por completo dominada.
–Si mamá Loud, quiero que sea la ama de mi madre, quiero que la use como a mi–, pidió Ronnie Ann, –Quiero que me entrene para ser una buena hija–
–Espera un segundo, ¿desde cuándo que hacen esto?–, preguntó Lincoln escandalizado, antes de que una fuerte bofetada lo silenciase.
Su madre empujó a Ronnie Ann al frente, la chica, quizás por primera vez, se mostró apenada.
–Un par de semanas, Mamá Loud insistió en cuanto descubrió que me robaba los juguetes de Luna–, confesó Ronnie Ann, –Me dijo que tenía que darme una lección y que luego te la daría a ti–
Lincoln sintió una punzada en el corazón, de seguro… ¡de seguro era una broma!, su madre… ella no podía hacerle eso, no con Ronnie Ann.
–Deja de llorar marica–, le reprendió su madre en cuanto los ojos de Lincoln enrojecieron, –Agradece que estoy dispuesta a compartir a mi chica contigo–
Ronnie Ann se sintió despreciable, se suponía que la base de su relación con Lincoln era la honestidad, y ella había quebrado ese principio.
–Levanta su falda Ronnie, quiero ver lo que mi hija esconde–, ordenó Rita inmisericorde.
La latina buscó los ojos de Lincoln, pidiendo en silencio que por favor comprendiese, pero en lugar de ello, solo vio lo hondo que su traición caló en el peliblanco. Supo entonces que su relación tal y como la conocía había acabado, que desde ese punto en adelante, Lincoln y Ronnie Ann ya no existiría más.
No, ya no podría pensar más en Lincoln, ya no podría verlo de esa manera. Desde ese momento en adelante, solo sería Marie.
A regañadientes, Ronnie obedeció, levantando la falda negra con encaje blanco y exponiendo las diminutas bragas.
Rita empujó a la muchacha a un lado y sin mucho cuidado rompió las bragas.
–Que patético Marie, y yo que pensaba que eras igual que tu padre, pero él nunca, jamás, permitiría que alguien le pusiese eso–
Lincoln sollozaba por la vergüenza, en especial, al darse cuenta de que Ronnie Ann ya no lo ayudaría.
–Se quejó mucho la primera vez que lo puse en castidad, pero ahora lo aguanta bien–, dijo la latina tirando de la pequeña jaula rosa, –Marie se ha vuelto una buena chica mamá Loud, la entrené para esto–
¿Entrenamiento?, Lincoln no sabía de ningún entrenamiento, se suponía que eran juegos, que toda pareja hacía esa clase de cosas.
–Se ve muy pequeña, que bueno que trajimos las nuestras–
Se suponía… se suponía que a los dos debía de gustarles, y a Lincoln esto ya no le gustaba.
–Pero tú no eres Lincoln, eres Marie, y Marie ama hacer estas cosas–
Más allá de las lagrimas y el latido incesante de su corazón, comenzó a sentir un calor que se extendía por todo su vientre. A Lincoln Loud no le hubiese gustado estar así de vulnerable, a Lincoln Loud le hubiese dolido en el alma lo que su madre y su novia estaban haciendo, pero Marie era otra persona, Marie podía soportarlo todo.
–Mira Marie, tu madre va a follarme con este enorme consolador, va a follarme mejor de lo que cualquier otra persona haya hecho y tu podrás verlo todo–
De seguro las dos sonreían porque Marie también sonreía como una tonta, esperando recibir siquiera un poco de atención.
El consolador era enorme, mucho más grande que cualquiera que Ronnie hubiese usado para entrenarla. Marie estaba sorprendida de que su novia pudiese con algo de ese tamaño.
–Te enseñaré cómo complacer a una mujer Marie, y luego, quizás, haga algo por ti–
–Si mami, gracias–, contestó Marie ansiosa, –Ronnie Ann merece lo mejor–
Rita pasó por alto la transformación de Lincoln, ya nada le importaba salvo dominar por completo a Ronnie Ann.
Lo poco que le quedaba a Ronnie Ann de instinto protector salió a relucir, –¡Pero no podemos cogerla así como así!, Marie es una chica delicada–, explicó a Rita, –Es que… no queremos arruinarla, ¿no?–
Rita supuso que no habría nada de malo ocupar a Lincoln con algo mientras que ella y Ronnie se divertían.
–¿Eres una chica delicada Marie?–, preguntó mofándose, –Anda, dime–
–Yo… no tengo mucha experiencia–, confesó Marie.
Ronnie se adelantó nuevamente a Rita, –Responde bien perra–, siseó al oido de Marie, –Dile que eres una chica delicada o te juro que te haré pagar, ¿me entendiste?–
Marie tembló al contestar, –Soy muy delicada mamá–
De mala gana, Rita se puso de pie, abrió el cajón de la mesita de noche y sacó una botella de lubricante la cual entregó a la latina.
–En ese caso, ¿harías los honores Ronnie Ann?–, pidió exasperada, –Ve que no se lastime–
–Con gusto–, contestó Ronnie cubriendo de lubricante uno de sus juguetes, uno no tan pequeño, pues temía que Rita quisiera castigar más tarde a Marie y ella ya no sintiese deseos de protegerla.
El vibrador era mucho más pequeño del que usarían con ella, pero aún así más grande del que tenía para entrenar a Marie. Lo empujó lentamente y lo encendió, besando a su chica en todo momento.
Rita vio esto y apartó a Ronnie Ann de Lincoln, no sin antes darle un toque algo brusco al aparato de castidad.
–Vaya que entró sin problemas, al parecer mi Ronnie te ha entrenado bien–, murmuró Rita.
–A esta perra le encanta ser usada–, dijo Ronnie, –Pero ya podemos olvidarnos de ella, y concentrarnos en nosotras dos–
Eso era justo lo que Rita quería, así que sin más preámbulos, se quitó las bragas, las metió en la boca de Marie y le volvió a poner la venda a los ojos.
–Bien Ronnie, aquí me tienes–
La latina saltó sobre la cama, quitándose todo en el proceso.
–¿Podría sentarse en mi rostro mamá Loud?–, pidió coqueta, –Siempre he querido probar la carne blanca–
Rita se montó sobre el rostro de la latina, acomodando su enorme trasero para que Ronnie Ann pudiese lamerlo.
–Con gusto amor, ignora a Marie y disfruta–, ordenó la rubia sintiendo la hábil lengua de Ronnie recorrer su vagina madura y su ano.
Ronnie Ann se sentía en el paraíso, el culo de la madre de su novia era exquisito, tan grande y suave que fácilmente se hubiese ahogado allí abajo. Lamió y chupó contenta, sin importarle nada más que degustar y complacer a mamá Loud.
–Mmm ¡vaya!, no es la primera vez que haces esto–, dijo Rita al felicitarla.
–Mmm… ¡Mmnnmnn!–
Levantando el trasero, Rita le dio a Ronnie tiempo para respirar.
–Allá en la ciudad se lo hago a todas mis amigas–, confesó Ronnie cubierta de sudor y jugos vaginales.
Rita le dio un par de sentones más a la latina, ahogándola en su trasero hasta quedar al borde del orgasmo. Solo entonces se dignó a darle otro descanso a Ronnie Ann.
–¿Solo a tus amigas?–, preguntó la rubia intrigada.
–No… Carlota y mi tía, y mamá una vez, un día que llegó ebria–
Eso último a nadie se lo había contado, Ronnie Ann quería llevarse ese secreto a la tumba, pero frente a la señora Loud estaba indefensa.
–Eres una putita muy sucia Ronnie Ann, mereces ser castigada–, siseó Rita buscando el consolador, una pieza de color rosa, con una base casi tan gruesa como una lata de atún y de un largo considerable.
Ronnie Ann jamás había tenido algo de esas dimensiones en su interior, Rita no se había atrevido a hacerla probar algo tan masivo como las cosas que ella empleaba en sus shows privados.
–Entonces bebé, ¿lo vas a querer todo?–, preguntó Rita mientras sacudía su trasero frente al rostro de la latina.
–Mamá Loud… lo quiero, lo quiero todo–
Rita hizo escurrir la botella de lubricante sobre el vibrador, lo encendió a máxima potencia y lo empujó dentro de Ronnie Ann, pero no de su vagina.
–¡Ughhhhh!, ¡más mamá Loud!, ¡quiero más!–
Quizás la peor de las ironías era que Lincoln no se había perdido a si mismo debido a su propia debilidad, sino, que fue víctima de una chica que jamás sería normal, y que la amaba, tal y como era. De seguro el pobre perdedor hubiese perdonado mil y una cosas más, porque jamás la cuestionaba, nunca le negaba nada, y por eso, decidió Rita, se merecía lo que le estaba sucediendo.
El que Ronnie Ann fuese una puta desde que comenzó a vivir en la ciudad era algo que su hijo desconocía, y Rita estaba convencida de que incluso sabiéndolo, no le hubiese importado. Esa era la clase de persona que ella le había enseñado a ser pensando en que así se convertiría en un hombre como su padre, pero como en lugar de eso tenía a un marica, pues tendría que contentarse con robar para si la perra que ayudó a arruinarlo todo.
–¡Castigame mamá Loud!–, gritó Ronnie al sentir las vibraciones expandiéndose por todo su cuerpo, –¡Nhhhhh más!, ¡necesito más!–
–¿Quieres más perra estúpida?, ¡pues ten más!–, y con eso Rita hundió el vibrador hasta el fondo, más profundo de lo que cualquiera de los otros juguetes que había empleado con su perra había llegado.
–¡Chupame la concha!–, demandó Rita frotándose desesperadamente sobre la cara de Ronnie.
La rubia ya ni siquiera consideraba que la chica siguiese respirando, no le importaba nada más que su propio placer. Ronnie le siguió el paso como pudo, lamiendo el ano de Rita hasta quedarse sin saliva. Estaba muy, muy cerca de acabar, tan solo necesitaba algo extra, algo que la arruinaría por completo para Lincoln.
Fue entonces que sucedió, que la mano lubricada de Rita forzó su paso dentro de Ronnie,
–¡AAAAaaaaaa!–, gritó la chica sacudiéndose por completo, corriendose sobre la mano de Rita y orinándose sobre Marie, que impotente, solo podía escuchar lo que su madre y su novia hacían.
Rita le siguió segundos después, con una masiva corrida que Ronnie apenas pudo tragar, empapando el pecho de la latina y la cama también.
–Vamos… vamos a beber algo y seguimos–, sugirió Rita entre jadeos.
–Está bien, vamos–, concedió Ronnie Ann tratando de recuperar el aliento, con burbujas corriéndole de la nariz y sus piernas todavía temblando.
–Y Ronnie, voy a sacarte esa cosa, pero pondré algo nuevo por mientras–
Rita le quitó el vibrador a Ronnie lentamente, se lo entregó a la latina y ambas se besaron mientras lo chupaban. Testamento del entrenamiento de Ronnie Ann era lo fácil que le resultaba a la chica degradarse de esa manera y mantenerse siempre preparada para complacer a su nueva dueña. Su ano, su vagina, sus tetas, todo de su ser le pertenecía a Rita y en cuanto a Lincoln, Marie… pues ella era tan solo un juguete roto por el que sentía lastima.
–Voy a asegurarme de que este agujero siga abierto–, dijo Rita, –Ahora conten la respiración–
Con eso, la rubia empujó una de sus nuevas adquisiciones en el ano de su nuevo juguete, el dildo inflable era quizás una de las cosas más obscenas que tenía en su arsenal, teniendo este la forma de verga de perro, y no uno pequeño.
Lo mejor, es que con una bomba incorporada podía hacerlo correrse a voluntad, y así llenar a Ronnie Ann.
Ronnie sintió esa cosa desagradable y babosa penetrar su ano para luego volverse más y más grande. Todavía no manejaba bien el tamaño de algunos juguetes de su ama, pero estaba confiada de que pronto podría soportarlo todo.
–Se siente genial mamá Loud–, dijo con una sonrisa incómoda, –Lo amo, de verdad que lo amo mucho–
Rita se puso de pie y cogiendo un mechón del cabello de Ronnie la hizo caminar a su lado. La joven no se quejó, sabía que su papel era el de someterse a cualquier vejación.
–Sabes, las chicas y Lynn pasarán todo el fin de semana afuera, así que tenemos la casa para nosotras. Más tarde planeo soltar a Marie para que haga la limpieza, ahora que sé que no podrá robar la ropa interior de sus hermanas para tocarse–
Ronnie Ann se negó a comentar al respecto, pensando en que si habría la boca metería en más problemas a Marie.
–Aunque por otra parte, podría encadenarla en el sótano y olvidarme de ella, ahora que te tengo a ti bebé–
–¡Por favor no haga eso!–, pidió la latina, –Sé que es una decepción como novio y como hijo, pero como Marie… mamá Loud, ¿no podría ser más amable con ella?–
Rita había esperado esa respuesta, porque no quería ser solo ella la que quebrase de manera definitiva a Lincoln. Deseaba, más que nada, que Ronnie Ann compartiese parte de la carga.
–Te propongo algo bebé, compláceme ahora y haremos algo lindo por Marie–
Sin ofrecer guía alguna, Rita se recostó sobre el mostrador de la cocina, no sin antes coger del refrigerador un par de botellas de agua y una lata de crema batida.
Ronnie cogió una de las botellas y luego de darle un sorbo, se puso de rodillas y comenzó a besar y lamer los pies de Rita, la rubia la observó con los brazos cruzados en un claro gesto de dominación.
–Tendrás que hacer más que eso bebé–
–Eso ya lo sé–, se quejó Ronnie, –Estoy calentando–
La latina siguió lamiendo los pies y luego fue subiendo, besando y mordisqueando los muslos de Rita, frotándose contra sus piernas y pasando de largo por su sexo. Fue luego hasta el ombligo de la rubia, subió a sus senos y finalmente llegó hasta la boca.
–Necesitaré algo dulce–, susurró al tomar la lata de crema, –Ya vuelvo–
Rita le había dado una tarea fácil, de hecho, ni siquiera era una tarea real. Ronnie sabía usar su lengua, sabía complacer a una mujer y ella estaba más que dispuesta a ser complacida. Como si se tratase de un felino, la chica decoró el pubis de su dueña con una generosa porción de crema, la que fue probando de a poco mientras que lamía los labios externos de Rita, asegurándose en todo momento de pasar a llevar con su nariz el sensible clítoris de la mujer.
Ronnie maulló, lamió y relamió, bebiendo siempre de la botella para mantener su boca muy húmeda y de paso, retrasar la llegada del siguiente orgasmo de Rita.
–En serio se nota lo mucho que has practicado bebé, debes haber sido un juguete maravilloso para todas esas chicas de ciudad–
Ronnie comenzó a masturbarse, le encantaba recordar las pijamadas en la ciudad, todas las cosas que aprendió de su grupo de amigas y de su prima y su tía. Ellas tenían la culpa de que su vida se hubiese ido al carajo, pero ya nada podía hacer. Estaba demasiado corrupta como para cambiar, como para hacer el bien por alguien, tanto, que incluso le arruinó la vida a un buen chico que solo la amó.
–No, no pienses en eso, porque si lo haces–
Lamió con más fuerza, pellizcando su propio clítoris, cogiéndose su mano y hundiendo el rostro en medio de las piernas de la señora Loud.
No pensaría en Marie, no lo haría, no se preocuparía de lo que le había hecho a ella, así como se lo hizo a…
–¡Oh dios!, ¿qué fue lo que te sucedió bebé?–, preguntó Rita entre gemidos, –Mmnnn, oh cielos… estás insaciable Ronnie Ann–
No pensaría en ella, ya nunca más, incluso con Rita sujetándola del cabello y cogiéndose su rostro.
–Nghhhh ¡SI!, ¡MALDITA SEAS RONNIE ANN!–
Incluso así… no, no más.
Jadeando, Ronnie se deslizó al piso, bebió más agua y le sonrió a su dueña.
–¿Hice un buen trabajo?–
–Fue aceptable–, concedió la señora Loud, –Pero puedes mejorar, y respecto a tu petición… pues se me ocurrió algo–
Un par de horas más tarde, Marie seguía atada sacudiendo sus caderas, arriba y abajo, arriba y abajo, todo el tiempo pensando en Ronnie Ann.
No se resistió al ser liberada, ni al caer de rodillas antes de tener su tercer orgasmo en su pequeña jaula.
No se quejó al perder el vibrador ni al tener que agradecer a Ronnie por molestarse con ayudar a alguien tan inútil y desagradecida como ella, porque Marie, como le recalcó su madre, era una basura indeseable que debería agradecer el que siquiera la considerasen digna de dirigirle la palabra.
Y por mucho que quiso llorar, Marie tampoco lloró, y sonriendo agradeció que la dejaran libre.
–Mamá, Ronnie, ¿podría comer algo?, muero de hambre y sed–
Supo de inmediato que había cometido un error, porque su madre la agarró del cabello y le dio un tirón.
–¿No te da vergüenza el haber ensuciado la cama con esta desagradable cosa tuya?–, preguntó Rita molesta, –¡Es repugnante!–
–¡Lo siento mamá!, no fue mi intensión–, se disculpó Marie sollozando nuevamente, y sintiéndose terrible por ello porque creía que al fin lo había superado.
–¿Es por eso que Ronnie ya no me ama?, debe estar avergonzada de mi–, pensó apenada.
Rita sacudió la cabeza para forzarse a si misma a mantener la compostura.
–Como sea, justamente íbamos a alimentarte, ¿no es así bebé?–
Ronnie se agachó frente a Marie y le acarició el rostro, pensando que a pesar de todo, seguía siendo el rostro más lindo que jamás hubiese visto.
–Hey–
–Hola Ronnie Ann–, saludó Marie algo tímida.
Rita resopló antes de buscar otro de sus juguetes, –Levanta la cara cuando te hablen–, le dijo a Lincoln, –Desde ahora en adelante tu novia es mi novia y de quien yo decida compartirla, así que te degrado a mascota Marie. En otras palabras, eres la perra de mi perra–
Marie asintió contenta, ser la mascota de Ronnie Ann era mejor a no ser nada de Ronnie Ann. Podría vivir con eso, ¡claro que podría!, sería la mejor mascota de todas y Ronnie ya no sentiría la necesidad de herirla, y tal vez, algún día podría ser algo más, quizás hasta una amiga.
–Ronnie, tienes algo especial para esta puta tonta, ¿no es así?–, preguntó Rita animando a la chica, –Vamos, no la hagas esperar–
Ronnie se sonrojó, no solo porque lo que haría era vergonzoso, sino, por lo mucho que estaba disfrutando de lastimar a su novio.
No solo tenía un rostro hermoso, sino que además, se veía espectacular cuando sufría.
De forma por demás vulgar, la latina arrojó un plato para mascotas frente a Marie, con su nombre escrito en marcador, y recibió a su vez la correa del nuevo collar de su mascota. Luego, ante la mirada expectante de Rita, se puso de cuclillas sobre el plato de Lincoln y expulsó un contenedor cilíndrico de papel aluminio.
Marie no podía creer lo que esas dos tenían planeado, de seguro no esperaban que comiese algo así.
–Eso estaba adentro tuyo–, declaró Marie sin emoción alguna, –Ronnie Ann, sé… sé que hemos hecho cosas extrañas antes, pero esto es demasiado. Por favor no me hagas hacer esto–
Ronnie Ann ni siquiera se dignó a ofrecer una explicación, dejando que su silencio hablase por ella.
Marie, pobre, pobre Marie, su corazón jamás la llevó por buen rumbo y ahora, estaba considerando seriamente hacer algo tan degradante que sabía que no pasaría un día de su vida sin recordar que era un completo fracaso como persona.
–¿Y bien, no tienes nada qué decir?–, preguntó Rita al ver a Marie inmóvil.
Ese era el momento que tanto Rita como Ronnie esperaban, la abdicación total de Lincoln al desvanecerse de sus ojos todo trazo de dignidad y razón.
–Es el fin de mi vida, gracias por eso Ronnie Ann–, susurró Marie al darse cuenta de que no podía ganar.
Inclinándose hacía adelante, liberó el envoltorio con los dientes y vio el burrito todavía caliente.
La primera mordida vino acompañada de una nalgada, así como la segunda y la tercera y también la cuarta.
Marie deseó morir.
–¡Cometelo todo maldita cerda!–
Rita, por su parte, experimentaba gozo absoluto. Sus muchas dificultades económicas, sus problemas familiares, todo lo que la frustraba como su carrera fallida como autora, podía hacérselo pagar a Marie. Convirtió de ese modo a su hijo en la fuente de todas sus dificultades, un conveniente sacrificio que jamás se revelaría, jamás abriría la boca y nunca se enfrentaría a ella.
–Eso es, sigue comiendo Marie, sigue comiendo puerca inmunda–, siseó Rita enterrando el rostro de Marie en el plato.
Ver a esa decepción luchar por respirar le estaba dando un inmenso placer, pero no era suficiente.
Fue entonces que tuvo otra maravillosa idea.
–Ronnie Ann, coge esto–
Ronnie hasta ese momento se había contentado con masturbarse sin ver, porque si veía, temía que le haría algo peor a Marie, algo permanente como parecía que Rita tenía planeado hacer.
–Un arnés–, murmuró la joven al recibir el nuevo juguete de manos de Rita, –¿Está segura?, no creo que aguante más–
Rita asintió con la cabeza, a final de cuentas, Marie solo era una mascota, así que su deber consistía en entretenerlas.
–Ya sabes lo que debes hacer–
Ronnie se sacudió de hombros y se puso el arnés, era del tipo que tenía incorporado un vibrador interno, de modo tal que al cogerse a alguien ella también podría sentir algo más que el impacto del plástico con la piel.
Buscó algo de lubricante, lo poco que quedaba de la botella, y lo untó sobre la superficie oscura del consolador.
–Lo siento amor–, se disculpó antes de penetrar a Marie, –Tendré que lastimarte de nuevo, pero sé que aguantarás porque me amas–
Marie, con el rostro enterrado en el plato, no pudo quejarse al sentir como su ano era nuevamente asaltado. La pobre casi se cae antes de que Ronnie la sujetase.
–Ahora dejame coger ritmo, tal y como lo practicamos–
Marie asintió y trató de relajarse, Ronnie fue amable con ella, hasta que dejó de serlo. De un instante al otro se encontró de espaldas contra el piso, con la falda levantada y el pie de su madre frente a rostro. Sin siquiera esperar una orden comenzó a besarlo, porque estaba segura de que sería castigada si solo se quedaba allí como un juguete.
–Más duro, no te detengas–, ordenó Rita a Ronnie Ann, –¡Más fuerte!–
Ronnie cogió a Marie de las piernas y la hizo alzar los muslos, casi subiéndose sobre ella. El consolador llegó a lo más profundo de Marie, haciendo que su pequeña jaula gotease sin control.
–¡Creo que voy a acabar!–, exclamó Ronnie Ann momentos más tarde.
Marie también iba cerca, y abrazándo a Ronnie Ann la instó a ir más rápido.
–Ro… ¡Ronnie!, creo… creo que ya viene–, gimió Marie junto con Ronnie.
–¡Juntas!–
La latina tomó de las manos a su nueva mascota y la besó al acabar, sin importarle el desastre que era su rostro por las lagrimas y el maquillaje.
–Ronnie… Ronnie…–, siguió diciendo Marie incluso después de que Rita las separase.
–Dejala donde está Ronnie Ann, tú y yo todavía tenemos mucho por hacer–
En el piso de la habitación, Marie volvió a quedarse sola hasta que recuperó las fuerzas para llegar al baño y darse una ducha, mas, incapaz de lavar la vergüenza, se halló a si misma frente a la puerta de la habitación de sus padres, vestida todavía con la misma ropa salvo sus bragas.
Allí permaneció de pie, escuchando como su madre y su novia hacían el amor.
–Oh así que llegaron –
Ese fue el punto de quiebre en el que Lincoln Loud dejó de existir y Marie nació por completo.
–Descuida hijo, o mejor quiero decir, hija. Ronnie y tu mamá me lo explicaron todos y quiero que sepas que te apoyo al cien por ciento. Claro que me costará un poco acostumbrarme pero como dicen tus hermanas, es cuestión de amor–
Su padre no cerró del todo la puerta, dejando un espacio para que Marie pudiese observar como se desnudaba antes de unirse a Ronnie Ann y a Rita.
A partir de ese momento, Marie dio la media vuelta, corrió hasta su habitación y se encerró a llorar.
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