Sobres rojos | By : LunaSolNocturno Category: Spanish > Anime Views: 831 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no es una obra mia ni saco provecho de escribir un fanfic sobre ello. |
Disclaimer: Rurouni Kenshin no me pertenece, y no saco ningun tipo de beneficio escribiendo un fanfic de esta serie.
M/F / Oral / TF / WIP
Sobrea rojos
Primer sentido: Tacto.
Nadie estaba despierto, todos dormían desde hacia unos minutos, cansados por la dura jornada de trabajo frenético en el templo, por perseguir a Okina que lo único que buscaba era un poco de diversión, por los nervios al pensar que tras ese día empezaba la verdadera fiesta.
Misao miro de nuevo el pequeño reloj occidental que todos tenían en sus cuartos, si estaba bien puesto faltaban diez minutos para que las campanas de la pagoda sonasen y ella saliese a la cabaña, una hora antes de que lo hiciese su alumno.
Volvió a leer la carta, más extensa que las demás.
Otome es no.
¿Por qué si solo he querido conseguir un roce?
Me es difícil por que evito todo tipo de contacto con la gente, incluso con la persona que amo. Por eso lo he intentado forzar.
Lo único que surge de alguien como yo es dolor, muerte o peligro. Pero ahora sé que un roce es cuando la taza de té es sujetada por esas manos tan puras y yo las toco por error, cuando cojo el bol de arroz y toco de nuevo al ángel que tenemos por Okashira...
Pequeños detalles que he ido olvidando por temor a despertar algo indebido.
Por miedo a reconocer que el tacto que tiene esa piel virgen es demasiado bueno para mí, cosa que es cierta.
Esta indigna persona pide perdón por haber cometido semejante delito, ya sé que un roce surge y es una lección muy dura conseguirlo. Pero solo me gustaría compensar a la sabia maestra que me esta enseñando.
Soy su indigno alumno, considere el castigo adecuado.
Firmado.
Una indigna persona.
“Y dame el valor necesario”
Esa frase se la había dicho de una forma muy personal, muy intima; temía perderse, no volver a ser él mismo. Todo cambio entraña un riesgo y él estaba asumiendo demasiados dada su forma de ser.
La pagoda dio puntual la hora, faltaba una para ser media noche, el punto álgido en el cual Aoshi tenia que salir para dirigirse al bosque de bambú, los remordimientos sobraban, él había apelado por ayuda y ella había respondido, al principio como un juego luego como algo más, debía ayudarle si querían estar juntos.
Se quito la yukata rebelando su traje onmitzu, con tan solo un movimiento se puso lo que la faltaba, luego se alzo la mascara y salió al corredor, de un salto se sujeto al tejado y lo sobrepaso con el impulso, tras eso miro hacia la ventana del ninja, no había suficiente luz para ver definido nada pero podía observar su yukata blanca en una posición concreta, sentado frente a donde estaba ella, saludo con una inclinación de cabeza y salto al siguiente tejado. Tenia mucho por hacer.
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Al llegar no había nada usual, usando su intuición sobre espacio que le rodeaba descubrió que todo estaba igual que la ultima vez que vino, unas cajas en el suelo, mantas raidas, polvo, una mesa con una taza de té y un bol de arroz vacíos...
Elementos evocadores de las veces que ambos habían rozado sus manos.
Dejo que su pequeña pero gran maestra decidiese, se sentó sobre una conveniente esterilla que había en el suelo y se vendo los ojos con el pañuelo, luego respiro tratando de recordar el beso del valor, lo iba a necesitar.
Entro al cabo de unos minutos dándole el tiempo necesario para relajarse, en completo silencio se acerco y se sentó frente a él, había asumido su postura más habitual, arrodillado y con las manos enlazadas, la espalda recta y la barbilla levantada, estiro un dedo rozándole los suyos; dio un respingo tragando saliva de forma apresurada, intento hablar pero le detuvo con otro roce en los labios, esta vez él bajo el rostro y ella sonrió al ver por primera vez un elemento de vergüenza en su comportamiento.
Los dedos rozaron la frente apartándole el pelo del rostro, luego le alzaron la barbilla delineando las mandíbulas, levanto la mano buscando la femenina pero fue demasiado tarde, la busco a tientas, alargando con precaución las manos hasta rozar algo de refilón, modifico la dirección y lo siguió.
-Esto-susurro Misao en cierto punto-ya no son roces.
-¿Qué son sensei?
Era algo demasiado largo y grueso para ser una mano, se inclino determinado a llegar al final.
-Caricias.
Se detuvo en seco ¿Estaba acariciando a alguien? ¿A ella? Incluso lo hacia con cierto grado de naturalidad, sin forzar a nada, sin exigírselo por tener que hacerlo, decidió que era agradable y muy gratificante; siguió la piel hasta el final, había una forma abombada que se dividía, una subía y otra, mucho mas amplia, bajaba, indeciso alargo el otro brazo hacia el mismo lugar pero se detuvo de nuevo.
Lo que acariciaba en ese instante tenia una forma concreta, era la clavícula desnuda de una mujer.
Tembló al notar el beso que Misao deposito en la muñeca, se aparto como si quemara pero no pudo evitar que le soltase el cinturón del traje onni, tanteo buscándola.
Le detuvo desde atrás, al parecer descubrir que ella estaba desnuda le había hecho retroceder ¿Tanto miedo tenia de no ser digno? Si no se lo arrebata ahora tardarían mas, seria más difícil y complicado hacer que el trato con otros fuese fluido; separo el cuello del gi, dejando que los roces fuesen continuos allí por donde apartaba la tela, él pareció tranquilizarse bajo su suave dominio dado que la respiración se normalizo lentamente.
Apretó las mandíbulas al recibir el masaje en el lastimado hombro.
-Gomen nasai.
-Sensei... demo...
-No olvides, siempre ahí alguien que cuida de nosotros, que llora si nos ocurre algo-acaricio la cicatriz que le hizo Kenshin en su suplica por que volviese al Aoiya-que se pone triste si no estamos, que nos echa de menos... es difícil encontrarlo, pero tú lo tienes... y se siente mal por haberte hecho esto-termino de quitar las vendas y beso la zona del hombro; un sonido gutural salió de la garganta de Aoshi que giro el cuerpo parcialmente y la rodeo con el brazo, tembloroso.
En teoría su tutor debía evitar estas cosas por su parte pero hacia años que él ya no lo era, además Él había pedido ayuda.
¿Por qué tanto miedo a recibirla?
Misao volvió a sentarse frente a él, mucho más juntos dado la petición que el onni había expresado con un suave tirón de la muñeca, estiro el cuello quedando en la posición de antes pero la mano bajo por su busto.
Solo el pincel de un artista podía haber dibujado semejante camino con tanta precisión, los dedos masculinos bajaron por su garganta, extendidos, abarcando toda la piel posible para luego cerrarse hasta que solo el canto de la mano fuese perceptible, trazo el contorno de un pequeño seno con lentitud, terminando la espiral en el pezón.
Extasiado por escuchar un jadeo igualmente lento.
Sincero, único al no ser fingido.
Si no saboreado.
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Evito gritar de rabia, temblaba como un sauce en medio de un huracán por lo que estaba sintiendo, pero también por tenerla tan cerca y no poder tomarla, saber que ella estaba desnuda al igual que él, quizá mas temblorosa por las caricias.
Pero debía hacer honor a la tacita confianza que habían expresado, él en primer lugar; la escucho gemir y caer en una forma desmadejada ante él, busco su cintura y así poder apoyarla contra su cuerpo, reconfortarla ayudándola a recuperar el aliento.
Pero se topo con su tobillo.
Tenia pinta, por los dedos, de ser el pie izquierdo, movió la mano por la derecha y Misao dejo escapar un gemido aun más desesperado, trago saliva, la posibilidad de que tocase en lugar intimo le aterraba, aunque también le agradaba; la joven intento esquivarle y él aprovecho para cercarla entre sus brazos, su cuerpo y el suelo.
-Gomen...
Ella le siguió rozando a pesar de que él la apresaba con caricias en su regazo, jadeo al notar que elevaba una mano desde su rodilla hasta la nuca, acariciando por todos los sitios que podía, rozando de nuevo cerca de sus rizos, subiendo por el vientre mientras se encogía esquiva, definiendo la línea de sus costillas y luego la espalda, haciéndola arquearse para mostrarle un cuello que no vería pero si acariciaría; Misao abrió los ojos al notar que la mano que atrapaba una de las suyas resbalaba por el brazo hasta el codo y luego por el vientre, hacia abajo, dibujando el ombligo pero sin detenerse a arrancarla otro jadeo, Aoshi apoyaba los labios en la estirada garganta.
Y su mano se hundía entre sus piernas.
Bostezo y se estiro sobre el futón de la misma forma que él la había hecho arquearse entre sus brazos hacia unas noches, recordando con picardía como Aoshi había perdido su frialdad, habían sido caricias torpes, primerizas, pero tan agradables, incluso la ultima que parecía dirigida a su intimidad, lo lenta que había sido, como no había tocado sus labios secretos pero si la piel de la cara interna de sus muslos.
-Ufffff.
De recordarlo aun se estremecía.
Hasta él ultimo pelo se ponía de punta y rincón de piel de gallina.
Remoloneo un rato mas en el futón, queriendo sentir el peso de su cabeza en el regazo de nuevo, la manera en que se había relajado con las caricias y roces que le había obsequiado, los que no le dio durante el tiempo que le esquivaba, sobre todo, por que no se provocaban, por ser mas especiales y preciados si eran genuinos.
Sonrió acariciándose la garganta, la forma en que él había disfrutado su gemido de placer encontrado sin silenciarlo. Por extraño que pareciese hacia bien poco que se había dado cuenta que él no había escrito, mas o menos un par de noches, pero no era ella la que quería hacerlo.
Si durante esos tranquilos y solitarios días había aprendido algo era a leer en sus gestos y ojos, aun estaba extasiado, no era de muchas palabras ni de muchos gestos elocuentes pero cada roce le provocaba una tormenta, su pulso dejaba de existir y la mirada le temblaba sin poder enfocarla.
Retiro la manta del futón de una patada y estiro los músculos, algo mas relajada se desnudo de la corta yukata y se vistió con su acostumbrada ropa de dos piezas, el hambre la asedio y pensó bien las posibilidades: bajar, desayunar y luego ordenar, o ordenar, bajar y desayunar, estaban solos en la casa hasta que llegase la noche, lo que importaba bien poco, pues para ver a los demás durante una hora o dos daba igual, su estomago decidió y salió a la balaustrada.
El sonido de la puerta del baño cerrándose la dio una idea, corrió hasta la escalera y se acuclillo para que no la viese, en él ultimo momento, y mientras él estaba mas ocupado en secarse el pelo que en controlar lo que ocurría a su alrededor, le rozo los labios y le beso en una mano, salto por el barandal deslizando los dedos por la estupenda espalda tapada y se dio a la fuga en dirección la cocina.
Aoshi miro el final de la larga trenza con una ceja levanta, la dueña de tan singular peinado había desaparecido doblando la esquina, luego sacudió la cabeza besando la mano donde ella lo había hecho previamente, ya no era tan intenso, le provocaba un cosquilleo desde luego pero era mas el calor residual que las pasiones vividas con tanta intensidad, ahora ya no tenia que temer los roces, estos eran mas que bienvenidos.
Tanto para él como para ella.
Mientras removía el contenido del bol con los palillos abrió el sobre, un desayuno tan bien preparado jamás se desperdiciaba y no pensaba hacerlo, solo lo aplazaría para leer tan esperada carta.
Tanto miedo a una forma de expresión.
¿Por que si es lo más hermoso que hay?
Ahora sé que un intercambio de roces o caricias es algo más intenso que una lucha a muerte, nos muestra la belleza que tiene la vida corriendo desbocada por las venas de la persona amada, la elocuencia y plenitud de sus sinceras respuestas, da miedo no ser correspondido.
Pero ahora sé que lo soy.
Arigatto.
Aun me queda un largo camino que recorrer, ser capaz de expresar todo lo que siento al fin es difícil, pero cuento con una gran maestra, solo que no sé hasta muy tarde que esta cerca de mí, sé que su perfume es el del cerezo pero me siento incapaz de localizarlo entre mucha o ninguna gente.
Sensei, usted que es más sabia que yo.
¿Cómo podría hacerlo?
Firmado.
Un ser que se siente agradecido.
Los palillos y la boca de Misao cayeron a la misma velocidad.
...¿Por que si es lo más hermoso que hay?...
...correspondido...
...pero ahora sé que lo soy...
...usted que es más sabia que yo...
Abrió y cerro la boca, acompasada con los párpados, justo como lo harían los besugos durante un rato, de repente su mente volvió a funcionar racionalmente y recordó cerrarla si no quería terminar haciendo una escena en caso de que fuese descubierta.
¿Aoshi la estaba proponiendo una cita?
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