Deseos prohibidos entrelazados (Secret Lovers) | By : ace_Hyuga Category: Spanish > Anime Views: 508 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 1 |
Disclaimer: Naruto and his characters do not belong to me, they are the property of Masashi Kishimoto. Only the story is my authorship, and I have no benefit by publishing this story. |
Notas:
Aqui no pude poner imagenes, pero en AO3 si. Asi que los que quieran ver las imagenes, vayan para allá (La historia tiene el mismo nombre).
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Era un viernes en la tarde, donde el viento corría suavemente y las hojas de los árboles comenzaban a caer, indicando la proximidad de la siguiente estación del año. El cielo estaba medio despejado con unas cuantas nubes en el cielo, y el sol cada vez próximo a las montañas del oeste para indicar el atardecer.
En una casa medianamente lujosa y bien amueblada, se encontraba Hinata Ōtsutsuki en la cocina, buscando los ingredientes para la cena de esta noche. Solo pudo dar un suspiro mientras ponía los ingredientes en el mesón. Las porciones de los mismos eran suficientes para preparar una comida de máximo de dos personas: Ella misma y su esposo.
Ella iba a comer el platillo que iba a preparar, claro está. El resto lo iba a guardar y dejar en el microondas cuando Toneri regrese a casa, tarde en la noche, como lo había hecho siempre durante los últimos años.
Ella quería a su esposo en realidad, todos estos 4 años que estuvo casada, pero eso no hizo que quedarse dormida sola por la noche, o despertarse a la madrugada solo para ver la espalda de Toneri salir por la puerta, fuera más fácil.
Y aunque por lo general ella actualmente sería capaz de distraerse de tales pensamientos con los quehaceres del hogar o el cuidado de su ahora sobrino, Indra, en estos momentos no había funcionado.
El primero porque se sentía cansada de seguir la misma rutina de levantarse, cocinar, arreglar la casa, ver televisión, una que otra vez conversar con sus amigas cuando la visitaban, regar las flores, volver a cocinar e ir a dormir sin más. Su esposo no la dejaba trabajar o hacer algo siquiera que no se esté relacionada con la casa.
Y su sobrino se había ido a su ciudad natal a visitar a sus padres, e iba a pasar con ellos todo el fin de semana.
Eso le hizo pensar cuando ha crecido su sobrino realmente desde la última vez. Cuando se casó con Toneri había conocido a algunos miembros de su familia, entre ellos a Indra. Y recordaba que, en ese tiempo, él era alguien amable y un poco sociable. Ahora, su personalidad no ha cambiado, pero sí que se había vuelto un poco más cerrado e introvertido, talvez por la pubertad que atravesaba.
Y también un poco más rebelde.
Recordó que había sido llamada algunas veces por el director por lo problemas en los que su sobrino se había estado metiendo, entre ellos pelearse con sus compañeros. Ella lo reprendía por su comportamiento, aunque no entendía porque se portaba así.
Y como él no le contaba nada, o no le hablaba de sus problemas, entonces Hinata no sabía cómo ayudarlo.
Más tarde se enteró que había tenido problemas con unos compañeros de la escuela lo cual llevo a que se peleara con ellos. El motivo era porque había defendido a unos niños de los bravucones y por ende se ganó un lugar en su lista roja. También se enteró que la había criticado a ella por su manera de vestir y porque iba sola en las reuniones de padres lo que hizo que su sobrino vuelta se fuera de golpes con ellos y por ende lo vuelvan a llamar a la dirección por su mal comportamiento.
Ella no le afectaba los comentarios de estos chicos, así como de las personas adultas que también murmuraba cosas de ella, pero no pensó que a su sobrino si le terminara afectando. Por ende, había querido hablar con Toneri para abordar el problema juntos, pero como veía que el peliblanco no le ponía atención cuando estaban a solas, dejó de intentarlo.
Lo peor vino después cuando la relación de Toneri y su sobrino se tensionó. Ellos habían discutido una tarde lo cual hizo que Indra sacara toda esa agresión y resentimientos reprimidos, reclamándole a su esposo que por no ponerle atención a él y a ella se ganaba esos comentarios de sus compañeros.
Y es que Toneri y su sobrino se llevaban tan bien al inicio, que parecían padre e hijo. Ella sabía lo mucho que Indra quería a Toneri. Prácticamente lo crio él solo desde pequeño, según le contó, mientras sus verdaderos padres se iban al trabajo. Se entiende porque Indra pidió quedarse con ellos mientras estudiaba en la ciudad, habiendo otros familiares incluso más cerca del colegio donde estudia.
Y por ende le había afectado bastante que él se ausentará de la casa, mostrándole la realidad de las cosas.
Hace un año que ya no eran tan unidos como antes. Hinata se sentía mal por no ser una buena tía que lo ayude en sus problemas, y ya le cansaba dar las mismas excusas a su sobrino sobre la ausencia de Toneri por su trabajo.
Por ello se preguntaba si de verdad ella y Toneri podrían tener una familia, si ni siquiera pueden ayudar a su sobrino.
Afortunadamente, su relación mejoró después, ya que al final se reconciliaron. Toneri se había dado un poco de tiempo para pasar más tiempo con él, y Indra había aceptado la situación actual de su esposo, entendiendo las responsabilidades que tenía.
O bueno más bien parecía que Indra aceptó que Toneri no iba a estar en casa, porque de todas maneras su esposo volvió a su rutina de estar casi 24 horas en la oficina, pero su relación ya no fue tensa como antes.
Así que, para afuera, todo parecía estar bien y en orden, pero una cosa no cambió: Toneri no había hecho el mismo esfuerzo para cuidar de sus deberes como esposo.
Aunque se recordó que algo de eso fue culpa suya, ya que ella mismo le insistía que pasara más tiempo con su sobrino, haciendo que sus necesidades quedaran en último lugar.
Incluso si podía aliviar dichas necesidades, frotándose los muslos o masturbándose en ocasiones para aliviar esa picazón a la que se había acostumbrado.
Incluso si en una ocasión su esposo pudo ayudarla a aliviarse, teniendo sexo rápido en medio de la noche.
Todo eso, ya no era suficiente.
Había pasado tanto tiempo desde que los dos habían podido compartir una noche juntos, ya no apasionadas como antes. En los primeros años de matrimonio consideraba que la intimidad con él era increíble (porque no tenía con quien compararlo), pero cada vez bajaba la intensidad de las sesiones maritales, recorriendo solo a sexo rápido simple, nada duradero y sin pasión. Pensaba que con eso bastaba, y como esposa, tenía que aceptarlo, pero eso ya no la satisfacía.
Ya no. Se estaba volviendo frustrante.
Mientras él eyaculaba y se dormía, ella quedaba necesitada, a punto de venirse, o peor, sin siquiera llegar a sentir que venía un orgasmo. Parecía que su amor cada vez se hacía más corto, y en vez de amarse, solo se concentraban en sentir una fracción de placer. Solo una fracción.
Se había vuelto muy frecuente que ella se masturbará luego del sexo. Y solo se podía contentar con un orgasmo, para no despertar a su esposo.
Y así el sexo monótono había llegado a su vida.
Pero Hinata tenía algo de esperanza. Talvez las noches apasionadas podían volver si tenían más tiempo para hacerlo. Si se podían explorar uno al otro y poner variedad en el menú sexual.
Pero ya que su esposo se enfrascaba en su trabajo, no había podido siquiera encontrar, aunque sea, un pequeño tiempo para ellos. Las largas esperas en su dormitorio esperando a que llegue a la casa, y se acueste con ella, la estaban matando.
Y para rematar, cuando lo había acorralado para que tenga un momento para ella, y se puedan enlazar físicamente, al final, había sido ignorada y diciéndole que en otro momento será. Esas actitudes de su esposo, que parecía que solamente era un objeto de burla, uno que no le afectaba a él, pero si ella, la estaba destrozando.
Y cada vez la ponían más necesitada. A tal punto que había contratado un paquete de TV de contenido adulto, para verlo mientras se masturbaba, ya que su imaginación ya no era suficiente.
También se recordó, que cada vez que pasaba el tiempo, el cariño que se tenían ya no era el mismo de antes. No lo sentía tan cariñoso como en sus primeros años de matrimonio, y pensaba, que estaba perdiendo el interés en ella, ya no solo en la cama, sino para compartir un momento juntos disfrutando de la compañía del otro. Si, ya ni eso le daba y no se sentía su esposa como antes.
Eso le llevo a que ella también le perdiera cariño con el paso del tiempo, y cada vez fuera menos reciproca en sus acciones, no por voluntad propia o como una forma de llamar la atención de su esposo, sino que ¿cómo podías dar algo que te nazca desde el corazón si no recibes lo mismo? Solo resultaría en sonrisas y poses fingidas, actuando que todo está bien, y eso ya no le gustaba a ella.
Ahora, su vida se había vuelto tan monótona.
Muchos pensamientos en su mente le asaltaron para dar respuesta al problema del porque su matrimonio terminó así, y una de ellas le llegó a su mente: A lo mejor su marido le estaba siendo infiel.
A lo mejor había encontrado a alguien mejor que ella, más bonita y más preparada. Eso le hizo recordar sobre los cuchicheos en la reunión de sus amigas sobre visitas de una mujer esbelta a la oficina de su esposo.
Pero ella no creía en eso, porque estaba segura de que ni tiempo tenía para buscarse a otra, con el trabajo extenuante que el mismo decía y que lo consumía todos los días.
Aun así, pensar en dicha posibilidad, la hacía ponerse mal humorada y con bajos ánimos; y le hacían cuestionarse de que la culpa, de que su matrimonio este en declive, era por ella.
Pero alejó esos pensamientos. No había pruebas de ello, así que solamente eran especulaciones.
Ahora intentaría, una vez más, seducir a su esposo, si es que llegaba a la casa. Solo una vez más, para ver si lograba mejorar algo su relación. No tenía nada que perder ya si nuevamente la ignoraba.
Se había puesto una ropa interior de color lila que la hacía ver atrevida a sus ojos. El brasier y las bragas no eran demasiado provocativos, pero consideraba que la hacían ver sexy.
Comprar esa ropa interior le había dado vergüenza, incluso si no se trataba de prendas atrevidas como las que usaba su amiga Ino, Anko o Mei, que seguramente harían pecar a cualquier hombre. Estaba tentada a comprar ropa más reveladora, pero luego declinó ya que dicha ropa era demasiado lujuriosa a su gusto y pensaba que se vería mal en ella. Eso solo le quedaba a las personas atrevidas y seguras de sí misma, y ella exactamente no era una de ellas.
Talvez tendría que ser más atrevida como sus amigas. Se dijo internamente que, haría el esfuerzo de intentar ser sensual con esa ropa interior, a ver si funcionaba.
Pero por ahora tenía una cena que cocinar.
Antes de poner su atención en los ingredientes de la cocina, había sonado el timbre de la puerta de su casa.
Hinata fue sacada de su aturdimiento, y dejando los ingredientes en la mesa, rápidamente fue a responder, preguntándose quién podría ser. Su esposo llegaba a altas horas de la noche así que no podría ser él.
Al abrir la puerta, se asombró por la persona que se encontraba al otro lado: el mejor amigo de su sobrino.
―¿Naruto-kun? ― preguntó con una cara ligeramente sorprendida, mirando hacia abajo al joven de 14 años.
Él era más bajo que ella, como unos 14 cm de diferencia, y era un año mayor a su sobrino. Sus rasgos eran delicados, pero a la vez atractivos para alguien de su edad. Tenía el cabello rubio como el sol y rebelde como lo dictaba su personalidad. Y sus ojos azules, eran los más hermosos que nunca antes había visto.
No eran como los de su esposo, que eran más tirados a celeste apagados. Sino estos eran más vivos y más azulados como el cielo, no, más bien como el mar.
El joven respondió afirmativamente. Parecía un poco sorprendido de que ella fuera la que respondiera, a juzgar por la forma en que sus ojos parecían abrirse y su cuerpo se tensaba por el sonido de su voz, pero rápidamente se recompuso mientras alzaba su cara hacia ella, dándole a Hinata una pequeña sonrisa amistosa.
―Hola, señora Ōtsutsuki. ―saludó en un tono que era tan amigable como su personalidad, pero no tan efusivo, con un poco de nerviosismo. ―Y-yo, me preguntaba… si esta Indra. Quería invitarlo a jugar a mi casa. ―Hinata solo pudo devolver una pequeña y triste sonrisa.
―Lamento decir esto Naruto-kun, pero desafortunadamente mi sobrino no está aquí en este momento. Se fue de la ciudad a visitar a sus padres y no volverá hasta el domingo. ― le dijo amablemente. El chico se puso un poco más nervioso.
―Oh, pero no me había dicho nada. Pero es que…también necesito algo que él tenía. ¿No puedo entrar a buscarlo? . ―Hinata solo parpadeó para luego responder.
―Perdón Naruto-kun, pero a mi sobrino no le gusta que le toquen sus cosas. Lo siento. ―lo dijo con tristeza. Indra era reservado en sus cosas personales. Ella mismo no sabía con exactitud que tenía en su habitación.
Vio a Naruto algo sorprendido y ligeramente decepcionado por lo que dijo.
―Pero es que…―lo vio callarse un momento, como si quisiera decir algo, pero luego negó con la cabeza para seguir. ―Ya veo, perdón por molestar―agregó en tono de disculpa, listo para darse la vuelta y marcharse.
Sin embargo, por alguna razón que Hinata no podía entender, su voz habló antes de que su mente pudiera pensar.
―¿T-te gustaría quedarte a cenar? ―ambos abrieron los ojos momentáneamente por esa frase, impactados, mientras cada uno procesaba esas palabras. Afortunadamente Hinata pudo hablar antes de que el ambiente se sintiera incómodo para los dos. ―E-es que, ha pasado tanto tiempo desde que tuve la oportunidad de hablar contigo sin que mi sobrino esté cerca. Ya sabes, para preguntarte cómo ha estado actuando en el instituto sin que él cambie de tema por vergüenza o recelo. No puedo evitar mi curiosidad. Además, es tarde y debes tener hambre ¿no? ― bromeó con una pequeña sonrisa, un poco forzada, dado su pequeño nerviosismo que se alojó en su interior.
Por dicha acción, hizo que accidentalmente su pecho rebotara un poco más de lo que le hubiera gustado. Su parte superior holgada apenas podía mantener sus grandes pechos y evitar que se movieran mucho como si estuviera en exhibición.
Naruto no sabía cómo responder a su propuesta, ya que todo lo que podía hacer era mirar a la madre de su amigo mientras ella llevaba una cara angelical. Sabía lo que era el atractivo de las mujeres, tanto de mayores como de chicas, pero nunca hablaba con sus amigos de eso en público, aunque se tratara de sus propias compañeras.
Así que no podía negar la belleza que tenía la mujer que estaba enfrente suyo. La consideraba hermosa. Había buscado fotos de ella en secreto en sus años más jóvenes y había quedado encantado por su belleza. Si la comparaba con la mujer de ahora, podría decir que exactamente no tiene el mismo atractivo, pero tampoco es que sea inferior a su versión más joven, sino parecía todo lo contrario. La edad la había vuelto más hermosa a su parecer.
Contando también que ahora tenía un nuevo tipo de belleza: la belleza de una esposa y de una ama de casa. Y eso solo la hacía más atractiva.
Al fijarse en su atuendo se dio cuenta que, si bien no era provocativo, o incluso tan atractivo, se notaba que algo grande se escondía debajo de ellos, llamando la atención de muchos hombres al dejar volar su imaginación.
Dicha ropa consistía en una chaqueta de manga corta de color púrpura claro, camiseta blanca de manga larga, y una camiseta rosada debajo de esta. Todas estas prendas cubrían la parte superior de su cuerpo cómodamente.
Pero incluso si la ropa era de naturaleza holgada, no pudo evitar notar que sus senos rebotaron y se empujaran contra la misma ropa, demostrando que están confinados.
Y eso le jugó una mala pasada a su mente pervertida ya que juraba que los mismos pechos le estaban llamando, listos para ser descubiertos.
Siguió su vista a sus pantalones cortos marrón que vestía. A diferencia de las mangas sueltas que cubrían sus largos y delgados brazos, estos mostraban mucho más debido a que solo llegaba un poco más arriba de las rodillas. Eso le permitió que viera sus largas y tonificadas piernas, y se preguntaba si serian suaves tal y como era ella.
Posó su vista en una pequeña parte de los muslos que se exhibía con dichos pantalones. Su recorrido se detuvo justo debajo de la parte inferior de su muslo. No se mostraba mucho, pero podía jurar que, si dicha prenda se subía un poco, uno podía ver los muslos regordetes que estos cubría. El resto de sus piernas está contenido en un par de botas abiertas y ajustadas a la forma de las mismas.
A pesar de que gran parte de su cuerpo estaba cubierto, todavía era un espectáculo para los ojos. Y su rostro, poseía rasgos suaves que hacían que uno se sienta relajado y atraído. Su piel lechosa y nívea se dejaba a relucir, y no encontraba ni una sola arruga en ella.
Además de su pelo corto hasta los hombros, que enmarcaban su delicada cara.
Todo en ella era perfecto.
Naruto había quedado fascinado por su belleza. No pudo evitar que algo en sus pantalones creciera. Y por la incomodidad que le producía, solo pudo respirar y exhalar hasta calmarse.
A pesar de tener muchas razones para rechazar su invitación y marcharse, realmente no quería usar ninguna excusa para evitar ver a la madre de su amigo. Quería seguir admirando su belleza, aunque esto traiga consecuencias.
Y al igual que Hinata, su boca habló antes de que su mente pudiera pensar.
―S-seguro, señora Ōtsutsuki. ―respondió un poco nervioso y aturdido. Luego se recompuso con una pequeña sonrisa, aun nervioso, mientras cerraba la boca y se erguía rápidamente para mostrar seguridad.
Hinata no había notado lo bobo que se la quedo mirando. En cambio, ella le regalo una gran sonrisa ante su respuesta, y dio un paso atrás e hizo espacio para que él entrara, lo cual el joven rubio lo hizo rápidamente.
Se quito los zapatos deportivos que llevaba puesto, dejándolas junto a la entrada, para no ensuciar la pulcra madera del piso. Solo estaba vestido con su chaqueta anaranjada con cremallera, pantalones negros y medias blancas.
Estaba caminando detrás de Hinata mientras lo llevaba a la cocina. No era la primera vez que visitaba el lugar, pero la diferencia, es que anteriormente se encontraba su amigo, o el señor Toneri, u otra visita. Ahora, no podía ver a nadie más, excepto a ellos dos.
No pudo evitar mirarla por detrás. Su espalda fina cubierta por su chaqueta, y la parte de sus caderas encerrada en sus pantalones cortos. Mientras ella caminaba ligeramente con cada paso, parecía que parte de sus piernas, el muslo en específico, se exhibían un poco más hacia él.
Y se preguntaba, si el balanceo de sus caderas era parte de su imaginación. Ese movimiento provocativo sin querer, la hacía ver más sexy.
Se había sonrojado por este último pensamiento.
Al llegar a la cocina, Hinata extendió su mano hacia un lado, indicando la pequeña mesa que estaba en el lugar. Naruto entendió y sacó una silla que estaba cerca para que se sentara, notando como la mesa solo parecía estar preparada para una sola persona.
Hinata le entregó rápidamente un juego de utensilios mientras regresaba al mesón de la cocina.
La mujer se relajó, y cambio ligeramente su paso a uno más relajado, dando un poco de saltos en los mismos como solía hacerlo de pequeña cuando estaba feliz por algo. Esta vez lo hacía para que el ambiente parezca más acogedor para el nuevo invitado que tenía en la casa. Un ligero tarareo en su voz mientras comenzaba a preparar el platillo para dos. Hizo una nota mental de cocinar algo un poco más ligero y fácil para Toneri más tarde.
No sabía lo que estaba pensando en invitar a Naruto a cenar, pero parte de ella no pudo evitar sentir felicidad por su presencia. La aparente razón, era para que no tuviera que estar sola durante la cena. Además, el chico le caía bien y le gustaba su forma de ser.
Pero, otra parte de ella, no pudo evitar pensar que era por otra razón diferente. Es decir, un chico (un hombre) y ella misma, a solas, cenando juntos.
Negó con la cabeza ante esos pensamientos. Esta era simplemente una forma de hablar con uno de los amigos de su sobrino, tener una charla amena sobre el mismo y ya. Era solo una manera para que ella, con dicha plática, pudiera ser una mejor tía y representante para Indra.
Y si eso le permitía, además, disfrutar de la compañía del joven rubio, en el buen sentido, entonces estaba bien. No iba a pasar nada más.
Y debía admitir que le gustaba estar acompañada del pequeño Naruto, ya sea si solo venía a visitar a su sobrino. Su hiperactividad y entusiasmo la atraían de cierta manera, aunque ella no era consciente de eso.
―Entonces, Naruto-kun, ¿crees que me puedas decir que ibas a hacer con Indra si él hubiera estado en la casa? ―Preguntó dulcemente desde la cocina mientras revolvía algunos ingredientes en una olla, y otros ingredientes los ponía a fuego lento en un sartén.
Su voz sacó al Uzumaki de sus pensamientos, mientras éste hacía todo lo posible para recomponerse y poder responder correctamente.
―Bueno, pues… lo iba a invitar a mi casa a jugar. Tengo una consola en mi casa y quería probar un nuevo juego que salió. Sabe, él es bastante competitivo en los juegos, no le gusta perder, pero lamentablemente a mí tampoco me gusta perder y por ende cada vez competimos entre nosotros.
―Ya veo. Sabes no creía que Indra le gustaran esas cosas. Como casi no me comenta lo que hace. ―lo dijo con un deje de tristeza, que pasaría desapercibido por cualquier menos por Naruto.
―Es que piensa que eso no hay que contarles a los mayores, además de que me ha dicho que no sabe cómo lo verá usted. Me dijo que sus padres no aprueban sus gustos.
―Ya veo, pero yo no lo juzgaría. No soy de jugar esas cosas, pero no le veo nada de malo que él lo haga. ―respondió Hinata con una sonrisa, comenzando a combinar las dos preparaciones de ingredientes de la olla y sartén en dos platos, mezclándolos expertamente.
―¿Enserio? Entonces se lo voy a decir cuando lo vea. ―calló cuando Hinata giró su vista hacia él y negó con la cabeza.
―No lo hagas por favor. Me gustaría que el mismo me lo dijera, y que me tuviera más confianza. ―Naruto asintió, aunque no entendía porque su amigo no era más abierto con su tía, si parecía ser la persona que te escucharía y te entendería en todo lo que harías.
Esas cosas eran las que no le gustaba de Indra.
―¿Y, que más iban a hacer? ―dijo Hinata, poniendo de nuevo su atención en la cocina.
―Pues, luego le iba a pedir ayuda en física. Él es bastante bueno en esa materia y me ha ayudado mucho, aunque sea un año menor a mi jaja. ―dijo Naruto rascándose la cabeza. ―No es que no ponga atención en la materia, sino que como trabajo a veces no me alcanza el tiempo y…―calló, al ver que Hinata se dirigió a la mesa con ambos platillos, colocándolos frente a él mientras se sentaba al otro lado.
―Entiendo. Trabajas porque quieres tener tus propias cosas ¿cierto? ―preguntó con curiosidad. Naruto miró hacia otro lado con cierta timidez, no sabía si responderle con la verdad. Pero antes de pensarlo bien, ya había abierto la boca.
―En realidad, Sra. Ōtsutsuki, lo hago por necesidad. ― reveló, sorprendiendo a la mujer peliazul. ―A veces no alcanza para pagar todos los gastos de mi casa y mi padrino solo me deja una pequeña mesada.
Hinata apenas pudo contener un jadeo. Conocía al chico desde hace tiempo, pero no sabía eso. Si eso era verdad, entonces el chico no la pasaba nada bien. Eso le dio tristeza ya que su sobrino y otros chicos de su posición tenían privilegios, mientras personas como Naruto tenían que sufrir para vivir bien.
Pero, ¿Y su padrino no se encargaba de él?
Naruto como leyendo sus pensamientos, se apresuró a contestar.
―No pasa nada. ―lo dijo con una sonrisa. ―A mí me gusta trabajar, ya que uno se paga sus propias cosas. Y mi padrino no tiene un gran trabajo para darme más de lo que me puede dar. Con estar en su casa es suficiente. Además, sé que tiene otras responsabilidades como pasar una pensión alimenticia, así que yo entiendo eso. ―lo dijo con otra sonrisa, cosa que sorprendió a Hinata por lo maduro que mostro ser en ese aspecto.
―Me gusta como entiendes la situación de tu padrino, Naruto-kun, pero aun así él tiene responsabilidades contigo.
―Pero como le dije me gusta trabajar y ser independiente. Me hace ser mejor personas. ¿O el trabajo no dignifica al hombre? ―lo dijo con una ceja alzada y pareciendo como alguien guau para impresionar a Hinata.
Solo que en vez de eso hizo que ella soltará una melodiosa risa. Hizo un puchero cosa que Hinata noto y dejo de reírse.
―T-tienes razón. ―quito de su boca, la mano en forma de puño que usó, para cubrir su risa. ―Pero Naruto-kun ¿no necesitas ayuda aparte? Si quieres yo podría ayudarte. ―Naruto negó con la cabeza para mirarla fijamente.
―Gracias, pero son cosas que me gustan hacer por mí mismo. No se sentiría bien si no los hago yo. ―Hinata vio sorprendida la determinación de Naruto, cosa que pocos jóvenes y adultos incluso no tienen en estos días. Una parte de ella extrañamente le gustó esa faceta.
―¿Seguro?.
―Seguro. ―le dijo con una amplia sonrisa que convenció a Hinata e hizo que le devolviera una amplia sonrisa atractiva, haciendo que Naruto temblará sus piernas debajo de la mesa.
―Entonces, Felicitaciones. ―le dijo poniendo una mano en su hombro y apretándole con cariño―Se muy bien que no es nada fácil trabajar y estudiar al mismo tiempo, y eso es de admirar. Eres muy maduro para tu edad, Naruto-kun. ― El aludido se sintió avergonzado por lo dicho por la peliazul.
Sentía que no se merecía del todo esas palabras.
―Gracias Señora Ōtsutsuki, pero de verdad, con toda honestidad, no siento que sea alguien maduro. ―Hinata notó un tono algo auto depresivo que tenía mientras continuaba. ―Quiero decir, es verdad que trabajo y estudio. Pero si tuviera mejores notas me hubieran dado una beca de ayuda. Y reconozco que ya no soy el holgazán que era en la primaria, y que me he esforzado, pero me falta mucho para ser un buen estudiante. El trabajo, aunque me gusta, hace que me sienta más pesado en cierto sentido. ―lo dijo bajando la cabeza, de nuevo a su plato.
Hinata puso una mirada de simpatía hacia el Uzumaki. Lo entendía perfectamente. Ella pasó un tiempo estudiando en la universidad y trabajando para la empresa familiar. Claro que no era la misma situación que la de Naruto, pero entendía lo pesado que era.
Esa simpatía hizo que sus instintos actuaran y colocaran suavemente una mano sobre el otro hombro. Ese toque había ganado la atención del rubio, haciendo que alce completamente la vista, mientras ella le daba una suave sonrisa.
―Estoy segura de que si lo eres. Como dije, no es nada fácil hacer esas dos tareas, y menos para alguien de tu edad. Cualquiera dejaría una cosa por la otra, solo pocos pueden mantener el ritmo. Solo tienes que creer en ti mismo y serás capaz de lograr cualquiera cosa que te propongas. Y si fracasas, hay que seguir intentándolo ¿no? ―lo que dijo, de una manera segura, que parecía irrefutable, hizo que Naruto se relajará de las preocupaciones que lo asaltaban, y le diera un poco más de confianza.
―Gracias, señora Ōtsutsuki. ―le dijo con una sonrisa de gratitud, que ella devolvió. Ahora más relajado, había notado que ya se estaba poniendo de noche y el tío de su amigo no había llegado. Su intención no era preguntarle aquello, sin embargo, por alguna razón, no pudo evitar hablar antes de que su mente pensará en lo que diría― ¿El Señor Ōtsutsuki no vendrá a comer esta noche? ―Vio que Hinata lo miró sorprendida y luego quito sus manos de sus hombros. Inmediatamente se arrepintió de haber hablado cuando vio que su sonrisa decayó, conjuntamente con su rostro que denotaba una breve mirada de tristeza, antes de reemplazarlo con una pequeña sonrisa.
―Desafortunadamente, Toneri está ocupado como de costumbre, trabajando duro y tarde como siempre. ―había revuelto un poco de su comida en el proceso. ― Sin embargo, lo más seguro es que venga más de noche. De seguro vendrá rápido porque se ha de estar muriendo de hambre ¿no? ― bromeó ligeramente, sin embargo, Naruto había notado la tristeza en su voz, y eso le preocupó.
Había escuchado las quejas que su amigo siempre daba, por la ausencia de su tío en casa. Aunque la mayoría de las veces pensaba que estaba exagerando, sabía que había algo de verdad en sus palabras.
Se dio cuenta cuando veía que Indra se alejaba cada vez más de la casa y evitaba a su tío. Luego cuando él comenzó a cambiar de actitud y era más fácil provocarlo para una pelea.
Aunque se peleaba para ayudar a los demás, como el mismo lo hacía en algunas ocasiones, pero luego parecía que cualquier cosa le molestaba.
Concluyo que su situación familiar le había afectado profundamente. Y solo podía mirarlo con simpatía, entenderlo de cierto modo.
Él también había sufrido la ausencia de figuras paternales. Sus padres habían muertos antes de conocerlos, y la única persona que tenía y podía considerarlo un padre era su padrino Jiraiya.
Sentía lo doloroso que era, que esa persona querida se alejaba de ti. Lo pasó en ciertas ocasiones cuando era más pequeño y su padrino se iba de la ciudad por un tiempo por motivos de trabajo, y él tenía que cuidarse solo hasta entonces. En ese tiempo no entendía por qué lo abandonaba, pero luego vio las razones del porque se iba, y lo perdonó. Y acepto la situación en la que ellos se encuentran.
Para ayudar a su amigo, le había contado su situación pasada y lo que pasó por ella, para que entienda que otros si entienden su situación y no está solo. Después de todo, ellos se contaban sus problemas y se ayudaban mutuamente, incluso en los peores momentos.
Había funcionado (aunque al principio no le quiso escuchar.) Su actitud poco a poco volvía a ser la misma de antes, aunque con algunos cambios, ya que seguía siendo reservado, pero ya no enojado y era más alegre.
Y luego lo confirmó cuando había escuchado de su amigo, cómo la situación con sus padres y su tío estaba mejorando, y eso le alegraba.
Pensaba que solo su amigo era el único afectado en eso, pero se equivocó, ya que vio a través de Hinata, que la situación la había afectado a ella también. No notaba las mismas energías en ella, que notaba en las mamas de sus otros amigos.
Y en algunas visitas que hizo a la casa de su amigo, había visto la forma en cómo el señor Toneri se dirigía a su esposa, y no era una forma agradable que digamos.
Era una manera más fría y formal, a veces adornada de sonrisas, que él creía, eran fingidas o falsas. Veía que la mujer peliazul se ponía triste cuando se iba, o cuando no estaba en la casa. Eso le ponía melancólico, porque no era la manera que su padrino le había indicado para dirigirse a un ser querido o amado.
Pero le recordó también, que tampoco se tenía que meter en cosas ajenas, que solo podía observar.
Pero él no estaba de acuerdo en eso, y hace tiempo quería hacer algo.
Hinata había notado que el aire incómodo entre ellos estaba presente, y no quería que aquello durara mucho tiempo. Por ello, temblando un poco, con una sonrisa brillante pero fingida, miró a Naruto.
―B-bueno ¿Crees que podrías contarme alguna historia sobre mi sobrino? Ya sabes, de esas historias que él no querría que nadie más supiera por vergüenza ¿Puedes? ―preguntó, con algo de entusiasmo y un ligero tono de súplica.
Naruto proceso lo que dijo, para luego responder rápidamente, con la intención de darle lo que quería, ya que no se sentía bien si la dejaba esperando con esa sonrisa genuina.
―Pues, no hay problema. Bueno, un día…
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―Y luego, nos habíamos escabullido del director Iruka, para que no nos pegue por estar molesto con la broma que le hicimos. Luego de eso, mis amigos y yo admitimos que era una buena broma, pero que no debía repetirse de nuevo para no meternos en problemas. Indra estaba encantado de volver a repetirlo, aunque no lo crea. ― había hablado el chico rubio con entusiasmo, recordando esos momentos que pasaban con sus amigos en el instituto.
Hinata por su parte, estaba riendo felizmente, con la mano llevada a la boca. Una manera que tenía para callar un poco su fuerte risa, además de mostrar formalidad con sus modales. Para Naruto, ese gesto la hizo parecer angelical, un poco más joven incluso. Y no pudo evitar sonrojarse ligeramente.
Hinata llevó un dedo a su rostro, para quitar la lágrima a punto de caer de un ojo debido a su risa.
―Pensé que había algo extraño cuando Indra me dijo que solo eran unos raspones que se hizo corriendo en cultura física, y venia con la ropa sucia. Ese chico no me cuenta sus travesuras. ―soltó otra risa. ―Ahora entiendo todo, con que era por ese motivo. ―se volvió a limpiar la lagrima alegre que cayó del otro ojo.
La mujer ojiperla miró hacia su invitado Uzumaki, dándole una sonrisa brillante y encontrándole un poco divertido cómo le devolvió la sonrisa nerviosamente, pero lo intentaba ocultar. Había pasado más de una hora desde que los dos habían comenzado a conversar, y ella se encontraba disfrutando cada segundo.
Al principio, Naruto estaba un poco nervioso al revelar historias, un poco vergonzosas, para él y su amigo. Pero, ya teniendo más confianza con Hinata, que lo instaba a abrirse completamente con su manera de ser, fue capaz de suavizarse y comenzar a revelar detalles que no tenía que haber soltado y que las mujeres clasificarían como "chismes".
Hinata se divertía con cada historia que el joven rubio contaba. Y aunque, eran historias más del Uzumaki donde a veces su sobrino jugaba un papel importante, Hinata no parecía encontrarse pensando en los problemas en los que podían meterse. En cambio, se deleitaba en lo mucho en que Naruto se llevaba bien con Indra, que tuvieran confianza mutua entre ellos.
Fue agradable saber que su sobrino tiene un buen amigo de confianza, y que lo hacía rodearse de buena gente. Naruto era de esas personas que ayudaba a los demás, y por ende se llevara bien con ellas. Era una característica que de verdad envidiaba.
Miró a Naruto de nuevo, y vio que su expresión se suavizaba. Aun así, se pudo dar cuenta que estaba un poco nervioso, pero lo quería ocultar. Y en el proceso, vio donde vagaban potencialmente los ojos del chico en su cuerpo. Eso la puso un poco inquieta y nerviosa.
Hinata se había dado cuenta de eso hace un año, luego de un par de meses de haberlo conocido porque su sobrino lo trajo a su casa. No era ajena a sus miradas, pero pensaba que era algo normal.
Los chicos de esa edad actualmente se interesaban más pronto en el sexo opuesto; lo contrario a épocas anteriores donde ellos seguían actuando como niños. También sabía que ahora ellos entraban más pronto a la pubertad, y sus cuerpos se desarrollaban rápidamente.
Así que, era normal que un chico joven y en pleno crecimiento como Naruto, se sintiera atraído por el físico de una mujer.
Lo que no se esperaba, era que fuera la mujer de su interés.
A decir verdad, Hinata nunca pensó realmente en sí misma como una persona con gran belleza. Los amigos de su esposo, y él mismo, siempre elogiaban su apariencia, pero no había pensado mucho en ello, aparte del rubor momentáneo que aparecía en sus mejillas por dichos comentarios.
Aun así, no podía negar, que incluso si no se veía a sí misma como tan hermosa, la mirada que le daban algunos hombres, y ahora, los adolescentes, como su invitado de hoy, le informaban que había algo llamativo en su cuerpo.
¿Eran sus pechos? Claro, ella mismo admitía que eran más grandes que el promedio. Pero por eso mismo usaba ropa holgada para ayudar a ocultarlos. Y siempre pensó que su suéter actual parecía ocultarlos bien. ¿Seguían siendo tan notables?
¿O eran sus piernas? Ella mostraba un poco de piel allí, debido a su pantalón, cómodo para ella.
¿O tal vez era su trasero? Pensaba que su pantalón los ocultaba bien, porque también admitía que tenía un gran trasero que no quería dejarlo relucir. ¿Acaso, sus pantalones cortos se hicieron más pequeños, forzando a mostrar su trasero de una manera que ella no notó?
El chico rubio delante de ella la veía de una manera especial, alegre y de una forma amable, pero a la vez, podía notar que se la estaba comiendo con la vista. Y eso hizo que Hinata se pusiera más nerviosa.
Y se preguntaba, porque ella no hacía algo al respecto.
La mente de Hinata comenzó a ir a toda marcha, tratando de averiguar esas preguntas que asaltaron su mente, sobre todo saber que era lo que la hacía tan atractiva, sin saber cuán natural era realmente su belleza.
Justo en ese momento, el timbre de la puerta había sonado, llamando la atención de ambos. El rubio dejó de mirar a la mujer peliazul, y ella había salido de su aturdimiento.
Hinata sentía que los colores de sus mejillas se habían intensificado; y para que el rubio no lo note, se había levantado rápidamente a contestar la puerta. Además, serviría como distracción para no continuar con sus anteriores pensamientos. Naruto también se había levantado, pero ella sin mirarlo habló rápidamente, soltando un “Yo atenderé", haciendo que el chico solo se volviera a sentar.
Ajeno a Hinata, Naruto se había dado cuenta de su sonrojo, cosa que le gustó con la forma en que sus mejillas se teñían de este color, que era notoso en su blanca piel.
La mujer peliazul, al dirigirse a la puerta, no notó siquiera el balanceo inconsciente que hizo sus caderas. Los movimientos eran completamente naturales para ella, pero extremadamente notables para el rubio, quien no pudo evitar ser hipnotizado por aquello, hasta que la perdió de vista.
Finalmente llegando a la entrada, Hinata abrió la puerta para ver de quién se trataba.
―¿Chirai? ―saludó cuestionablemente a la asistente de su esposo, preguntándose qué estaba haciendo aquí en este momento. Aunque, ya se hacia una idea del motivo.
La mujer de cabello rubio y anteojos anticuados le dio una sonrisa de disculpa, lo que hizo que Hinata confirmara sus sospechas.
―Hola Hinata, vine a informarte que Toneri se fue a un viaje de negocios, para solucionar un asunto que tenía la empresa. Me dijo que es posible que no regrese por unos días.
Hinata devolvió la sonrisa, llena de un tinte de tristeza que la asistente notó, y la misma, no pudo evitar sentirse un poco responsable por ello.
―Gracias por informarme, Chirai. ― La mujer en cuestión asintió.
―No hay problema. Ahora si me disculpas, tengo que retirarme a mi casa, para levantarme temprano, ya que la empresa no tiene jefe por el momento. ―le informó. Hinata simplemente asintió y se despido silenciosamente de Chirai.
La asistente se dio la vuelta y se alejó del lugar, mientras Hinata cerraba la puerta. Caminó de vuelta a la cocina, con desgano. Sin querer se colocó una mano en la cara y dejó escapar un fuerte suspiro.
Otro día más sin su esposo. Otro día sola. Todo lo que había planeado se había arruinado. Quería desahogarse, quería llorar.
―Señora Ōtsutsuki, ¿está bien? ―La voz de Naruto sacó un jadeo de la mujer. Su vista se volvió rápidamente hacia el comedor donde vio al joven Uzumaki mirándola un poco preocupado.
Se había olvidado por un momento que él se encontraba ahí.
Recomponiéndose y limpiándose la nariz y los ojos rápidamente, la mujer ojiperla le sonrió.
―O-oh, no es nada Naruto-kun. Solo fue la asistente, Chirai, informándome que Toneri tenía que ocuparse de algo, y por eso se fue de viaje de negocios, diciendo que por ese motivo no podía estar en casa esta noche. No pasa nada ―le dijo eso, aparentando un tono de voz tranquilo, pero Naruto podía captar el tinte de tristeza que arrastraba consigo.
Eso le hizo ponerse triste y un poco molesto. No le gustaba que la mujer hermosa en frente suyo, estuviera triste. Maldijo en bajo al tío de su amigo.
Cada uno se había perdido en sus pensamientos, y por ende se había instalado otro silencio incomodo entre ellos.
Hinata, al no querer que la atmósfera entre el chico y ella se vuelva más incómoda de lo que ya es, miró hacia el reloj, notando que eran las 7 de la noche.
Así que, mirando hacia el chico, ella habló.
―Parece que se está volviendo algo tarde, Naruto-kun, Creo que es mejor que regreses a casa. ―Vio que el chico ya había comido. Así que rápidamente se dirigió a la mesa y se inclinó un poco para agarrar su plato vacío, sin saber que involuntariamente estaba exponiendo sus pechos a plena vista del chico. Luego dejo el plato en el fregadero, haciendo que sus pantalones cortos subieran ligeramente y expusieran más de la parte posterior de sus muslos, dándole inconscientemente una buena vista a Naruto.
El chico, apenas podía mirar hacia otro lado antes de que el rubor en sus mejillas se intensificara, y la erección de sus pantalones se agrandara y le molestara.
Sin embargo, cuando Hinata vino a recoger el otro plato vacío, Naruto la detuvo agarrándola de la muñeca, cosa que hizo que la mujer soltara un jadeo de sorpresa.
―Déjeme ayudarle―le dijo Naruto, ofreciendo su ayuda, dándole una sonrisa nerviosa. Hinata sabia a que se refería, así que le devolvió una educada sonrisa, mientras se libraba de su agarre y sacudía la cabeza.
―No, Naruto-kun. Eres mi invitado. Yo fui la que te hizo quedarte más tiempo del previsto. Y, además, estoy segura de que tu padrino comenzaría a preocuparse si llegaras tarde a casa. ―Naruto bajo la cabeza, y decidió ser franco con ella.
―Mi padrino tampoco está. Salió de la ciudad por trabajo. ―Hinata abrió los ojos como platos. Entonces ¿Nadie lo estaba cuidando? Como si Naruto leyera su pregunta, respondió. ―No se preocupe, yo me cuido solo estos días y mañana estaré con unos amigos. Me dejó unos dólares para el taxi porque le dije que iba a ver a un amigo. Además, no está muy lejos de aquí a donde vivo. ―eso alivió un poco a Hinata.
―Entiendo, pero, aun así-
―Quiero decir, señora Ōtsutsuki, que no tengo prisa para irme. O-ósea, quiero ayudarla. ―Se mantuvo firme para lo que diría después. ―Es algo que mi padrino me ha inculcado. Me enseñó a devolver siempre cualquier amabilidad que me mostraran, eso incluye ayudar con mis platos u otros quehaceres del hogar, especialmente si es a una mujer. No me lo perdonaría si no me porto correctamente‘dattebayo. ― terminó con una gran sonrisa. No había dicho una mentira, pero, también lo hacía para quedarse un rato más de tiempo con ella. Decidió no decir nada más para que no le haga más preguntas.
Hinata le devolvió la sonrisa, ya que la sonrisa del rubio le era contagiosa, y creyó firmemente en sus palabras. Era verdad, que, si alguien te enseñaba una importante lección como esa, entonces era mejor cumplirla. Además, no quería meter en problemas a Naruto con su padrino por no portarse correctamente.
―Está bien. ―lo dijo con una sonrisa, ya que finalmente estuvo de acuerdo.
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La mujer de ahora apellido Ōtsutsuki y el chico Uzumaki no intercambiaron palabras mientras los dos estaban junto al fregadero de la cocina.
Naruto usaba una toalla de cocina para secar los platos húmedos que le pasaba Hinata mientras ella tarareaba una melodía baja mientras lavaba los platos. Naruto le lanzaba pequeñas miradas, tanto a su cara como a ciertas partes de su cuerpo, pero asegurándose de ver a otro lado si la mirada se hacía demasiado larga, y, por ende, demasiado notosa.
Hinata, sin embargo, era muy consciente de sus miradas, y eso la estaba poniendo un poco tensa.
Sabía que Naruto era un buen chico, que tenía modales y respetaba a las personas. No lo había escuchado hablar vulgarmente de una mujer, o mirar boquiabierto a las niñas y jovencitas, en su presencia por lo menos.
Pero que la mirara a ella de esa manera, con una mirada intensa, algo inocente, pero atrevida, escondiendo el morbo que ella claramente veía, bueno, la estaba haciendo sentir más tensa y un poco más nerviosa.
Y extrañamente, un poco emocionada.
Sin querer, bajo su vista a los pantalones del chico, y vio un gran bulto que él intentaba ocultar debajo del mesón. Se sonrojó por lo que ella había provocado en Naruto.
Se mordió el labio inferior y se frotó discretamente los muslos, cuando sin querer se le vino a la mente una imagen más vívida de como seria su miembro.
Alejó esos pensamientos. No debía pensar en el chico Uzumaki de esa manera, claro que no.
―El señor Ōtsutsuki, ¿no llega a casa temprano con frecuencia? ―Naruto preguntó de repente, con un tono nervioso, pero con una ligera determinación, que hizo que pareciera que sentía la necesidad de hacer esa pregunta más de lo que quería.
Hinata fue sacada de sus pensamientos. Rápidamente se recompuso para responder con calma a la pregunta de la misma manera que ha podido hacerlo varias veces.
―Desafortunadamente no. El trabajo de mi esposo, no es algo que se pueda cumplirse nada más y ya. Dirige una mediana empresa, y por eso, pone todo su empeño en las tareas de la misma. Eso significa… ―lanzó un pequeño suspiro, no pudo evitarlo. ―que generalmente se queda en la oficina hasta tarde lidiando con las situaciones de la empresa.
―Ah. Entiendo. ―respondió Naruto en voz baja. ― ¿Ha mejorado últimamente? ―Preguntó sin siquiera pensarlo. Por lo menos controló su tono de voz para que no sonará algo más frenético de lo que estaba acostumbrado. Se apresuró a hablar. ―D-digo, e-es solo que, siendo amigo de Indra, solía escucharlo quejarse de eso todo el tiempo, y bueno, últimamente ya no sucede con tanta frecuencia. Por eso me preguntaba si… ―no dijo nada más, viendo que Hinata no contestaba.
Hinata pensó en su pregunta, y vio su rostro. Le pareció linda su reacción, e hizo que se relajara, le devolviera una sonrisa, y le hizo contestar.
―Sí, de hecho, últimamente se lleva mejor con Indra. Generalmente suele tomarse unas horas libre de vez en cuando, para desayunar o cenar con nosotros. Puede que no parezca mucho, pero ayuda enormemente a mi sobrino. ―Naruto soltó una sonrisa.
―Ya veo. Eso es bueno. Sabe, mi amigo solía quejarse siempre de lo malo que era que su tío este solo en el trabajo. Al principio pensé que estaba exagerando, pero, viendo que cambio su actitud, pues pensé que…―se quedó en silencio.
Hinata también guardó silencio por unos momentos, antes de responder.
―Como su tía y representante legal, fue desgarrador ver como estaba sufriendo interiormente por esta situación. Pero ahora, Toneri y yo hemos resuelto hacer algo al respecto. Yo le insisto cada vez en que sea más comunicativo con él mientras yo también intento darle más confianza. Y sabes, ha comenzado a dar frutos, aunque más con Toneri claro. Conmigo sigue siendo un poco reservado. ―le sonrió a Naruto antes de proseguir. ―Pero también, estoy muy agradecida contigo, Naruto-kun. Un amigo como tú, que es tan amigable y comprensivo con mi sobrino, que estuvo a su lado ayudándolo mientras nosotros no podíamos. Gracias a ti, es que Indra a pesar de todo es un buen chico. Estoy segura de que eso lo ayudó a crecer como persona. Te debo mucho, Naruto-kun. ―el aludido se sonrojó por los elogios, frotando nerviosamente la parte posterior de su cuello.
―Pues, no hay problema. Los amigos se ayudan mutuamente en las buenas y en las malas, más cuando lo necesitan’dattebayo. ― lo que dijo, hizo que Hinata le sonriera aún más brillante. Y para Naruto, la hizo lucir mucho más hermosa.
Sin embargo, le hizo otra pregunta. Una más difícil que la anterior.
―¿Y qué hay de usted?. ―Los ojos de Hinata se abrieron ante sus simples palabras.
―¿D-disculpa? ―Fue todo lo que pudo salir de su boca, sin poder evitar su tartamudeo.
Naruto se mordió el labio inferior. Claramente no le gustaba tener que repetir la pregunta, pero sentía la necesidad de saber la respuesta.
―¿Pero, qué hay de usted ante esa situación?" ―Hinata todavía lo miraba confundida y sorprendida.
―¿P-por qué preguntas? ―ella respondió, interrogándolo en lugar de responder. Naruto respiró hondo para prepararse.
―Es solo que, durante algunas de las conversaciones con Indra, noté que tendía a no solo hablar de sí mismo, sino también de usted. ―los ojos de Hinata se abrieron de nuevo por sorpresa, mientras éste seguía hablando. ―Pensé que podría haber un poco de verdad en sus palabras. Siempre sonaba frustrado y triste. Hacía pensar que no era solo él único que se veía afectado. Y en las visitas que hacía a su casa, comprobaba que lo que había dicho mi amigo no era mentira. ―la mirada de Hinata vuelta cambio de sorpresa. Antes de contestarle, su mirada se convirtió en una de determinación.
―Ya veo. Sabía que eras observador, Naruto-kun, y tenía mis sospechas. Pero no sabía que Indra también prestaba mucha atención a otras cosas. En realidad, no pensé que yo también era tan obvia en mis sentimientos.
―Es porque él también se preocupa por ti, a su manera. ―declaró Naruto, tratando de animarla. Cayó en cuenta que la había tuteado y rápidamente habló. ―D-digo, se preocupa por usted, bastante. Solía decir cómo usted trataba de poner una cara sonriente, y se empeñaba en cuidarlo bien, que no le faltará nada, intentado compensar la falta de atención de su querido tío. Pero, sabía que en el fondo a usted también le afectaba y por eso le preocupaba si se encontraba bien. ―Eso hizo que Hinata sonriera un poco, melancólica.
―Supongo que no puedo culparlo por notar eso. ―declaró, recostándose contra la encimera y cruzando los brazos de manera relajada sobre su pecho. ―Mientras que Toneri ha podido mejorar su relación con Indra, como esposo, pues... ― Ella no habló más.
Sabía que ciertamente Naruto la entendía. No sabía por qué, pero se sintió relajada al contarle eso. Por lo general, ella sería mucho más tímida en ese sentido y lo revelaría solo a amigos cercanos.
Pero creía que Naruto era lo suficientemente maduro como para manejar la información y no decirle a nadie. Y sintió, que finalmente, necesitaba liberar algunas de estos sentimientos, que la atormentaban por dentro.
Naruto, por su parte, entendía a lo que se refería la tía de su amigo. No era tonto, sabía de esos temas, en parte gracias a las “enseñanzas” que le daba su padrino. Sabía que eso era una parte fundamental de la relación, que parecía que el señor Toneri no cumplía.
Un sentimiento de emociones lo asaltaron, y ciertamente, un pensamiento cruzó su mente: quería ayudarla en ese aspecto. Pero se sonrojo por ese pensamiento maligno y sacudió la cabeza.
Era un pervertido, lo reconocía, pero no estaba bien pensar de esa manera.
Se recompuso lo que pudo, e hizo todo lo posible para responder de la manera más respetuosa posible.
―Creo, que no debería haber hecho una pregunta tan personal. Lo siento. ―habló disculpándose, apartando la cabeza.
Pero para su sorpresa, Hinata simplemente negó con la cabeza y le sonrió.
―No te disculpes, no es necesario. Admito que fue un poco extraño que hicieras esa pregunta, pero, lo hiciste con buenas intenciones, y me dio la oportunidad de hablar sobre algunas cosas que debería haber hablado con alguien hace un tiempo. ―le dijo con un tono agradecido, antes de darle una sonrisa aún más brillante. ―Estoy muy contenta de que mi sobrino tenga un amigo tan bueno. ―Naruto se frotó nerviosamente la parte posterior de la cabeza, sonriendo con vergüenza.
―Jeje, No hay problema, Señora Ōtsutsuki. Y si quiere, puedo ser también su amigo’dattebayo ―Hinata se sorprendió por su propuesta, pero Naruto continuó. ―Digo, a veces se necesita de alguien para hablar y desahogarse. Alguien que esté en las buenas y en las malas. Esos son los amigos ¿no? ―la mujer peliazul solo parpadeó, para luego sonreírle.
―Si. Tienes razón. Me encantaría. ―Naruto le devolvió la sonrisa por aceptar su propuesta.
―Entonces ¿amigos? ―le había extendido el dedo meñique. Hinata le correspondió de buena manera.
―Amigos. ―ella enlazó el meñique del chico con el suyo propio, y ambos sintieron una corriente eléctrica recorrer sus cuerpos, que rápidamente hizo que se soltarán al instante. Se quedaron mirando un rato, para luego sonreírse avergonzados.
―Entonces, señora Ōtsutsuki… ―le iba a decir algo, pero vio que Hinata lo interrumpió, con una sonrisa juguetona.
―¿Naruto-kun? ― ella había alzado ligeramente la voz, haciendo que él mirara sus rasgos brillantes. ―No hay necesidad de decirme señora, solo llámame Hinata. Somos amigos ¿no? ―le guiñó un ojo.
Casi se río de lo brillante que se puso el rostro del chico por dicha acción suya. Se le hacía tan tierno y bonito.
Naruto no pudo evitar ruborizarse. El gesto que hizo ella le pareció sexy y encantador, que hizo que su entrepierna le molestara de nuevo. Desvió la mirada y, como no quiere la cosa, se arregló el pantalón en esa zona, fingiendo que estaba acomodando su prenda de vestir en su lugar.
Hinata en cambio, se había dado cuenta de lo que hizo el chico, pero lo dejó pasar, ya que extrañamente, no le molestaba en absoluto. Al contrario, una parte de ella le encantaba ciertamente causar esas emociones en el chico.
Vio que Naruto se había sentido incomodo por el silencio que se había cernido otra vez entre ellos. Así que, para romper ese silencio, habló.
―Naruto-kun, ¿no estabas a punto de decirme algo? ―el aludido reaccionó y se dirigió a ella con una sonrisa nerviosa.
―A-ah, sí. E-esto… ya no me acuerdo. ―lo dicho por el rubio hizo que la mujer adulta soltara una sonora risa. ―Pero no se preocupe, creo era una cosa sin importancia. ―se había rascado el cuello con su mano derecha en el proceso.
―Está bien. ―le dijo Hinata. Dejo de apoyarse en la encimera, para luego dar un paso hacia él. ―De todos modos, creo que ya es hora de que ―no pudo terminar la frase, por que escuchó unas gotas que caían del cielo, de forma sonora. Vio por la ventana de la cocina y se dio cuenta que había comenzado a llover.
Preocupándose, vio que Naruto también había visto hacia la ventana, para luego regresarla a mirar. La mirada confusa que le dio, le hizo entender que él también se preguntaba lo mismo.
Se dijo, que no había problema si lo tenía un rato más en su casa, hasta que pase la lluvia y pueda irse tranquilamente. No quería que coja un resfriado.
―Naruto-kun, esperemos que pare la lluvia para que puedas irte a tu casa ¿sí? Sería malo si te vas caminando ahora. ―el rubio quiso replicar, pero se quedó callado, dejándola continuar hablar. ―Y pues, los taxis, no son muy frecuentes en este sector cuando está lloviendo. Yo creo que pronto pasará. ―Naruto solo asintió y no dijo nada.
En realidad, no quería decir nada, porque sinceramente, pensaba que si hablaba iba a soltar alguna tontería. Además, sí quería quedarse más tiempo con ella, aunque sea solo un rato más.
Hinata le devolvía una sonrisa amable, para luego dirigirse a la sala de la casa, donde sentía que iban a estar más cómodos esperando a que la lluvia pase. La sala estaba cerca de la cocina y el comedor, así que solo tenían que caminar unos pasos para llegar ahí.
Naruto la siguió por detrás, callado, viendo el balanceo de sus caderas que lo habían dejado encandilado. Se aseguró de que ella no lo regresara a mirar para no ser descubierto.
Hinata en realidad, si sintió su mirada posarse en su trasero, como las otras veces que lo había notado, pero no dijo nada. En cambio, un escalofrió recorrió su cuerpo desde la coronilla hasta la punta de sus pies.
Siguió caminando erguida, para que no se diera cuenta de cómo le afectaban ciertamente sus miradas.
Llegaron a la sala, y ambos se sentaron en el sofá más grande.
Para que la espera no sea incómoda, encendió el televisor que se encontraba en el lugar con el control remoto, y le entregó al chico Uzumaki.
―Ten. Puedes ver cualquier canal que desees. ―el rubio recibió el control remoto, para luego comenzar a cambiar los canales.
Hinata prendió la luz principal de la sala para que el lugar no esté opaco, y nuevamente se volvió a sentarse a su lado. Lo regresó a mirar, y algo le llamo la atención.
No lo había visto con detalle esta tarde ni las otras anteriores que él visitaba su casa, pero ciertamente Naruto era muy atractivo para su edad. Tenía un buen perfil, una piel bronceada, y un cabello rubio precioso, alborotado y rebelde, además de esos ojos azules que se le hacían hermosos. Todos esos rasgos iban muy bien con su personalidad.
También observó las marcas de sus mejillas, que sabía que eran de nacimiento, y que lo hacían, ciertamente, más lindo de lo que ya es.
También observó la contextura del chico. Era delgado, pero tampoco enclenque. Apostaba que, para su edad, tenía un buen físico. Sabía que Naruto estaba en el equipo de fútbol, al igual que su sobrino. Lo sabía porque Indra lo había comentado en una ocasión, cuando su esposo no faltaba a la cena.
Y también sabía, por boca de su sobrino, que el chico rubio era el que más resistencia tenía de todos sus compañeros.
Si se mantenía así a futuro, era más que obvio que sería un hombre muy atractivo, codiciado por muchas mujeres.
Ese pensamiento la hizo caer en cuenta que estaba viéndolo con otros ojos, y se auto reprendió a si misma internamente. ¿Cómo podía verlo de esa manera? Era solo un chico, además de ser menor de edad.
Creo que andaba más falta de cariño de lo que pensaba.
Para alejar esos malos pensamientos, se levantó y se dirigió a una de las estanterías que había en el comedor, sacando una botella de vino para servirse una copa. Eso la tranquilizaba de cierta manera.
Además de que, por la llegada del rubio, se olvidó tomar un poco de vino después de comer. Era un hábito que ella tenía, para tranquilizarse y conciliar el sueño.
No tenía nada de malo servirse una copa.
Luego de tomarse la primera copa, espero un rato para que hiciera efecto. Viendo que no había funcionado, se sirvió otra copa y lo bebió inmediatamente.
La idea de una tercera copa la había tentado, así que se sirvió otra más.
―¿Señora Ōtsutsuki? ―llamó Naruto desde la sala, sacando un jadeo de la mujer peliazul. Inmediatamente, ella se fue a la sala con la copa de vino en su mano.
―A-aquí estoy Naruto-kun. ―tartamudeó, no pudo evitarlo. Siempre le pasaba eso cuando bebía un poco de alcohol. Se sentó a su lado nuevamente. ― ¿Para qué me necesitabas?
―Ah, pues, es que se comenzaron a dañar los canales de la televisión. ― vio que lo dijo era verdad, porque los canales estaban más borrosos que de costumbre. Suponía que era por culpa de la lluvia que interfería en la señal.
Así que tomo el control, y puso una aplicación de streaming, para que viera una película si él gustaba.
Le entregó el control nuevamente, y él le agradeció con una sonrisa.
Naruto vio que las mejillas de Hinata estaban ruborizadas ligeramente, lo cual le encantaba, pero luego su mirada se dirigió a la copa de vino que tenía en sus manos. Sabía bien que muchas personas se ruborizaban solo por tomar un poco de alcohol. Así que, podría ser que la tía de su amigo, ¿este un poco pasada de copas?
―Señora Ōtsutsuki, ¿está bien? ―Hinata parpadeó, y cayó en cuenta que se lo había quedado mirando con una sonrisa tonta, que solo soltaba cuando tenía en su cuerpo cierta cantidad de alcohol.
¿Sabían que Hinata, a pesar de tener ese hábito de beber una copa después de la cena, todavia no era buena tolerando el alcohol?
La mujer peliazul intentó recomponerse, sin éxito.
―S-sí, estoy bien. Naruto-kun. No te preocupes por eso. Siempre tomo un poco de vino luego de cenar. Estoy bien.
―Ah, Entiendo. ―dijo Naruto, no muy convencido, pero si ella decía que estaba bien, pues estaba bien.
No quería hacerle más preguntas, para no incomodarla. Así que se quedó callado, viendo la televisión.
―Naruto-kun. ―comenzó a hablar la mujer, llamando la atención del joven rubio. ―Cuéntame algo más sobre ti. ¿Sí? ―le pico en el pecho con unos de sus dedos, de forma juguetona. Eso sorprendió y ruborizó al rubio, por el simple hecho que esté interesada en saber más de él. No pudo evitar soltar una sonrisa genuina y, sentirse un poco eufórico.
Pero su mente le dijo que no se haga ilusiones todavia. Solo le estaba preguntando cosas de él, nada más.
Pero ignoró la voz de su conciencia, y acepto con gusto en contarle cosas de su vida. Además, se sentía en total confianza con ella, mucho más que antes.
Para no tenerla esperando, decidió hablar, lo cual llevó a que ellos tengan una plática amena en las siguientes horas.
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―Jajaja, ¿enserio? ―Hinata reía con gusto, olvidándose de poner su mano en su boca para callar su sonora risa. Ahora eso no le importaba, se la estaba pasado bien con el rubio.
―Si, pero nadie me cree’dattebayo, jajaja. ―el también reía sonoramente, con efusividad.
―Ay, Naruto-kun―se limpió las lágrimas que salían de su rostro. ―, eres un caso.
―Bueno, no sé si tomarlo como halago o insulto. ―lo dijo con naturalidad, haciendo que Hinata riera mucho más.
―Pues...quien sabe. ―se había encogido de hombros, guiñándole un ojo. Cosa que hizo que Naruto se sonrojara, pero esta vez, no desviaba la mirada.
Hinata se terminó de tomar otra copa de vino, la séptima en la noche. Vio que Naruto no le molestaba que ella bebiera, así que, con más confianza, se había traído otra botella de vino a la sala.
Y al no tener más botellas, se trajo una botella de Whisky. Si, Hinata ya estaba un poco más allá que para acá, teniendo la osadía de beber al frente de Naruto, sin importar si mañana se levanta con la cabeza pesada o no. Eso sí, todavia era lo suficientemente racional para saber que no debía darle de beber licor a Naruto.
Aunque el mismo le había dicho que no le gustaba beber, aunque tuvo muchas oportunidades de hacerlo. Eso sorprendió a Hinata, y solo hizo que el rubio le encante más.
Ya que sabía que jóvenes, que recién cumplieron la mayoría de edad, e incluso menores, eran encontrados en fiestas y bares caídos de borrachos. Le gustaba que Naruto no sea uno de ellos.
Aunque ella no esta dando buen ejemplo.
―¿Sabe? ―la ojiperla puso atención. ―Yo creo que el señor Ōtsutsuki, con todo respeto, es un idiota. No llegar a su casa y cumplir su papel de esposo, teniéndola a usted, que es muy hermosa. ―Hinata parpadeó. No por el hecho de que llamaran idiota a su esposo, sino porque confirmaba que Naruto sabia de esas cosas. Además ¿Le dijo hermosa? Se sintió avergonzada por ello sin ninguna explicación. Naruto vio que se incomodó por su comentario y rápidamente continúo, con nerviosismo. ―Q-quiero decir, mi padrino siempre me dijo que hay que hacer feliz a una mujer, y yo estoy de acuerdo con él. Hay que tratarlas como se debe. ―se arrepintió de haber dicho eso viendo que Hinata no contestaba. Creo que no midió sus palabras. Tenía que volver a ser respetuoso con ella ―Lo siento, no debí ser tan atrevido y grosero. Disculpeme’ttebayo.
Sin embargo, Hinata no lo reprendió. En cambio, le dio una mirada de simpatía y de amor.
―No te preocupes. ―lo dijo negando con la cabeza. ―Te entiendo. Toneri no es una mala persona ¿sabes? Tiene trabajo y obligaciones, y anteriormente era más cariñoso, pero bueno… creo que tienes razón. ―le dijo con un tono agradecido, porque ciertamente necesitaba que alguien le dijera eso. Que su marido no estaba haciendo bien las cosas con ella, que la culpa no solo era de ella, pero que la misma se negaba a aceptar. Si hubiera estado en sus cabales, lo hubiera negado, pero ahora... ―Gracias, Naruto-kun. Eres una buena compañía.
Naruto solo le sonrió agradecido por sus palabras. Le gustaba ayudarle a la mujer, que últimamente le había robado el aliento.
―No hay de que, Señora Ōtsutsuki, digo, Señora Hinata. ―se corrigió instantáneamente porque vio que la mujer peliazul había alzado su ceja, al seguir dirigiéndose a ella con su apellido de casada.
Anteriormente cuando estaban charlando, le había dicho, que nuevamente no se dirija hacia ella por su apellido, sino por su nombre. Pero llamarla simplemente Hinata, se le hacía, un poco incomodo por el momento.
Hinata volvió a soltar una sonrisa más juguetona, y negó con la cabeza.
―Por favor, Naruto-kun. Solo llámame Hinata. ―le dijo con una mirada, que hizo que el rubio se quedara hipnotizado por la misma. Desvió la vista al darse cuenta que se la había quedado viendo como bobo.
Hinata solo sonrió más por su reacción. Naruto rápidamente se recompuso para darle una respuesta.
―E-está bien. Lo intentaré. ―Y Hinata quedó feliz por su respuesta.
Hubo un pequeño silencio entre ellos, antes de que la mujer peliazul prosiguiera con algo más personal
―Sabes muchas cosas relacionadas al tema de adultos, Naruto-kun. Me pregunto, ¿en dónde las aprendiste? ― Naruto dirigió su vista a ella, y solo sonrió nervioso, pensando si contestarle o no. Al final decidió hablar. Ya muchas cosas se habían dicho, a fin de cuentas.
―Pues, talvez piense que la culpa la tiene mi padrino, y es verdad, pero yo también me comencé a interesar en esos temas y pedí su asesoría. Sentía curiosidad por saber y ahora comprendo muchas cosas. No me va a regañar por saber eso, o ¿sí? ―lo preguntó con un deje de curiosidad, para saber qué es lo que pensaba ella.
Hinata simplemente rio por su respuesta.
―Claro que no, Naruto-kun. No has hecho nada malo. Pero si me sorprende que un chico de tu edad sepa eso. No te estoy juzgando, solo que no es algo común.
―La entiendo, pero ¿sabe?, muchos chicos de mi edad ya andan con sus cosas. Ya tienen novia y andan en fiestas. Yo creo que no tiene nada de malo saber sobre esos temas mientras no se haga algo malo ¿no? ―Hinata solo asintió por su respuesta, y por la madurez que presentaba.
Aunque ella a esa edad no pensaba en esas cosas, y creía que estaba muy pronto para que exploren ese tema.
Pero no podía negar que la sociedad avanzaba y cada vez los chicos tenían más curiosidad. Y también tenían acceso a mucha información que en épocas pasadas no gozarían de ello.
Así que tenía razón ¿no?
Eso sí, solo alguien maduro como Naruto podía pensar así, y manejar dicha información correctamente. Con ello, recalcó que ese aspecto le gustaba mucho de él.
Pero una cosa llamo su atención.
―Entonces, ¿No tienes novia? ¿No andas en fiestas? ― Naruto abrió los ojos, al darse cuenta que Hinata pudo escuchar perfectamente lo que dijo a pesar de haber hablado rápidamente. Sin más remedio, tuvo que contestar.
―Pues…una que otra fiesta he ido, no le mentiré. Pero con respecto a la novia, pues…no tengo. ―Hinata se sorprendió enormemente por ello. Alguien maduro para su edad y que sepa de esos temas ¿no tiene novia?
―Pues, me sorprende mucho, que alguien como tú no tenga novia― hubo un pequeño silencio hasta que prosiguió. ― ¿Por qué? ―la última pregunta la hizo sin querer, pero no pudo evitarlo, porque sentía gran curiosidad. Naruto simplemente contestó.
―Pues, no son de mi tipo las chicas de mi edad. Son muy inmaduras a mi parecer. Quieren muchas cosas que no se les puede dar, además de fastidiosas―termino con una sonrisa. Hinata simplemente sonrió juguetona.
―Es verdad. He visto a las hijas de mis amigas y cómo se comportan, así que te entiendo. ―inmediatamente río, ya que pensaban igual. ―Entonces ¿Cuáles son tus gustos, Naruto-kun? ―no le respondió.
Hinata esperaba sonriente a una respuesta, pero viendo que no hablaba, se puso un poco nerviosa.
Observaba que Naruto seguía tranquilo, y manejaba el control distraídamente. Luego de unos minutos, finalmente contestó.
―Personas como usted. ―lo dijo en un susurro, pero suficientemente audible para que Hinata lo oyera, aunque no haya sido esa su intención.
Hinata tenía abierto los ojos como platos, sus mejillas se tiñeron mucho más y su corazón latía frenéticamente en su pecho.
Se ruborizó como nunca antes lo había hecho, y había notado que Naruto también se había ruborizado.
Para rematar, accidentalmente el rubio presionó una tecla del control remoto, que hizo que se saliera de la aplicación de streaming, y volviera nuevamente a los canales de televisión. Justo en ese momento estaban pasando una escena subida de tono.
―Ahhh. ―Gritó la mujer de la televisión, cosa que llamo la atención de ambos. Vieron que la mujer que gemía estaba en la cama a cuatro patas, mientras el hombre la penetraba violentamente por detrás, haciendo que se arqueara.
Naruto y Hinata se habían quedado anonadados hasta que salieron de su aturdimiento por otro gemido que soltó la mujer actriz.
Con mucha vergüenza, rápidamente Naruto tomo el control que se le había caído en las manos, para apagar el televisor. De lo nervioso que estaba, al tercer intento lo había logrado apagarlo.
No se dirigieron ninguna palabra, ya que estaban tremendamente avergonzados.
Naruto, por su parte no podía mirarla a la cara, y sentía tremenda incomodidad en sus piernas por la erección que se había formado. Se tuvo que frotar los muslos ligeramente, e intentar pensar en otra cosa, para poder calmarlo.
Hinata estaba igual, con la vista a un lado, y la respiración agitada. Tenía una mano en su pecho, mientras que la otra se encontraba en sus piernas, frotándoselas ligeramente para poder calmar la picazón que había salido.
Nadie habló en varios minutos. El ambiente incomodo estaba presente de nuevo en ellos, y era mucho más intenso que antes.
Para salir de esa situación vergonzosa, Hinata miro cualquier cosa que le llamara la atención, y así pudo ver, que, en el reloj colgado en la pared, marcaba las 9:00 de la noche.
Ya era tarde, muy tarde. Naruto debería haber estado en su casa ya.
Giró un poco el cuerpo hacia atrás para apartar la cortina de la ventana que estaba detrás del sofá, solo para ver que la lluvia no había cesado, es más, se había intensificado.
Lógicamente, no podía mandar a Naruto a su casa en esa situación. Si se iba caminando, cogería un resfriado, y era seguro que los taxis ni se asomaban si la lluvia era demasiado fuerte. Pensó en usar el auto que tenían su esposo y ella, pero se recordó que Toneri se lo había llevado al trabajo.
Así que no sabía qué hacer. Solo le quedaba una opción.
―Naruto-kun―el aludido la miró, poniéndole atención. ―L-la lluvia se ha vuelto muy fuerte y creo que por ahora no podrás volver a tu casa. Es mi culpa, perdóname. Por eso ¿te gustaría quedarte esa noche? ―el rubio abrió muchos los ojos, para luego asentir nerviosamente.
―C-claro, me gustaría. Pero no es su culpa, enserio, estas cosas pasan’dattebayo. Así que… gracias por la posada. ― Hinata agradeció por entender y ser comprensivo, devolviéndole una sincera sonrisa.
En ese momento, una molestia en sus piernas la había asaltado, y le hizo recordar que tenía algo pendiente que hacer. Tenía que aliviarse esa picazón que tanto le estaba molestando. No le tocaba más remedio, que volver a darse placer ella misma.
Apresuradamente, se levantó del sofá y miró al rubio.
―Entonces, creo que ya es hora de dormir. ―en el proceso, puso un pie hacia adelante, sin darse cuenta que había pisado mal. ―Usa la habitación de invitados, que está al final del segundo piso. Y si necesitas algo… Ahh. ―no terminó su oración, ya que en el momento en que avanzó, sintió que se resbaló y cayó al suelo.
―Señora Hinata. ― soltó Naruto, antes de levantarse y extender sus manos para atraparla y evitar que se caiga. Lo hubiera logrado, si su mente no hubiera estado en otro lugar. En cambio, cayó junto a ella en el proceso.
Él se encontraba encima de ella, con sus piernas enredadas mientras la mujer lo abrazaba inconscientemente. Las caras de los dos estaban cerca uno del otro, a escasos centímetros.
Esa posición, así como la manera en cómo sus cuerpos se entrelazaron, hizo que ambos se ruborizaran violentamente.
Hinata podía sentir las manos de Naruto firmemente plantadas en sus senos, encima de su chaqueta. Sus palmas presionando contra sus montículos, que ahora estaban sensibles, mientras eran aplastadas por su pecho y el suyo.
También sintió las piernas del chico rozarse con las suyas. La piel de sus muslos quedo expuesta debido a que sus pantalones cortos se habían alzado hasta al inicio de sus caderas. Y el rose que producía la ropa de su pantalón contra su piel, enviaban chispas eléctricas a todo su cuerpo. Sin darse cuenta, apretaba más la ropa del joven rubio con sus manos, mientras lo miraba con ojos anchos e inseguros. Él también tenía la misma expresión, porque había sentido lo mismo.
En otras palabras, los dos tuvieron una tormenta de emociones a través de ellos.
Hinata estaba horrorizada, no porque pensaba que Naruto fuera hacerle daño, sino por sus propias emociones y sentimientos. Su corazón latía violentamente.
Además, el chico la estaba manoseando. Por accidente, por supuesto, ¡pero aun así! Si él movía un poco sus manos sentía que por la fricción soltaría un gemido. Esas manos se sentían tremendamente cálidas, incluso si estaba puestas encima de su ropa.
La única manera de deshacerse de esa situación era que él se alejara. Así ella podría levantarse.
Entonces, ¿por qué no lo hacía? O peor aún, ¿por qué ella no lo hacía? ¿por qué no se alejaba, o le pedía que se alejará?
Naruto mientras tanto, estaba temeroso en sus pensamientos por lo que había sucedido. Sus manos estaban actualmente sobre los pechos de la tía de su mejor amigo, esposa del señor Toneri.
Había sido atrevido con ella, aunque haya sido un accidente. Que diría Indra sobre eso, o el señor Toneri, sus amigos, o su padrino incluso. Talvez se decepcionarían de él.
Pero lo que más le preocupaba de todo eso, era la reacción de Hinata.
Vio que ella no se movía, y no hacia ningún movimiento. No estaba seguro si estaba enojada por dentro o solamente anonadada.
Pero de lo que, si estaba seguro, era de lo hermosa que se veía en esos momentos.
Un pensamiento perverso vino a la mente, incitándole a hacer algo más: que la besará. Su mente le decía que como había tocado parte de su cuerpo sin querer, entonces no tenía nada que perder.
Dejándose llevar por ese pensamiento y por el momento, bajo la cara para besar suavemente sus labios. No tenían que decirle que estaba mal, porque lo sabía, pero a lo mejor no tenía otra oportunidad como está. Ella lo reprendería y lo mandaría votando de la casa para que se moje por la lluvia, pero valdría la pena.
Al tocar sus labios, sintió los suaves que eran, y lo dulces que sabían. Se podía comparar con un algodón de azúcar que no quería dejar comer jamás. Y solo ese pequeño toque, era más que increíble que otros besos que se había dado por ahí.
Estuvo así un par de minutos, sin moverse, disfrutando del momento. Cerró los ojos, esperando que Hinata reaccione y lo mande empujando fuera por su atrevimiento, o que le dijera algo por lo menos. Pero ella no decía nada, ni se apartaba.
Así que cortó el beso y alzó su cara para mirarla.
―Se-señora. Hinata. Per..perdóneme. ―pidió disculpas con un tartamudeo y tragó saliva, con su respiración acelerada y un tono temeroso mientras esperaba su respuesta. Inconscientemente, movió sus caderas en el proceso, lo que le hizo sentir algo muy duro viniendo de él frotándose contra el vientre de ella. Los ojos de Hinata se abrieron momentáneamente por dicha acción, de una manera que lo hizo temblar.
En ese justo momento, algo se activó dentro de Hinata. Algo se prendió.
La mujer peliazul ahora lo miraba de una forma diferente, que hizo que Naruto se estremeciera por el cambio en su mirada. Notó, que algo en sus ojos perlas cambiaba, como si estuvieran más vivos, más brillantes, mientras ella lo apretaba más a su cuerpo, de una manera que lo hacía sentirse como si fuera una especie de presa.
―Naruto-kun. ― habló. Su tono parecía tranquilo a pesar de la situación actual. ―Creo haberte dicho que me llamaras solamente Hinata. ―el chico rubio solo pudo dejar escapar un jadeo amortiguado cuando ella agarró su nuca y lo pego a su rostro, encontrando sus labios con los suyos.
Naruto había abierto los ojos mientras ella lo besaba profundamente. Esto debería ser un sueño. ¡Lo estaba besando ella! Si, ella. La tía de su mejor amigo, la mujer con cuerpo de infarto, la cual sus ojos la habían visto de otro modo hace tiempo.
Secretamente se había sentido atraído por ella, pero pensaba que nunca iba a lograr nada. Ella era una mujer en todo el sentido en la palabra, madura y amable como una flor. Mientras, por otro lado, por muy maduro que sea él, seguía siendo un chiquillo a ojos de los demás.
Así que nunca espero encontrarse en esta situación, y peor aún, esta reacción que mostró ella.
Naruto inmediatamente cerró los ojos y solamente pensó en dejarse llevar, correspondiéndole el beso. No sabía si era correspondido en sus sentimientos, pero, aun así, quería disfrutar este momento, que probablemente no se repetiría otra vez.
Hinata viendo que le correspondía el beso con deseo, hizo que profundizara más el mismo. El rubio trataba de seguirlo el ritmo, sin éxito, pero no se daba por vencido. La mujer solo sonrió internamente al saber del esfuerzo del rubio por besarla. Debía admitirlo, besaba bien para su edad. Le encantaba. Con un poco de práctica, sería un buen besador.
Naruto ya encontró una sincronización con la boca de Hinata, y eso hizo que la besará más con ímpetu. Hinata gimió en el beso, diciéndole con ese gesto, que lo estaba haciendo bien.
Separaran sus rostros en busca de aire, jadeantes, con muchas emociones y sentimientos encontrados. Se volvieron a mirar, y mutuamente acercaron sus rostros de nuevo, para volverse a besar.
Los labios de ambos se encontraron para danzar nuevamente.
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La lluvia se había intensificado mucho más esa noche, el cual borraba cualquier clase de sonidos que provenían de cualquier lugar. No se podía escuchar los ruidos que hacían las personas que vivían en sus casas, y, por ende, no se sabía que es lo que ocurría adentro de las mismas.
Tal es el caso de la casa Ōtsutsuki, donde parecía estar todo tranquilo, cuando en realidad, en un rincón del segundo piso, se escuchaba gemidos y jadeos.
―¡Ahh!. ―Naruto se estremeció ante el jadeo de Hinata mientras éste agarraba más sus anchas caderas y empujaba las suyas propias más hacia adelante. Apenas podía mantener su respiración bajo control mientras su polla estaba envuelta en una caverna cálida, húmeda y tan agradable que se apretaba a su alrededor con fuerza. Tuvo que morderse el labio para no desmayarse de la abrumadora sensación.
―Ahhh~―Hinata gimió, agarrando las sábanas debajo de ella mientras bajaba la cabeza, contemplando morder la tela de su almohada, solo para ayudar a endurecer sus gemidos. Su cabello corto cayendo hacia abajo, para ayudar a oscurecer su rostro brillantemente sonrojado.
Aquí estaba ella, con la parte superior cubierta con su chaqueta, y la parte inferior desnuda, con sus pantalones cortos tirados al suelo, y sus bragas lilas bajadas y amontonadas sobre una de sus rodillas, mientras estaba sobre la cama siendo penetrada por el chico rubio que la había visitado esta tarde.
Ella le había dado luz verde, poniéndose en la cama sobre sus manos y rodillas, mientras presentaba sus pliegues ligeramente recortados al amigo de su sobrino, para que él los usara libremente como desee. Naruto se había desvestido completamente, quitándose toda su ropa, incluido sus boxers, liberando su erección palpitante y dándole a ella que lo que necesitaba.
Fue super vergonzoso, y tan incorrecto ceder a estos deseos. Al menos Hinata tenía el suficiente sentido para usar el dormitorio de invitados, en lugar de la habitación del que ella y Toneri compartían.
Pero Hinata apartó esos pensamientos. Un deseo, eso fue el motivo del porque ella actuó, cuando sintió la erección del rubio, junto con sus besos, sus manos en sus senos y sus necesidades reprimidas. El alcohol en su cuerpo lo hizo sentir más placentero y más fácil de cruzar esa línea.
Tomó una decisión, de la que creía que nunca podrá volver. Y que definiría su relación con el chico adolescente.
Un beso profundo y lujurioso que se habían dado en la sala para hacer saber las intenciones de ambos. Luego, una oferta ronca a su oído que hizo al chico asentir en silencio, pero con entusiasmo. Una caminata tranquila, pero tensa, desde la sala hasta las habitaciones que se encontraba en el piso de arriba, mientras ella lo guiaba de la mano y le daba una suave sonrisa para calmarlo, que él correspondía.
No podía esperar más, ni por Toneri ni por nadie más. Y con Naruto, ella creía que sería una excelente opción.
Por joven que sea, ella sabía que era lo suficiente maduro y de buen corazón, para entender la situación.
Ella creía firmemente que él entendería las circunstancias que rodeaban esto. Y que no iría a decirle esto a nadie, ya sea por respeto, placer, o por miedo a que se enteraran. Además, se merecía una recompensa, tanto por ser un buen amigo de su sobrino, como por ser buena persona con ella y saber escucharla. Era una manera peculiar, de mostrarle que estaba agradecida.
Y sabía que Naruto ciertamente la deseaba, con el reciente beso que se dieron, sus miradas atrevidas y sus caricias.
Ella podía confiar en él su infidelidad. Que la ayudara para finalmente aliviar esa picazón que se había estado acumulando durante tanto tiempo, y a cambio, darle una noche al chico que valga la pena recordar.
Además, no sabía porque, pero sentía que con Naruto se iba a sentir completa.
―¡Ahhh! ― Hinata jadeó cuando sintió que la ingle de Naruto se encontró con su gran trasero, lo que indicaba que ahora estaba completamente dentro de ella. Sus bolas colgando libremente y golpeando parte de su vello púbico.
Ninguno de los dos se movió, ya que ambos se estaban ajustando a su realidad actual.
Naruto estaba eufórico por lo que sentía. No pensaba que las paredes internas de Hinata se sintieran tan bien. Esto era mucho mejor que masturbarse. Además, se sorprendía que ella lo había podido albergar completamente, ya que pensaba que su polla no iba a poder entrar en esa estrella vagina.
Hinata por su parte, se sorprendía por lo bien dotado que está para su edad. Podría compararse con la de un adulto, sin exagerar. Había visto esa polla cuando Naruto se bajó sus boxers, sorprendiéndola por su tamaño, antes de que se acercara a ella y la restregara contra su coño.
Ahora que lo tenía completamente dentro, confirmaba su longitud. Ciertamente era más grande que el de su esposo y más grueso. Mientras Toneri llegaba a alcanzar las 6 pulgadas, Naruto lo superaba con más de una pulgada.
Y si es así de grande ahora, como sería cuando el chico crezca más.
Ese pensamiento hizo que apretara su polla mucho más a su alrededor, inconscientemente, mojándose más de lo que ya estaba.
También le había dado un poco de miedo de que eso entrara en ella, ya que no estaba acostumbrada a ese tamaño, pero su cuerpo se supo acoplar al mismo, sin problema.
Parecía como si su vagina estaba buscando al pene ideal, y lo había encontrado.
Con esta herramienta que se cargaba Naruto, sabía que no tenía que intentar mucho para hacerle sentir mucho placer. Incluso mucho más de lo que Toneri la había llegado a hacer sentir.
Además, con lo apretadas que se habían vueltos sus paredes, sería más que suficiente para sentir mucho más esa gran polla y perderse en el placer. Esperaba que Naruto también se perdiera en el mismo placer.
―Ehhh~― Hinata apretó los dientes mientras sentía que Naruto respiraba profundamente, para luego mover sus caderas hacia atrás lentamente y, suavemente, empujarlas hacia adentro.
―Ahhh~― Ella gimió mientras las caderas del chico, una vez más, empujaban contra su bien redondo y pálido trasero. Era increíble la forma en que su trasero se moldeó ligeramente para envolver la ingle de Naruto, antes de volver a su forma redonda mientras él retrocedía.
El chico Uzumaki repitió el movimiento varias veces, dejando escapar jadeos en sus respiraciones profundas, mientras que Hinata dejó escapar gemidos que aumentaron en conjunto con sus empujes. El rubio agregó un poco más de fuerza y velocidad a medida que se acostumbraba más a la sensación de tenerla apretada alrededor de él.
A pesar de que no habían compartido una palabra desde la oferta que le hizo en la sala, Hinata pudo transmitirle a Naruto que le había dado el control. Y le supo transmitir eso con una simple mirada ardiente, mientras que en el proceso se bajaba los pantalones, se quitaba las botas y se colocaba encima de la cama, bajando posteriormente sus bragas.
Y a pesar de la mirada atónita que le devolvió el chico, por tal acción atrevida de la mujer mayor, el ligero asentimiento que finalmente le dio como respuesta fue suficiente.
―Ahhhh~― Hinata gimió. Su boca se ensanchó más que antes cuando Naruto dio un empuje particularmente profundo, lo suficiente como para producir un golpe en su trasero, creando una pequeña ola que onduló la piel del mismo. Y le hizo sentir una ligera chispa, que no había sentido hace mucho tiempo.
Le recordó los primeros años de matrimonio con Toneri, cuando podía sentir algunas de estas chispas. Claro que las de ahora no tienen comparación. Y si se las comparara, se podría decir que las del pasado solo eran la mitad de placer de lo que ahora sentía en el presente. Y esperaba sentir mucho más de esto.
Su mente recordó el fiasco que resultó ser su matrimonio. Aunque al inicio, a pesar de aceptar casarse con Toneri por la presión de su padre, admitía que disfrutaban de su compañía y sabía que él también lo disfrutaba. Pero luego, el cariño que se tenían se fue reduciendo drásticamente hasta el punto que ya ni siquiera era el mismo cariño que antes.
Ya no se lo podía comparar con un rio, o incluso un lago. Llegó al punto de que su tamaño era solo un pequeño y simple estanque.
Y en el aspecto de la pasión, pensaba que no podía sentir más placer de lo que su esposo le daba. Pero ahora se decía que estaba completamente equivocada.
Hinata casi dejó escapar lágrimas de placer, apenas capaz de mantenerlas a raya debido a las repentinas chispas, ahora más intensas, que viajaban a través de su cuerpo mientras Naruto seguía empujando detrás de ella. Los golpes que se producían a partir de la reunión de su trasero y la parte delantera de las caderas del rubio, se hacían más fuertes con cada empuje que pasaba, llenando lentamente la habitación con dichos sonidos, producto de su sexo pecaminoso.
Y así como ella podía escuchar esos sonidos, también podía escuchar los jadeos del rubio, mientras apretaba la carne generosa de sus caderas, de una manera que la hacía sentirse bien. Esas manos, se sentían tremendamente cálidas en su piel denuda, como si quemaran esa zona que él agarraba.
Vio que el movimiento de sus caderas comenzaba a verse un poco borroso, por lo rápida que las empujaba.
El acoplamiento de sus sexos ahora estaba produciendo un ritmo de bofetadas, golpes y empujes fuertes, sonidos y ligeros gemidos y arrullos que producían ambos, mientras el leve chirrido de la cama los acompañaba en sus movimientos. Las respiraciones y jadeos de Hinata se volvieron más frecuentes y calientes a medida que Naruto se acostumbraba más a ella.
Y, a su vez, ella se sentía más libre cediendo a sus deseos.
La follada que los dos hacían, era agradable y un poco alucinante. Muy placentero, si, para que Hinata tenga una leve sonrisa en su rostro por el placer, y las sensaciones que la asaltaran multiplicadas por diez, la hacían jadear mucho más.
Y Dios, se sentía tan bien. Si seguían así, la picazón que se había acumulado dentro de ella se aliviaría muy pronto. Pero quería sentir más placer. Hacer que esa picazón desapareciera de una vez.
También se dio cuenta que Naruto se estaba conteniendo, todavía tratándola como una mujer casada de mediana posición, como la tía de su amigo.
Y en este momento, ella creía que no tenía derecho a ser tratada así.
―M-más duro. ―ella jadeo. Naruto hizo una pausa, sin saber si había escuchado bien, solo para que la mujer ojiperla le repitiera.
―Más duro, porfavor. ―simplemente declaró, con una mirada suave, pero con un tono casi severo, dejando relucir su necesidad.
Naruto todavía estaba demasiado aturdido por lo que le dijo y las sensaciones que lo asaltaron, lo que hizo que Hinata lo volviera a mirar más profundamente, sorprendiendo aún más al chico por la expresión que le daban sus ojos, suplicándole, rogándole, que hiciera lo que ella le pedía.
Naruto era incapaz de estar en desacuerdo con eso. Así que sus caderas en trance se movieron hacia atrás, retrocediendo, antes de volver a golpearse dentro de ella con tanta fuerza, que el golpe que produjo estaba casi a la par con el fuerte gemido que ambos participantes produjeron. Y volvió a repetir el mismo movimiento, una y otra vez.
―¡AHHH D-DIOSS! ― Hinata jadeó más fuerte, cuando su cuerpo fue forzado ligeramente hacia adelante. Las mejillas de sus nalgas se ondulaban más, por los embistes fuertes del Uzumaki.
―M-más rápido―dijo ella con un gemido.
Naruto obedeció. Hizo que la velocidad y la fuerza trabajaran juntas para hacer que se muevan violentamente sus caderas, golpeando el trasero de la mujer una vez por segundo, haciendo que las respiraciones de ambos fueran cada vez más sonoras, conjunto con los jadeos y gemidos.
Las chispas que sentía Hinata crecían en fuerza e intensidad, haciendo que su mente se esté volviendo cada vez más borrosa.
Pero quería más, necesitaba más.
―¡M-más profundo, Naruto-kun! ¡Úsame! ¡Dame todo lo que tienes! ―la mujer peliazul adulta exigió en un tono severo, pero necesitado, que hizo que Naruto se detuviera por un momento.
―¡¿Eh?! ―Hinata soltó una exclamación, confundida, porque él se había detenido. Se estaba comenzando a arrepentir de haber dicho aquello, cuando vio que él reajustaba su posición, para arrodillarse sobre ella. Su polla todavía se encontraba dentro de su necesitado coño, mientras sus piernas ahora estaban dobladas frente a las suyas. Las manos del rubio ahora se movían hacia arriba para descansar a los lados de sus costillas.
Ella entendió a qué posición quería llegar, así que lo ayudo a reajustarse. Cuando ya estaban listos, sintió que las caderas del rubio se estrellaban hacia adelante, fuertemente sobre su trasero.
―¡Uuhhhhhh! ― Hinata gimió más, sintiendo todo el aire en sus pulmones repentinamente expulsado por su poderoso empuje. Los jadeos sin aliento le siguieron rápidamente mientras Naruto repetía el movimiento una y otra vez, enterrando su polla profundamente dentro de su coño, en lugares que no habían sido tocados por mucho tiempo.
La fuerza de sus embistes, enviaba ondas placenteras a lo largo de su cuerpo, mientras sus testículos producían un sonido de golpeteo cada vez que chocaba con su trasero.
Hinata casi se rió, cuando escuchó a Naruto jadear en voz alta, cada vez más. Ella lo había empujado al límite, haciéndole perder la moderación mientras hacía todo lo posible para complacerla, y dejar escapar todos esos deseos reprimidos sobre ella.
Hinata quería esto. Era una manera de decir que en este momento no se sentía como la esposa de un ejecutivo, o la tía amorosa y obediente que era. No, por ahora no quería ser tratada así.
Estaba engañando a Toneri, no se podía negar eso. Y debido a ello, ella no podía ser tratada así. Tenía que ser otra persona en este momento, y por eso, decidió entregarse a Naruto y complacerlo lo mejor que pueda, mientras él le retribuía con ganas.
Aunque solo sea por esta noche, por ahora, solo sería Hinata Hyūga.
―¡Ahhhh! ―La ojiperla gimió cuando sintió que el Uzumaki se agachaba y pegaba su pecho contra su espalda, para agarra los pechos sobre la ropa mientras la presionaban contra las sábanas. El resto de la parte superior de su cuerpo se bajaba hacia la cama, y su trasero se arqueaba para aprovechar al máximo los empujes hacia abajo que hacía Naruto. Sus rodillas se clavaban en la tela, mientras sus piernas se flexionaban hacia arriba, en respuesta a sus empujes.
Hinata se mordió el labio inferior mientras las manos de Naruto continuaban agarrando sus montículos sobre la ropa. Su chaqueta, su dos camisetas y su sujetador le dificultaban tener un contacto lo suficientemente placentero. Y por el leve gruñido que escuchó que él producía, sabía que lo estaba irritando.
Compadeciéndose de él, y también queriendo mejorar su placer perverso, Hinata empujó ligeramente su pecho de la cama, apoyándose en sus manos. Se encontró un poco sorprendida de que sus senos se balancearan ligeramente gracias a los empujes de Naruto, a pesar de las muchas capas que los encerraban.
Era una prueba irrefutable del esfuerzo que hacia el Uzumaki por follarla.
Usando una mano, deshizo el velcro amarrado que mantenía su chaqueta. Sus grandes montículos cayeron inmediatamente por haber abierto esa prenda. A continuación, se deshizo de ella, levantado su espalda para ponerse en posición recta. Luego, agarró el dobladillo de sus camisas, y se sacaba la mismas tirando hacia arriba, botándolas en cualquier parte de la habitación.
Sintió que Naruto la agarraba de la cintura, manteniéndose profundamente dentro de ella. Lo regresó a mirar, solo para darle una sonrisa coqueta y un guiño de ojo sexy, para inmediatamente llevar las manos a su espalda, y deshacerse del sostén.
Ahora que finalmente habían sido liberados sus montículos por completo, Naruto no perdió el tiempo e inmediatamente los agarró, amasándolos suavemente y deleitándose con su perfecta redondez. Hinata rio juguetona, por el entusiasmo e interés del rubio en esa parte de su cuerpo.
Para complacer a ambos, ella pego un ligero salto haciendo que sus pechos se balancearan rápidamente, haciendo que Naruto quedara hipnotizado de los mismos. Luego los volvió a agarrar más fuerte, haciendo que Hinata soltara un gemido de placer
Naruto la empujo hacia abajo, para volver a la posición que antes estaban. Hinata observó que sus montículos se balanceaban en un movimiento rápido y caótico, cuando los empujes de Naruto hacia su trasero, fueron reanudados.
Las manos del rubio, nuevamente se apoderaron de sus senos carnosos. Sus dedos apretando la masa de su piel, a medida que su tamaño eclipsaba sus manos.
Hinata dejó escapar un fuerte gemido ante la sensación. Sus pechos quemaban placenteramente mientras él los estrujaba, debido a sus manos cálidas que le habían llegado a gustar. Su mente finalmente comenzó a convertirse en una niebla espesa, llena de placer.
Tanto así que se sentía tan maravillosamente bien, mucho más que antes, que hizo que bajara la cabeza por las sensaciones que la abrumaban. Su cabello corto se balanceaba junto con el resto de su cuerpo mientras dejaba escapar gemidos lindos, fuertes, pero lujuriosos, cada vez que Naruto embestía más duro, rápido y profundo en su necesitado y húmedo coño, mientras él soltaba gruñidos.
Dichos embistes hacía que la piel de su trasero se ondulara violentamente, sus piernas se flexionaban cada vez más hacia arriba, y su culo se arqueará cada vez más. Todo mientras los pequeños dedos de Naruto amasaban sus senos y torturaban sus pezones.
Había pasado tanto tiempo desde que la habían tratado así. En el pasado, eran contadas las veces que Toneri la trataba de forma similar, siempre y cuando estuviera de buen humor. El resto, aunque fue placentero, era muy simple, pero ella no fue exigente.
Esta vez, podría decir con seguridad que se sentía mucho mejor. Ahora había una polla verdaderamente masculina, en la que tenía que concentrarse.
Además, sentía que el final ya está cerca, y el inminente orgasmo la golpearía como nunca.
―¡H-Hinata! ―Naruto de repente jadeó, llamándola como ella deseaba mientras él seguía golpeándola.
Los ojos de Hinata se abrieron de golpe, por el placer, y porque también sintió temblar su polla dentro de sus paredes internas. Además, había escuchado la advertencia y urgencia en su voz. Ella solo significa una cosa. Y solo tuvo una respuesta.
―¡Dámelo, Naruto-kun! ¡Córrete dentro! ¡Córrete conmigo! ―Ella había ordenado con su voz, ansiosa porque le hiciera caso.
Naruto aceptó, abriendo los ojos de golpe, y dando unos cuantos empujones frenéticos de sus caderas antes de estrellarlos fuertemente con su trasero por última vez, enterrando su polla profundamente dentro su coño, tocando la entrada de su matriz, incluso estirándola, mientras su polla convulsionaba y se contraía dentro de ella. El chico soltó un fuerte gemido, junto con gruñidos, mientras eyaculaba.
Hinata por las acciones del rubio, agarró las sábanas, y tensó su cuerpo, con la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y soltando un gran grito, mientras alcanzaba un delicioso y explosivo orgasmo. Lloró ante la sensación abrumadora. Y en el proceso, sentía que su útero se llenaba con la semilla de Naruto, una sustancia cálida y espesa, que le produjo un placer indescriptible. Y todavia se seguía descargando dentro de ella.
Tras el éxtasis, Hinata cayó completamente en la cama. Gruñó levemente, mientras sentía que Naruto yacía encima de ella, mientras perdía el control de su cuerpo para finalmente terminar su intenso orgasmo.
Ambos estaban satisfechos y contentos, con unas sonrisas en sus rostros y las respiraciones aceleradas.
Obtuvieron lo que tanto habían anhelado, sobre todo Hinata, que obtuvo lo que necesitaba desde hace un tiempo.
Y ahora que ya estaba aliviada y satisfecha, su mente comenzó a despejarse. Y esperaba que la realidad de su situación la golpeara.
Pero no llegó como ella pensaba, y se preguntaba el por qué.
¿Por qué no se sentía más arrepentida?
Engañó a Toneri. Tuvo una aventura con el mejor amigo de su sobrino, que además era menor de edad. Todos esos problemas a cualquiera le traerían grandes arrepentimientos.
Pero no, no podía encontrar en ella el remordimiento que pensó que tendría originalmente, antes de cometer ese acto pecaminoso. Talvez su mente no se despejaba del todo, para hacerla pensar en las consecuencias.
Y antes de que pudiera pensar detenidamente por más tiempo, inconscientemente había movido ligeramente las caderas y eso hizo que sus ojos se abrieran de golpe ante lo que sentía.
Naruto todavía estaba muy duro dentro de ella.
Inclinó la cabeza hacia atrás para mirar con el rabillo del ojo, al chico rubio jadeante en su espalda, que respiraba de forma cansada, producto de la intensidad de la sesión que habían experimentado.
Pero, además de eso, vio en sus ojos, que se encendía un fuego especial. Un fuego de pasión que sin duda le decía que seguiría adelante, follando toda la noche, sin cesar.
Y cuando su mirada se centró ligeramente en ella, sintió que ese fuego, era dirigido hacia su persona.
No pudo evitar estremecerse de excitación.
Sin esperar más tiempo, comenzaron a besarse en la posición en la que se encontraban, mientras el chico se inclinaba más hacia ella para alcanzar sus labios, y Hinata giraba un poco más su cabeza para corresponderle. Con ese acto, dieron paso a otra sesión de placentero ejercicio nocturno, mientras en la habitación se escuchaban nuevamente suspiros y gemidos.
Ambos temblaron de anticipación por como terminaría esta noche.
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Naruto gimió en éxtasis, cansado, mientras se recostaba en los almohadones de la cama. Su cuerpo desnudo, cubierto con muchas gotas de su sudor, empapaban las sábanas, manchándolas.
Pero no eran lo único que manchaban las sábanas, ya que la saliva de Hinata se deslizaba por su polla hacia el valle de sus pechos, acumulándose hacia el fondo y cayendo en su entrepierna, antes de derramarse en la cama. El sonido lujurioso que hacía cuando le chupaba su polla, ciertamente le excitaba.
Naruto apenas podía mirar hacia la milf de ojos perlas, ya que ella estaba tan desnuda como él. El sudor brillaba en su piel mientras sostenía su polla palpitante y dolorida entre sus pechos cálidos y enormes. Sus palmas sosteniendo sus lados mientras apretaba y amasaba sus glándulas, al mismo tiempo que su boca envolvía la cabeza de su pene, girando su lengua frenética y sensualmente sobre la punta roja. Lamia y bebía el líquido pre-seminal que salía de su polla.
Las mejillas de ambos estaban enrojecidas por el acto obsceno, pero a ninguno de los dos le importó, ya sus mentes estaban nubladas por ahogarse en la lujuria. Naruto apenas podía mantenerse estable, después de haberse corrido tantas veces, que pensó que nunca querría volver a hacerlo después de esta noche. Mientras que Hinata se había asegurado de que, en todos los rincones de su cuerpo, desaparezca completamente esa picazón que la había estado molestando de tantas maneras y durante tanto tiempo. Agradecía enormemente a Naruto por haberla ayudado.
Y, por ende, aumentó la intensidad de la mamada para mostrarle su agradecimiento. Un sonido obsceno salió de sus labios, como si estuviera absorbiendo algo delicioso.
Naruto gimió, por tal acto que Hinata hacia con su polla, conjuntamente con el aumento de la compresión de sus tetas. Podía sentir que se acercaba cada vez más su orgasmo, y por eso, no pudo evitar mirar hacia la mujer peliazul.
Hinata lo miró con ojos estrechos y lujuriosos, soltando su polla de su boca con un sonido gutural *Pwap*, mientras su lengua se deslizaba sobre la punta que sobresalía del valle entre sus senos.
Esto fue demasiado para el rubio, y así, agarrando las sábanas, dejó escapar un gemido fuerte y cansado mientras su cuerpo se tensaba. Su polla convulsionaba lo suficiente como para que Hinata sintiera que sus pechos vibraban ligeramente, antes de que su punta estallara en un clímax orgásmico, disparando ola tras ola de su semen en el aire antes de que volviera a caer, carga tras carga, aterrizando en la cara de Hinata mientras cubría su cabello, mejillas, nariz e incluso le obligó a cerrar un ojo, mientras otra gran parte caía en su boca abierta y parte de sus pechos.
Mientras saboreaba el semen en su boca, y se frotaba las mejillas cubiertas con su esencia como si se tratara de una mascarilla, Hinata no pudo evitar quedar impresionada por lo mucho que Naruto todavía tenía para ofrecer, incluso si esta parecía ser su última carga.
Aun así, suspiró aliviada.
Incluso si el chico aun no era un adulto, fue capaz de hacer que se sintiera contenta y terriblemente satisfecha, como para que casi todas sus preocupaciones desaparecieran.
Escuchó un ruido proveniente de la boca del rubio, que parecía un gruñido, no, más bien un ronquido.
Hinata abrió su único ojo que no estaba manchado, y vio que Naruto se había quedado dormido, claramente gastado por todo el sexo que tuvieron que el agotamiento finalmente lo alcanzó. Una sonrisa pequeña y ciertamente linda estaba en su rostro mientras dormía.
Hinata no pudo evitar la risa que se le escapó de los labios al verlo. Le parecía tierna su manera de dormir. No había visto a alguien así luego de una noche de buen sexo, recordando que actualmente su marido no llegaba a casa a dormir, y cuando lo hacía, solo era para descansar mientras se echaba de lado.
Y aunque Toneri ciertamente era atractivo, no tenía las facciones lindas de Naruto, que le encantaban.
Recordar a su esposo, le hizo caer en cuenta el problema que ahora tenía que manejar: su infidelidad.
Era obvio que no le podía contar a Toneri sobre esto, porque se armaría un escándalo si se llegara a enterar. La culparía de todo y quien sabe más cosas le diría. Además, estaba en juego su reputación y el de su matrimonio. Y el prestigio del apellido Hyūga.
Incluso si le explicaba la situación y la circunstancias en las que ocurrieron, sabia con certeza que Toneri no la perdonaría.
Pero estaba claro que había que hacer algo.
Aunque podría intentar hablar con Toneri para definir sobre el estado de su relación, sabía que era poco probable que le hiciera caso, ya que ni hasta la fecha no habían podido encontrar un tiempo para hablar y mejorar su relación. Cada vez estaban más distantes. Y él pasaba más tiempo en la oficina que en la casa.
Una separación no era una opción por el momento, ya que sabía que tanto su marido como su padre se opondrían, por el tema de bienes separativos y acciones de la empresa. Tendría que haber un motivo más fuerte para que ellos acepten dicha separación, y no solo decir que ya no hay amor en su matrimonio. Además, estaba su sobrino, que estaba viviendo a su cuidado mientras estudiaba en el colegio.
Se dijo entonces, que había únicamente dos soluciones. La primera era alejarse de Naruto, y olvidar lo de esta noche. Pedirle que también olvide lo que paso entre ellos, y no la busque de aquí en adelante.
También estaba la segunda opción. Una que había escuchado de su amiga Mei en una de sus reuniones: Una relación de amantes.
Bueno, se preocuparía de eso por la mañana, ya teniendo la cabeza fría y pensara mejor las cosas. También hablaría con el rubio sobre su situación. Por ahora, estaba cubierta de semen, y sentía una necesidad desesperada de ducharse. Así que, alejándose de la cama, salió de la habitación, echando un último vistazo al chico dormido que sin duda había causado un gran cambio en su matrimonio.
«¿Qué daño haría pasar una noche bajo las sábanas?» ella pensó. Se daría ese lujo de dormir cómodamente desnuda a su lado, cuando regresara de la ducha. A lo mejor a Naruto también le agradaría, que esté ella acompañándolo en la cama.
A partir de este momento, sus días no volvieron a ser los mismos.
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