El Amor Tal Vez | By : clumsykitty Category: Spanish > Anime Views: 494 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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La duda es más cruel que la peor de las verdades.
................... Moliere.
No se puede desatar un nudo sin conocer como está hecho.
................... Aristóteles.
CAPITULO 9. VUELTA ATRÁS.
-¡Arf! ¡Arf! ¡Arf!
-¡Demonios! Debí de quedarme en Chicago, esta casa parece las puertas del Infierno, no dejan de tocar.
Angie se levantó del sofá para abrir la puerta, sacudiéndose las migajas de galleta que estaba comiendo de sus shorts y playera. Sniffle estaba en la puerta, tratando de oler por debajo de ésta. La rubia abrió de mala gana.
-¡Joey no está y no tengo una maldita idea de… -calló al ver a un adolescente que respingó sorprendido ante sus toscas palabras.
-Buenas tardes –saludó Mokuba con timidez.
-¡Oh, lo siento! Buenas tardes, pequeño.
-Ummm… bueno… si Joey no está…
-Hey, te conozco. Eres Mokuba Kaiba.
-Yo…
-¡Ah! Entonces eres el cuñado de Joey. Pasa, amor.
El adolescente entró no muy seguro, su mano fue lamida por un collie feliz de olisquearlo. Discretamente, el chico se limpió su dorso contra el pantalón azul de su uniforme, tratando de alejar al insistente can.
-Pero no te quedes ahí parado, cariño. Ven, siéntate aquí –Angie le señaló el sofá- ¿Quieres algo?
-No… gracias… yo solo quería hablar con Joey…
-No seas tan tímido, corazón, ¡Ya sé!, un poco de jugo de naranja estará bien.
-De verdad…
-Joey no tardará, creo.
-Pero había dicho usted…
-No me creas, terroncito de azúcar. Ya estaba harta de que vinieran a buscar a mi Joey a todas horas. Pero tú eres de la familia. Y por favor, háblame de tú que no estoy tan vieja. ¡Sniffle, déjalo en paz!
-¿Uf. Uf?
-No, no es un muñeco. Siéntate, mi cielo.
Mokuba tomó asiento en la orilla del sofá, abrazando su mochila, temeroso de la rubia y su perro extraño. Se quedó observando a Angie, mientras ella le servía en un vaso enorme su jugo.
-Yo… te conozco, me parece haberte visto antes… -sus ojos se abrieron como platos al reconocerla- ¡Eras esa mesera en el Museo!
-Jaja. Eso es cierto. Pero no soy una mesera.
-¿Eh?
-Solo me disfracé para ayudar a Joey –explicó caminando hacia él.
-Vaya… pues funcionó.
-¿Viste como cayeron los idiotas? Recuerda, da un anzuelo falso y tendrás lo que quieres en verdad. Toma –le tendió el vaso con una servilleta.
-Uh, gracias –contestó el chico, aceptando el jugo.
El can se sentó a los pies de Mokuba, con su hocico estirado en dirección al rostro del pelinegro, que le vio de reojo, inseguro. Angie se sentó al lado de él, cruzando una pierna debajo de la otra y pasando un brazo en lo alto del sofá, cerca de los hombros del adolescente.
-… esto… entonces ¿no eres mesera? –preguntó para distraer su atención y calmar su nerviosismo.
-No, claro que no. Soy fotógrafa, como Joey.
-¿De verdad?
-Sí, ¡Oh, maldita sea! ¡Qué idiota soy! No me he presentado. Ángela Da Silva –la rubia le extendió su mano- Todos me dicen Angie.
-Angie… -Mokuba la saludó- Joey hablaba mucho de ti, te tiene una gran estima…
-¡Wuf!
-En fin, y éste es mi Sniffle.
-Sí, ya sé.
-¡Claro! Ya había dicho su nombre, ¡Qué estúpida! Y bien, amor. ¿Qué te hace buscar a Joey?
-Es que… bueno… quería pedirle algo… personal.
-¿Es por lo de tu hermano?
El chico asintió mirando su vaso.
-¡Ah! Ten paciencia, pequeño. Esos dos, como buenos hombres, tienen que limar asperezas antes de volver juntos. Pero de que se aman, se aman.
-Esto… sí, pero… -Mokuba se detuvo no muy seguro de hablar frente a la chica.
-¿Qué pasa corazón? Hey, puedes hablar conmigo. No tengas pena.
-Uf. Af.
-¿Lo ves? Sniffle dice que algo te duele.
Mokuba permaneció cabizbajo. Aunque ella era algo extraña, su persona le daba cierta confianza.
-Quería disculparme –musitó.
-¿Por qué?
-Fui muy malo –la voz del pelinegro vaciló.
-Cariño, un bombón como tú no puede ser malo.
-Lo juzgué muy mal… pero él salvó a mi hermano tantas veces… lo ama… y yo… dije cosas muy feas de él… -pequeñas y tibias lágrimas rodaron por sus mejillas.
Angie se irguió para abrazarlo, quitando esas lágrimas y cepillando sus mechones negros.
-No llores, tesoro. Escucha, somos humanos y no equivocamos todo el jodido tiempo. Tú amas a tu hermanote. Es lógico que lo defiendas a capa y espada. Joey no te guarda ningún rencor, al contrario, te agradece que siempre cuidaras de su gatito cuando hizo sus babosadas…
-… pero… ellos no se hablan…
-Por idiotas, eso ni tú ni yo… no puedes hacer nada ahora. Solo apoyar a tu hermano como lo has hecho. Han pasado malas experiencias que necesitan superar para seguir amándose por tooooda la eternidad como en los cuentos. No te preocupes, mira, te prometo esto: voy a hablar con cada uno y ya verás como hasta terminan casándose, ¿qué tal?
-¡Wurf! ¡Arf!
-Está bien, Sniffle también puedes ayudar, ni modo. Anda, anda, toma tu jugo. Está muy rico.
Eso estaba a punto de hacer Mokuba cuando notó que el collie estaba con el hocico enterrado en su vaso. La chica se lo quitó, apenada.
-¡Escoria de perro! ¿Cuántas veces te he dicho que no se come lo de los invitados?
-¿Af?
-Primera vez, mi trasero.
-Uf. Af. Wurf.
-¡Por supuesto que el jugo no está echado a perder!
-Arf. Arf. Uf. ¿Af?
-Es jugo natural, ¿cómo va a tener fecha de caducidad?
-Uf.
-No.
-¡Warf!
-¡Vuelve a decirlo y te quedas toda la jodida semana sin probar un solo mendrugo!
Mokuba olvidó sus lágrimas y comenzó a reírse ante la escena tan inverosímil de Angie discutiendo con su perro. La rubia le sonrió, terminando de limpiar sus lágrimas.
-Eso es, pequeño. Es mejor reír que llorar. ¿Te sientes mejor?
-Sí, gracias, Angie.
-¡Warf!
-Y a ti también, Sniffle.
Una húmeda lengua recorrió el rostro del adolescente que trató de esquivarla solo para terminar peor pues el can se abalanzó sobre él.
-¡Sniffle! ¿Dónde están tus modales? –le gritó Angie, dejando el vaso en la mesita.
-¿Uf?
-Hazte el gracioso, no se quedaron en Chicago. Ven, Mokuba, hay que limpiar tu carita –la rubia arrojó al can a un lado y levantó a un sonrojado Mokuba- Mira como te dejó ese perro estúpido.
-… yo… estoy a salvo… -replicó mareado éste.
Tomados de la mano, Angie y el chico se dirigieron al baño donde la joven tomó una toalla, humedeciéndola para limpiar el rostro de Mokuba. Éste se quedó meditativo mientras ella terminaba.
-¿Puedo preguntarte algo? –le dijo a la rubia.
-Seguro.
-¿Qué clase de fotógrafa eres?
-¿A qué te refieres? –Angie dejó la toalla y tomándolo de la mano otra vez se encaminaron a la cocina.
-Eh, pues, ¿Cuál es tu género? ¿También eres reportera gráfica?
Angie iba a contestarle cuando la puerta se abrió y cerró con un azote. Joey entraba bufando con grandes zancadas, con la mirada perdida en tanto se quitaba su chaqueta y la arrojaba sobre Sniffle que se acercaba a saludarle.
-¡Óyeme, Joey! ¡No trates así a mi perro!
Joey levantó su vista. Angie estaba plantada con las manos en las caderas, pero detrás de ella un temeroso Mokuba lo observaba, visiblemente apenado de estar ahí.
-¿Qué haces aquí? –gruñó sarcástico- Déjame adivinar, vienes a decirme que deje en paz a tu hermano…
-¡JOEY WHEELER!
Los ojos de Mokuba se rozaron.
-¡¿QUÉ?!
Angie enarcó una ceja, fulminando con la mirada al rubio que quiso hacer lo mismo pero no pudo combatir la ira de su amiga. Joey se mesó los cabellos con un suspiro antes de acercarse al adolescente quien retrocedió por instinto.
-Perdóname, Mokuba. No quise ser grosero…
-Ajam… -alentó la chica tamborileando su pie. Joey la miró un instante y luego se dirigió al pelinegro.
-Nunca quise lastimar a ti o a tu hermano. Fue mi error dejarlos y no estar al lado de Seto cuando me necesitó…
-¿Sí? –insistió la joven.
-Perdóname por disparate…
-¿Y? –Angie se puso detrás del adolescente, colocando sus manos sobre sus hombros.
-Perdóname por todo el daño y las ofensas que les causé –terminó el rubio, viendo fijamente a su amiga.
-Yo también quiero pedirte perdón, Joey. No te he dado la confianza que debes; yo le pedí a Atemu que se quedara al lado de Seto y lo hiciera olvidarte… -balbuceó el chico sin levantar la mirada hacia Joey.
-Sólo buscabas el bienestar de tu hermano, lo comprendo, Mokuba. No ha sido fácil para ustedes todo esto –respondió el rubio.
-Debí de mantener mi promesa de ayudarte y no estar contra ti –continuó el chico- La verdad es que me sentía muy desesperado y olvidé que eres realmente un buen amigo, digno de confianza. Olvidé cuanto te ama Seto. Y no fue tu culpa que la bala me hiriera. Fue un accidente. Además, yo me lo busqué –Mokuba levantó su mirada- No quería que ustedes se separaran por la muerte de Atemu, así que preferí sacrificarme…
-¡Eso es muy lindo! –intervino Angie- ¿Lo ves, Joey? No todos te tachan de inútil. Debería darte vergüenza. El sí tuvo el valor de arriesgarse al venir aquí para pedirte perdón.
Joey gruñó de nuevo, aunque discretamente para no hacer enojar a la rubia.
-¡Af!
-Es verdad, me parece que ustedes dos deben de hacer las paces –indicó la chica tanto a Joey como a Mokuba- Que ese lazo de amistad no se pierda.
-¿No estás enojado conmigo? –quiso saber el pelinegro.
-No, chibi. ¿Cómo estarlo? Ven acá –Joey le extendió los brazos.
Mokuba lo abrazó aliviado, el rubio alborotó sus cabellos antes de besarlos. Angie y Sniffle estaban felices.
-Con un hermanito como tú, Seto no necesita más protección –le murmuró Joey al adolescente- ¿No traes una pistola contigo, verdad?
-Claro que no –rió el chico, separándose de él- Desde esa vez, mi hermano agregó nuevas normas de control para el personal de seguridad, y me castigó un mes entero… pero hubiera sido una buena idea, ¿no?
-¡Arf!
-Exactamente, Joey necesita ventilar ideas y un hoyo en su cabezota sería una gran ayuda –comentó Angie.
-¿Qué supones que hice hoy? ¿Pensar en la inmortalidad del cangrejo? –reclamó el rubio.
-¿Fuiste a ver a mi hermano?
-No estaba solo… -masculló Joey, desviando su mirada- Atemu estaba ahí, me enferma verlo. Tuve que salir de esa mansión antes de matarlo a golpes.
-Un momento, Joey –Angie puso sus manos en sus caderas de nuevo- ¿Fuiste a ver a Seto o al fenómeno? –se dirigió a Mokuba- Perdona, amor. No me negarás que esa cosa puntiaguda es REALMENTE extraño, digo, ¿No conoce la frase diseño de imagen? El punk murió hace mucho. Ahora, perro inútil –dijo, volviéndose a Joey- ¿Hablaste, sí o no con Seto?
-No…
-Que el Infierno me trague.
-¡Uf!
-Ya dije que Atemu estaba con él –se defendió el rubio.
-Atemu y Seto han estado mucho tiempo juntos últimamente –observó el adolescente- Saliendo del hospital no han dejado de hablar entre ellos.
-Te están ganando, Joey.
-¿Y qué diablos voy a hacer si Seto no quiere ni verme?
-Lo que hiciste la primera vez.
-¿Eh?
-¡Warf!
-Así es, co… -los ojos como platos de Joey dirigidos al pelinegro cortaron la palabra que quería decir Angie- … ejem… cortejarlo, Joey.
-A mi hermano le cuesta trabajo olvidar lo que pasó en el Parque. Ni con las sesiones de terapia pudo borrar la amargura del momento. Pero sé que te necesita.
-¡Ajá! La historia más vieja, quiere pero no. Es un clásico. Y con lo idiota que es Joey, este cuento nunca se va acabar. A ver si ya te aplicas.
-Mokuba… ¿Seto te ha dicho… si… me sigue amando? –inquirió algo inseguro Joey.
-Hablo con la verdad cuando te digo que nunca ha dejado de hacerlo, Joey.
-Af. Uf. Uf. Arf. Uf.
-Cierto, Sniffle. Las penas con pizza son menos. Vamos a comer –ella tomó la mano de Mokuba- Ven, pequeño, toma asiento.
-Yo… tengo que irme… -el pelinegro quiso rehusarse pero Angie lo tomó del brazo para sentarlo en uno de los bancos de la barra de la cocina.
-Comamos. Joey piensa tanto como la cola de un ratón. Necesita mucha ayuda y que mejor aliado que su propio y guapo cuñado –ella se sentó frente al adolescente.
-Gracias por el voto de confianza –el rubio tomó asiento al lado de Mokuba.
-Seto no me permite…
-Nadie le va a decir, preciosura. ¿Qué prefieres? –la joven abrió las pizzas- ¿Especial con queso o Combo?
El exquisito olor de las pizzas hizo que el estómago de Mokuba reclamara alimento.
-Uh… especial, gracias.
-Toma –Angie puso un plato delante del chico y de Joey- Anda, amor, come lo que quieras. Para estudiar hace falta comer.
-Mi hermano solía comer muy poco… -comentó Mokuba preparando su rebanada.
-¿Solía? ¿Ya no? –preguntó la rubia, sirviendo el refresco en vasos.
-La doctora le dijo que tiene un metabolismo muy rápido y necesitaba altas cantidades de ATP y por lo tanto su consumo de calorías no debería bajar de las 3500 calorías.
-¿Y eso que carajos significa?
-Angie… -Joey le llamó la atención.
-¿Af?
-Qué Seto debe comer muy bien –le explicó el adolescente observando curioso al par.
-Ah… ¿y tú, cariño? ¿También padeces de eso?
-Nop, pero Seto dice que soy hiperactivo –confesó Mokuba con una sonrisa.
-Vaya, no sabía que los Kaiba fueran tan peculiares.
-Parece no conocer muchas cosas, Angie. ¿Por qué? ¿Tu trabajo no te lo permite?
-¿Me dices ignorante?
-No, no… yo… -el pelinegro se ruborizó- … no quise…
-Tranquilo, tesoro. Solo bromeaba. Si supieras. Lo que sucede es que Joey era un tacaño para hablarme de ustedes.
-¡Hey! ¡Tenía mis razones! –dijo Joey dando un mordisco a su pedazo.
-Pero, ahora que tengo uno aquí, quiero saber. ¿Tienes alguna mascota? ¿Novia? ¿Novios?
-¡Angie!
-¿Qué? –la rubia frunció el ceño.
-Siempre he querido tener una mascota, pero mi hermano no me lo permite. Dice que soy muy incumplido con mis tareas así que no tengo la responsabilidad para cuidar de una mascota.
-Si de las tareas dependiera el futuro ya estaríamos jo…
-¡Angie!
-Trágate tu pizza, Joey. ¿Y qué clase de mascota te gustaría, amor?
-Realmente nunca lo había pensado… -Mokuba se quedó pensativo.
-¿Uf?
-No te apuntes, Sniffle –señaló con ironía Joey, mirando al collie. Angie le obsequió una seña obscena que el adolescente no vio.
-¿Y del noviazgo? –preguntó la chica.
-Bueno… -el adolescente se sonrojó levemente- … hay una niña en mi clase… salimos juntos… pero… bueno… es que…
-¿Son amigos de manita caliente?
-¡ANGIE! –tosió el rubio, alarmado. El rubor de Mokuba oscureció.
-Es una simple pregunta. ¿Ya se vieron sus cositas?
-¡Angie, por Dios!
-Y por lo que quieras, Joey. Para eso no se necesitan pretextos. Entonces, ¿no son novios? ¿O son amigos “con beneficios”?
-No somos novios formales… -aceptó el pelinegro.
-Hum –Angie masticó vigorosamente su rebanada- Vamos a arreglar eso.
-No es posible. Seto me dio permiso de salir con ella, pero presentarla en la mansión… no creo que mi hermano acepte…
-¡Uf!
-Quieto, Sniffle. Tu hermano es una joyita. Se nota que necesita y urgentemente que se lo co..
-¡A N G I E! –Joey tapó los oídos de Mokuba- ¡Cuida tu lenguaje! ¡Es un niño al que le hablas!
La joven levantó una mano en son de paz con hastío. Joey, meneando la cabeza, soltó al adolescente.
-Necesitas un cambio en tu vida, corazón. Para empezar, el asunto de la mascota. Puedes tener a mi Sniffle, si quieres probar –ofreció la chica.
-¿De verdad? –Mokuba abrió sus ojos de par en par.
-¿Uf?
-Vamos, Sniffle, es una buena causa. Necesitamos espías y pretextos para Joey.
-¿Para mí? ¿Por qué? –quiso saber Joey, comiendo otro trozo de pizza.
Angie suspiró profundamente.
-¿Ahora me entiendes, Mokuba?
-No sé si pueda cuidarlo…
-Es muy simple. Una comida en la mañana, otra en la tarde. Agua y un lugar donde haga sus necesidades. Mucho juego y una que otra cepillada.
-Esto… pues…
-Anda. Te vas a divertir con él, y así verás si verdaderamente quieres una mascota.
-Warf. Uf. Uf.
-Bueno, Sniffle, tendrás que averiguar que tan grande es su jardín.
-Pero creo que no hablo canino –el rostro de Mokuba mostraba una duda socarrona.
-No es necesario. Mi perro, a diferencia de otro, sí sabe darse a entender.
-Angie… -Joey le dirigió una mirada reprobatoria.
-Pues… -el chico bajó su mirada al can- … tal vez… -el collie se acercó a él y puso su hocico en su pierna, con unos auténticos ojos de cachorro perdido- … creo… que sí.
-¡Waf!
-Bien –la rubia aplaudió contenta.
-Te vas a arrepentir, Mokuba. Ese perro se traga todo lo que ve a su alcance.
-¡Joey!
-¡Af!
-No le hagas caso, pequeño. Está celoso. Mi perro sí dormirá en la Mansión Kaiba y él no.
-Imagino que será muy divertido verlo haciendo travesuras en las habitaciones… y a Wilson.
-Ya verás como se llevarán muy bien.
Siguieron comiendo en silencio, aunque Mokuba miraba de reojo a la rubia. Al fin, su curiosidad fue mayor.
-Ummm… Angie, no me contestaste sobre ti.
-¡Ah, es cierto!
-¿Qué le preguntaste? –habló Joey con comida en la boca.
-Cuál era su ramo de la fotografía.
Joey intercambió su mirada con Angie, negando con un dedo discreto para que Mokuba no se percatara.
-Ella hace portadas de revistas de moda y algunos catálogos de modelos –respondió el rubio.
-¡Qué emocionante! –exclamó con diplomacia el adolescente.
-¿Por qué lo preguntaste, amor? –la joven notó su falso comentario.
-Eh… por nada… simple curiosidad… -Mokuba dio una mordida a su pizza con la cara de mil colores, lo que no pasó desapercibido para Angie.
-¿Wurf. Uf?
-¿Has visto mi nombre en otra parte, cierto?
-… no… -murmuró el adolescente, encontrando el mosaico de la barra, súbitamente muy interesante.
-Mi verdadera…
-¡No, Angie! –quiso interrumpir Joey.
-… profesión es…
-¡Angie!
-… retratar lindísimas mujeres desnudas…
-¡ANGIE!
-Sucede que soy una solicitada fotógrafa de revistas para “caballeros”. Más asumo que su audiencia alcanza a ciertos adolescentes “hiperactivos”, ¿eh? –ella le guiñó un ojo a un estupefacto Mokuba, el cual sintió ardor en sus mejillas y prefirió mirar hacia Sniffle, que le observaba interesado.
-Angie, cuida lo que dices –advirtió el rubio.
-Es un chico al que le gustan las mujeres hermosas, Joey. Igual que a mí.
-¿Quéééé? –Mokuba levantó su vista hacia ella- Tú… eres… eres… eres…
-Lesbiana, corazón. No te atragantes.
-Pero –el chico no pudo evitar recorrer su bien moldeado y alto cuerpo- Tú no pareces… una de ellas.
-Tu hermano es gay y no anda en falditas, ¿cierto? Amor, tienes que aprender muchas cosas todavía. Si, me gustan las mujeres y bueno, ser fotógrafa de conejitas, colegialas traviesas y estrellas porno te deja mucho campo para la cacería.
-Angie… -Joey se removió inquieto en su banco.
-¿Por qué te alteras, Joey? Si el niño lee esas revistas, ya sabe sobre el asunto de las abejitas y las florecitas, con los pajaritos y todo eso. Además, por fin tengo a alguien con quien compartir mis gustos.
-¿Al fin? –preguntó confundido el adolescente, pasando su vista de Joey a ella- pero…
-A Joey le gustan los remos, a ti y a mí las canoas….
-¡Oh, Dios mío, cállala! –Joey se sonrojó, dejando caer su trozo de comida.
-¡Bah! Dime, tesoro. ¿Cuál ha sido tu favorita? –la sonrisa de Angie era de completa satisfacción.
-Yo… -el rubor en Mokuba se oscureció un tanto- … todas las fotos tuyas me gustan… bueno, es que… no son vulgares como el resto… y… no sé… son muy bonitas.
-Dios las hizo bellas para ser idolatradas, pero solo Angie sabe como hacerlas parecer como diosas –la rubia le guiñó al chico.
-¿Y cómo?... si quieres decirme, claro.
-Simple, me las cojo.
-¡¡¡¡A N G I E!!!!
-¡Wuf! ¡Waf!
Los ojos como platos de Mokuba se acompañaron de un tono más oscuro de rubor mientras su boca se abría como pez ante la confesión tan abierta de Angie.
-Todos sin excepción quieren sentirse hermosos, perfectos y deseables. Yo les doy una experiencia a esas chicas que las hace sentirse de esa manera y claro, cuando ya posan para mí, esa aura de felicidad se manifiesta en mis fotografías.
-Wuf. Af. Af. Uf.
-Tienes razón, Sniffle. Joey aprendió de mi ese truco, ¿o no, Mokuba?
-¿Qué? –éste y el rubio preguntaron al mismo tiempo.
La joven se levantó y fue hacia el estante de la sala para tomar la revista que Joey hiciera sobre la Corporación Kaiba. En tanto regresaba a la barra, la hojeó para mostrarles a los otros dos la fotografía de los hermanos en el estudio del ojiazul.
-Mira cariño –Angie señaló el rostro de Seto- Observa su expresión, tu hermano no le presta atención al lente sino al cachorro detrás. A esos ojos que le miraban, les dejó ver su felicidad interior.
-Vaya, tienes razón. No me había fijado bien –comentó Mokuba, tomando la revista.
-Y fue porque Joey…
-Ese asunto ya pasó –le cortó el aludido- Además, ésas eran fotos de trabajo serio.
-¡Ah, por supuesto! –afirmó con burla la chica- Mokuba ¿Has visto las que Joey le tomó a tu hermano cuando…
-No tengo esas fotos –volvió a interrumpir el rubio.
-Af.
-Mentiroso. Afortunadamente tengo en mi poder los negativos.
-Tú…
-¿Qué fotos?
-Uf. Uf. Arf.
-Exacto, Sniffle. Expedientes Secretos Kaiba. Puedo adelantarte que tu hermano mayor se ve MUY feliz.
-Voy a regresarte a Chicago –siseó entre dientes Joey.
-¿Tú y cuántos más? Además, no puedo irme. La primera sesión de fotografías de las conejitas de Ciudad Domino empieza mañana.
Mokuba volvió a sonrojarse al oír hablar de esas chicas, igual que Joey, el cual también dejó ver enojo en su expresión.
-No venías de vacaciones. Ya tenías trabajo pedido. ¡Me usaste!
-¿Quieres que te pase el cuchillo para que te cortes las venas?
-¿Puedo ir contigo? –pidió Mokuba con timidez.
-¡Eso no, Mokuba! Seto terminará odiándome si sabe que gracias a mí te involucraste en el espantoso mundo de la pornografía.
-Espantoso tu pene, Joey. Que puritano me saliste en este momento –reclamó Angie antes de volverse al pelinegro- ¿Sabes, corazón? Alguna vez alguien dijo que era preferible el sexo a la guerra, y tiene razón. Mil veces hacer el amor que quitarle la vida a alguien por una estúpida diferencia de opinión.
-… umm… yo creo que así es… -musitó apenas el adolescente, preguntándose como se armaba de valor la rubia para hablar de esa manera.
-Jaque mate, Joey.
-Insisto, Mokuba, no debes ir. Seto enfurecerá contigo y conmigo.
-Pero el perdonó a Atemu por haber firmado por mi en lo de las revistas para adultos –confesó sin pensar el chico.
-¿Eh? –Angie y Joey se miraron asombrados, Mokuba solo escondió su cabeza entre sus hombros.
-¿Uf. Af?
-Esa es una buena posibilidad, Sniffle. Vamos a ver, Mokuba. Tu hermanote luce muy complaciente con ese tal Faraón. ¿Todavía son amantes?
-¡No! Cada quien duerme en su propia habitación.
-Igual Gala y Dalí, y él se la bajó al marido. Esa no es una respuesta segura.
-Pues yo ya no los he visto así… Atemu cuida mucho a mi hermano, pero… no se comportan así, te lo repito.
-Hum. Estás en problemas, Joey. El dragón puede cambiar de opinión si sigue hablando con tu rival de amores.
-El que está en problemas es Atemu.
-Te lo dije, pero eres necio como un burro.
-¿Y tú que haces? Pervirtiendo a Mokuba y dándole mi comida a ese inútil perro.
-¡Arf!
-También recibo tus llamadas y el correo. Una tal Tea te anda buscando, cierto Tristán viene a visitarte y tienes una carta de Mike, urgente.
Joey se levantó de mala gana, mientras Angie recogía los restos de la comida con ayuda de Mokuba que ahora tenía pegado a Sniffle. El rubio se sentó en el sofá para abrir la carta. La chica y el adolescente se quedaron de pie frente a él.
-¡No puede ser! –gritó atónito Joey.
-¿Qué pasa?
-Angie, yo… bueno… la NGS (i) me dio un reconocimiento honorífico por el documental, ya soy miembro formal de su equipo.
-¡Qué bien!
-… y también por haber ganado el Púlitzer por las fotografías…
-¡WOF!
-¡POR TODOS LOS JODIDOS CIELOS!
-¡Angie!
-¡Felicidades, Joey! –le dijo Mokuba.
-¿Y cuando te nominaron? –quiso saber la rubia.
-Fue… bueno… el año pasado… cuando ocurrió todo… hace poco me anunciaron ganador, Mike ya tiene el premio, pues nunca me presenté a la ceremonia, quiere que vaya con él para entregármelo y que hable con los miembros del jurado.
-¿Te vas de nuevo a América? –la preocupación del pelinegro se hizo evidente.
-No te angusties, amor. Le voy a poner una microbomba en los testículos y si no regresa…
-¿No puedes hablar decente por unos minutos?
-Pero esto nos deja campo para trabajar… ¡Qué bien! ¡Felicidades, perro! Hay que celebrarlo y en grande, ¿te das cuenta? Es la perfecta oportunidad para reconciliarte con tu gatito… jejeje.
-No me gusta esa risa –observó el rubio.
-Uf. Uf.
-Estás bajo amenaza, Joey. Vas, recoges tu premio y te me regresas enseguida. Si no vuelves, yo misma le voy a decir a Seto que se busque otro perro…
-¿Y te dices mi amiga?
-Por supuesto…
Joey meneó la cabeza, tomando el vaso con jugo que había visto para beberlo. Mokuba iba a detenerlo, pero Angie lo impidió con una mano discreta. El chico tragó salida, viendo con horro como Joey bebía el jugo que Sniffle probó.
-Te lo mereces, Joey –le dijo la joven- Felicidades, de nuevo.
-…ummm… yo ya tengo que irme, en serio… -habló Mokuba, atónito aún.
-Joey, lleva al pequeño a su casa.
-No es necesario…
-Joey…
-Ya es tarde, Mokuba. Te llevaré.
-Af.
-También a Sniffle. Que se vaya de una vez con el chico.
-Qué remedio…
-Y ya no me armes alborotos en esa mansión.
-Angie…
-Ven, tesoro, te daré las cosas de Sniffle –le indicó Angie al adolescente, tomándolo de la mano- Dejemos al amarguetas de Joey un momento.
-¡No estoy amargado!
-¡Uf! ¡Arf!
-Tú cállate, Sniffle… un momento –Joey miró el vaso con detenimiento- ¡Este vaso tiene pelos de perro!
-¿Uf?
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Ryou repasaba con las yemas de sus dedos el pecho desnudo de Bakura. Su cabeza reposando sobre el hombro de éste y bajo su mentón. Un brazo le cubría junto con una sábana fina. Aún estaban sudorosos por su encuentro anterior. El joven albino se sentía placenteramente cansado pero su mente seguía ocupada en los problemas de sus amigos.
/… ¿Kura? ¿Estás dormido? /
// Sí, mi cerebro tiene una máquina contestadora. Deja tu mensaje después del bip//
/Es que… /
//Esta tarde fue increíble, mi niño. Si quieres más, déjame reunir fuerzas de nuevo//
/No es eso… /
//Entonces sí estoy dormido//
/Quiero que me expliques/
// ¿Más? //
/… qué les pasa a ellos/
//Ryou, no eches a perder el momento… //
Éste se irguió un poco para mirar al Ladrón de Tumbas que abrió sus ojos para encontrarse con los llenos de reproche de Ryou.
-Bien –aceptó, rodando sus ojos- ¿Qué no entiendes?
-Se supone que lo que pasó en el Inframundo debió de unirlos y están más distantes que nunca, ¿por qué?
Bakura se quedó en silencio, acariciando la espalda de Ryou.
-Voy a explicártelo muy fácil con un ejemplo. Supongamos que quieres una chuleta y vas al supermercado por ella. Tienes que atravesar todos los pasillos para llegar a la sección de carnes frías. Tomar tu chuleta y regresas de nuevo por los pasillos para pagar y llevarte tu carne. ¿Vamos bien?
-Sí.
-Cuando llegas a casa y preparas tu chuleta, recuerdas lo que viste en el supermercado. Tú solo querías tu carne, pero no evitaste mirar a los lados para ver las demás cosas, que por cierto, eran cantidades. ¿Quedó claro?
-Sí.
-Así les pasó a ellos. Por eso están tan distantes.
-¿Cómo?
-Joey rescató a Seto, ésa era su chuleta. Pero cuando pisas los dominios de los Dioses, tu alma se revela junto con tu corazón y mente, ésos son los pasillos con comestibles. No hay mentiras ahí, Ryou, como ya sabes. Mucho menos en el Inframundo. Todo lo que fuiste, eres y serás está expuesto como tus calzoncillos en un tendedero. Los Dioses son Absolutos. La verdad tiene que ser absoluta. Imagina entonces cuando llegaron a sus cuerpecitos y despertaron, como se sintieron al recordar TODO lo que cada uno sentía, pensaba e hizo.
-Ah…
-Lo más gracioso fue que el samaritano de Yugi entró de último momento. Cuatro almas expuestas. Anubis debe seguir carcajeándose en el Reino de los Muertos.
-¿Y tú?
-¿Yo qué?
-Tú también fuiste expuesto… ¿o no?
-Preguntas cosas de las que ya tienes respuesta. Yo dejaría de llamarme ladrón si los Dioses me notaron. El problema es de aquellos tontos.
-Pero…
-¿Ahora qué?
-Al menos Joey y Seto no tenían que ocultarse… supongo.
-Te recuerdo que el perrito hizo algo con mucho peso para el alma del Sacerdote. Más sus dudas y confusiones de sentimientos, no es algo fácil de aceptar. Un corazón tan simple como el de nosotros los mortales, no tiene la capacidad de abordar en su totalidad al amor puro. Es un milagro que el dragoncete no haya matado a Joey después de “verle” claramente. Tal vez sea una muestra clara de que le ama ciegamente. Se necesita coraje para aceptar lo más horrible de una persona y no hablamos de su físico.
Ryou se recostó sobre Bakura y tomó su rostro.
-Tú puedes ayudar a Joey.
-¿Perdón?
-Sigue atormentado por lo que pasó y si te entendí, Kaiba ya sabe todo lo que le ha hecho y por qué. Joey necesita que le digas como vencer esos obstáculos.
-Chiquito, ¿qué se supone que le diría?
-Como fue que tú y yo seguimos juntos.
El Ladrón de Tumbas le miró extrañado, pero sus ojos pronto se llenaron de asombro.
-No, no, no, no, no, no, no y no –se levantó de la cama, negando con la cabeza y brazos.
-Pero, Bakura…
-No.
-Bakura…
-Nunca.
-…Kura…
-Prefiero morir de nuevo.
-Hazlo por mí.
-Alto ahí. Yo le ayudé a Joey en primera instancia porque era tu amigo y yo le debía mucho por ti; y en segunda, porque tu vida corrí peligro, Ryou. Pero ahora ya nada te amenaza y ese asunto solo le concierne a esos dos.
-¿Por favor?
-No.
-Ayúdalos, Bakura. Tú enfrentaste el juicio de los Dioses y saliste victorioso.
-A duras penas…
-Ellos necesitan una guía.
-Que vayan con un psicólogo.
-Por favor –Ryou bajo su cabeza- sentándose en la cama- Me duele ver que su amor no puede realizarse… ¿Lo recuerdas, Bakura? –sus ojos se humedecieron mientras se clavaban en el Ladrón de Tumbas.
Bakura se arrodilló frente a la cama, completamente serio.
-Eso es algo solo entre tú y yo, Ryou. Jamás lo voy a revelar.
-Ayúdalos, por favor –una lágrima escapó de los ojos de Ryou- Sabes que hacer. Lo has hecho ya.
-Yugi y Joey le quitaron de las manos de Anubis a sus seres amados –Bakura limpió la lágrima con su pulgar- Como tú lo hiciste conmigo.
-Y no me arrepiento de nada, Bakura –el joven lo abrazó- Nunca lo haré.
El Ladrón de Tumbas le correspondió besando sus cabellos húmedos.
-Isis bendice al amor verdadero y Ra protege a los que lo cuidan. La esencia absoluta es el amor… -Bakura bufó cansado- Es un fastidio ser bueno.
-Gracias –musitó Ryou en su pecho.
-Pero no voy a decirle nada de mí.
-Está bien.
-Mi niño…
-Te amo.
-Lo sé.
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