La Conferencia | By : El8Culpable Category: Spanish > Celebrity Views: 43 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Esta es una obra de ficción. NO sucedió fuera de mi imaginación. Sus únicos personajes reales son las famosas que aparecen, a las cuales no conozco personalmente. No he ganado ni un puto centavo con la escritura de esta historia. |
ADVERTENCIAS:
Este relato está ambientado en México, un país que nunca he visitado; espero que esto explique todas las imprecisiones acerca de cómo es la vida en esa nación que pueda contener la historia.
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MÉXICO D.F.
Un coro de risitas de niña traviesa llenó el aire.
En una sala de conferencias en la capital mexicana se hallaba una inmensa cama matrimonial. En frente de esta, había tres filas de tres pupitres cada una, dispuestas como si esto fuese el aula de una escuela.
En la fila de la izquierda estaban sentadas la vedette brasileña Juliana Rodrigues, primero, la “cantante” y “actriz” (en realidad, “maniquí de silicona” la describiría mejor) Ninel Conde, después, y la modelo y presentadora de televisión también brasileña Amanda Rosa, por último.
En la fila central, el primer pupitre lo ocupaba la presentadora de televisión Georgina Holguín, el segundo la modelo Ivonne Soto y el último la actriz boliviana Ximena Herrera.
En la fila de la derecha se sentaban la actriz Mayrín Villanueva, primero, la presentadora de televisión Galilea Montijo, después, y, al final, la vedette paraguaya Ana Laura Chamorro (esta última se encontraba en ese lugar de pura casualidad, pues había venido a México con la esperanza de conseguir un papel en alguna telenovela para darle más proyección internacional a su carrera).
La mayoría de las famosas vestía de la misma manera: jeans prácticamente tatuados a sus cuerpos y camisetas blancas tan ceñidas que parecían que sus generosos pechos estaban a punto de reventarlas. Sólo estaban ataviadas de forma diferente Ninel, Ximena y Ana Laura, pues se pusieron apretadísimos minivestidos con escotes extremadamente generosos: rojo el de Ninel, azul el de Ximena y negro el de Ana Laura. Todas calzaban zapatos de vertiginosos tacones de aguja, enormes aretes de aro dorados colgaban de los lóbulos de sus orejas y estaban maquilladas con mucha sombra en los ojos y mucho lápiz labial de color rojo intenso.
En frente de esta reunión de bellezas, en el espacio que separaba la cama de los pupitres, se paseaban lentamente de un lado para otro, contoneando sus imponentes figuras y sonriendo con arrogancia, la actriz cubana Malillany Marín y la presentadora de televisión Cynthia Urías. Malillany no tenía puesto nada más que un diminuto bikini blanco y calzaba unos zapatos de plataformas de plástico transparente. Cynthia, por su parte, vestía un conjunto de lencería hecho de encajes negros traslúcidos: sostén, braguitas, medias largas con ligueros y guantes largos que envolvían casi la totalidad de sus brazos; calzaba unos zapatos de vertiginosos tacones de aguja con la parte de los dedos muy larga y puntiaguda. Ambas famosas estaban maquilladas de la misma manera y llevaban la misma clase de aretes de aro que sus colegas en los pupitres.
Hubo otro estallido de risas.
—Se han de preguntar por qué las hemos llamado —habló por fin Malillany. Hizo una pausa dramática antes de continuar, sin esperar que le respondieran—. Es para compartir con ustedes un descubrimiento que les A-SE-GU-RO que revolucionará sus vidas sexuales —declaró con voz alegre.
La Marín le hizo una seña a Cynthia en medio de un estallido de risitas más. Esta última se dirigió a una puerta diferente de la que usaron las otras famosas para entrar en la sala. Con medio cuerpo desapareciendo por la puerta, se podía escuchar que estaba intercambiando palabras con alguien. A Amanda le pareció escuchar que decía “vamos, ven, no seas tímido…”
Cuando volvió con las demás mujeres, la Urías estaba llevando a alguien de la mano. Las otras bellezas, al ver quien la seguía, se pusieron de repente muy serias. La morenaza en lencería lo guió junto a su colega y ambas se pararon cada una a un lado de él.
Frente a esta reunión de latinas ardientes estaba el varoncito más precioso que alguna vez hubiesen visto: su cuerpo esbelto, su carita de rasgos delicados y tez marfileña y su cabello sedoso y muy largo, casi blanco de tan rubio, le daban una belleza deliciosamente femenina, como de princesita de cuento de hadas, aumentada por la timidez nada fingida con la que bajaba su mirada de grandes ojos verdes de pestañas largas y densas. A todas y cada una de las mujeres sentadas en los pupitres se les puso la piel de gallina, se les hizo agua la boca, los pezones se les pusieron duros y erectos y empaparon sus bragas.
—Este es Alex —rompió el silencio Malillany y todas volvieron sus miradas hacia ella al mismo tiempo. Sin dejar de sonreír, hizo una pausa dramática—: Y tiene doce años —otra pausa dramática—. A Alex lo conocí por casualidad hace poco, en Miami, cuando fui a grabar un especial para Univisión. Me hice amiga de sus padres y los convencí para que vinieran a México a pasar unas vacaciones y me dejaran… ejem… “mostrarle la ciudad a su hijo”… de vez en cuando… —y ensanchó su sonrisa de una forma que no le dejó la menor duda a ninguna de las presentes sobre qué era lo que realmente le mostraba al niño. Después prosiguió, con tono burlón e insinuante—: Ahora… no exagero cuando digo que podría pasar muchas horas consecutivas detallando TOOOOOOOODAS las formas en las que Alex revolucionó mi vida sexual y la de mi buena amiga, Cynthia, pero creo que será mucho mejor y más práctico, rápido y fácil (y, sin lugar a dudas, mucho más divertido) si les hacemos una demostración en vivo y directo…
En cuanto pronunció las últimas palabras, la Urías y ella se dieron media vuelta y, entre risas, corrieron a la cama, se subieron en ella, se tendieron de forma muy sexy y le hicieron señas al niño para que se les uniera.
Tras una breve pausa, Alex comenzó a desvestirse tranquila y parsimoniosamente. Las bellezas sentadas en los pupitres volvieron a llenar el aire con sus risitas de niña traviesa cuando se empezó a revelar el perfecto cuerpo del niño, delgado, blanquísimo y sin un solo vello. Pero las risas cesaron de golpe, reemplazadas por exclamaciones de asombro, ojos grandes como platos y bocas tan abiertas que parecían a punto de desencajarse, cuando el tierno efebo se quitó la última pieza de ropa que llevaba puesta, sus bóxeres, y pudieron ver el monstruo que llevaba entre las piernas.
Aunque ninguna de ellas era una inexperta en cuanto a hombres, el pene de Alex dejaba en ridículo a cualquier otro miembro viril que hubiesen visto en sus vidas: muy largo, muy grueso, muy venoso y acompañado por un par de bolas gordas, pesadas y repletas de leche hirviente. Malillany y Cynthia rieron al ver la reacción de las otras mujeres, en parte porque ellas también habían reaccionado de la misma manera cuando vieron por primera vez la polla del niño.
Una vez completamente desnudo, Alex se dio media vuelta, mostrándoles a las famosas que él tenía el culito más delicioso que hubiesen visto en un varón, y con tranquilidad fue hacia la cama, se subió en esta y se acostó boca arriba, su gigantesco falo alzándose por los aires como un obelisco, sus brazos cruzados bajo su cuerpo, entre la rubia en bikini, a la izquierda, y la morena en lencería, a la derecha.
Luego de soltar sendas risitas breves, las hembras saltaron como activadas por un resorte, se pusieron en cuatro patas, sus espaldas arqueadas como las de gatas en celo y sus culazos apuntando al techo, y se dedicaron a consentir el colosal miembro viril lenta y minuciosamente con sus bocas, recorriendo poco a poco cada centímetro de la suave y tersa piel con mordidas donde clavaban sus dientes en la carne lo más profundo que podían, lamidas que surcaban el falo como serpientes, chupadas y besos tan sonoros que se escucharon por toda la sala de conferencias al mismo tiempo que cubrían los muslos del chico de sensuales caricias… Hasta que Malillany, sin ninguna advertencia previa, acaparó la polla de Alex y se puso a metérsela y sacársela lo más frenéticamente que podía, succionando como una aspiradora industrial, su nariz quedando aplastada contra el pubis del chico, dejándola totalmente cubierta de una gruesa y espesa capa de reluciente saliva. Cynthia, para no quedar fuera de la acción, se pondría a chupar golosa las pesadas bolas del tierno efebo.
Tras un largo rato así, la cubana le pasó la polla a la mexicana para que ahora fuese ella la que se la metía hasta el fondo de su garganta, su nariz quedando aplastada contra el pubis del joven dios del sexo, mientras la otra disfrutaba del espectáculo desde primera fila. Al ver esto, no hubo ni una sola de las famosas sentadas en los pupitres que, llenas de envidia, no experimentase unos tremendos deseos de saltar y, al igual que Malillany, ver la diversión desde tan sólo unos milímetros… algo que se repetiría muchas veces…
Después de otro largo rato, volvieron a usar ambas sus bocas con el miembro para después volver a “Malillany tragándose el salchichón y Cynthia comiéndose los huevos”. Pero esta vez, sin previo aviso, Alex se anudó la dorada melena de la Marín en sus manos y, al mismo tiempo que movía la cabeza de la actriz hacia abajo y hacia arriba, movió sus caderas hacia arriba y hacia abajo, follándole la boca y llenando la sala de escandalosos sonidos de “¡GRRRRRKK! ¡GRRRRRKK! ¡GRRRRRKK!”.
Cuando terminó de hacer esto, sus dos amantes le sonrieron con aprobación para que, después, Cynthia volviera a mamarle la polla mientras Malillany seguía el show muy de cerca… hasta que la cubana, sin previo aviso, apresó con una mano la nuca de la mexicana y, con la otra, se hizo un nudo con su azabachada melena para mover su cabeza hacia abajo y arriba al mismo tiempo que el chico movía sus caderas hacia arriba y abajo produciendo idénticos ruidos de “¡GRRRRRKK! ¡GRRRRRKK! ¡GRRRRRKK!”.
Tras eso, la rubia apartó a la morena para que le follaran su boca de nuevo… sólo que, esta vez, su compañera, al mismo tiempo, devoraría sus masivos pechos de pezones erectos y duros como piedras.
Después, Alex y Malillany volvieron a colaborar para que él le follara la boca a Cynthia, tras lo cual el niño se follaría otra vez la boca de la cubana mientras la mexicana le chupa las bolas, sólo para que, de nuevo, el chico y la rubia cooperaran para que él enfundara la totalidad de su sable de carne en la garganta de la morena, después de lo cual ellas le propinarían, otra vez, sexo oral a dos bocas, el cual sólo se interrumpió cuando el efebo, por última vez, se folló la boca de la Marín mientras la Urías le engulle los testículos.
Las beldades, durante todo esto, harían ruidos escandalosos, exagerados y obscenos, como dando a entender que esto era lo más delicioso que alguna vez se hubiesen metido en sus bocas.
Esta gloriosa exhibición de sexo oral sólo fue interrumpida cuando Alex detuvo a las mujeres para ponerse de pie en la cama, sus brazos cruzados detrás de su espalda, y así, tras hacer que se quitaran la rubia el top de su bikini y la morenaza su sostén, follarle las tetas a Malillany al mismo tiempo que esta se daba un largo, apasionado y profundo beso de lengua con Cynthia, para después follarle las tetas a la Urías con la Marín admirando el espectáculo a sólo milímetros de la acción, sonrisas de oreja a oreja en los rostros de ambas.
Después de un largo rato gozando así de las pechugas de las hembras, Alex hizo que se despojaran la Urías de sus braguitas y la Marín de su tanga, ordenó a la cubana ponerse en cuatro patas, su espalda arqueada como la de una gata en celo y su derrier apuntando al techo, y después Cynthia y él se arrodillaron tras ella para cubrir sus increíbles pompas de nalgadas tan fuertes y besos tan ruidosos que se escucharon por toda la sala, lamidas y chupadas que explorarían hasta el último milímetro de los glúteos… a hundir sus uñas y sus dientes lo más hondo posible en la carne… para, finalmente, recorrer la raja del culo con sus bocas, dándole ambos el beso negro a la rubia, que ronroneaba como una minina consentida; ella apretando las nalgas enrojecidas de tanto castigo en un intento por aplastar los rostros de sus amantes.
Una vez que la dejaron lista, Alex penetró analmente a Malillany Marín. Aferrado con fuerza a sus sensuales caderas, una y otra vez enfundó su larga espada de carne en el culo de la cubana con violentas embestidas. La famosa, al mismo tiempo, se puso a menear las caderas como cuando actuó en Aventurera y a murmurar una y otra vez “ay, diosito…” y “¡así, así!” mientras su cuerpo lentamente se cubría de una tenue capa de transpiración, su blonda melena, sus aretes de aro y sus tetas rebotando como locos, el pubis del chico produciendo música celestial cada vez que impacta contra sus glúteos. Cynthia, por su parte, tras un rato disfrutando del espectáculo que se montaron, su rostro muy cerca de la acción, gateó con los deliberados movimientos de una pantera hambrienta hasta encarar a Malillany para darse apasionados besos de lengua y ofrecerle sus pechos para que se los devore. Minutos después, la mexicana se acuesta boca arriba muy abierta de piernas frente a la Marín, y esta, entendiendo lo que esperaba de ella, se pone a comerse su coño con la misma hambre con la que antes se ensañó con sus ubres, haciendo que la morena emita toda clase de gemiditos suaves y melodiosos (la Urías, durante todo esto, también se sobaría sus montañas, jugaría con sus pezones y se lamería lasciva sus labios). Un largo rato después, la boca de Alex volvería al lugar que antes ocupara su pene (Malillany apretó sus nalgas, intentando aplastar su cara) para lubricarlo por unos cuantos minutos antes de volver a la carga con su poderosa estaca de placer con renovados bríos, haciéndola desgañitarse, repitiendo “¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ!” innúmeras veces contra el coño de la morena.
Tras esto, Alex volvería a darle el beso negro a la Marín (quien volvió a apretar sus nalgas en un intento por aplastar su rostro) mientras esta continuaba satisfaciendo oralmente a la Urías antes de hacerlas cambiar de posición.
Hizo a Malillany acostarse sobre el lado izquierdo de su cuerpo y él se acostó de la misma manera abrazado detrás de ella antes de proceder a tirársela vaginalmente. La capa de transpiración que cubría el cuerpo de la cubana se fue haciendo más gruesa mientras ella repetía una y otra vez “¡SÍ! ¡SÍ! ¡SÍ!”, “¡PUTA! ¡QUE RICO!” y “¡OH, DIOS MÍO! ¡ME LO HACES TAN BIEN!” con una voz quebrada que poco a poco perdía el control debido a las sensaciones que le producía el semental de doce años. Cynthia, tras un rato sentada admirando el show, para no perderse la diversión, se posicionó en cuatro patas de una forma que permitía a la Marín comerle los melones y masturbarla con su mano derecha, lo que hizo que llenara la sala de gemidos agudos y estridentes. Al ver esto, el niño aumentó el ritmo de sus embestidas a una velocidad increíble, de vez en cuando propinándole una sonora nalgada a la rubia. Luego de un tiempo así, la cubana acercó los dedos de su mano derecha a la boca de la mexicana para que esta probara sus propios jugos; después que esta se saboreara, gustosa, las dos mujeres compartieron besos largos, fogosos y profundos.
Cuando rompieron el beso, el chico se acostó boca arriba, su colosal miembro de nuevo elevándose por los aires como un obelisco, y la morena, dándole la espalda a su macho, se dedicó a subir y bajar por el mástil de carne, empalándose vaginalmente con innúmeros sentones, su melena, sus tetas y sus aretes de aro rebotando como locos, y llenando la sala entera con sus escandalosos gemidos. La rubia, tras unos minutos admirando acostada el espectáculo, se movió hasta sentarse en frente de su colega, sobre las piernas de Alex, y alternó entre estrujarle las chichas y comérselas al tiempo que la masturbaba con los dedos de su mano izquierda (su mano derecha cubriendo de caricias la perfecta espalda de la mexicana) y besarse larga y apasionadamente con su amiga mientras se abrazaban muy fuerte.
Luego de un largo rato en esta posición, Alex se mueve hasta hacer que Cynthia y él queden acostados sobre el lado izquierdo de sus cuerpos y continúa cepillándose con violencia a la diosa azteca. Malillany, al mismo tiempo, se posicionaría a sólo milímetros de la cara de la presentadora de TV y ofrecería su sexo a su colega, acostada boca arriba, jugando con sus propios pechos, y con las piernas lo más abiertas que podía, y esta lo aceptó, devorándolo famélica y cubriendo de caricias la cara interna de sus muslos, lo que haría a la cubana llenar el aire de innúmeros gemiditos agudos.
Mucho tiempo después, el niño, sin previo aviso, apartó a Cynthia de un empujón, avanzó hasta donde estaba Malillany, se pasó las piernas de la rubia por los hombros y procedió a tirársela con absoluta brutalidad. La cubana, alardeando de la increíble flexibilidad de su cuerpo, se dobló por la mitad hasta que sus piernas, muy rectas, quedaron casi aplastando sus pechos para darse apasionados besos de lengua con el semental de doce años al mismo tiempo que intentaba partirla en dos a punta de pollazos. La mexicana, para no quedar fuera de la diversión, puesta en cuatro patas a la derecha del dúo, se dedicó a amasar con sus manos las ubres de la Marín.
Después de muchos minutos, el niño movió a la rubia hasta que esta quedó apoyada sobre el costado izquierdo de su cuerpo, la pierna derecha alzada por los aires, tras lo cual volvió a la carga abrazado detrás de ella con renovados bríos, haciendo a la belleza caribeña proferir sin parar escandalosos jadeos y grititos tan agudos como breves, su cuerpo transpirando cada vez más y más, mordiéndose, coqueta, el labio inferior y cerrando sus ojos con expresión soñadora. La morena, mientras tanto, siguió ensañándose con las chichas de su compañera. Pero la yegua azteca, de pronto, hizo que el garañón de doce años sacara su gigantesco pene de la vagina de Malillany para darle una rabiosa mamada, con la cual su nariz quedaba aplastada contra el pubis de Alex y sus aretes de aro rebotaban como locos. Al mismo tiempo, él usó sus manos para atraer la boca de la Marín a la suya y trabarlas en un beso largo, profundo y apasionado. Una vez que la Urías terminó de dejar su masivo miembro perfectamente lubricado con una gruesa capa de reluciente y espesa saliva, volvieron a la posición anterior (él tirándose a la cubana mientras la mexicana juega con sus montañas) sólo para, eventualmente, volver a recibir una felación de la Urías mientras se besaba con la Marín. Estuvieron mucho tiempo alternando entre estas dos posiciones hasta que el joven dios del sexo decide que es hora de otro cambio…
El efebo se pasa las piernas de la cubana por los hombros y empieza a follársela frenéticamente mientras cubre de caricias sus perfectos muslos, haciendo que en el rostro de la belleza caribeña se dibuje una sonrisa de oreja a oreja al mismo tiempo que llena el aire de innúmeros gemiditos agudos, de vez en cuando estallando en carcajadas. La Urías, por su parte, puesta en cuatro patas, se ensaña con las tetas de su colega, devorándolas. Luego de un largo rato así, el niño sale de Malillany y le ofrece su colosal miembro a Cynthia para que le dé otra mamada fenomenal mientras él masturba a la Marín con los dedos de ambas manos. Después de esto, él volvería a follarse a la rubia mientras la morena se besa ardientemente con ella y le devora los melones. Luego de muchos minutos así, el jovencito hala de la azabachada melena de la mexicana para atraer su boca a la suya y compartir un largo, profundo y volcánico beso de lengua y un abrazo muy estrecho mientras continúa cepillándose a Malillany sin misericordia.
Cuando el efebo empieza a extrañar el coño de Cynthia, sale de la rubia y hace a la morena acostarse sobre el lado izquierdo de su cuerpo, la pierna derecha de ella alzada por los aires, antes de, abrazado detrás de la diosa azteca, darle duro hasta llenar la sala de incontables gritos de lujuria. Malillany, por su parte, se puso en cuatro patas de tal forma que podía intercambiar fogosos besos de lengua con Alex mientras masturbaba a su colega con los dedos de su mano izquierda. Tras unos minutos así, rompería el beso con el chico para trabar su boca con la de su amiga con idéntica hambre; las manos del jovencito estrujando, amasando y haciendo rebotar los pechos de la reina de la televisión mexicana como si no hubiese un mañana. Luego de un largo rato en esta posición, el niño saca su polla del coño de la Urías y se lo ofrece a la Marín, la cual gatea hasta situarse de forma que puede propinarle a esa portentosa estaca de carne otra rabiosa felación, su nariz siendo aplastada por el pubis del joven y sus aretes de aro rebotando como locos. Cynthia y Alex, por su parte, largamente se besarían con pasión antes de darse cuenta de que tenían justo al lado el fabuloso culazo del mujerón caribeño; una vez notado esto, la Urías cubriría la nalga derecha de besos, lamidas, chupadas y mordidas mientras el semental de doce años metía los dedos de su mano derecha por el ano de la rubia.
Cuando la cubana volvió a dejar la polla del efebo perfectamente lubricada con una gruesa capa de espesa y reluciente saliva, él volvió a la carga contra el coño de la mexicana al mismo tiempo que la Marín se movía hasta posicionarse, acostada sobre el lado derecho de su cuerpo, de forma que le permitiera besarse ardorosamente con su colega, masajearle los melones y devorárselos.
Pero, eventualmente, Alex vuelve a acostarse boca arriba para que Cynthia, de nuevo, cabalgue su polla dándole la espalda al mismo tiempo que Malillany se sienta en la cara del chico meneando sus caderas como cuando actuó en Aventurera y dándole la espalda, a la vez, a su amiga, para que se coma su coño, las manos de él acariciando las caderas de la rubia; la mexicana desgañitándose como una reina del porno y la cubana, sonriente, de vez en cuando murmurando comentarios como “ay, diosito” y “que bien se siente mi coño”. Tras un largo rato así, la morena se quitaría de la masiva verga del efebo y se pondría en cuatro patas, su espalda arqueada como la de una gata en celo y su trasero apuntando hacia el techo, para darle otra espectacular felación. Al poco tiempo, la Marín se movería del rostro del niño y gatearía con los movimientos de una leona acechando a su presa hasta ponerse en la misma posición que su socia para propinarle otra fenomenal mamada a dos bocas a su macho.
Bastante tiempo después, Alex les ordenó que se quedaran quietas, se arrodilló detrás del bellezón caribeño, su espalda todavía arqueada como la de una gata en celo y apuntando su culazo hacia arriba, para darle el beso negro (ella apretaría sus nalgas, intentando aplastarle la cara) en preparación para follársela analmente una vez más. Cuando se puso a penetrarla con un ritmo relativamente lento pero constante, sus manos aferradas a las caderas de ella, la cubana cerró los ojos con languidez y se mordisqueó, gustosa, el labio inferior, murmurando “mmm… mmm…” y meneando las caderas como cuando actuó en Aventurera. Pero el chico, más tarde, aumentó la velocidad de sus embestidas, haciendo que el cuerpo de la rubia se sacudiera violentamente hacia adelante y atrás, su melena, sus tetas y sus aretes de aro rebotando como locos, y que de su garganta saliera una sinfonía de gritos agudos y penetrantes, el pubis del efebo produciendo música celestial al impactar contra los glúteos. Cynthia, por su parte, puesta en cuatro patas, gateó con movimientos de tigresa al acecho hasta posicionarse a la izquierda de la pareja y admiró este show desde primera fila.
Después de dejar destrozada a punta de pollazos la cola de la Marín, Alex desenfundó su espada de placer del trasero de la cubana y se la ofreció a la mexicana, quien, de inmediato, se dedicó en cuerpo y alma a darle otra increíble felación, para, después, follarle las tetas a la morena. Para que la diosa caribeña no quedara fuera de la diversión, el niño metió el dedo índice de su mano derecha por el culo de la rubia y lo movió frenéticamente allí dentro. Una vez que terminó con las ubres del manjar azteca, volvió a follarse analmente a Malillany mientras Cynthia disfrutaba del espectáculo.
Luego de un largo rato así, parece que el efebo se da cuenta que todavía no le ha dado por el culo a la morenaza, así que saca su gigantesca polla de la cubana y hace a Cynthia ponerse en cuatro patas en el lugar que su socia había ocupado antes para también tirársela analmente a ella. La Marín, por su parte, sentada frente a su colega, se besaría apasionadamente y le sobaría las chichas a la Urías mientras la belleza azteca la masturba con su mano derecha. Tras un largo rato así, el bombón caribeño, sin previo aviso, se deja caer de espaldas, acostándose boca arriba y abriéndose de piernas lo más que puede, al mismo tiempo que tira de la azabachada melena de la otra mujer como si fueran las riendas de una yegua para que entierre su rostro en su coño y se lo devore. Luego de unos minutos, Cynthia sumaría a la acción el dedo índice de su mano derecha.
Durante toda la función, las famosas sentadas en los pupitres habían estado masturbándose frenéticamente: una mano estrujaba uno de sus pechos y frotaba un pezón, ya sea a través de la tela de sus ropas o hundida por su escote, mientras la otra, introducida en los jeans o levantada la minifalda, se ensañaba furiosa en el sexo. Sus cuerpos estaban empapados en sudor y se mordisqueaban y relamían sus labios carnosos en un intento por contener los inmensos deseos que tenían de unirse a los tres en la cama. Sin previo aviso, Ximena se puso de pie con un brinco y, dando un puñetazo en el aire, gritó, alegre, a todo pulmón, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro:
—¡SÍ! ¡DALE DURO A ESA PERRA!
Los tres en la cama se detuvieron y volvieron a verla al unísono, la sorpresa pintada en sus rostros; todas las otras mujeres los imitaron sólo unos segundos después. La sonrisa desapareció del rostro de Ximena, devorada por la vergüenza y unas grandes ganas de que se la tragara la tierra. De repente, todas las otras famosas estallaron en risas… pero era evidente que no eran de burla sino de compañerismo. El ánimo de la boliviana rápidamente mejoró, especialmente después de darse cuenta que Alex le dedicaba una tenue sonrisa de aprobación que la hizo sonrojarse, bajar la mirada con timidez y emitir una risita nerviosa.
Cuando las risas de las bellezas empezaron a morir, el tierno efebo volvió a la carga con la cubana y la mexicana, pronto recuperando su ritmo. La Herrera se sentó, todas las famosas volvieron a concentrarse en el trío en la cama y al poco tiempo fue como si esta interrupción nunca hubiese sucedido.
Después de mucho tiempo en esta posición, el semental de doce años sale de la mexicana y ordena a la rubia que se ponga en cuatro patas a la derecha de la morena, ambas arqueando sus espaldas como gatas en celo y apuntando sus pompas hacia arriba. Él, para prepararlas, le daría el beso negro a la Marín, primero, y a la Urías, después (ambas apretarían sus nalgas, intentando aplastar su angelical rostro), para, empezando con el hembrón azteca, follarse analmente por turnos a sus esclavas sexuales, haciéndolas proferir auténticos alaridos de lujuria al tiempo que las nalgueaba sin una pizca de misericordia; el pubis del chico produciendo música celestial cada vez que impactaba contra sus glúteos, sus tetas, melenas y aretes de aro rebotando como locos.
Luego de mucho tiempo dándoles a las dos, y acercándose el gran final, el efebo se puso de pie en la cama e hizo a sus perras ponerse de rodillas ante él para que le dieran una fenomenal mamada a dos bocas por tercera y última vez. Unos minutos después, él por fin se corrió; exceptuando la sonrisa que le dedicó a la actriz boliviana, el rostro del niño, durante todo el encuentro sólo había mostrado la serenidad más beatífica; su eyaculación sólo cambió que cerrara los párpados y tensara la mandíbula con algo más de fuerza que la habitual. Los largos y gruesos chorros de caliente, blanca y espesa paja que salieron disparados a toda velocidad de su colosal falo en una erupción que parecía no tener fin cubrieron de arriba abajo los rostros y los pechos de las diosas de la televisión mexicana, algunos hasta mezclándose con sus hermosas melenas. Sentir la leche hirviente estrellándose y untándose en sus pieles provocó que las putas rieran con enloquecidas carcajadas de lujuria.
Cuando terminaron de reír, Malillany volvió a ver a su público. Todas, con los ojos muy abiertos, jadeaban; sus ropas traspasadas por el sudor y los dedos de una de sus manos cubiertos con sus néctares. Con una media sonrisa y arqueando burlona una ceja, la Marín les habló con un tono de superioridad nada disimulado:
—Y hay OTRA ventaja de tener sexo con Alex… —pausa dramática—: La leche del niño es increíblemente fértil… —otra pausa dramática. Se empezó a frotar el vientre antes de continuar, bajando la voz, una inconfundible calidez colándose en esta—: Todavía no se nos nota, pero tanto Cynthia como yo estamos esperando los bebés de Alex… —una pausa dramática más. Añadió, un desafío evidente en su mirada y su voz—: ¿Alguna de ustedes ha deseado alguna vez tener un bebito tan hermoso como él?…
—¡AY! ¡POR FAVOR! —gritó Juliana Rodrigues, poniéndose de pie de un salto. Todas las miradas, sorprendidas, se dirigieron hacia ella—. ¡LO QUE PASA ES QUE USTEDES SON UNAS INÚTILES! —prosiguió con un tono de arrogancia absoluta, una sonrisa de oreja a oreja en sus labios.
Cuando terminó de gritar, la brasileña rubia se puso a quitarse las ropas con desesperación, como si le estorbaran; prendas fueron arrojadas con violencia en todas direcciones. Una vez completamente desnuda, la Rodrigues corrió hacia la cama, arrastró a la Marín y la arrojó al suelo para después, subiéndose a la cama, empujar a la Urías hasta hacerla caer del otro lado. Al golpearse contra el piso, salpicando el semen del niño, las dos estrellas de la TV soltaron sendas carcajadas de diversión.
Se puso en cuatro patas en la cama y le ofreció su ano al pequeño dios del sexo al rebotar las pompas como si estuviese bailando samba.
—¡VEAMOS COMO LE VA A ESTE MOCOSO CON UNA HEMBRA DE VERDAD! ¡LES A-SE-GU-RO QUE NO VA A PODER CON MI CULO!
Tras una brevísima pausa, Alex se agarró a las caderas de la yegua brasileña, presionó la punta de su glande contra el esfínter de la mujer y empezó a trabajársela. En menos de medio minuto, la sonrisa de arrogancia de la Rodrigues se transformó en una boca abierta de par en par de la que salía un interminable alarido tanto de dolor como de lujuria. Al ver como los alardes de la reina del carnaval brasilero quedaban en nada, las otras famosas sentadas en los pupitres soltaron sendas carcajadas, se relajaron y se dispusieron a disfrutar del show tal como habían disfrutado del de Malillany y Cynthia. Las susodichas se pusieron de pie, caminaron hacia un par de sillas plegables de metal puestas muy juntas que habían dejado del otro lado de la cama y se sentaron en estas porque también deseaban gozar del espectáculo.
Alex salió del ano de la diosa de oro sudamericana y, después de llenar de semen su estómago y su fértil útero y de cubrir con una gruesa capa de espesa y blanquísima leche su cara, sus tetas, su espalda y sus glúteos, volvió a trabajarle el culo con absoluta brutalidad al mismo tiempo que cubría el imponente trasero brasileño de nalgadas ensordecedoras, su pubis produciendo música celestial al estamparse contra la pompas, las cuales ella meneaba como si estuviese bailando samba, y Juliana juraba con gemidos penetrantes una y otra vez en portugués que sería su puta anal por el resto de su vida. El semental de doce años volvió a eyacular, sacando un último y desgarrador alarido de lujuria de la garganta de la rubia. Al salir de ella, la Rodrigues se derrumbó, totalmente agotada y jadeante, y gruesos chorros de la semilla del niño empezaron a salir goteando con lentitud de su dilatado esfínter.
—Ejem… ejem… —alguien hizo como que se aclaraba la garganta, atrayendo las miradas de Alex y de todas las mujeres en los pupitres.
Era Ninel Conde.
Con la lentitud y elegancia de una femme fatale del Hollywood clásico, su sonrisa y su mirada diabólicas, el Bombón Asesino se puso de pie y avanzó contoneando sus caderas con erotismo indescriptible hasta llegar junto a la cama. Una vez allí, con voz dominante y arrogancia absoluta, ordenó a Alex que se sentara en el borde de esta. El angelito rubio de ojos verdes, como el niño bueno que era, la obedeció sin chistar. Estuvieron largo rato viéndose el uno al otro a los ojos, él, tranquilo, hacia arriba y ella, sin dejar de sonreír, hacia abajo, antes que Ninel dijera, una malevolencia fenomenal en su voz:
—Parece que me va a tocar a mi demostrar quién es la que manda.
En cuanto pronunció esas palabras, llevó sus manos a su escote y se sacó sus gigantescos pechos operados para que todos los vieran, tras lo cual, con un solo movimiento fluido y preciso, como si hubiese hecho esto miles de veces antes, se arrodilló ante el masivo falo del niño. Una vez en esta posición, usó las manos para separarse las siliconas y enterrar entre estas la descomunal estaca de carne de Alex para después moverse de arriba abajo por esta, su sonrisa arrogante nunca dejando sus labios.
Pero, después de un largo rato así, el chico seguía perfectamente tranquilo, mas la Reina de las Cirugías Plásticas gruñía y mostraba los dientes apretados en una mueca, el sudor acumulándose en su ceja, una concentración mortal en sus ojos al mismo tiempo que sus ubres trabajaban esa hombría desproporcionada con cada vez más velocidad y desesperación. “¡¿Es que nunca va a correrse?!”, pensó tan agobiada como incrédula.
Sin previo aviso, Alex le agarró el moño de su cabello y, con un solo movimiento, sacó su polla de entre sus montañas de plástico y la hundió hasta el fondo de su garganta. Todas las mujeres sentadas en los pupitres rieron a carcajadas al ver esto. La Conde abrió los ojos grandes como platos y agitó sus brazos como enloquecidos, sin saber qué hacer, sólo pudiendo emitir asfixiados sonidos de “grkkkkk… grkkkkk… grkkkkk…” mientras le follaban la boca.
Al igual que a Juliana, a Ninel le dieron duro hasta dejarla reducida a una sumisa putita hambrienta de la polla y sedienta de la leche de Alex.
Después de dejar la espalda y los glúteos de la yegua de plástico cubiertos con su paja, la cual también salía goteando lentamente de la vagina y del dilatado ano de la “cantante”, ellos volvieron a su posición original: ella poniéndose el majestuoso falo entre sus enormes globos de silicona para hacerlo correrse. Sólo que, en esta ocasión, le imploraba una y otra vez entre penetrantes chillidos agudos, desesperada y sin ninguna clase de dignidad, su rostro un mohín de niña buena y obediente, que le diera su enésima eyaculación; sólo que, ahora, sobre su cara y sus pechos.
Juliana, que ya se había recuperado de sus descomunales orgasmos, disfrutaba, su cabeza sobresaliendo desde el borde de la cama, del espectáculo, fascinación en sus ojos y una lánguida sonrisa de oreja a oreja en sus labios. Malillany y Cynthia, también sonrientes, limpiaban con sus bocas la una el semen que cubría el rostro y los pechos de la otra, el show en la cama olvidado por ellas.
Tras un largo rato consintiendo el masivo pene como sólo una mujerzuela mexicana siliconada podría hacerlo, Ninel finalmente hizo estallar a Alex, su cara y sus chichas terminando cubiertas con una gruesa, espesa, blanquísima e hirviente capa de leche. Una vez obtenida su recompensa, la Conde se derrumbó de lado en el piso, jadeante y totalmente exhausta. El niño en ningún momento dejó de estar perfectamente sereno.
Luego de una pausa un tanto larga, en la que nadie más se paró en desafío, Alex se puso a recorrer las hileras de pupitres con la mirada. Las sonrisas desaparecieron de inmediato de los rostros de todas las mujeres sentadas en estos, las cuales fracasaron en sus intentos por no removerse inquietas y no apartar la mirada, emocionadas por la posibilidad de ser la siguiente, pero, al mismo tiempo, intimidadas y nerviosas.
Después de un rato, Alex se decidió. Se puso de pie y caminó hasta el pupitre donde estaba Georgina Holguín, su majestuoso pene meciéndose de un lado a otro de una forma imponente. Le ofreció una mano y ella la tomó, parándose y dejándose guiar hasta el lado de la cama como una niñita asustada. Una vez allí, le ordenó en voz baja que se desnudara por completo y ella, sumisa y en silencio, obedeció. Después le ordenó que se acostara boca arriba en la cama y, una vez que ella lo hizo, él se posicionó encima de ella, le separó las piernas lo más que pudo y procedió a tirársela con una brutalidad indescriptible al mismo tiempo que su angelical carita no revelaba ninguna emoción.
De la garganta de la Holguín salía una interminable sinfonía de alaridos de lujuria. Juliana y Ninel, quien ya se había recuperado de su descomunal último orgasmo, cada una a un lado de la pareja, disfrutaban del show desde primera fila, sus labios curvados en sonrisas traviesas. Cynthia y Malillany trababan sus bocas en voraces besos donde cada una hundía la lengua lo más profundo que podía en la garganta de la otra; una mano estrujando con violencia los perfectos senos y los imponentes glúteos de su amiga, la otra moviéndose frenéticamente en el sexo de su colega.
Ana Laura Chamorro contemplaba el espectáculo desde su pupitre, relamiéndose los labios, sus manos trabajando con desesperación su propio cuerpo, una en un pecho y la otra en su coño, cuando se detuvo porque notó algo extraño. Se dio cuenta que Galilea Montijo y Mayrín Villanueva, en lugar de admirar las proezas de Alex, se cuchicheaban secretos entre risitas y no sólo eso, sino que ya llevaba un buen rato escuchando sus murmullos.
La paraguaya no tuvo tiempo para pensar más porque la Montijo, de repente, se paró como impulsada por un resorte.
—¡Muy bien! —proclamó, dramática, casi gritando, una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Alex, Malillany y Cynthia se detuvieron y todos en la sala se volvieron a verla—. ¡Si ninguna de nosotras puede sola contigo!… —pausa dramática; una sonriente Mayrín aprovechó para también ponerse de pie, con tranquilidad—. ¡ENTONCES VEAMOS COMO TE VA CON TODAS NOSOTRAS AL MISMO TIEMPO! —gritó eufórica.
Galilea y Mayrín empezaron a desvestirse desesperadas, como si la ropa les estorbara. Todas estallaron en carcajadas de diversión, excepto Alex, Georgina, Malillany y Cynthia, que tan sólo volvieron a sus faenas como si no hubiesen sido interrumpidos.
Una vez completamente desnudas, la Montijo y la Villanueva corrieron y se lanzaron sobre la pareja en la cama como un par de fieras famélicas. Sólo unos segundos después, Juliana y Ninel las imitaron, seguidas al poco tiempo por las famosas que aún estaban sentadas en los pupitres. La Marín y la Urías serían las últimas en unírseles.
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Y así fue como la conferencia degeneró en una orgía donde no se respetó ningún tabú.
A pesar de ser once contra uno, Alex no tuvo ningún problema en domar a la yeguada completa al mismo tiempo hasta dejarlas convertidas a todas en jacas sumisas y obedientes. Estuvo dándoles con ferocidad por horas y horas enteras mas, sin embargo, el niño permaneció tan fresco como una lechuga.
Les produjo a las mujeres incontables orgasmos, cubriendo sus rostros, pechos, espaldas y glúteos con su leche y también llenó con eyaculaciones que parecían no tener fin sus vaginas, bocas y anos. Desde la primera hasta la última vez que se corrió, sus descargas fueron blanquísimas e increíblemente generosas, espesas y calientes. Las famosas que no entraron en la sala embarazadas, salieron llevando en sus vientres los bebés de Alex.
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Muchas horas después, las estrellas dormitaban por toda la sala, recuperando sus energías, sonriendo en sus sueños.
Ivonne Soto, Ana Laura Chamorro y Amanda Rosa estaban en la cama, enredadas entre sí y con el revoltijo de sábanas, pero el resto estaba acostado por todo el piso, tiradas de cualquier manera, el semen aun cubriendo sus cuerpos y saliendo lentamente de sus vaginas, anos y las comisuras de sus labios.
—Señorita Marín… señorita Marín… —escuchó Malillany que la llamaban en voz baja en inglés al mismo tiempo que una mano le acariciaba cariñosa su dorada melena.
Lenta y perezosa, la cubana entreabrió los ojos. Era Alex puesto en cuclillas: se había vestido, parecía tranquilo como si nada hubiese pasado y una sonrisa tenue curvaba sus labios.
A pesar de haber hablado con suavidad, el resto de las mujeres empezó a despertarse y moverse, sin dejar de sonreír, para espiar el intercambio.
—Tengo que irme. Ya es muy tarde. Mis padres deben de estar preocupados —continuó diciendo en su lengua madre.
—Sí, claro —fue todo cuanto comentó, en un inglés con un acento muy grueso.
Alex se puso de pie, se dio media vuelta y empezó a alejarse. Las miradas de todas las mujeres se posaron en el culito del niño; no hubo ni una sola de ellas que no se relamiera los labios mientras admiraba esa cosita deliciosa.
Cuando la puerta por la que había entrado horas atrás se cerró detrás de él y finalmente abandonó la sala, Malillany exclamó con un suspiro:
—Oh, Dios… creo que estoy enamorada…
—¡Ponte en la fila! —respondieron todas las demás mujeres al mismo tiempo en un alegre coro de risitas.
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Antes que las vacaciones de la familia de Alex terminaran y él tuviese que dejar la capital mexicana, las famosas lo “presentaron” a algunas conocidas suyas más, como Inés Sainz, Marián Cantú, la actriz venezolana Marjorie de Sousa, Mónica Noguera y Pilar Montenegro, todas las cuales terminaron con los hijos del chico en sus vientres.
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MUCHO TIEMPO DESPUÉS…
Luego de dar a luz al primero de los muchos bebés que tendría con Alex, haberse recuperado del parto y recobrar su imponente silueta, Ana Laura Chamorro viajó a Miami. Allí trabó amistad con los padres del dulce efebo y los convenció de pasar unas vacaciones en Buenos Aires.
Ella conservaba ciertos contactos en la República Argentina tras una gira por ese país que hizo años atrás.
Una vez en la capital de esa nación sudamericana, la Chamorro organizó una conferencia muy similar a la que organizaron Malillany y Cynthia… sólo que a esta asistieron famosas como Belén Francese, Estefanía Bacca, Jessica Cirio, Valeria Degenaro, Vicky Xipolitakis, Virginia Gallardo y Wanda Nara… entre otras…
Dicha conferencia tuvo idénticas consecuencias a la realizada en la capital mexicana. Después de esta, el niño se convirtió en una genuina leyenda viviente, su nombre corriendo en secreto de boca en boca y de país en país entre las latinas del medio del espectáculo, y fue buscado por famosas de toda Latinoamérica (desde las actrices colombianas Angie Cepeda y Sara Corrales, pasando por la cantante brasilera Anitta, la actriz mexicana Blanca Soto y la presentadora de televisión venezolana Chiquinquirá Delgado, hasta la Miss Universo Sheynis Palacios), a veces varias al mismo tiempo, que deseaban tanto ser domadas por un auténtico dios del sexo como quedar embarazadas con los que seguramente serían los bebés más hermosos del mundo… pero esas son historias para otro día…
FIN
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