El secreto de Irina Shayk | By : El8Culpable Category: Spanish > Celebrity Views: 508 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
Disclaimer: Esta es una obra de ficción. NO sucedió fuera de la imaginación del autor. Su único personaje real es la famosa que aparece en este, a la cual no conozco personalmente. No he ganado ni un puto centavo con la escritura de esta historia. |
Prefacio: Pues… aquí estamos…
En el prefacio de mi relato “¡El Mejor Regalo de Cumpleaños!” avisé que, si lograba recuperar el resto de las historias que subí a un sitio web dedicado exclusivamente a relatos eróticos protagonizados por famosas (que no voy a poner su nombre aquí), consideraría subirlos a AFF. Pues he recuperado todos los relatos que me faltaban y decidido subirlos a esta santa casa.
Como ya expliqué en el prefacio de ese otro relato, mis historias eran tremendamente repetitivas, así que, para no aburrir a los lectores, he decidido subir una historia al mes, en la misma fecha en la que ha sido publicada esta, para no limitarme a simplemente bombardearlos con más de lo mismo y darles tiempo para que se refresquen para la siguiente historia.
Como con “¡El Mejor Regalo de Cumpleaños!”, a esta historia le he hecho una serie de modificaciones que espero que la hagan más disfrutable. Y, al igual que con ese otro cuento, no lo incluyo en la categoría “AFFO” porque, si ustedes la buscan, pueden encontrar la versión original en otras partes de internet.
Este relato fue publicado originalmente en enero de 2017 y se inspiraba en las recientes (en aquella época) noticias acerca del embarazo de la supermodelo rusa Irina Shayk.
Este relato está ambientado en Estados Unidos, un país que no he visitado (de hecho, nunca he salido de mi país natal). Espero que este hecho explique todas las imprecisiones acerca de cómo son las cosas en EE.UU. que pueda contener la historia.
Pero como creo que ya deben estar hartos de tanta pendejada… ¡pasemos a la historia!
BOSTON, MASSACHUSETTS
La mañana que Christopher cumplió 14 años, él despertó repentinamente cuando sintió una presencia en su cuarto. La noche anterior había estado viendo películas de terror e, irracionalmente, pensó que tal vez un asesino serial se había metido en la casa. Pero lo que comenzó como un terror absurdo y exagerado se convirtió instantáneamente en absoluta irritación cuando vio quien era la atractiva pelirroja responsable de despertarlo: su hermana mayor, Amanda.
—¿Qué putas estás haciendo en mi cuarto? —interrogó furioso.
—Admiro la coleccioncita que tienes aquí —respondió ella con voz divertida y una sonrisa traviesa mientras, con un movimiento de su cabeza, apuntaba a uno de los muros de su habitación.
El rostro de Christopher se puso tan rojo como un tomate cuando vio de qué estaba hablando su hermana: el muro que había cubierto con pósteres que había comprado en Internet de la supermodelo rusa Irina Shayk.
—¡¿QUÉ?! ¡¿ACASO MIS PÓSTERES TIENEN ALGO DE MALO?! —prácticamente gritó, a la defensiva.
Ella, sin dejar de sonreír, se acercó más a su cama y le dijo, con voz calmada:
—Nada, en lo absoluto. Sólo estaba pensando que ella se ve mucho más bella en persona.
—¿Entraste por alguna razón en especial o sólo fue para hacerme perder el tiempo? —le espetó, ansioso porque se largara de su habitación lo antes posible.
Haciéndose la ofendida, Amanda dijo con voz melosa:
—Chris, ¿cuándo te he hecho perder el tiempo?
Ante la mirada asesina que le gritaba “¡MUCHAS VECES!”, Amanda sólo mostró sus dientes en una sonrisa de oreja a oreja y dijo:
—Vine a despertarte para que desayunaras y te vistieras como una persona decente. Le dije a mamá que íbamos a salir a celebrar tu maldito cumpleaños y eso es lo que vamos a hacer.
Después de decir eso, ella simplemente se dio media vuelta y salió del cuarto tarareando. Él suspiró ruidosamente, molesto y deprimido a partes iguales, y se quitó la sábana de encima para levantarse de la cama. Mientras bajaba por la escalera para ir a desayunar, de repente, tuvo el extraño presentimiento de que su hermana había dicho algo raro, aunque no podía recordar que era.
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Christopher, con el rostro entristecido, volvió a ver a su hermana. Ella le devolvió la mirada y después volvió a ver a la calle, para seguir conduciendo con esa sonrisa que, desgraciadamente, él conocía demasiado bien. Él suspiró, lleno de frustración, y dijo:
—Vamos, dime cual es el truco —se quejó.
—No hay ningún truco. Lo juro —dijo juguetonamente.
—Volvamos a casa, no me gustan estos chistecitos tuyos.
—¡No, lo siento, no podemos! —exclamó alegremente—; además, este no es uno de mis “chistecitos”. No sé de qué estás hablando: yo nunca hago “chistecitos”…
Christopher gruñó, exasperado. Su hermana, que cursaba el tercer año de la universidad en esos momentos, era muy aficionada a hacer esa clase de bromas pesadas, especialmente durante efemérides y, precisamente, cumpleaños para amplificar el efecto.
Después de un rato, para romper el silencio, exigió:
—Dime de nuevo como la conociste.
—Ya te lo dije: esa noche había ido a aquella discoteca y, en la pista de baile, de pronto vi a esta preciosa chica y me dieron ganas de saber quién era. Me acerqué a ella, charlamos un poco y conectamos casi de inmediato. Intercambiamos números de celular y ahora, cada vez que pasa por Boston, nos reunimos y salimos juntas —explicó, sin perder su característica sonrisa.
Christopher frunció el seño y convirtió sus ojos en dos ranuras muy estrechas antes de decir:
—Entonces, ¿por coincidencia estabas en la misma discoteca que una de las supermodelos más famosas del mundo, simplemente te acercaste a ella y se hicieron amigas en un parpadeo?… —expresó en un tono de voz que aullaba “¡MENTIROSA!” a todo pulmón. Después de una breve pausa, añadió—: ¡Eso suena TAAAAAN factible! —con la mayor cantidad de sarcasmo que pudo imprimirle a esa declaración.
—Mira, Sr. Escéptico: puedes creerme o no. Pero será mejor que vayas cambiando esa actitud porque, cuando recordé que tenías todos esos pósteres en tu cuarto, le pregunté a Irina se podías conocerla como regalo de cumpleaños pensando que eras fan de ella y no quiero que des una mala impresión —replicó, impertérrita.
Christopher echó su cabeza hacia atrás en el asiento del auto y cerró los ojos. ¿Realmente iba a conocer a Irina Shayk? Por supuesto que esperaba que sí. Sólo por esa razón se había dejado convencer para ponerse el disfraz de sepulturero que su mamá lo obligaba a usar los domingos para ir a la iglesia. Irina Shayk, para él, no sólo era la mujer más bella en alguna vez haber posado para la Sports Illustrated Swimsuit Edition (lo cual ya es mucho decir, porque esa revista siempre ha estado llena con las mujeres más bellas) sino que es la mujer más bella en alguna vez haber existido. Gracias a ella había descubierto que era heterosexual, la masturbación y el porno. Cada vez que veía una película porno, imaginaba que Irina Shayk y él eran los protagonistas; cuando veía un trío MFF, era él teniendo sexo con dos Irinas. Pasaba horas y horas cada día en internet buscando nuevas fotos y videos de ella, así como comprando cualquier cosa relacionada con la modelo.
Un bulto empezó a formarse en sus pantalones…
Él, enojado, negó con la cabeza. “¡Por favor!”, se dijo, “¡esta es sólo otra farsa de Amanda!” Tenía una idea de por dónde iban a ir los tiros. Todos pensaban que él era gay porque era un chico con una apariencia bellamente femenina: cuerpo de bailarina de ballet, cabello de color rubio pálido, tez de porcelana blanquísima, rostro de muñequita china, con una boca y una nariz chiquititas y ojos grandes, rasgados y azules. Hasta sus manos eran pequeñas y gráciles como las de una mujer. Él juró que si la broma de Amanda tenía algo que ver con su supuesta homosexualidad nunca más iba a considerarla su hermana.
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El auto de Amanda se detuvo en el estacionamiento de uno de los más exclusivos hoteles de cinco estrellas de Boston.
—¿Estás listo? —le dijo con una enorme sonrisa en su rostro.
A duras penas pudo decir “sí” en voz muy baja; su garganta estaba seca y temblaba de pies a cabeza. A pesar de todo esto, logró salir del vehículo y, siempre andando detrás de su hermana, entró en el edificio y, tras una breve verificación con el personal del hotel, en el elevador. Se inclinó contra una de las paredes del elevador y contuvo el aliento. Aunque sabía perfectamente que su hermana no escatimaba en gastos a la hora de sus bromas, esto sería demasiado costoso hasta para ella. Empezaba a creer que la cosa iba en serio.
Cuando el elevador se detuvo, su corazón casi se le salió del pecho. “¿Vas a quedarte ahí dentro?”, escuchó que decía una voz. Volvió a ver y todavía tardó unos instantes en reconocer a su hermana sonriendo burlonamente y darse cuenta que ya había salido al pasillo fuera del elevador. Apresuradamente salió de este y, una vez fuera, volvió a caminar detrás de su hermana. Avanzaron hasta que, finalmente, se detuvieron frente a una puerta.
Antes de tocar, su hermana se giró hacia él y le dijo:
—Prepárate: no quiero que vomites, ni te desmayes ni hagas ninguna otra cosa estúpida.
Él sólo pudo asentir.
Amanda tocó. Más tarde, Christopher no podría recordar la puerta abrirse ni el entrar en la lujosa suite. Sólo recordaría que, en un instante, estaba en el pasillo frente a la puerta de una de las suites más exclusivas del hotel y, al siguiente, estaba dentro de dicha suite frente a la mujer de sus sueños: Irina Shayk.
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Irina llevaba puesto un vestido diminuto, ceñidísimo y muy provocativo, de color rojo intenso sin mangas, con un escote de vértigo y una minifalda tan corta que un milímetro menos y habría enseñado sus partes íntimas. Sus pies estaban enfundados en unos zapatos rojos de tacones altísimos y sus largas uñas estaban pintadas en rojo. Llevaba su cabellera castaña oscura atada en una cola de caballo y una sonrisa curvaba sus característicos labios carnosos pintados del mismo tono rojo intenso de su vestido, sus uñas y sus zapatos.
Él estuvo lo que sintió que fueron siglos contemplando a la belleza frente a él con mudo asombro. Fue traído de regreso a la realidad por su hermana diciendo intempestivamente:
—¡Wow! ¡No me había dado cuenta de la hora que es! ¡Se me estaba olvidando que tengo otro compromiso en otra parte de la ciudad! ¡Muy bien, diviértanse! ¡Regreso más tarde!
Y se fue en un parpadeo.
Christopher se atragantó, en pánico. No sabía porque pero, por primera vez en su vida, no quería que su hermana lo dejara solo (lo cual era irónico, porque siempre había deseado estar a solas con Irina Shayk); no obstante, las palabras no salieron de su garganta. Dominado por el nerviosismo y el miedo, volvió a ver a Irina. Ella seguía sonriendo.
—¿O sea que tú eres el pequeño Christopher? —dijo ella con su sensual voz, aun sonriendo, dando un paso hacia él.
Christopher sólo bajó la mirada, se sonrojó intensamente y asintió con la cabeza sin decir una palabra mientras retrocedía un paso. Le gustó que Irina Shayk lo llamara por su nombre completo; odiaba cuando la gente acortaba su nombre.
—Amanda me ha contado tantas cosas sobre ti… —dando otro paso adelante.
Eso lo asustó: ojalá que su hermana no hubiese dicho ninguna estupidez. Él dio otro paso hacia atrás.
—¿No tienes nada que decirme? Por lo menos mírame a la cara —dijo con coquetería, mientras daba otro paso adelante.
Él dio otro paso hacia atrás. “¡Rápido, idiota!”, pensó el muchacho, “¡responde algo!” Él no se atrevía a subir la mirada porque temía que sus ojos no iban a pasar del escote de Irina.
—¡Oh, ya entiendo!: ¡Eres un chico tímido! —exclamó con una breve carcajada mientras daba otro paso hacia él.
Que le dijeran “tímido” con esa risa fue como una puñalada en el corazón. Debía de estar dando una impresión patética. ¿Pero por qué demonios no se le ocurría nada para decir? Claro, todas las veces que había imaginado que Irina Shayk y él se conocían, hacían de todo menos hablar. Retrocedió otro paso.
De repente, Irina dijo con una sonrisa:
—Pues, yo sé cuál es la cura perfecta para la timidez.
Antes que Christopher pudiera reaccionar, o darse cuenta siquiera, tenía a la supermodelo encima de él.
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Christopher no tenía idea de porque la supermodelo más bella del mundo querría tener sexo con él… no obstante, él no era de los que le buscan el colmillo al caballo regalado.
Después de unos primeros instantes en los que se besaron apasionadamente e Irina dejó que le manosearan el culo y las tetas, ella le dijo que quería que él la nalgueara.
Juguetonamente y con una sonrisa de oreja a oreja, Irina tumbó a Christopher de un empujón en un sillón cercano y, después de hacerlo, se acostó boca abajo a través de su regazo. Ella se recogió su minifalda, dejando sus nalgas expuestas y revelando que no llevaba ropa interior. Christopher, que no necesitaba que le dijeran las cosas dos veces, alzó su mano derecha y la dejó caer sobre una de las perfectas nalgas de Irina. La melodiosa música de una nalgada se oyó por toda la suite y una sonriente Irina chilló un juguetón “¡ouch!” Extasiado por la sensación del firme glúteo bajo su mano y los sonidos, Christopher procedió a bajar y subir su mano derecha contra ambas nalgas, emborrachándose con los exquisitos sonidos mientras su mano izquierda exploraba la perfecta espalda de Irina. Nalgueó a Irina hasta dejar sus glúteos teñidos de un delicioso tono carmín intenso e irradiando una agradable calidez. Cada tantas nalgadas, Christopher se detenía y procedía a morder, chupar, lamer y besar los cachetes con su boca, así como acariciarlos, exprimirlos y jugar a juntarlos y separarlos con sus manos. La erección de Christopher parecía estar a punto de reventar sus ropas y el coñito de Irina estaban dejando empapados sus pantalones.
Cuando empezaron a aburrirse del juego de las nalgadas, Christopher le confesó a Irina que estaba obsesionado con sus tetas, que pensaba que tenía las tetas más perfectas de todo el mundo y le suplicó que se las diera.
Ella cumplió sus deseos. Poniéndose de pie, se bajó las exiguas tiras de tela que mantenían el top de su vestido en su lugar, revelando que tampoco tenía puesto sostén. Irina tenía unos perfectos senos naturales, con una agradable caída y unos pezoncitos deliciosos. Ella se sentó sobre la erección de Christopher, dura como el acero y atrapada dentro de sus pantalones. Tomó al muchacho por su nuca y su cuello y estrelló su rostro contra sus tetas, procediendo a darle pecho. Ella tomó sus manos y las llevó a su coñito, haciendo que los suaves dedos de Christopher se movieran vigorosamente dentro de su empapada vagina. La boca del adolescente pasaba de jugar con sus pechugas, besándolas, chupándolas, mordiéndolas, lamiéndolas y usando su lengua, labios y dientes para retorcer sus pezones y tirar de ellos, a besarla en la boca (el uno introducía su lengua profunda y apasionadamente en la boca del otro, hasta producirse entre sí la sensación de que se estaban incendiando) y viceversa. Irina no paraba de suspirar, jadear y gemir por el placer y la satisfacción que le estaban produciendo los besos de Christopher, así como sus dedos en su coño y su boca en sus tetas.
Muy pronto, los dedos del muchacho quedaron cubiertos con los jugos del primer orgasmo de la rusa… pero esto no era suficiente para ella…
La supermodelo no había parado de pensar en la erección de Christopher, estando aplastada bajo sus nalgas, y ahora quería descubrir cuál era su sabor. Irina le dijo qué deseaba que hicieran ahora y él, claro, no la rechazó.
Una sonriente Irina Shayk se puso de rodillas frente a Christopher, aun sentado en el sillón, y manipuló su cinturón y el zíper de su pantalón para liberar su polla y sus testículos. Pero, cuando vio lo que saltó como un resorte, casi impactando contra su rostro, no pudo sino quedar boquiabierta de la sorpresa. Ella volvió a ver a Christopher y él le sonrió de una forma, a la vez, lánguida, traviesa y arrogante. A pesar de su apariencia tan femenina, Christopher podía estar orgulloso de tener la polla de un auténtico macho: muy larga, gruesa y dura como el acero. Una vez recuperada de la sorpresa, Irina soltó una breve carcajada y, aun sonriendo, se metió la polla en la boca. Él echó la cabeza hacia atrás por las increíbles sensaciones que empezó a experimentar, cerró los ojos, comenzó a relamerse, jadear y gruñir de placer y satisfacción y su cuerpo se cubrió de una tenue capa de transpiración. Irina, como no podía ser de otra forma con unos labios como los suyos, era una experta en felaciones y adoraba la sensación de una polla grande y dura entrando y saliendo de su boca, así como el sabor del semen y el fluido preseminal. Ella sabía usar sus labios, su lengua y sus dientes para dar a su pareja un placer supremo. La famosa se metía y sacaba la polla entera de Christopher de la boca ya sea lentamente, ya sea a una velocidad vertiginosa, usando un poder de succión similar al de una aspiradora… La rusa dibujó círculos con su lengua, sus dientes y sus labios alrededor del glande…. Recorrió la longitud entera de esta increíble polla con la punta de su lengua… Lo masturbó enérgicamente con sus manos mientras se la chupaba… Se metía las bolas de Christopher en su boca, las chupaba y tiraba de ellas… y, mientras hacía todo esto, emitía toda clase de escandalosos sonidos obscenos que hacían todo el proceso aún más maravilloso.
El muchacho hundía sus uñas profundamente en los brazos del sillón. Christopher logró reunir la fuerza de voluntad para abrir los ojos y ver a Irina mientras se la chupaba. Al muchacho siempre le había parecido curioso que la supermodelo tuviese un hoyuelo pero sólo en la mejilla derecha. Le produjo una satisfacción que no podía explicar el que ese hoyuelo se le formase mientras le mamaba el pene, el cual estaba reluciente de saliva.
Irina volvió a quedar asombrada. Christopher le había obsequiado una generosa ración de sus riquísimos líquidos preseminales, pero ella ya había usado con él todos sus trucos orales y aun no lo había hecho eyacular. ¡Nunca había conocido a un hombre capaz de resistir su boca!
Estaba a punto de tirar la toalla cuando Christopher la salvó. Sacó su polla de su boca y se puso de pie. La ayudó a hacer lo mismo y, en cuanto estuvo parada, la besó apasionadamente, en un intento desesperado por descubrir el sabor de su propio pene. Una vez que terminaron de besarse, él le dijo que también estaba obsesionado con su culo, que también pensaba que tenía el mejor culo del mundo y que, por favor, también se lo diera.
Ella también cumplió con ese deseo del muchacho. Tal vez su cola tuviese éxito donde su boca había fallado.
Irina se puso en cuatro patas en el piso frente a él, su espalda arqueada y sus pompas aputando hacia el cielo, y sacudió el trasero de una forma muy traviesa y provocativa, desafiándolo a tirársela por el ano. Él se puso de rodillas tras ella, entre sus separadas piernas, puso sus manos en las caderas de la rusa y procedió a hundir y sacar su polla por el culo de Irina de la forma más salvaje y frenética posible. La supermodelo empezó a jadear y suspirar, gemir y gruñir. Él, por su parte, se la pasaba murmurando y jadeando cumplidos sobre lo perfecto que era su culo y lo increíble que se sentía follárselo. Ella no era ajena al sexo anal y podía decir sin ninguna duda que esta era la mejor cosa en haberle entrado alguna vez por atrás. Christopher estuvo varios minutos follándose la retaguardia de la famosa con ferocidad casi animal. Irina se balanceaba de atrás para adelante con cada una de las poderosas embestidas del jovencito y sus tetas rebotaban de una forma simplemente maravillosa mientras las bolas del adolescente impactaban contra su vagina y el pubis del chico producía una música maravillosa cuando se estrellaba contra sus nalgas. Después de eso, él movió su mano derecha de la cadera sobre la que estaba posaba y se la ofreció a Irina para que le chupara los dedos. Ella, con una sonrisa en el rostro, no rechazó la oferta del muchacho e hizo toda clase de ruiditos obscenos mientras se los chupaba. Christopher movió ambas de sus manos a los pechos de Irina, apretándolos, exprimiéndolos y retorciendo sus pezones enérgicamente, mientras se estiraba sobre su espalda buscando su boca para besarla. Irina, sintiendo los movimientos de Christopher y adivinando su intención, echó su cabeza hacia atrás e hizo su rostro hacia un lado, permitiendo que sus bocas se encontraran para darse un apasionado beso de lengua. La combinación de la polla de Christopher entrando y saliendo de su culo y sus manos sobándole las tetas finalmente hizo que la rusa alcanzara un orgasmo más.
Irina ya no estaba decepcionada porque no pudiese hacer que el muchacho se corriera. Al contrario, si resultaba que este chico virgen tardaba una eternidad en correrse, iba a sacarle todo el provecho que pudiera.
Ella lo hizo detenerse y sentarse en el sillón otra vez. Con su espléndida estaca de placer apuntando hacia el cielo, Irina se sentó sobre esta, dejando que se hundiera en su coño, pues ya era hora de ver qué clase de maravillas podía hacer por ese agujero. Ella se movía de arriba abajo por su polla, sentándose y saltando sobre esta una y otra y otra vez, de la misma forma frenética y salvaje en la que el jovencito se había follado su culo. La suite fue inundada por los sonidos de sus jadeos, suspiros, gemidos y gruñidos. Tomó a Christopher por la nuca y estrelló su rostro entre sus tetas, aplastando su cara con estas y dejando que se comiera sus chichas y pezones de todas las formas que se le ocurrieran. Las manos del jovencito estaban muy ocupadas con las nalgas de Irina, exprimiéndolas como si fueran tenazas, hundiendo sus dedos en ellas como si fuesen clavos, jugando a separarlas lo más que pudiera y juntarlas lo más apretadamente posible.
Pronto, Irina alcanzó otro orgasmo… pero esto no era suficiente para ella… así que se detuvo, se dio media vuelta y, dándole la espalda, volvió a sentarse y moverse de arriba abajo, una y otra y otra vez, empalándose en la imponente polla de Christopher. Las manos del muchacho seguían jugando con sus nalgas pero su boca, como ya no estaba ocupada con los senos de Irina, ahora se dedicaba a animarla, suplicándole que fuera más y más rápido. Y, como las tetas de Irina ya no tenían que enfrentar a la boca de Christopher, ahora rebotaban de la forma más increíble que pueda imaginarse. Irina alcanzó otro orgasmo… pero no era suficiente para ella… así que se acostó boca arriba en un sofá cercano que estaba frente a ese sillón, se abrió de piernas lo más que pudo e invitó a Christopher a que se la follara de nuevo. Él así lo hizo. Situándose encima de ella, procedió a hundir su poderoso miembro en la indefensa vagina de Irina, metiéndolo y sacándolo de esta tan ferozmente como lo había metido y sacado del culo de la supermodelo, mientras su boca se ensañaba vorazmente con los expuestos pechos de la rusa para subir cubriendo su cuello, primero, y su rostro, después, de innumerables besos, a veces apasionados, a veces de una dulzura conmovedora, para después recorrer el camino a la inversa y empezar otra vez el proceso desde el principio. Irina tuvo otro orgasmo más.
La supermodelo empezó a sentir lástima por el muchacho. Él la había ayudado a alcanzar los mejores orgasmos de su vida pero el pobrecito todavía no había tenido ninguno. Pensando en remediar esta injusticia, a la rusa se le ocurrió algo, recordando que él había dicho que pensaba que ella tenía las mejores tetas del mundo. Lo hizo ponerse de pie y se sentó en el sofá. Ella tomó su erecta espada y se la puso entre las chichas, poniéndose una mano en cada una para darle un poderoso apretón (está de más decir que a la famosa también le encantaba tener una verga grandota moviéndose entre sus pechos). Él se agarró a los hombros de la supermodelo y procedió a moverse de atrás para adelante, follándose esas perfectas tetas, mientras murmuraba, jadeaba y gruñía alabanzas a la magnificencia de dichas redondeces. El chico cerró los ojos con fuerza y echó la cabeza hacia atrás. Irina sonrió: ¡Estaba funcionando! ¡Christopher estaba alcanzando el orgasmo! Él ya no pudo contenerse y, con un bramido triunfal, dejó las chichas de Irina cubiertas de una gruesa capa de su blanca, cálida y espesa lecha, la cual parecía resplandecer en contraste con su piel de bronce.
Christopher buscó el sillón donde había dado nalgadas a Irina, donde ella le había mamado el pene, donde había dado un sentón tras otro sobre su polla, y se desplomó sobre este. Sus ropas, como las de la supermodelo, estaban completamente empapadas en sudor. Él, jadeando, descansó un rato con los ojos cerrados, recuperando sus energías. Cuando volvió a abrirlos, Irina estaba todavía sentada en el sofá, con una mirada y una sonrisa traviesas en su rostro y sus tetas aun cubiertas con su paja. La diosa, entonces, con un dedo empezó a recoger el semen de sus tetas… y llevarse el dedo a la boca para chuparlo hasta dejarlo limpio, mientras murmuraba “¡que rico!”
Una vez que dejó sus ubres completamente limpias, se puso de pie y caminó sensualmente hasta donde estaba sentando un sonriente y lánguido Christopher. Ella se sentó sobre su pene, que no había perdido su perfecta solidez después de dejar sus chichas cubiertas de paja, y rodeó al adolescente con sus brazos, besándolo apasionadamente para que descubriera cual era el sabor de su lechita. Una vez que terminaron de besarse, ella procedió a soltarse el cabello y quitarse la ropa, hasta quedar sólo en zapatos de tacón, y ayudó a Christopher a desnudarse por completo. Era la hora del round 2…
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Ese fue el mejor día en la vida de Christopher hasta ese momento. Irina y él practicaron todas las posiciones sexuales que se les ocurrieron y derramaron sus fluidos corporales sobre cada superficie de la suite. Irina Shayk no podía creer la velocidad con la que este chico virgen se había convertido en un maestro del sexo, así como su capacidad para producir leche.
Irina permitía a Christopher que llenara su boca, su ano y su vagina con su semen. El muchacho también roció con su blanca paja el rostro de ella (siempre apuntando al hoyuelo en su mejilla derecha), sus senos, su espalda y sus nalgas.
Irina dejó que Christopher, con su celular, grabara videos de ella sobándose las tetas y haciéndolas rebotar, así como meneando su perfecto culo para él. Ella también grabó videos de Christopher: le encantaba verlo eyacular y grabó varios videos de él corriéndose.
Almorzaron juntos. Pidieron a servicio a la habitación que trajera comida y ella se puso la comida de él en las tetas, la espalda y las nalgas. Él tenía que comerse la comida usando sólo su boca (sin emplear las manos) y lamer y chupar la piel de Irina hasta dejarla totalmente limpia de grasa. Ella también comió su almuerzo del cuerpo de Christopher. También usó sólo su boca (sin usar las manos) pero comió del pene del jovencito, con la predecible consecuencia de que ella terminó acompañando su comida con una buena ración de la rica, calientita, espesa y saludable cremita del muchacho.
Christopher se hubiese quedado para siempre al lado de Irina, pero él tenía que regresar a casa. Cuando empezó a anochecer, ella llamó a su hermana para que viniese a recogerlo y después fueron a bañarse juntos. Dentro de la ducha, Christopher no pudo resistirse y se folló por última vez el culo de Irina, dejándolo lleno de semen.
Después se secaron, se vistieron y se despidieron con un beso apasionado y una última sesión de manoseo.
Mientras se dirigía a la salida del hotel, Christopher no pudo evitar sentirse superior a todos los hombres que veía. Después de todo, él se había follado a Irina Shayk, ¿y a quién se habían follado ellos?
Cuando se subió al auto de Amanda, esta, con una sonrisa de oreja a oreja, le preguntó, burlona:
—¿Te divertiste?
Su única respuesta fue bajar la mirada y sonrojarse con intensidad mientras esbozaba la más tenue de las sonrisas.
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Y esta, damas y caballeros, es la verdadera historia de cómo quedó embarazada la supermodelo rusa Irina Shayk. A Christopher no le gustó que Irina le endilgara el bebé a un tal Bradley Cooper, pero aceptó la situación a regañadientes cuando ella le explicó que, si la gente se enterara que ella había tenido sexo con un muchachito de tan sólo 14 años, podría meterse en problemas. Ella le prometió que él sería el único al que su hijo (o hija) llamaría “papá”. Y también le prometió que él sería el único que podría darle hermanitos y hermanitas a ese hijo o hija. Ese sería su secreto.
FIN
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