Un Sueño | By : Scorpinok Category: Spanish > Originals Views: 712 -:- Recommendations : 0 -:- Currently Reading : 0 |
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Un sueño; un chico sin nombre.
Estoy en este cuarto tan extraño y vacío, la tenue iluminación de unas
antorchas me permite distinguir de manera clara el lugar; el suelo parece un
espejo y hay agua, cristalina, que me llega a los tobillos.
Hace mucho frío, así que me apresuro a llegar al otro lado de la sala para
salir...
A unos metros del centro me detengo de manera abrupta, distingo una figura muy
peculiar al frente. No, no puede ser... todo menos esto.
Empiezo a distinguirlo con claridad, es mi auto
¿El Tsuru?
¿Cómo diablos llegó aquí?
Hey... Esto es el colmo, ¡estoy 100% loca!
Un viento frío me hela el alma, me da miedo, retrocedo lo más que puedo del
carro, no sé que es, sólo me alejo.
Aquella figura de metal inerte, aquel simple objeto inanimado comienza a
resplandecer; aquella luz blanca es muy cegadora y me llevo las manos a la
cara, cubriéndome los ojos.
Poco tiempo después me atrevo a mirar ¡El Tsuru ya no está!
Pero algo me llama mucho la atención.
En el lugar donde hace unos minutos estuvo mi carro, ahora se encuentra,
apoyado en sus rodillas y manos un muchacho.
Este chico tiene una piel desmesuradamente blanca, casi como el pelaje de un
conejo, aunque su larga cabellera es color azabache.
Lentamente se arrodilla, irguiendo su torso; me voltea a ver, el cabello le
cubre parte de la cara, aun así ahora puedo distinguir sus facciones.
¿Cómo describirlo?
Tiene ojos grandes, negros, un poco rasgados, cada detalle en su rostro es muy
fino y delicado, su nariz pequeña, sus labios rojos y hermosos.
Podría decir que este niño es un ángel, y no deja de mirarme fijamente.
Me limito a observarlo, estoy casi petrificada de sorpresa, no sé como
reaccionar.
Quiero correr pero ¿cómo? Mis pies no me obedecen.
Quiero decir algo, pero mi lengua tampoco me obedece.
Con torpeza el chico se pone de pié, está completamente desnudo, con dificultad
comienza a caminar hacia mí.
Ahora puedo ver que su cuerpo es igualmente magnífico, no es muy alto, tal vez
unos 15 cm más alto que yo, es muy delgado pero eso no impide que siga siendo
precioso; lo miro a los ojos, su mirada es intensa y penetrante, sin embargo,
en ningún momento puedo percibir noción de emociones en él.
Por fin, como si me hubiesen soltado, puedo moverme, camino directamente hacia
él.
Ambos nos detenemos, estoy a casi 10 cm de su cuerpo.
Me continúa observando con interés, por más que intento, no atino a imaginar
que está cruzando su mente en ese momento.
Hola— Murmuro; madre mía, que manera más estúpida de iniciar, pero no importa,
tal vez ni siquiera entienda lo que dije; le sonrió ampliamente.
Sus rojos labios se curvean un poco ¡Me sonríe!
Un extraño impulso me hace acercarme aún más a él; con mi mano le acaricio la
mejilla y la barbilla.
No, por favor...Dios mío ¡Estoy perdiendo el control!
Trato de evitarlo, no puedo, este impulso es mayor.
Le rodeo el cuello con mis brazos, acercándome cada vez más a su cuerpo.
Cierro mis ojos, mis labios están más cerca de los suyos a cada segundo.
Nuestros labios hacen contacto.
Lo beso.
Lenta, muy lentamente, me rodea con sus delgados pero fuertes brazos,
estrechándome vigorosamente hacia él. Comienza a responder al beso, pasando de
una simple caricia a un fuego que llena de placer y estremece mi espíritu.
Estoy lo más cerca de él de lo que se puede estar a una persona, sólo mi ropa
me separa de su piel.
Aquel beso que parece eterno llega a un fin.
Me observa, su semblante permanece indiferente, pero sus ojos me demuestran
cierta confusión, sin embargo, no dice nada, sus labios permanecen cerrados.
Continuamos abrazados. –Eso es lo que llamamos amor, pasión y hasta placer,
todo demostrado en un beso— Explico, aunque dudo que haya entendido una
palabra.
Asiente con la cabeza y sonríe.
Me vuelve a besar, ahora el beso está lleno de amor.
¿Cómo ocurrió esto?
¿De simple metal a piel tibia, a un ser vivo?
El sueño ha terminado, estoy en mi cama, acurrucada entre mis cobijas.
El calor de mi cama me recuerda la piel de ese chico, un chico sin nombre ni
voz, que vive sólo en mi mente y que sólo yo conozco y amo.
Hoy sé que ese chico se llama José Manuel...
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